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Capítulo 37


Mi vida


Días después recibí los resultados negativos de la prueba Elisa, y el alivio recorrió mi cuerpo. Solo eso me detenía en el pueblo. La madrugada siguiente tomé algún tiempo en la para meter en mi inseparable mochila la poca ropa que había llevado, dormí varias horas y antes de las ocho de la mañana ya estaba de pie y listo para llamar a Deirdre y pedirle de favor que me diera un aventón hasta la estación de autobuses.

No tenía reserva para viajar, pero confiaba en que no se me haría difícil conseguir un asiento en el último viaje hacia Nueva York. Aunque estaba dispuesto a esperar en aquella estación el tiempo necesario.

Mi amiga no tuvo reparos ante mi petición. 

No obstante, antes de marcharme de Seven Hills, donde mi regreso seria incierto, debía y necesitaba hablar con mis padres, dedicarle el tiempo justo para ser claro con ellos, sincerarme, quería que entendieran que mi amor por Phuong era verdadero, que Phuong era el escogido, la persona indicada con quien deseaba pasar el resto de mi vida.

No sabía como saldrían las cosas, aunque en esos momentos no tenía esperanzas de que, en especial mi padre, me entendiera.

Recuerdo que decidí acercarme a mamá primero, aproveche cuando estaba sola en la cocina, recién levantada. Algo en mi expresión, o quizás verme tan arreglado le brindo una pista de mis planes.

—Buenos días, hijo. ¿Quieres café?...¿algo de comer?

Sentí que ella estaba nerviosa y necesitaba mantenerse en movimiento. Asentí mientras me sentaba a la mesa donde dispuso todo lo necesario para un rápido desayuno. Mamá tomo asiento frente a mi y nos tomamos un tiempo para servir el café, y saborearlo. Ella me comentó que papá se encontraba en la iglesia desde el amanecer.

—Eoin está convencido de que pronto te iras de regreso a Albany, y parece que no se equivoco —comentó— .Lleva días nervioso a la espera de lo que sucederá. No sé si eres consciente de lo afectado que toda la situación lo tiene.

Me entretuve unos momentos moviendo el café con una pequeña cucharita que mamá puso para ese propósito, ella bebía su café a sorbos, su inquisitiva mirada no me daba respiro.

—Si lo soy, y es por eso que necesito hablar con él, también contigo. Discúlparme por mi actitud egoísta...

—Regresas a Albany...con ese muchacho.

—Me voy a Nueva York, a buscarlo. Lo amo mamá y lo necesito.

—Dios santo, Finley. —Mamá se llevó ambas manos al rostro. Lo menos que deseaba era causarle angustia, pero tenía que hablarle claro— .No sé como tome esto Eoin, porque aunque siente que sucederá tarde o temprano, le costara mucho aceptarlo...no tienes idea de lo afectado que esta, hijo.—No lo sentí como un reclamo sino un desahogo de lo que había guardado por semanas.

Por unos segundos la culpa se me instaló de manera casi insoportable sobre mis hombros, pero me esforcé en mantenerme firme, no dejarme avasallar por ese sentimiento que me jugaría en contra.

Enderece mi postura y busque la mirada de mamá con la mía.

—Lamento mucho que mis sentimientos por Phuong sea el motivo de tu angustia y la de papá. Sé que si estuviésemos hablando sobre una chica, aun cuando no fuera Deirdre, todo sería diferente, pero esa no es mi realidad. Estoy enamorado de otro varón mamá, amo a Phuong como nunca ame...y no concibo mi vida sin él. Tenerlo lejos me esta matando...

Los ojos de mi madre se apreciaban abnegados de lágrimas que no tardaron en derramarse por sus mejillas. Ante ello extendí mis manos para abrazar las de ella. Mamá soltó un sollozo desde el fondo de su garganta antes de apretar sus manos a las mias.

—Ah, Finley...aunque se me hace difícil internalizar lo que te escucho decir...siento que tus sentimientos por ese muchacho, por Phuong son fuertes, y verdaderos. Siento que lo amas...y se que Phuong es un buen muchacho, y no tengo dudas de que también te ama...

