Capítulo 20
Al abrigo de la oscuridad
Con mi nariz hundida en el hueco de su cuello disfrute su fresco aroma, ligero, y alegre. Phuong se negaba a dejarme escapar, con sus brazos a mi alrededor, mientras ahogaba las risas.
—Déjame ir, Phuong, afuera están todos esperándonos—mencioné, aunque bien había podido quedarme junto a él por tiempo indefinido. Entre risas quedas nos separamos, y fui yo el primero en abandonar la habitación, tratando de recomponerme de camino a la sala.
Un poco azorado tomé asiento sobre el sofá más grande de la estancia, donde ya se encontraba Deirdre, quien me recibió con su linda sonrisa y casi de inmediato volví a ser el receptor de sus caricias.
El cálido ambiente estaba bastante animado, las conversaciones generales no se hicieron esperar, como tampoco las preguntas directas hacia mi, no solo de Deirdre sino también de casi todos los demás presentes, curiosos por saber como me iba en los estudios y con mi vida estudiantil.
En la cocina se encontraban mamá, Devany y Darcy, ocupadas con los últimos toques a la cena, y la organización de la amplia mesa del comedor. Phuong se unión a nosotros luciendo fresco, pude notar que se peinó, y seguramente también lavo su rostro y manos
Pasados unos minutos todos nos movimos a la mesa de fuerte madera de caoba elegantemente decorada, donde nos esperaban varios envases de cristal con los alimentos recién hechos. En el centro, un jugoso pavo horneado.
Papá, sentado en uno de los extremos de la mesa, muy derecho y enjuto, se encargo de bendecir los alimentos y dar la gracias. Yo me encontraba sentado entre Phuong y Deirdre, mientras Darcy se encontraba al lado izquierdo de mi amigo.
Mi hermana estaba inusualmente parlanchina, interrogando a Phuong sobre su vida, interesada en sus gustos e intercalando en la conversación, algunos datos sobre ella misma. Phuong le prestaba total atención, ignorando mis intentos de compartir una rápida mirada, pues algo más allá de eso era imposible, pues Darcy se aseguraba de acaparar toda su atención.
Y así iban las cosas hasta que mi padre tomó nuevamente la palabra, su atención e interés se centro en Phuong, quien atento y sonriente se desenvolvió de maravillas contestando las preguntas de su anfitrión. Apenas pude disimular una sonrisa de satisfacción, orgulloso de lo bien que mi amado había sorteado las intenciones de mi padre por, en varias ocasiones, confundirlo con su interrogatorio.
********
Después de la cena los mayores se reunieron en la sala, Phuong y Darcy también los acompañaban, mientras que Deirdre, después de entregarme el abrigo y mi bufanda, que habia colocado en una percha en el armario, me invito a salir al exterior.
La temperatura había bajado bastante y esa fue mi excusa para evitar salir, aunque lo que realmente quería evitar era estar a solas con ella, y tener que mostrarme cariñoso. No obstante, mi novia insistió, mirándome fijamente con tanta ilusión que terminé cediendo.
No por primera vez cruzo por mi mente lo imperante que se me estaba haciendo dar por terminado mi romance con Deirdre, no quería continuar engañándola, me sentía mal, culpable y sobre todo deshonesto.
El balcón de la casa de mis padres prácticamente daba la vuelta a la propiedad, mamá tenia un juego de muebles de exterior en hierro donde era imposible sentarse pues estaban helados. Deirdre no habia soltado una de mis manos guiándome hasta que quedamos contra una de las paredes, yo dándole la espalda, ella muy cerca, arrimada a mi.
Y mientras ella acariciaba mi rostro y con sus fríos labios atrapaba los mios, yo me dejaba hacer, mientras ocupaba mi mente planeando el mejor momento, antes de volver a Albany, para terminar aquel absurdo compromiso.
Sumado a eso, también pensaba en cuanto me habia cambiado la vida desde la última vez que estuve en Seven Hills. El Finley que regreso para esas festividades era completamente diferente, en ideas, creencias y sobre todo en sentimientos, al Finn que se marcho hacia pocos meses atrás.
