Capítulo 13
Miedo a un futuro sin ti
Esa noche mande a volar mis temores y me atreví a cruzar la delgada línea que me separaba de los labios de Phuong, y él me recibió con un ardor que solo avivo un poco más el mío propio.
Phuong mantuvo una de sus manos en mi cintura, pero era poca la presión que hacia, pues no hacia falta, yo no quería apartarme de él, y mucho menos de sus labios.
Y aunque me propuse mantener los ojos abiertos, pronto los cerré, en un acto reflejo ante la sensación de excitación que sentía, mientras llevaba mis manos a los costados de su rostro, abarcándolo, en tanto su lengua y la mia se llenaban de caricias.
La necesidad de respirar separo nuestras bocas, pero no nuestros cuerpos. Phuong subio la mano que tenia sobre mi cintura hasta colocarla a un lado de mi cuello, en tanto yo colocaba las mias sobre sus hombros.
Los rostros muy cerca, la tibieza de nuestros alientos entremezclándose, mientras juntábamos las frentes. Fue cuando abrí los párpados encontrándome relfejado en los oscuros ojos del chico frente a mi.
Phuong hizo un poco de presión en mi cuello buscando volver a atrapar mis labios con los suyos, algo que yo deseaba igual, pero a diferencia de él, no me atrevía a tomar la iniciativa. Dejé mis manos sobre sus hombros, quizás haciendo algo de presión, mientras Phuong llevaba su mano libre hacia una de mis caderas para arrimarme aun más a él, moviendo su cuerpo con el propósito de hacerme notar su abultado miembro sobre el mio, igual de despierto.
Recuerdo que aquel sensual movimiento, el roce de nuestros sexos, provoco en mi una maravillosa y novel sensación en mi vientre, en tanto sobre sus labios dejaba escapar un gemido.
—Finley...
Las primeras gotas de lluvia fueron casi imperceptibles, sin embargo, no tardaron en hacerse notar con algo de fuerza sobre nuestras cabezas, aunque ninguno de los dos parecíamos afectados por ellas, al menos no lo suficiente para abandonar la calidez de la boca del otro.
No obstante, con la lluvia vino el viento frío y algunos relámpagos que iluminaron el cielo antes de que se escuchara el rugido de los truenos. Entonces Phuong abandono mis labios, tomo una de mis manos y halo de mi en dirección al interior del apartamento.
En nuestra corta y inesperada carrera, yo intentaba recuperar un poco de la cordura que habia perdido.
*********
Los demás ocupantes del apartamento aun se encontraban abajo en el restaurant disfrutando del resto de la fiesta, Phuong cerró la puerta de la habitación detrás de nosotros.
Enseguida fue al closet para buscar dos toallas limpias, su intención era echarse una sobre los hombros donde sus cabellos goteaban agua de lluvia, en tanto caminaba hasta colocarse frente a mi, cerca de la cama y llevar la otra toalla sobre mi cabeza para tratar de secar mis cabellos, igual de goteantes que los de él.
Nuevamente estábamos muy cerca el uno del otro, él aplicando la toalla en mis cabellos con delicadeza, mientras yo, mirando sus rasgados ojos me dejaba hacer.
—Necesitas un baño caliente...al menos eso dice mamá cuando nos mojamos bajo la lluvia, que un baño tibio evitara que nos enfermemos...¿has oído algo así antes?
Noté el nerviosismo en la voz de Phuong, mientras yo mantenía los ojos cerrados disfrutando de sus atenciones. Phuong continuo hablando, sin embargo, sus palabras comenzaron a perder sentido para mi pues me estaba perdiendo en una sensación de relajación y deleite. Con la toalla Phuong comenzó a secar mi cuello y la tela de la camisa que llevaba.
—No me digas que estas a punto de dormirte de pie...
Abrí los ojos, sentía el calor del rubor expandirse sobre mi rostro. Phuong embozaba una complacida sonrisa de pie frente a mi con la toalla todavía en sus manos.
—He hablado demasiado...no te culpo.
Phuong me ofreció la húmeda toalla por si yo quería continuar lo que él había estado haciendo, yo la agarré por un extremo, pero lo que hice fue jalar para acercar al asiático a mi, lo que provoco que compartiéramos unas risas que pronto fueron opacadas por la unión de nuestros labios.
Esa vez fue un beso lento, donde ambos nos dimos a la tarea de descubrir al otro, y de a poco nos movimos hasta topar con la cama y sentarnos juntos.
Phuong tomo un poco de distancia para mirarme fijo en tanto acariciaba una de mis mejillas con el dorso de su mano derecha.
—Me gustas mucho, Finley. Demasiado...