Me pareció que a ella le costaba continuar hilvanando pensamientos coherentes, y me limite a mantener sus manos entre las mias, dándole tiempo a serenarse.

—Esperó que con el paso del tiempo ustedes lograran aceptar nuestra relación, entendernos, y que nosotros como pareja podamos formar parte de esta familia...

Mamá se fue sosegando, libero una de sus manos para barrer la humedad de sus mejillas.

—Tienes que hablar con Eoin, abre tu corazón, confíale lo que a mí, hijo. —Se puso de pie y yo con ella. No perdimos tiempo para abrazarnos, y disfruté de su calor, y de ese aroma distintivo, maternal, concentrados en ese abrazo que se extendió más de lo normal.

—El camino no será fácil, Finley...más allá de mis creencias religiosas, me aterra pensar lo que tú y Phuong tendrán que enfrentar en defensa de sus sentimientos, de su amor —murmuro muy cerca de mi oído, entre suspiros.

Nos separamos, y estuve seguro de que era el momento adecuado para buscar a papá e iniciar esa importante conversación.

—Dios no los abandonara —añadió ella con seguridad, pasando sobre la creencia de que aunque Dios no rechazaba el pecador, si rechazaba el pecado, que en mi caso era mi estilo de vida, mi forma de amar.

Nos dimos un fuerte apretón de manos y encaminé mis pasos hacia el exterior, de camino a la edificación que albergaba la iglesia Nuevo Horizonte.

Llevaba el corazón agitado, y los nervios de punta, ansioso por terminar con todo lo pendiente que aun me mantenía allí, aunque a la misma vez temeroso del encuentro con mi padre.


*******


No recuerdo cuantas veces me detuve de camino, obligándome a continuar. El sol en su camino ascendente no era benévolo, imponiendo su resplandor.

Una vez adentro de la nave de la iglesia, que olía a limpio mientras que su ambiente se sentía fresco y en sombras, dirigí mis pasos hacia la oficina de mi padre al final del edificio.

Sin embargo, no me esperaba verlo de rodillas entre los primeros bancos a mi derecha y perdí un paso tropezando con mis propios pies. Fui conciente de que papá ni se imuto, concentrado como parecía estar en las oraciones que hacia.

Me detuve a poca distancia, eleve la mirada al altar por unos instantes antes de llevarla nuevamente sobre mi padre, encontrando su mirada directa sobre mi.

—Has venido a despedirte...hace días que estoy conciente de que este día llegaría pronto, y se que Dios así lo quiere. Porque con nuestras vidas Dios siempre tiene un propósito.

Me sobresalte ligeramente al escuchar su profunda voz, aunque era de esperarse, pero mis nervios me traicionaron. Eoin se echo hacia atrás y busco sentarse sobre el pulido banco. El suave y ligeramente dulce olor a madera tratada asalto mis fosas nasales.

Me costo algo entender sus palabras, interiorizarlas, pues no las esperaba. Me sorprendió su tono resignado, y la expresión cansada en su rostro.

—No voy a detenerte, hijo. Solo quiero que sepas que no dejare de orar por ti, por tu alma, y sin descanso para que Dios cuide de ti...

Papá ya no me miraba, mantenía la vista aparentemente sobre sus manos entrelazadas. Fui presa de un torrente de emociones, que por muy poco no me llevaron a caer en la desesperación. Necesitaba salir de allí, me di cuenta de que no valía plantearle mis argumentos, hablarle de mis sentimientos o pedir comprensión. Mi padre no me iba a detener, pero eso no quería decir que estuviese dispuesto siquiera a escucharme, a tratar de comprender. Percibí que no quería escucharme, temía oír de mis labios nuevamente mi verdad, porque quizás pensaba que mientras más lo escuchaba, mas definitivo se convertía y menos redención habría para mi.

Mi padre pedía a Dios cuidados, pero también, aunque no lo expreso, sé que algún tipo de milagro que me hiciera recapacitar y salvara mi alma de la perdición.

