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Capítulo 25


Lluvia de estrellas ⭐️
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Percibí en la mirada de Phuong, sin temor a equivocarme, el atisbo de la duda.

—No sé porque se me hace tan difícil mirarte de frente. —Lo escuché murmurar mientras trataba de ocultar su mirada de mi—. Quizás tengo miedo a lo que veré en tu mirada, dicen que los ojos son el espejo del alma...

Me desplace sobre el tapete, buscándolo, insistiendo en volver a perderme en sus ojos que me huían. Pasé por encima de su cuerpo, sin pudor ante mi desnudez, para poder tenerlo de frente y arrimándome a su pecho busqué sus labios con los míos.

—Si, eso he escuchado y te aseguro que en los míos solo veras el profundo amor que siento por ti, Phuong, y ni una pizca de arrepentimiento por amarnos. Por favor nunca me cohibas del placer de tu mirada —No dejé de depositar pequeños y rápidos besos no solo en sus labios entreabiertos, sino por todo su rostro, mientras Phuong luchaba, a modo de broma, por alejarse de mis ansiosos labios.

Pronto a mis besos se unieron las caricias, y la fingida actitud esquiva del chico que amaba dio paso a una fogosa lucha por quien llevaba el control del otro, entre risas y retozos.

En el exterior la tormenta invernal se encontraba en todo su apogeo, apenas se lograba ver dos pasos al frente. Y aunque el reloj apenas marcaba un cuarto para las tres de la tarde, la oscuridad comenzaba a dejarse sentir.

El frío que el fuego logró retraer volvía a apoderarse de la estancia con el consumo de los leños en el hueco del hogar. Phuong y yo nos vimos obligados a vestirnos, luego volvimos a ocupar nuestro lugar frente a la chimenea para beber el chocolate que llevamos en el termo y comer con verdadero gusto los pastelitos.

Fue poco lo que hablamos, por lo menos a través de las palabras. Sin embargo, aprovechamos el tiempo que nos restaba en aquel lugar para disfrutar nuestra cercanía con nuevas caricias y besos.

Más tarde nos pusimos de acuerdo para salir y buscar el camino de regreso a casa. Ya llevábamos bastantes horas fuera y mi familia no sabia nada sobre nosotros. Aunque seguramente Seamus le había comentado a nuestros padres de nuestros planes.

Dejamos la vieja cabaña que siempre guardaría un espacio especial en mis recuerdos, adentrándonos en el bosque. Ya era poca la visibilidad, pues la oscuridad le había ganado casi completamente a la tenue luz de la tarde. Fue entonces que recordé la linterna que llevaba.

Phuong, sin disimular su poca confianza en la dirección que llevábamos, caminaba a mi lado, y se detuvo cuando yo lo hice.

Cuando me incorporé sentí una de sus manos sobre mi antebrazo.

—Finley...—Phuong dejó escapar mi nombre envuelto en un suspiro de asombro. Cuando lo miré, me di cuenta de que no era yo el dueño de su atención, pues tenia la vista clavada en el cielo estrellado, que miraba atento, con sus labios entreabiertos.

Sin necesidad de palabras entendí los deseos del amor de mi vida, y levanté la mirada siguiendo la suya. La maravillosa e inesperada visión me dejó sin aliento. En el oscuro lienzo de aquella noche alcance a admirar una espectacular lluvia de estrellas cruzando sobre nosotros.

Instantes después, cuando la última estela se perdía de vista en el universo me encontré con los fríos labios de mi compañero mientras me echaba los brazos al cuello apretándose a mi.

Siempre he pensado que no pudo existir mejor cierre para nuestro apasionado primer encuentro que aquel regalo de la naturaleza.

********

Toda la felicidad que experimentamos ese día quedo completamente opacada por el caos que encontramos cuando volvimos a casa. Enseguida que salimos del bosque nos topamos con una comitiva reunida por mi padre dispuestos para salir a buscarnos.

Frente a la casa había un grupo de gente; vecinos, amigos y feligreses, tampoco pudo faltar una Deirdre angustiada que corrió hacia mi seguida de mi hermana Darcy, quien solicita, se arrimo a Phuong de inmediato.

Él y yo solo pudimos cruzar una rápida mirada a los ojos antes de vernos separados.

Mamá remplazo a Deirdre y me abrazo mientras agradecía a Dios por nuestro regreso, desde mi posición pude apreciar la molestia en la mirada que cruzamos papá y yo.

Lejos de verse feliz por nuestro regreso, mi padre se veía hasta avergonzado. Y no tardo en unirse a las personas que se nos acercaron preocupados y llenos de dudas sobre nuestro paradero.

—¡Debiste hacerme caso cuando te hable de la tormenta, Finley! —Exclamó Seamus, inquieto, que se había colado entre la veintena de personas alrededor.

Eoin no se esforzó mucho para llegar a mi lado, las personas se hacían a un lado para dejar pasar al imponente pastor. Papá se inclino un poco antes de echarme su brazo como un peso muerto sobre mis hombros y murmurarme cerca de la oreja.

—Si hubieses oído a tu hermano nos habríamos ahorrado todo este jaleo. —Sentí su enorme mano encajada en mi brazo para un rápido, pero fuerte apretón— .Jamás te habías comportado de manera tan irresponsable —añadió antes de alejarse unos pasos, dejándome incomodísimo.

Mi padre tomó control de su papel de líder religioso, y levantó ambos brazos hacia el cielo.

—¡Pudieron perderse en el bosque y morir de hipotermia, pero una vez más Dios cuida de sus hijos! —exclamó con alegría y emocionado mientras observaba a las personas que corearon sus palabras con aplausos de jubilo y frases de gratitud.

Mientras el grupo de gente parecía apretarse a nuestro alrededor un solo pensamiento se alzaba sobre todos los demás, y era la realización de que lo que decía papá pudo haber sido nuestra realidad. Actué sin pensar, poniendo en riesgo la vida de Phuong.

En cuestión de minutos las personas, luego de que mis padres agradecieran su presencia y disponibilidad, se fueron dispersando, muchos abordaron sus autos, otros, los vecinos cercanos caminaron en pequeños grupos de vuelta a su hogar.

Los padres de Deirdre fueron los últimos en despedirse, mi novia se percibía reacia a dejarme, mientras que yo no tenia cabeza para nada más que no fuera reclamarme mi estupidez.

Agradecí que mi madre no hizo preguntas o volvió sobre el tema de nuestras horas ausentes, ella a diferencia de mi padre lo único que le interesaba era que regresamos con bien.

—Tu no eres así, Finley...me parece que algo o alguien es mala influencia. —Sin embargo, mi padre no dejaría las cosas por la paz tan fácil.

Enseguida supe que se refería a Phuong, que en esos momentos se encontraba ya sentado junto a Darcy frente a la mesa del comedor, pues tendríamos una cena tardía.

—Papá...

Queria asegurarle que mi intención nunca fue poner nuestra vida en riesgo y que había sido yo quien convenció a mi amigo de dar el paseo, pero él no me dejó decir más.

Eoin levantó su mano derecha y me miró fijamente, un gesto que yo conocía muy bien desde mi infancia. Mi padre exigía silencio, y no le interesaba escuchar ninguna de mis excusas o alegaciones.

—No me gusta ese muchacho —Al oírlo mi corazón pareció dar un vuelco, azorado.

Antes de que me diera cuenta papá me había empujado suavemente y sin bulla, hasta llevarme al interior de su pequeña oficina, donde entorno la puerta.

Eoin no se limito de mencionar las razones por las que había decidido que Phuong no era digno de su simpatía, siendo lo que sucedió ese día un motivo más para que considerara que mi amigo citadino, como le llamó, no fuera de confianza.

—Tu amistad con ese muchacho solo te perjudicara, Finley. Solo hay que ver lo diferentes que son en crianza y costumbres. He tratado de pasarlo por alto, pero sus malos hábitos, como fumar y su evidente ateísmo me ponen de los nervios, ni siquiera tolero el interés que tiene tu hermana por él.—O yo había estado demasiado ocupado tratando de ocultar mis sentimientos y no me di cuenta de la incomodidad de mi padre, o él había perfeccionado el arte del disimulo.

A medida que lo escuchaba me concentré en hacer uso de toda mi paciencia, sin embargo, me di cuenta de que se me estaba haciendo corta, me costaba mantener mi rostro inexpresivo ocultando mi enojo.

—Eres muy ingenuo, hijo. Ese muchacho no es como tu en ningún sentido. Eres influenciable y yo solo trato de evitar que te utilicen y te desvíen del buen camino —

Mantuve la mirada lejos de la dura e inquisitiva de él, lo único que podría delatar la rabia que comenzaba a bullir en mi interior eran los puños cerrados que mantenía detrás, a mis espaldas.

Papá guardó silencio quizás para darme la oportunidad de interiorizar sus palabras, y de seguro no se esperaba que le contestara. Ninguno de nosotros solía hacerlo cuando nos llamaba la atención, incluso mi madre se mantenia callada.

—Ya soy un hombre, no soy débil como piensas, papá y puedo cuidarme solo. Phuong es mi amigo, es una buena persona y no pienso alejarme de él.—Antes de que pudiera decirme algo más, abandoné la habitación con la mente echa un lio.

Recuerdo que esa noche no cene, pues estaba seguro de que no podría mantener las inquisitivas miradas no solo de papá, sino de Phuong. Cuando al fin me perdí en la inconciencia del sueño, mi último pensamiento conciente fue para él y los momentos que compartimos en la cabaña.

********

Estaba convencido de que lo primero que tenia que solucionar era mi noviazgo con Deirdre, hablar con ella y terminar la relación antes de volver a Albany.

Por días ese fue el pensamiento recurrente, pero no conseguí encontrar la oportunidad para llevarlo a la realidad.

La tensión entre mi padre y yo, por primera vez se podía sentir y noté que comenzaba a afectar a mi madre.

—¿Qué sucede entre Eoin y tu? —preguntó algo nerviosa.

—No pasa nada, mamá —mencioné y de inmediato cambie de tema.

La sospecha de que mi padre de alguna manera sospechaba mi verdadera relación con Phuong y los sentimientos que compartíamos me atormentaba bastante, aunque Phuong insistía que de ser así ya lo sabría con seguridad.

—Además yo no estaría todavía aquí, pues Eoin me hubiese puesto de patitas en la calle —alegó en un murmullo.

Mi amado y yo nos reuníamos en mi cuarto cuando el resto de los habitantes de la casa dormían. Allí, acurrucados debajo de las sábanas, entre besos y caricias que más de una vez amenazaron con encendernos hasta perder el juicio, transcurrían las horas hasta el alba.

Esas noches Phuong oía mis quejas en relación al carácter obtuso de papá, sobre la frustración y el temor que marcaba mis días, y de mi urgencia por hablar con Deirdre para terminar el noviazgo.

—No me gusta verte tan preocupado y presionado, Finn. Quizás deberías tomar las cosas con calma, no solo en relación a Deirdre, sino a tu padre. Ya pronto volveremos a Albany, allá tendrás libertad para pensar las cosas con claridad.

Y aunque entendía el sentir de Phuong, la sensación de que no estaba siendo justo con Deirdre y el saber que la engañaba a ella y a mi familia, no era algo de lo que pudiera escapar.



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