Tiempo después decidimos volver al interior de la casa, en ese momento los padres de mi novia se despedían de los mios y los encontramos todos de pie en el recibidor, Phuong y yo intercambiamos miradas por sobre algunas cabezas, segundos después Deirdre volvio a exigir mi atención y alcance a verlo caminando en dirección al cuarto que ocuparía.
En cuanto pude, con Deirdre en el automóvil de sus padres rumbo a su casa, apresure mis pasos por el pasillo y entré a la habitación que ocuparía Phuong. Esperaba verlo allí y me sorprendí muchísimo cuando fue lo contrario.
Algo me llevo a atisbar por la única ventana del cuarto alcanzando a ver, resaltando en la oscuridad exterior, la punta encendida de un cigarrillo. Minutos después me encontraba caminando sobre la nieve acumulada en el extenso patio de la casa a un costado de esta.
Phuong se encontraba a solo pasos de mi, muy abrigado fumando lo que le restaba a su cigarrillo, me detuve frente a él, guardando las distancias aunque deseaba poder abrazarlo y mutuamente darnos calor.
Una brisa helada danzo entre nosotros, y el ulular del viento presagiaba más nieve.
—Esperó que a tu padre no le moleste que fume aquí afuera. —Me arrebuje dentro del abrigo que vestía y metí las manos enguantadas en los bolsillos. Emboce una sonrisita pensando que aquello era lo de menos, aunque seguramente el solo hecho de que Phuong tuviera ese habito seria algo que no le gustaría a mi estricto padre.
Sentía un cosquilleo en la punta de mis dedos deseoso por tocarlo.
—Pensé que Deirdre jamás se iría —comenté— .Fue todo tan incómodo...
—Los dos sabíamos como podía ser todo. Yo sabia que seria testigo de los besos y caricias entre Deirdre y tú, aun así acepte venir contigo —Pudiera ser una queja, pero no lo sentí así. Fue mas bien un comentario, puntualizando unos hechos.
Phuong finalizo el cigarrillo lanzando la colilla lejos, sobre la nieve impoluta.
—Es curioso como hace unos meses me jure y repetí hasta el cansancio que lo que me sucedió con Miles no volvería a sucederme —mencionó. Esas palabras claramente guardaban mucho reclamo, más para él, que para mi.
—Yo no soy Miles. —Sentí que tenia que decirlo, aunque algo de duda se instaló en mi interior — .Jamás pretendería tener una doble vida.
Phuong, que hasta ese momento habia permanecido sin moverse, extendió una de sus manos para tomar la mia y halarme entre risas hacia la parte más oscura del patio, lejos de cualquier entrometida mirada de mi familia.
Cobijados por la oscuridad de la noche invernal, acariciados por el viento que por momentos arreciaba llevando consigo pequeñas partículas heladas de agua y nieve, Phuong y yo disfrutamos de un corto, pero apasionado beso.
Con la adrenalina al tope llevé mis manos enguantadas sobre las solapas de su abrigo buscando tenerle más cerca, mientras él, sin poner resistencia, invadía mi boca con su lengua, uniéndola a la mia.
El azote de una puerta sobre el marco nos asusto, separándonos rápidamente. Ambos guardamos silencio esperando lo que vendría después, yo pensé que quizás era mi padre en el balcón o podría ser hasta la misma Darcy.
No obstante, ninguno de los dos pudo darse cuenta de la identidad de la persona que habia salido de la casa, segundos después volvimos a escuchar, esta vez con menos fuerza, la puerta al ser cerrada.
Hice el intento de decir que deberíamos entrar, pero Phuong colocó uno de sus dedos sobre mis labios, la áspera lana de sus guantes dejo una leve caricia sobre ellos.
—No te reclamo nada, Finn. En mi defensa dire que desde que me cruce contigo en la escalera, sentí que serias alguien muy significativo en mi vida.
—Yo lo menos que deseo es lastimarte, Phuong.
—No lo haces, Finn. Y confio en que nunca lo haras. Entremos, hace frio. —Más tarde, mientras escuchaba el fuerte ulular del viento en el exterior y buscaba la inconciencia que me eludía, no pude dejar de pensar y extrañar a Phuong, que se encontraba tan lejos y tan cerca.
Recuerdo que casi no dormí, fue un descanso a intervalos, que mi cuerpo no aprovecho mucho, despertando mucho antes de las ocho de la mañana. La poca luminosidad que apreciaba a través de la delicada tela de las cortinas de las ventanas me dio una idea de lo nublado que habia amanecido el día.