Y sé que no descansaría en su propósito, aun cuando sabia, igual que yo, que nunca volvería a ser el Finley de meses atrás. Phuong había llegado a mi vida a cambiar todo lo que conocía, a poner todo patas arriba de la manera más rotunda, pero también de una forma bella, despertando sentimientos y emociones en mi que jamás pensé experimentar.

Intente dar media vuelta e irme, senti que nuestro encuentro no daba para mas, pero papa me sorprendio con un fuerte y vigorozo abrazo.

—Ve con Dios, Finley, y no dejes de llamar, tu madre y yo necesitamos saber de ti...

Abandone el edificio donde casi todos los días se congregaba el pueblo de Dios liderado por mi padre. El lugar que por años formó parte de mi vida. Nunca olvido como acelere mis pasos hasta terminar casi corriendo, abrir de un solo empujón las puertas y salir a los castigadores rayos solares que incidieron en mis pupilas dejándome ciego momentáneamente.

Con cada paso que daba sentía que Phuong se encontraba más cerca, que pronto podría perderme mirando sus ojos, alcanzarlo para atrapar sus labios con los mios sedientos.

Ya no volví a ver a papá antes de abordar el auto de Deirdre, con mi mochila al hombro. Mamá y Seamus me despidieron entre abrazos, besos y la promesa de mantenerme en contacto.

—¿Ya te vas? —La pregunta de Darcy en un tono engañosamente tranquilo me hizo perder el paso, pero no lo detuvo, bajé los escalones hacia el sendero de entrada. Mi hermana y yo apenas habíamos cruzado caminos en los pasados días.

Darcy se acerco a mi dejando atrás a mamá y a Seamus. La sentí muy cerca, pisándome los talones en mi caminar hacia el auto donde Deirdre me esperaba detrás del volante.

—¡Darcy, regresa!

Escuche la voz de nuestra madre bastante cerca, un rápido vistazo fue suficiente para ver que detrás de Darcy caminaba mi madre.

—Es lo mejor que puedes hacer, Finley. Porque aquí no te queremos, no cuando solo manchas el apellido Byrne...¿qué pensaran los feligreses cuando sepan que el buenazo y tímido Finley Byrne, el hijo mayor del pastor Eoin no es más que un afeminado?

A solo unos pasos de lograr mi objetivo supe que no me iría de Seven Hills antes de decirle algunas verdades a mi odiosa hermana.

—¡Corre, corre a los brazos de tu maricon de ciudad!

Lo vi en los ojos de Darcy, en su expresión entre sorprendida y asustada cuando giré para hacerle frente, mirándola directo a ellos. Darcy tuvo que detenerse de pronto, y mamá hizo otro tanto a unos pasos de ella.

—Yo sere lo que quieras, Darcy, pero tu no eres mejor que yo...esa envidia que te carcome no es sana, no es de Dios, y jamás te dejara ser feliz...supérala, así cuando encuentres quien te ame, si acaso sucede, podrás ser feliz...aunque, realmente siento lástima del mortal que se enamore de ti, hermanita...

La expresión de mi hermana se arrugo en una fea mueca y me echo una mirada de asco, mientras se cruzaba de brazos.

—Eres un perdedor...no me hables de felicidad. ¿Qué sabes tu?

—No tienes idea...—giré para terminar de dar los últimos pasos que me llevarían de frente a la puerta del pasajero del vehículo de Deirdre que miraba desde su posición detrás del volante sin intervenir.

—¡Algún día te vere regresar vencido!

Darcy mantuvo su postura de brazos cruzados y mirada despreciativa hacia mí.

—Vámonos de aquí...—le dije a Deirdre que no perdió un solo segundo para encender el motor del carro y ponerlo andar. Yo, que de pronto me sentí eufórico bajé la ventanilla y me di el gusto de tener la última palabra cuando al alejarnos saque la cabeza por el hueco de la puerta para gritarle un; — ¡Vete a la mierda, Darcy!

Antes de perderlos de vista pude ver el descompuesto rostro de mi hermana, el gesto de consternación de mamá y la divertida expresión de mi hermano Seamus ante mi repentino exabrupto.


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