Su confesión me saco una sonrisa y los deseos de expresarle que a mi me pasaba igual que a él, pero algo me detuvo. Estaba conciente de que me estaba costando admitirlo, y comencé a sentirme incómodo.
—No tienes que decirme nada, entiendo que no debe de ser fácil para ti todo esto.
Phuong me miraba directo a los ojos en tanto yo no pude disimular la sorpresa que me provocaron sus palabras.
—Es mejor que vayas a darte ese baño, antes de que mis hermanas suban. Después ire yo.
—Phuong.
Phuong se puso de pie y se alejo, llevándose consigo el calor que emanaba. Yo lo imite, también me levante, pero no me moví de donde me encontraba. Él se dedico a buscar algo de ropa en una de las gavetas, dándome la espalda.
—Quizás esto que acaba de suceder no debió darse, incluso puedes, si quieres, achacárselo a la bebida, después de todo era tu primera vez, y lo entendere. Solo lo tenemos que olvidar, no hablar de ello, y con el paso de los días buscara su lugar en el olvido.
¿Algo de lo que decía tenia razón o lógica?
No, pero igual no dije nada. Phuong apenas me miro antes de salir del cuarto dejándome solo.
Casi como autómata busque lo que necesitaba para vestirme después de la rápida ducha que pensaba tomar, con mi mente muy activa, pensando y sobre todo, recordando lo que sucedió entre nosotros, con un sentimiento de ahnelo intenso.
Mientras la tibia agua de la ducha caía sobre mi, asimile que deseaba cada uno de los besos y las caricias que me brindo Phuong, y a las que correspondí con pasión. Nada tenia que ver el consumo de alcohol en mis deseos.
También me di cuenta de que lo que sentía por él no lo habia sentido por nadie, nunca. Yo estaba realmente enamorado de Phuong Kieu, un varón igual que yo, con todo lo que eso implicaba.
No obstante, junto a todo aquello tome conciencia de las dudas y el temor al futuro, un futuro que no visualizaba sin Phuong. ¿Seria capaz de enfrentarme a todos, especialmente a mi familia, por defender mis sentimientos?
Estuve mucho esperando el regreso de Phuong al cuarto, después que salí del baño nos cruzamos en el pasillo, apenas nos miramos, de reojo lo vi entrar al cuarto de aseo que yo apenas habia abandonado, pero él no volvió a la habitación y a mi me venció el sueño.
Cuando volví a abrir los ojos, según pude apreciar por la tenue luz que entraba por una de las rendijas de la cortina, apenas eran la primeras horas de un nuevo día. No bien me espabile un poco, tantee a mi izquierda, buscando en vano a quien sabia no estaba allí.
Habia sido una noche muy inquieta, apenas pude dejar de pensar, analizando mis sentimientos, y atormentado por el miedo. Sin embargo, la ausencia de Phuong sumo angustia a mis horas de reposo.
Luego de varios minutos mirando el techo de la habitación y queriendo captar algún ruido que me indicara si algún miembro de la familia estaba despierto, me incorporé, para segundos después dejarme caer nuevamente sobre el colchón, sintiéndome inseguro.
Por un lado, deseaba ver a Phuong, mirarme en el reflejo de sus ojos oscuros, regalarle una sonrisa y esperar por como se daban las cosas entre nosotros. Era sencillo, lo que haría cualquier persona, cualquiera que no estuviese atada por los prejuicios, las enseñanzas religiosas y el miedo, como yo.
«No puedes quedarte encerrado en este cuarto. El encuentro con Phuong es inevitable, y no solo eso, sino que tendrás que pasar con él varias horas en el viaje de vuelta a Albany»
Con eso dando vueltas en mi cabeza me puse en movimiento recogiendo en mi mochila lo poco que habia mio en el cuarto, luego cambie mis pantalones de pijama por unos jeans y sobre la camisilla me puse una sudadera.
Planeaba ir al baño a lavarme el rostro y los dientes antes de mi encuentro con alguno de los habitantes del apartamento. Lo que no esperaba era encontrarme de frente a Phuong cuando abri la puerta de su cuarto.
Mi amigo, aunque desde la noche anterior no sabia como llamarlo, y yo, nos miramos directo a los ojos, y en sus labios pude apreciar una leve y tímida sonrisa, no propia de él.
Yo le correspondí con una igual aunque probablemente ni siquiera la vio, pues Phuong se giró rápidamente dándome la espalda.
—Que bueno que estas despierto, Finley, porque quiero salir antes de las nueve, el desayuno esta en la mesa, sírvete en tanto yo recojo mis cosas.
Phuong desapareció en la cocina en tanto yo caminaba con algo de duda hacia el baño, minutos después, estaba frente a la pequeña mesa donde reposaban las tazas con café, el pan y los aliños. Phuong y su madre se encontraban en la cocina, escuche sus risas mezcladas con algunas palabras en su idioma natal.
Recuerdo que preparé mi café con un poco de leche y azúcar, y comencé a beberlo de a poco, mientras no me animaba a comer algo más. Sentía el estómago algo apretado, quizás a consecuencia de mi ingesta de alcohol la noche anterior.
—¡Un poco indispuesto, muchacho!
La madre de Phuong separo una de las sillas y la ocupo en tanto me echaba una rápida miradita divertida. Su hijo ocupo la otra silla llevando un plato repleto de aromáticos rollos de canela recién hechos.
—Finley no acostumbra beber, mamá.
—Come algo Finley, te servirá hasta que puedan detenerse en el camino de aquí a Albany.
Ante aquello me anime a tomar un rollo de canela que estaba tibio y suave. Phuong hizo lo mismo, mientras comíamos se me hacia muy difícil no echarle miraditas al asiático y más de una vez su mirada y la mia se encontraron por algunos segundos.
Cuando terminamos de comer, por lo menos yo, me sentía demasiado inquieto, con deseos de jalar a Phuong hacia una esquina, lejos de las miradas de los demás y plantarle un beso en esos labios tan invitantes.
Sin embargo, me mantuve todo el tiempo, hasta que nos fuimos, alejando de mi esos tentadores pensamientos y deseos. Pensaba que no era justo alentarlo cuando yo tenia tantas dudas.
Así que, aun cuando me picaban las manos por abarcar su rostro y besar su boca, tuve que cruzar mis brazos alrededor de mi mochila y mantener el rostro a un lado, fingiendo estar distraído con lo que veía a través del vidrio de la puerta del carro, porque estaba seguro de que Phuong vería en mis ojos los deseos de mi cuerpo.
El recuerdo de la despedida de los Kieu minutos atrás logró llevar una pequeña sonrisa a mis labios, en tanto dejábamos atrás calles y avenidas de la ciudad de los imponentes rascacielos.
«Gracias por venir Finley, y recuerda que siempre serás bienvenido en nuestra pequeña familia»
Con esas palabras de Bian, fue claro para mi quien era la portavoz oficial de la familia asiática, a sus espaldas su esposo Hai solo sonreía y movía un poco la cabeza afirmativamente.
Las gemelas también estaban presentes, entre bostezos y rostros soñolientos se despidieron de su hermano y de mi con sendos abrazos.
«Vuelve pronto, Finley»
Comentó Mei, en tanto su hermana Nhung, más extrovertida, me tomo por una mano, apartándome un poco a un lado en tanto se colocaba de puntillas y colocaba una de sus manos sobre mi hombro para murmurarme sobre el oído.
«La próxima vez que vengan esperó que sea como pareja, porque ninguno de los dos puede ocultar cuanto se gustan»
Dicho eso, Nhung soltó unas risas, que yo no pude compartir debido a la sorpresa que se expandió sobre mi rostro como un intenso calentón.
La atrevida chica se aparto hasta dar con su hermana que la miraba curiosa, hasta que la chica probablemente le confio lo que me habia dicho y ambas rompieron en risas.
Phuong intercalaba miradas entre sus hermanas y yo, con expresión de intriga en su atractivo rostro, pero pronto fue llamado por su madre que le entrego dos bolsos de tela con algunas cosas para comer.
Fue entonces que yo aproveche para caminar hasta el Volkswagen, abrir la puerta del asiento del pasajero y dejar sobre el mi mochila. Los padres de Phuong se turnaron para abrazar a su hijo, entre expresiones en vietnamita, luego le toco el turno a las gemelas y a un Thao que llego corriendo para desearle a su hermano buen viaje.
—Apuesto que esa sonrisa es por las ocurrencias de mis hermanas...
El comentario de Phuong vino luego de varios minutos circulando y logró que llevara mis ojos sobre él, sin embargo, no lo confirme o lo negué.
—¿Qué te dijo, Nhung?
Phuong mantenía la mirada sobre la carretera, el transito a esa hora de la mañana no le dejaba margen para distracciones.
—Vamos, Finn...¡oye ten cuidado, pon más atención, idiota!
Un vehículo bastante grande se cruzo en nuestro camino sin nada de cuidado o señales.
—Esto es una de las cosas que no extraño de Nueva York.
De ahí en adelante Phuong no volvió a hablar, mucho menos a insistir en saber que me habia dicho su hermana. El muchacho encendió la radio y por demasiado tiempo, para mi gusto, el silencio solo fue interrumpido por los ruidos externos y la programación radial.
Poco a poco la ciudad de Nueva York quedaba atrás, una urbe que guardaría para siempre un lugar especial en mi recuerdos.
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