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Capítulo 22


Absurdos celos


En aquella visita no podía faltar el almuerzo en casa de Deirdre después del culto. La comida estuvo deliciosa y la compañía agradable, aunque en cierto momento fui arropado por la tensión cuando mis padres y los de Deirdre comenzaron a discutir sobre la futura boda entre su hija y yo.

Mantuve la mirada lejos de Phuong, concentrado en los alimentos frente a mí, moviéndolos de un lado a otro en el plato, pues de pronto me sentí inapetente.

Phuong, sentado junto a Darcy, enarbolaba una sonrisita amable y asentía con gestos, a lo que fuera que mi hermana le susurrara al oído. Ambos mantuvimos cero contacto visual directo, no podía saber como se sentía Phuong, pero yo comenzaba a llenarme de unas ansias casi incontrolables de levantarme y salir corriendo de allí.

El día siguiente, lunes, era navidad. Ese día, desde temprano, mamá se habia encargado de que por toda la estancia se escucharan los villancicos navideños, mientras ella se afanaba en la cocina con la comida.

Recuerdo que encontré a Phuong haciéndole compañía, los dos muy conversadores en tanto el hombre del cual me habia enamorado la ayudaba en los preparativos. Mamá lucia encantada con la compañía de Phuong, y aquello me hizo sonreír.

Más adelante, después de que todos estuviésemos listos para la ocasión, recibimos a los invitados. La primera en llegar fue una prima solterona de mamá, llamada Betty, una mujer que habia dedicado toda su vida al magisterio. La tía Betty no era una mujer convencional y su carácter jovial y dicharachero incomodaba mucho a mi padre.

En una ocasión lo escuche decirle a mamá sobre las dudas que tenia en si Betty sería buena compañía y sobre todo buena influencia para ella, y añadiendo críticas sobre su, según él, dudosa soltería. Lo cierto era que aun siendo cercanas, pues se criaron juntas, Betty no era una visitante asidua en nuestro hogar, y tampoco asistía a la iglesia.

—Cada vez estas más galán, Finn.  —No importaba el paso de los años, Betty continuaba expresándome su amor con un buen apretón de mejillas.

—¿Cómo estás, tía? —Después del apretón vino un abrazo. Phuong a nuestro lado, nos observaba encantado de ver aquel intercambio entre nosotros.

—¿Y quién es este chico tan guapo? ¡Oh por Dios!, ¿de dónde eres? ¿Corea del Sur? ¿China?

Mientras Betty decía todo aquello y Phuong no dejaba de sonreír, yo sentía que todos los colores habidos y por haber me subían al rostro.

—Mucho gusto en conocerla, señora Betty, mi nombre es Phuong, soy compañero y amigo de Finley en la universidad...

—Vietnam —Mencionó ella y con uno de sus dedos índice le dio unos suaves golpecitos sobre el pecho a Phuong.

—Hasta que acertaste, tía —intervino Darcy, metiéndose casi a la fuerza entre Phuong y Betty, y  antes de reír a carcajadas su propia ocurrencia— .Phuong es amigo de Finley y mi futuro novio —Si la tía Betty apenas disimulo la sorpresa ante lo que podría considerarse por aquellos años un atrevido lanzamiento de parte de Darcy, Phuong y yo cruzamos una incómoda y rápida mirada.

La intervención de mis padres invitando a la tía a pasar rompió el momento y la llegada de Deirdre y sus padres, me distrajo. Sin embargo, no pude sacarme de la cabeza que era hora de que Phuong le pusiera un alto a las aspiraciones equivocadas de mi hermana. Conocía a Darcy, ella no era persona de darse por vencida fácilmente y lo menos que deseaba era que colocara a Phuong en una posición incómoda. También me vino a la mente cuales serian las consecuencias de ese enamoramiento.

Después de la abundante y deliciosa cena, seguida de un amena sobremesa donde compartimos pastel de manzana y frambuesas, con su correspondiente tacita con café oscuro para beneficio de la digestión, nos movimos a la sala para acomodarnos sobre los muebles.

Debajo del engalanado árbol navideño se encontraban los regalos del intercambio, habían regalos para todos excepto Phuong, o al menos eso pensaba él. Porque allí también se encontraba la pequeña cajita con el hermoso pisapapeles en forma de globo de nieve que lucia en su interior el lago green y el faro en miniatura, y que yo habia comprado para él.

Phuong no pudo disimular la emoción al poner sus ojos sobre el sencillo regalo y me sorprendió ofreciéndome un paquete alargado forrado con papel de regalo.

—Esto es especialmente para ti, Finn —Phuong murmuró aquello cerca de mi oído, mientras se inclinaba para entregarme lo que compro para mi. Se trataba de una libreta especial para bocetos y un estuche con lápices de colores.

Sé que se me hizo imposible ocultar la alegría y emoción, no solo porque era un regalo de él, y eso ya lo hacia especial, sino que nunca nadie, habia tenido tanta certeza al regalarme. Era algo sencillo, nada costoso, pero tan acertado y que yo disfrutaría tanto.

Sin embargo, mi sonrisa menguo un poco cuando me encontré con la dura mirada de papá, fija en mi desde su posición al otro extremo de la habitación.

Los recuerdos de esa noche después de tantos años a veces son difusos. Tengo la idea de que después de intercambiar regalos disfrutamos de una vieja película navideña y chocolate caliente, y que fue precisamente durante la misma cuando eche de menos a Phuong, y también a Darcy.

Ya era noche cerrada, recuerdo que al ver que no regresaban comencé a sentirme inquieto y aproveche la distracción de Deirdre que hablaba con Betty, para dejar el sofá. Después de colocarme el abrigo, los guantes y una bufanda me anime a salir de la casa al helado clima invernal que esa noche se sentía casi bajo cero.

Estaba seguro de que Phuong estaría disfrutando de un cigarrillo y que Darcy estaría haciéndole compañía. Y así fue, no obstante, lo que alcance a ver a pesar de la densa oscuridad de esa noche sin estrellas, fue inesperado y duro de presenciar.

Frente a mi, a pocos pasos, se encontraban Phuong y Darcy, él no fumaba, le era imposible, pues Darcy le tenia los brazos echados al cuello, mientras sus labios estaban unidos en un beso que en ningún momento vi que era rechazado.

No me quede allí para ser testigo de lo que sucedería después, igual de sigiloso como me acerque, así mismo di la vuelta y me marche. Una oleada de rabia y celos me consumía, pero logré controlarme y no hacer un papelón.

«Eres ridículo y absurdo. Acabas de ver lo que se supone que sucede cuando un hombre y una mujer se gustan »—No pude dejar de hacer ese análisis, dejando a un lado la supuesta homosexualidad de Phuong.

«¿Y si Darcy le gusta? Mi hermana es una chica muy guapa y divertida, hasta simpática cuando quiere. Con Phuong se ha portado de maravillas, es evidente que él le gusta, quizás él también se sienta atraído por ella ...»—Aquella vocecita que metía cizaña me acompañó de vuelta al interior de la casa, donde me quite el abrigo y demás accesorios antes de pasar al cuarto de baño a refrescarme el rostro con un buena salpicada de agua fría, pues sentía que me ardía.

«Eres patético, Finley»

La reunión terminó y yo le di gracias al cielo porque lo único que quería hacer era irme a mi habitación. Deirdre y yo nos despedimos, minutos luego me fui a ayudar a mamá en la cocina evitando así el encuentro con Phuong y de seguro Darcy.

Estando lavando algunos platos, que Seamus se encargaba de secar antes de colocarlos en uno de los gabinetes, fui testigo de un corto intercambio de palabras, que no alcance a entender, entre Phuong y Darcy, luego me pareció verlo irse, dejando a mi malhumorada hermana atrás.

