Capítulo 14
Entre lo que suponen de mi, y lo que realmente soy
Pronto una bendita sensación de adormecimiento se apodero de mi con los vaivenes del pequeño auto al deslizarse sobre la carretera. Cuando volví a despertar lo hice bajo lo que percibí como una caricia sobre mi mejilla izquierda. Abrí los párpados y fui consciente de un movimiento a mi lado, seguido del sonido que identifiqué como una de las puertas del vehículo al ser cerradas con demasiado ímpetu sobre el marco.
Por instinto mis ojos se fueron al frente y pude ver a Phuong alejándose de camino a la pequeña tienda que formaba parte de la estación de gasolina.
Minutos después él regresó con una bolsa plástica que sujeto en una de sus manos, mientras se ocupaba de echar la gasolina con la otra. Pronto lo tuve a mi lado pasándome la bolsa plástica con dos latas de refresco de soda.
—¿Tienes hambre? Yo estoy famélico.
Dejé escapar un bostezo sobre mi mano acomodándome mejor en el asiento del pasajero, la verdad era que mi estómago vacío comenzaba a protestar. Phuong se arrimo un poco a mi para alargar uno de sus brazos y traer hacia el frente una de las bolsas de tela que le entrego su madre.
—Aquí hay unos sándwiches típicos de Vietnam, son buenísimos, yo no puedo comer solo uno...
—Seguro son riquísimos.
Phuong me paso también la bolsa de tela en tanto movía el vehículo hasta estacionarlo a un costado de la tienda. Afuera, la temperatura se mantenía bastante moderada, Phuong y yo nos recostamos de la parte frontal del Volkswagen en tanto disfrutamos de los sándwiches y las bebidas. Era cierto que el alargado pan, relleno de embutidos y aderezado con vegetales y aliños estaba delicioso, pero yo solo pude comerme uno, mientras que Phuong hizo honor a su comentario anterior dando cuenta de dos.
Mi ingesta de alcohol mantenía mi estómago algo inestable, además de que mi cuerpo se sentía cansado.
—No me dirás lo que te dijo mi hermana.
Me tomé mi tiempo, no esperaba esa pregunta, pensé que para ese momento Phuong lo habia echado al olvido, así como dijo que se podía echar al olvido el beso que compartimos.
—Me dijo que tú y yo no podíamos ocultar lo mucho que nos gustábamos.
Phuong, que en ese preciso instante bebía de su gaseosa, por poco escupe el liquido espumoso, el asiático no pudo disimular su pasmo. Yo, que habia terminado de comer y beber, no oculte una sonrisa de disculpa.
—No juegues conmigo, Nhung no pudo decir eso.
—Recuerda preguntarle cuando llames a casa...eso fue precisamente lo que me dijo.
Phuong supero su asombro y se echo a reír, y yo junto a él. El ambiente entre nosotros, un poco pesado al comienzo del viaje de regreso, fue aligerándose.
—¡Que atrevida!
Para ese momento nos encontrábamos muy cerca de nuestro destino, el cielo comenzaba a pintarse de anaranjado en esa transición de la tarde a la noche.
El último tramo de camino hasta que llegamos a la residencia lo hicimos cantando algunas canciones que fueron éxitos por aquellos años, o más bien era Phuong la voz cantante, mientras yo trataba de no equivocarme con los coros.
—Tu voz es hermosa Finley...bien podrías dedicarte a cantar profesionalmente.
—No creo que sea para tanto, de seguro suena bastante bien por los años de práctica cantando las alabanzas y villancicos en el coro de la iglesia. Tu también cantas muy bien.
Había pertenecido al coro de la iglesia hasta el verano pasado antes de mi mudanza a Albany.
—No esperaba menos de una voz tan profunda.
Ante aquello solo sonreí, guardándome la opinión que tenia de su propia voz, ronca, aterciopelada y sexi.
Cuando llegamos a la residencia, Phuong encontró donde estacionarse y subimos a nuestro cuarto comentando la posibilidad de salir más adelante en la noche para comprar algo de cenar, ya que los sándwiches que comimos habían sido más que suficientes por el momento, aunque Phuong me aclaro que probablemente él si tendría hambre.
—¡Creo que eres un barril sin fondo!
Nos cruzamos con varios residentes, mientras subíamos la escalera. Phuong me pego un leve golpe en el hombro empujándome un poco en tanto entrabamos al cuarto que llevaba varios días cerrado, guardando un poco de polvo en el aire, pero afortunadamente cálido.
Tropecé con mis propios pies, mientras Phuong a mis espaldas cerraba la puerta de la habitación, cuando giré lo tenia muy cerca de mi.
—¿Puedo?