Un típico día invernal, cuando el amanecer no llegaba hasta después de las siete y la noche caía antes de las cinco de la tarde. Con temperaturas que fluctuaban entre los quince grados farenheit sin ser mayores a unos treinta, y en esa parte del estado, no faltaban las fuertes ventiscas.
Sin embargo, con un vistazo hacia el exterior me di cuenta de que aunque estaba nublada y fría, la mañana podría ir a mejor, por lo menos ese día.
Me eche sobre los hombros una gruesa cobija y calze mis pies con unas pantuflas, mi idea era hacerle una corta visita a Phuong, pensé que lo podía tomar por sorpresa y disfrutar de algunos besos robados antes de tener que darle nuevamente el frente a nuestra realidad.
Ese día, viernes, la idea era pasarlo en casa, quizás ayudando en alguna tarea, como la recolección de manzanas para el pastel del día de navidad. Y aunque no creía que Deirdre fuera por la casa, de igual manera Phuong y yo debíamos comportarnos de acuerdo a las circunstancias frente a mi familia.
Igual que la noche anterior, Phuong no se encontraba en su cuarto, y me imaginé donde podría estar. El aroma de café recién hecho que flotaba en el ambiente casi me lo confirmo. Y así fue, mi amigo ya habia hecho café y lo disfrutaba con su cigarrillo mañanero.
De primera impresión no supe que pudo ver Phuong en mi expresión para recibirme con una mirada llena de intriga, pero pronto sus palabras me aclararon algo de sus pensamientos.
—¿Pensaste que había huido en el medio de la noche? No sabría cómo, si estamos en medio de la nada. Además, por nada del mundo pasaría la navidad lejos de ti.
—Si te hubieses ido, yo tampoco estaria aquí, iría tras de ti de vuelta a Albany.
No era de noche, con la oscuridad siendo nuestra aliada, así que tuve que controlar los deseos que tenia de prenderme de su boca.
A través de la mirada y en silencio, deseaba transmitirle a Phuong lo que no podía decirle con palabras, o demostrarle con caricias.
Después de algunos minutos entramos a la casa a tiempo para ver a mi padre de camino a la oficina que tenia en la vivienda, mientras mamá comenzaba su día alistándose para preparar el desayuno.
—¡Buenos días, chicos! ¿Quién de ustedes preparo el café?. —Ante los dichos de mamá, mi padre se detuvo para astibar en nuestra dirección, lanzándome una extrañada mirada al verme con la cobija sobre los hombros.
—Buenos días Finley...Phuong...—Papá intercaló miradas entre mi amigo y yo— .Me corriges si estoy pronunciando tu nombre incorrectamente —añadió y me parecio que se esforzaba por ser amable y simpático.
—No hay problema, señor.
Entonces, en vez de continuar hacia el interior de la pequeña oficina, papá fijó su mirada sobre mi con la misma sonrisa que le ofrecía a los feligreses.
—Me gustaría que me acompañaras a mis oraciones mañaneras, Finley.
Esa seria la primera vez, en semanas, que ocuparía parte de mi tiempo en orar. Orar sinceramente, con fervor y entrega. Para esos momentos llevaba tiempo sin dedicarme, como antes, an mis pláticas con Dios, donde solía sincerarme, agradecer y también solicitar su gracia y sabiduría.
En esa ocasión me parecio que un silencio profundo se instalo entre nosotros, ni siquiera podía oír los característicos ruidos que hacia mamá en la cocina. Y tuve la loca sensación de que mi padre tenia el poder de leerme la mente, y que basado en eso, me juzgaba. En los segundos que transcurrieron antes de ascender me sentí simbólicamente desnudo.
—Me encantaría que me acompañaras, hijo.
Sabia que no podía negarme, hacerlo podría hasta ofenderlo, pero lo peor, avivaría su intuición de que algo en mi habia cambiado. Afirme con un rápido gesto que acompañe con una forzada sonrisa, antes de encaminarme en pos de mi padre que se adelanto en cuanto me vio aceptar su invitación.
De cara a mi conversación con el Altísimo, una sensación de vergüenza y culpa amenazó con volverse un peso difícil de llevar sobre los hombros.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro