Capítulo 35
Lejos de ti
Fue una noche plagada de pesadillas de las cuales no recordaba casi nada, solo tenia la impresión de estar solo y perdido en extensos y tétricos lugares oscuros. Desesperado, deseaba despertar, pero a la misma vez algo me retenía.
En cuanto abrí los ojos fui consciente del sordo dolor de cabeza que me abarcaba la parte frontal de mi rostro. Esa mañana Phuong y yo amanecimos ocupando cada uno un extremo del colchón, alejados por primera vez, y eso fue triste.
Me incorpore y por algunos segundos solo fui consciente del arrullo de las suaves respiraciones de mi chico, mientras mi vista se posaba en algún punto frente a mi.
A mi mente volvieron las preocupaciones, las dudas, los miedos y sobre todo, ese deseo de alejarme, de salir corriendo cuan cobarde. Eso último no me hacia sentir orgulloso, pero así me sentía.
Percibí los movimientos de Phuong sobre el colchón antes de sentir sus tibias manos sobre mis hombros y el peso de su cuerpo a mi lado.
—¿Estás bien?
Quise asegurarle que si, pero creo que mi silencio, más duradero del necesario, hablo por mi. No hize amago de girar y mirarlo, mucho menos intente tocarlo, permanecí inmóvil con las manos sobre las rodillas.
—Hermoso, no me gusta verte así. —Phuong se movió hasta salir de la cama y colocarse de pie frente a mi, esa noche también durmió vestido, esa vez con unos pantalones largos de chandal y una camiseta con el desvaído logo de un refresco de soda.
—Siento que toda la situación me supera, Phuong —Levanté la mirada para cruzarla rápidamente con la suya, vi tristeza y miedo en sus ojos oscuros, y supe que él veía los mismo en los mios.
—Necesito espacio...necesito...
—Necesitas alejarte...¿es eso? Quieres que nos demos un tiempo lejos, separados...
Cuando lo pensaba me parecía que era justo lo que deseaba, sin embargo, cuando lo escuche en sus labios me negué a aceptarlo.
—No...no es así.
Phuong se colocó en cuclillas frente a mi, sin tocarme, y nos miramos fijo, directo a los ojos.
—No quiero que te vayas, imaginarme lejos de ti me llena de desesperación, pero entiendo que necesites un tiempo alejado...de mi, Finley. Entiendo que debo dejarte ir, para que encuentres la paz y las respuestas que necesitas, y sobre todo para que estes seguro de que lo que sientes por mi es real...y no solo consecuencia de un enamoramiento pasajero. —A este punto intente refutar lo que decía, pero él coloco la palma de una de sus manos sobre mis labios — .Yo te amo, Finley, y como te amo y aunque me duela, sé que debo darte tu espacio, sin presiones. Quizás me tomo el riesgo de que no regreses a mi, pero confío en que nos volveremos a ver, amor.
Desesperado lleve ambas manos primero sobre el rostro, luego las eche hacia atrás retirándome el cabello de la frente, mientras sacudía la cabeza en gesto negativo. Phuong se puso de pie y yo con él, intente abrazarlo, pero hizo un gesto con la palma de su mano pidiéndome que me mantuviera alejado.
—Te amo, Phuong...Dios sabe que te amo, pero me siento abacorado por la situación. Estoy confundido, y tengo miedo. Sé lo que deseo, pero dudo de lo que es correcto...y lo que debo hacer...me siento culpable...y también me siento castigado...
Volvieron las lágrimas que se derramaron por mis mejillas, cuando volví a mirarlo me di cuenta de que también lloraba. Nuestra despedida la sellamos con un fuerte abrazo y el calor de mis labios sobre los tibios de él.
**********
Me marche a Seven Hills, pero a último momento me dirigí hacia la casa de Deirdre, pues no tenia deseos de encontrarme con mi familia. Fue el viaje en autobús más desesperante de mi vida y desde que aborde el taxi que me llevo a la estación en Albany no deje ni por un momento de extrañar a Phuong. En más de una ocasión pensé en hacer el camino de vuelta, sin embargo, el tiempo se me fue entre dudas y miedos.
