Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 27


Albany, New York

Invierno, comienzo del año 1990


Mi silencio terminó por trastornar a Deirdre, que comenzó a llamarme constantemente a la residencia mostrándose amorosa, y dejándome saber lo mucho que me extrañaba y deseaba que nos volviéramos a ver.

En nuestra última comunicación me vestí de valor y le dije lo que debí decirle hacia semanas atrás.

—Cuando te pedí tiempo solo fue un eufemismo...fui un cobarde, Deirdre, porque no te hable claro, permitiendo que pensaras que lo nuestro aun tenia futuro. Lo siento, pero no es así, te guardo un gran cariño y siempre tendrás un lugar especial en mis recuerdos, pero no te amo...

Mientras hablaba, hasta a mi me pareció de cobardes dejar salir toda aquella palabrería barata a través del teléfono y en un punto de mi improvisado discurso la vergüenza me hizo callar. Al otro lado de la línea pude escuchar los lamentos y sollozos de Deirdre que solo intensificaron mi culpa.

—Nunca imagine que fueras ese tipo hombre, Finley. Que mucho te ha cambiado la ciudad...—Unos agudos sollozos le impidieron continuar hablado, mientras el silencio atenazaba mi lengua— .La gente me lo decía, pero yo me negué a créelo...que mal te hizo dejarnos, eres otro, dejaste de amarme...no sabes como me lastima tu desamor...

Deirdre no podía ocultar el dolor, la desilusión y el desengaño en su tono de voz. Yo seguía callado, pegado a una de las paredes con la cabeza gacha, mi mirada perdida sobre la alfombra bajo mis zapatos.

Nunca quise lastimarla, hacerla sufrir y sentirse miserable, aunque siempre fui consciente desde que acepte mis sentimientos por Phuong, que eso pasaría, que era inevitable. Y me sentí mezquino y fatal.

Recuerdo los días después de aquella última caótica llamada entre nosotros, nublados bajo un manto de pesar. Por unos días hasta a Phuong, con su carácter alegre y despreocupado le costó animarme.

No paso mucho tiempo antes de que papá me llamara por teléfono para reclamarme mi actitud y echarme en cara mi según él, atolondrada decisión.

—¡Ahora iras de mujeriego por la vida! Sin respeto, sin medida...¡por esa razón terminaste tu relación con Deirdre, para tener libertad y comportarte alocadamente! ¡Dios es el único que puede poner su mano y sacarte de esa vida de libertinaje que quieres llevar!

Papá no me dejaba hablar y lo dejé hacer hasta que perdiendo la compostura grite;

—¡No la amo, papá!

Días después fui yo quién llamó a casa, mi padre no se encontraba, pero pude hablar con mamá. Ella no me hizo reclamos, sin embargo, no pudo pasar por alto comentarme sobre lo enojado y desilusionado que se sentía papá, y me informo que Deirdre no se encontraba bien de salud.

—El otro día esa niña perdió la conciencia en pleno culto —mencionó preocupada, tratando de que su voz prevaleciera sobre las preguntas que Darcy voceaba muy cerca de ella sobre Phuong.

Estuve varias horas cabizbajo y pensativo, indeciso sobre llamar a Deirdre. No obstante, no reuní el valor suficiente para hacerlo. Interiormente no dejaba de repetirme los dichos de mamá al asegurarme que mi ex novia, al momento de nuestra llamada, se sentía mejor.

Phuong enseguida notó mi caótico estado de animo y terminé desahogándome, aunque mis intenciones eran mantener alejado de todo ese conflicto a mi pareja.

Porque aunque no me lo habia dicho claramente, yo sospechaba que Phuong se sentía algo culpable por el distanciamiento entre mi padre y yo.

Detrás de la puerta cerrada del dormitorio estudiantil y bajo sus caricias pronto olvide el drama con papá, y mi preocupación inicial por la salud de Deirdre quedó, egoístamente, arrumbada en un rincón de mi conciencia.

Poco a poco la rutina estudiantil nos absorbió y apenas nos veíamos en la universidad. Tanto Phuong como yo comenzamos a trabajar unas horas en la universidad, la paga no era mucha, pero nos ayudaba con los gastos. Sin embargo, aprovechábamos todo el tiempo libre juntos ya fuera los fines de semana o entre ella, solos en la habitación que compartíamos.

Él y yo nos turnábamos para comprar comida en las tardes para disfrutar de la cena en la intimidad del cuarto compartiendo las experiencias diarias y planeando que haríamos en nuestros días libres.

A mi me gustaba imaginar que aquel reducido espacio era el preámbulo a una vida juntos cuando decidiéramos mudarnos al que seria nuestro nido de amor una vez ambos pudiéramos afrontarlo económicamente.

No obstante, mientras estuviésemos viviendo en la residencia debíamos de ser discretos para evitar problemas con la administración. Guardamos nuestra relación de todos, la única que sabia que éramos pareja era Daisy.

*********

Cuando la primavera hizo su entrada Phuong y yo salíamos a dar largos paseos, tomábamos fotografías y visitamos en varias ocasiones la feria, donde nos habíamos subido a cuanta atracción mecánica encontramos, comimos hasta hartarnos y disfrutamos de las competencias y juegos.

Fueron varias las veces en que él y yo coincidimos con Miles, que siempre iba en compañía de un chico diferente. Al comienzo fue algo incómodo, pues yo me llenaba de inseguridad y dudas que terminaban en miedo, pues de manera inmadura me cuestionaba si Phuong se sentía afectado de alguna manera al ver a su exnovio con otras personas.

Pronto mi amor se dio cuenta de mis temores y a punta de besos, caricias y sinceras palabras borró todas mis dudas, refirmando nuestro amor.

Durante semanas pasé por completo de llamar a mi hogar, pues cada vez que lo hacia, aunque era mi madre la que contestaba la llamada, podía oír a contraparte la recia voz de mi padre clamando;

—¡Estoy orando por ti, hijo...no tengo descanso porque tengo fe en que Dios va a hacer su obra!—Esa frase y otras eran vociferadas por Eoin en cada ocasión.

Siempre lo mismo, él voceando, yo incómodo lleno de culpabilidad y lo admito, también algo de vergüenza.

Para mediados de abril pudimos ser testigo de lo indiscretos que fuimos, perdidos en nuestras emociones, ajenos y sujetos a los prejuicios y maldad de los demás.

Los administradores de la residencia pidieron hablar con nosotros, pero fue Ryan el que fue claro y preciso en sus alegaciones.

—Hasta mi han llegado rumores sobre una relación amorosa entre ustedes...rumores que yo mismo comprobé hace unos días al verlos juntos en el área de estudio en una actitud que se podría llamar más que cercana...—Ryan tomó la palabra en un tono que no admitía replica o vacilaciones. Él y su compañero, que se encargaba del turno de la noche, sentados uno al lado del otro.

Mientras que el primero intercalaba su mirada entre Phuong y yo, el otro hombre, de apellido Pratt tenia la suya en cualquier parte menos sobre nosotros — .Las relaciones amorosas...intimas entre residentes están prohibidas, pienso que el reglamento es claro a ese respecto, así que uno de los dos debe de marcharse de la residencia. —Sentí como una oleada de calor arropaba mi rostro, terminando en mis orejas.

Lo cierto era que no había prestado gran atención al folleto con los reglamentos de la residencia, pues más allá de lo que el mismo Ryan me había dicho en el recorrido que hizo conmigo a mi llegada, no creí necesario leer el pequeño y delgado panfleto.

Aún así no puse en duda la veracidad de sus dichos, pero tuve la impresión de que nuestra relación, al ser una homosexual, era más que prohibida en el lugar. Y mientras yo deseaba escurrirme entre las losetas, desapareciendo lejos, Phuong no perdió la compostura y nunca, a diferencia de mi, desvió la mirada o dio muestras de avergonzarse.