Phuong no espero una respuesta de mi parte, no fue necesario, pues segundos después de escuchar su duda, mientras lo miraba a los ojos, yo mismo me arrime a él, y a su boca, algo que habia deseado todo el día.
Aferrado a la tela de los bajos de su camiseta, busqué sus suaves labios que chocaron con los míos apasionados, entregándonos a un sinfín de caricias. El solo sentir la tibia piel de sus labios casi me lleva al éxtasis. Sentir su lengua entrelazándose con la mía, saboreándonos, como si se nos fuera la vida en ese momento, comenzaba a hacer estragos más abajo de mi ombligo.
Las manos de Phuong esta vez abarcaron mi rostro, en tanto una de las mías no dejaba ir la tela, la otra, la llevé hacia uno de sus costados, sobre su cadera, con la palma abierta sobre uno de sus glúteos con firmeza, ese atrevido movimiento provoco un leve jadeo en mi compañero.
La boca de Phuong abandono mis labios, sin embargo, no así la piel de mi cuello, mientras me rodeaba con sus brazos y entre tropezones me guio hasta que la parte posterior de mis rodillas dio con el borde del colchón de su cama y perdí el equilibrio con él sobre mi.
Y mientras yo buscaba nuevamente su boca con medio cuerpo sobre el colchón, Phuong se alzaba sobre mi con la ayuda de sus brazos y una rodilla apoyada sobre la cama, entre medio de mis piernas.
En esos momentos llegué a sentirme sin voluntad, completamente bajo el influjo de la intensa atracción y emociones que él despertaba en mi. Estaba más que dispuesto a dar los siguientes pasos para ir descubriéndome, a la par que descubría hacia donde nos llevaría.
No puedo decir cuanto tiempo paso, mientras disfrutábamos de algunos besos y leves caricias. Besos que poco a poco ganaba intensidad, apasionados, que parecían no saciar las ganas de ninguno de los dos.
Phuong abandono mis labios ante mi evidente desilusión, para dejar un camino de pequeños y húmedos besos desde una de mis mejillas hasta perderse sobre mi clavícula.
En tanto, llevaba el peso de su cuerpo a un lado, en el camino deslizando por mi costado izquierdo una de sus manos hasta posarla sobre mi cadera. Terminó con el rostro reposando sobre mi pecho, y su tibio aliento abanicándome el cuello.
Para ese instante, yo apenas comenzaba a controlar mis agitadas respiraciones fruto de la excitación que sentía, con una de mis manos sobre la cintura de él.
Lo que sucedió segundos después, nunca he podido olvidarlo, siempre permaneció claro en mi memoria y cada vez que lo rememoro, saca una sonrisa en mi.
Unos rápidos golpes sobre la superficie de madera de la puerta del cuarto se escucharon, preludio de una aguda voz llamando mi nombre, mientras la persona le daba vueltas al picaporte.
—Finley Byrne, ¿estas ahi?
Mientras el inesperado visitante empujaba la puerta de a poco, aparentemente indesiso, Phuong brincaba lejos de mi, y ya de pie se posicionó de espaldas a la puerta, finjiendo buscar algo en una de la gavetas de uno de los muebles. Mientras tanto yo endereazba mi postura, pero fui incapaz moverme o ponerme de pie antes de que el chico rubio asomara su redonda cara sonriente entre el marco y la puerta.
—Hola...¿Finley Byrne?
—Hola.
Emboce una leve sonrisa, en todo momento buscaba controlar mis aun agitadas respiraciones en tanto mantenía las manos cruzadas sobre mi regazo, específicamente buscando ocultar de los ojos del chico, mi evidente erección.
El chico rubio y regordete paso su mirada de mi hacia Phuong, que permaneció en todo momento ocupado en su supuesta tarea de búsqueda, y de vuelta a mi.
—Tienes llamada...es tu padre.
—Gracias, enseguida bajo.
—No tienes nada que agradecer, solo pasaba de largo cerca del teléfono cuando escuché el timbre y decidí contestar.
No deje de mover la cabeza de manera afirmativa, mientras escuchaba su explicación, y me dio la impresión de que el muchacho planeaba quedarse allí de pie hasta que yo me levantara, quizás con la intención de acompañarme hasta el teléfono al final del pasillo.
Nuestras miradas se encontraron y confirme que lo anterior era exactamente lo que el chico pensaba hacer, y darme cuenta de eso, comenzó a llenarme de una fuerte paranoia.
Por ningún motivo me pondría de pie con él allí, evaluando todos mis movimientos. En mi mente tenía la seguridad de que el chico se daría cuenta de inmediato de mi abultada entrepierna, y luego de aquello, seguramente conociendo las preferencias sexuales de Phuong...