Cuando llegue a la estación de autobuses del pueblo llame desde un teléfono público a Deirdre que sorprendida me pidió que la esperara allí, que ella misma pasaba a buscarme. Sus padres no se encontraban en casa, pues asistían a un retiro en un pueblo cerca y regresarían al otro día.
—Esta vez me has sorprendido, no me dijiste que venias cuando hable contigo semanas atrás —dijo ella en cuanto nos encontramos en la estación y mientras caminábamos hacia su pequeño auto— .Me encanta que estes aquí —añadió aunque pienso que en cuanto se detuvo a mirarme bien se dio cuenta de mi estado de animo.
—No te ves nada bien, Finley.
Y no lo estaba. Le pedí a Deirdre hospedaje por esa noche, sabia que debía irme a casa, pero necesitaba retrasarlo un poco más.
Recuerdo que Deirdre apenas decía algo, parecía como si caminara sobre brasas a mi alrededor, me dio la impresión de que no sabia como tratarme. No lucia incómoda, aunque si algo indecisa.
Luego me entere que le habia echado a perder sus planes para ir al cine con el hijo del señor Graham, Sean.
—Debiste decirme.
—Pude, pero te vi tan desanimado y ojeroso que no tuve corazón. No te iba a dejar solo.
Me alegraba saber que Deirdre iba encaminada en rehacer su vida amorosa y una vez más me pego la lejanía que yo mismo interpuse entre Phuong y yo. No obstante, recordar sus devareos con Miles, en mi mente, me excusaba.
—¿Qué es lo que tanto te preocupa, Finley?
Nos encontrábamos sentados en el amplio sofa después de compartir algo de pasta recalentada y ensalada que su madre dejo.
Habia tratado de evadir sus escrutadoras miradas y comentarios en referencia a mi desanimo. La chica que por un tiempo fue la indicada, la mujer con la que planeaba casarme y tener una familia, estaba a mi lado, preocupada, con su mirada pidiéndome que le contara lo que me atormentaba, que confiara en ella.
Con el corazón galopante deje salir de mis labios un;
—Estoy enamorado, Deirdre.
De alguna manera supe de inmediato que Deirdre no se esperaba aquellas palabras. La miré moverse sobre el asiento, quizás un poco sacada de onda, pero no por eso retiro su mirada de mi a la espera de lo que diría después de semejante afirmación.
—Escucha, Finley. Ya que me confiaste semejante noticia tienes que decirme al menos el nombre de la afortunada...aunque me has dejado algo confundida, pues tenia la impresión de que querias mantenerte soltero y libre de ataduras para así disfrutar de la vida universitaria, ir a fiestas, conocer gente...
Me sorprendí un poco al oírla describir con unas cuantas palabras su percepción de la vida que, según ella, yo deseaba.
—Al principio, cuando terminaste nuestro compromiso me sentí dolida, yo estaba enamorada de ti, aunque con el paso de los días me di cuenta de que en el fondo era más la envidia que tenia, pues ese estilo de vida que tu llevabas era el que yo quería para mi. Además, no me dejaras mentir cuando digo que nuestro noviazgo de colegio duro más de lo que hubiese durado si nuestros padres no se hubieran empeñado en armar toda una historia a futuro... en fin, luego de nuestra separación vino lo de mi enfermedad y todo lo anterior paso a segundo plano. —Mientras ella hablaba yo comencé a dudar sobre lo que estaba a punto de hacer. Hablarle sobre Phuong y mi relación con él ya no me parecía tan buena idea.
—Sé que el amor llega de repente...mirame a mi, ¿quién me iba a decir que me daría una nueva oportunidad?...¿y con Sean Graham?
Deirdre soltó una serie de carcajadas, algo nerviosa, antes de decir;
—Si me dejas, no paro de hablar...
Pude evadir la conversación, mencionarle lo cansado que estaba, seguramente ella me entendería sin insistir sobre el asunto. No obstante, no hice lo que me dictaba la razón, sino lo que me dicto el corazón. Necesitaba hablar sobre lo que me sucedía.
—Me alegro que te des una oportunidad con Sean, él es un buen chico. —Y así lo creía, además recordaba que Sean Graham siempre estuvo interesado en ella.
—Si lo es...
Antes de darme cuenta de mis labios salió lo que guardaba en mi corazón.
—Amo a Phuong, pero ese sentimiento esta en conflicto con lo aprendido, con mis creencias...con las predicas de papá, la doctrina de la iglesia en la que nací y fui criado...
Lo solté, pero fui incapaz de mantener mi mirada sobre ella, eso si, escuche su jadeo, casi grito. Seguido de un silencio donde el más mínimo ruido dentro de la casa se escuchaba el doble de rotundo, al menos en mis oídos. Pude oír con nitidez el casi imperceptible toc de la manecilla horaria del reloj análogo que había en el pasillo al marcar las siete en punto de la noche. Y en la lejanía los gritos del vecino llamando a su hijo para que entrara a cenar, mientras mantenía mi vista baja, lejos de Deirdre.
—Discúlpame, Finley, pero trato de procesar las cosas...y darle un poco de sentido a lo que dices. También me gustaría entender como se dio la situación...ese chico, Phuong paso la navidad aquí contigo cuando volviste la primera vez y nosotros...nosotros aún estábamos juntos. —Ante aquello último sentí el peso de la realidad sobre mis hombros. Razón tienen los que dicen que nada permanece para siempre oculto, yo mismo me habia encargado de mostrarle a Deirdre la realidad de lo que sucedió.
Una oleada de vergüenza y pesar me arropo de pies a cabeza.
—¿Cuándo te distes cuenta de que estabas enamorado de él? —preguntó— .Dime la verdad, Finley...por favor.
Ella se merecía mi sinceridad, aunque fuese tardía.
—Estoy convencido que comencé a enamorarme de él desde el mismo día en que lo conocí en la residencia —dije y casi pegué un salto cuando sentí y vi una de las manos de Deirdre buscar la mia. .
Ella me apreto la mano, y la escuché soltar un suspiro. No sabía o me atrevía a especular que esperar de parte de ella, pero aprecié su gesto.
—Mírame, Finley.
Levanté la mirada para posarla sobre ella, igual que mi mano lo hacia en la suya, para devolverle el apretón.
—Sufres por amor, porque amas a Phuong y como dices ese amor entra en conflicto con todo lo que conoces, y en lo que crees. No sé que otra cosa te hizo regresar a Seven Hills, que más te alejo del chico que amas, y esta noche ni tu y menos yo pensamos con claridad...lo que me has dicho jamás lo hubiese imaginado.—Deirdre y yo nos mirábamos de frente mientras manteníamos nuestras manos juntas— .Ve a dormir, a descansar, mañana veras las cosas más claras, amigo.
Esa noche ocupe el cuarto de Deirdre mientras ella se iba a dormir al de sus padres. Recuerdo poco de esa noche, acostado prácticamente vestido sobre el suave colchón en aquella habitación que aun tenia vestigios de la niña y la adolescente que la habia ocupado y que ya era una mujer.
Si de algo estoy seguro era del sentimiento de alivio que experimentaba porque por primera vez pude hablarle a alguien de mis sentimientos y preferencias sexuales. No podía estar seguro que traería el nuevo amanecer, de pronto Deirdre no querria volver a escucharme hablar sobre mi dilema, y la luz solar no sería de gran ayuda. O quizás ella estaría dispuesta a aconsejarme, dispuesta a dar algo de luz sobre mis dudas.
Sé que logré dormirme varias horas después que le desee buenas noches a Deirdre, que Phuong se coló en mis sueños y que desperté deseando verlo, escuchar su voz y sentir sus caricias.
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