Darcy no apareció por la cocina, se fue directo a su habitación donde azoto la puerta con bastante fuerza al cerrarla. Solo éramos Seamus, mamá y yo, pues mi padre se había encerrado en su oficina desde que los invitados se marcharon.

—Gracias por ayudarme, muchachos.

Recuerdo que en un arranque de nostalgia y como contestación a su agradecimiento abrace a mamá y Seamus se nos unió, en un abrazo de tres.

Minutos después, con la cocina limpia, enfile hacia mi cuarto tratando de dejar de pensar en lo que vi, en la cercanía entre Phuong y Darcy.

—Finn —Alcance a ver a Darcy de pie frente a su habitación.

Más que intrigado me acerque, era la primera vez en mucho tiempo que ella se refería a mi directamente.

—Necesito tu ayuda hermano, necesito que me ayudes con Phuong, él me encanta, pero creo que al ser tu amigo no se atreve a acercarse a mí. Seguro que también le tiene miedo papá, por esa actitud intransigente que siempre muestra. —Darcy se comunicó de prisa, mientras caminaba hacia el interior de su cuarto. Yo me detuve justo debajo del marco de la puerta.

—Dime algo, Finley... —dijo exigente, pero a la misma vez suplicante, ante mi silencio.

—¿Qué quieres que haga, Darcy? Phuong es un poco mayor para ti, el esta por cumplir los veintiún años y tu solo tienes diecisiete. —Fue lo único que se me ocurrió decir, mientras pensaba en lo estúpido que fui cuando se me ocurrió pensar que Phuong pudiera estar interesado en Darcy. Seguramente ella lo tomo desprevenido, lo beso y él no supo cómo actuar, pero era evidente que hubo un rechazo.

—¿Crees que es eso?

Sentí que estaba enredando más las cosas, pero no encontré manera de desilusionarla. De alguna manera su confesión y la petición de ayuda me pareció especial, única, pues últimamente Darcy solo se acercaba a mi para comentar necedades, o burlarse.

—No lo sé.

—¿Phuong tiene novia? ¿Es eso?—Darcy esperó mi respuesta con ansias, y supe que deseaba que fuera un no.

—No lo sé, Darcy. —dije, aunque debí decirle que si, e inventarle cualquier historia. Mi respuesta lleno de desgano a mi hermana y quizás hubiese continuado preguntándome cosas de no ser porque papá, desde el pasillo nos llamó la atención.

—Ya es hora de que te acuestes Darcy, y dejes descansar a los demás. Vete a tu cuarto Finley. —Dejé el cuarto y la conversación a medias, y me sentí aliviado.

**********

Estuve largos minutos mirando el techo de la habitación y siendo más consciente que nunca de la presencia de Phuong en el otro cuarto.

¿Estaría dormido?

Quizás no, y siendo así ¿me extrañaría como yo lo extrañaba a él?

Después de lo que vi en el patio me había dedicado a evitarlo, aunque estaba seguro que ni él o Darcy se dieron cuenta de mi presencia.

Me eche de costado, con la vista hacia la puerta de la habitación, estaba casi seguro de qué ya todos dormían, pero no me animaba a buscarle. De pronto, fui consciente hasta del mínimo ruido de la vieja casa, y del ulular de la fuerte ventisca que se había desatado en el exterior.

La inconsciencia me evadía, volví a moverme, esta vez hacia el otro costado, el chirrido de los resortes del colchón protestando sonoramente en aquel silencio.

Fue cuando escuché un débil y dubitativo toque, enseguida lo identifiqué como el sonido que hacen los nudillos sobre vidrio al golpear. El toque se multiplicó, esta vez con algo de afán.

No tuve tiempo de asustarme, pues enseguida supe quién podría estar tocando una de las ventanas del cuarto, una de las dos que daban al balcón.

De un salto salí de la cama y atravesé la poca distancia hasta una de ellas, de inmediato corrí la cortina para encontrarme al otro lado del empañado vidrio con los hermosos ojos rasgados de Phuong.





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