En esos tensos segundos que transcurrieron desde las últimas palabras del chico rubio y mi indecisión en ponerme de pie bajo su escrutinio, pensamientos como el anterior, que destilaban puro miedo llenaron mi mente.
Y estoy seguro de que Phuong, aun estando dándome la espalda ocupado en una tarea que le estaba tomando más de lo esperado, se dio cuenta.
—Ya puedes irte, gordo. Finn sabe el camino...
Phuong solo echo un vistazo de reojo hacia la puerta antes de dejar salir la poco amigable frase, en un tono bastante prepotente y odioso, muy impropio de él. Mi mirada fue rápidamente de él al chico rubio que pareció encogerse, antes de hacer una mueca de malestar con sus labios y girar cerrando la puerta en el camino.
Aliviado dejé salir un suspiro, mientras Phuong al fin se giraba después de cerrar la gaveta que mantenía abierta.
—Ve a atender esa llamada, Finn.
Después de arreglar un poco mi desordenada ropa y pasarme una mano sobre mi cabello igual de desordenado, salí de la habitación, atrás quedo Phuong supuestamente ocupado en vaciar el bulto que había llevado al corto viaje.
*********
Recuerdo muy bien esa ocasión en la que hable con mi padre, quien se encontraba muy lejos, sin embargo, fue como si lo tuviese a mi lado y lo peor fue que tuve la sensación de que estaba al tanto de lo que había sucedido entre Phuong y yo.
Durante la corta llamada que según él hizo para saber si habia llegado con bien de la supuesta excursión a Nueva York, estuve esperando su señalamiento, el rechazo y la consabida amenaza sobre «La condena de mi alma por mis preferencias sexuales»
Fue tanto mi temor que apenas escuche y mucho menos entendí lo que mi padre decía.
—¿Todo bien, Finley?
Su pregunta, segundos antes de terminar la conversación a la que casi todo conteste a base de monosílabos, logró sacarme de mi estupor.
—Muy bien, padre.
Después de dejar el auricular en su lugar me tome algo de tiempo en el pasillo que me llevaba de vuelta al cuarto donde me esperaba Phuong. En ese momento sentía como si tuviese un enorme peso encima de mis hombros que amenazaba con tumbarme al suelo.
Sabia que era el peso de la culpa, era el temor al rechazo de mi familia y mi entorno, pero era también coraje por no tener el valor de darle un giro a mi existencia. Me sentí incapaz de darle la espalda a lo conocido, a lo que sentía eran mis obligaciones, tirar al vacío mis prejuicios y las enseñanzas religiosas que aprendí desde el día en que nací, por vivir la emoción y darle rienda suelta a mis sentimientos por Phuong.
Estar seguro de mi cobardía, fue la gota que derramo el vaso, provocándome un sentimiento tan fuerte de rabia conmigo mismo que por un segundo pensé que no podría controlar. Fue por eso que permanecí algún tiempo con mi espalda pegada a una de las paredes del pasillo, como un inútil, rumiando.
Cuando logré juntar el valor para volver a la habitación enseguida me di cuenta de que Phuong se habia echado una ducha por los vapores con olor a jabón cremoso que abandonaban el cuarto de baño. El asiático se encontraba sobre su cama, vestido con un pantalón largo de pijama y una sudadera, cuando lo miré al entrar me dedico una leve sonrisa.
—No fui muy amable con Jimmy, pero era necesario para que se fuera y te dejara en paz. Mañana le pido disculpas...
Fui a sentarme sobre el colchón de mi cama, evadiendo su mirada, y me pregunté si siempre seria así, si evadirlo seria la única manera para no sentir, para no desear arrimarme a Phuong, y dejarme llevar por aquellos sentimientos que no hacian sino crecer en mi.
—¿Estas enojado?
Levanté la vista, Phuong me miró fijamente y yo no pude desaserme de su mirada.
—¿Todo bien?
Sin dejar de mirarlo hice un movimiento negativo con la cabeza.
—No estoy preparado, Phuong.
Igual que antes, cuando aun estando de espaldas, Phuong se dio cuenta de que necesitaba su ayuda, ahora vi en sus oscuros ojos que entendía a que me refería sin tener que añadir más.
—¿Piensas continuar negando lo que sientes?
A su pregunta no supe que decir, y los segundos comenzaron a transcurrir con el silencio entre nosotros denso e incómodo. Con un gruñido Phuong de puso de pie, busco algo en su bulto, segundos después me di cuenta de que era una cajetilla de cigarrillo y un encendedor, antes de abandonar la habitación.
Recuerdo que tuve que apretar mis puños y usar todo mi auto control para no salir detrás de él.
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