—Seré yo el que abandone la residencia, solo necesito el fin de semana para mudar mis cosas. —Sobresaltado llevé mi mirada sobre Phuong en tanto enderezaba la postura y a punto estuve de protestar, pero su rápida mirada acompañada de un gesto con su mano me lo impidió.

—Me parece muy sabia decisión si tenemos en cuenta que el señor Byrne tiene poca tiempo aquí y asumo que aun no conoce a muchas personas en Albany —mencionó el señor Pratt, su tono de voz estrangulado me pareció el graznido de un pájaro.

Me puse de pie exasperado, Phuong hizo lo propio llevando una de sus manos a mi antebrazo.

—No es justo que seas tu él que tenga que irse —dije buscando su mirada con la mia.

—No se trata de justicia, es simplemente que yo tengo más posibilidades de encontrar alojamiento —mencionó con tono tranquilizador en tanto apretaba un poco mi brazo.

Aprete los labios mientras el enojo se paseaba por mi cuerpo remplazando el pasmo de minutos antes.

En cuestión de días Phuong recogió sus cosas y se mudo con Daisy, mientras a mi no me calentaban ni los rayos del sol. Estaba tan acostumbrado a nuestra cercana convivencia, a verlo y sentirlo a mi lado, que aun antes de su inesperada mudanza ya comenzaba a extrañarlo.

*******

Finales de mayo de 1990

Comienzos de verano

Con la primavera llegando a su fin junto al año universitario, y la temporada veraniega a la vuelta de la esquina, era el momento de tomar algunas decisiones para los dos meses de vacaciones que se avecinaban.

Phuong que no veía a su familia desde hacia meses atrás no hablaba de otra cosa sino de su próximo viaje a New York. Yo, en algún lugar de mi mente estaba consciente de que debía ir a visitar a mis padres, que seria lo mejor que podía hacer para tratar de que mi relación con mi familia, en especial con papá, subsanase, y también porque una pausa al tórrido romance entre Phuong y yo, podría ser beneficiosa para extrañarnos, decía.

Durante semanas trate de convencerme de que ese viaje a Seven Hills era necesario para la unidad familiar, además de que un tiempo, un respiro entre Phuong y yo que serviría para afianzar nuestra relación.

Sin embargo, solo Dios conocía mi verdadero sentir y el esfuerzo que hacia por no estallar y dejar salir toda la frustración que las circunstancias me provocaban. Hacer algo así frente a Phuong me parecía que me dejaría como una persona insegura e inmadura, tan diferente a él.

Entonces guarde silencio, aun cuando Phuong, muy perceptivo, se dio cuenta de que no la estaba pasando nada bien e insistió en hablarlo, mientras yo le daba largas al asunto.

Recuerdo que la noche antes de su partida hacia New York, después de despedirnos haciendo el amor apasionadamente, Phuong me propuso que luego de las dos semanas que yo planeaba pasar con mi familia, en vez de regresar a Albany, tomara un autobús directo a la gran manzana. Su propuesta levantó mis ánimos, aunque la alegría me duro poco, avasallado por la añoranza ante su ausencia.

Enseguida que llegué a Seven Hills el panorama a futuro fue cambiando y de alguna manera complicándose. La cálida bienvenida de mamá fue empañada por la expresión adusta de mi padre a su lado. Mientras ella me abrazaba en tanto dejaba un amoroso beso sobre una de mis mejillas, papá a su lado solo hizo un seco gesto con la cabeza antes de ponerme al tanto de la situación de Deirdre.

—Deirdre se encuentra hospitalizada, Finley. Su situación parece ser muy seria...es su corazón...

Esa misma tarde, luego de una rápida parada en casa, me fui directo hacia la clínica, y una vez allí me dio la sensación de haber quedado atrapado por las circunstancias.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro