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Capítulo 10

El lugar me hacía sentir frialdad y a su vez estaba atenta, pues la oscuridad reinaba en cada rincón, Jackson antes de abrir me miró buscando mi aprobación, asentí y el silenciador fué activado, evitando que los hombres pudieran alertarse.

– Están a su derecha. – el interruptor sonó en los chicharos, con la voz tan dulce de Lucy.

– Copiado.

Nuestras miradas chocaron, admiraba la calidad de nuestro trabajo, era tan fácil entendernos. Con sigilo caminamos a espaldas de los hombres, cada quien tomo a uno, con la pistola en la cabeza era claro que ya no se moverían a menos que no les importara su vida, no dudaba ni me temblaba la mano si de deshacerme de bestias como estas se trataba.

Sus armas cayeron al suelo, Jack tomó el control de la bomba, con un solo botón los especialistas entraron. Ésto me hacía pensar que era muy buena haciendo mi trabajo, todo había sido muy sencillo, la duda se implantaba segundo tras segundo en mí, algo no me hacía clic, el sonido característico de una bomba en segundero me puso en alerta. Claro, no era nada fácil.

– Hay otra bomba– dije como pude, con la incertidumbre implantada por no saber cuánto le faltaba para detonar.

– Corre tan rápido como puedas – Jackson le indicó al infante.

Como pudimos salimos del lugar, tras de Jackson y yo, siendo los últimos en salir, la bomba explotó, a nuestra espalda todo parecía una película de acción, tan épico. Logré poner al infante bajo mi cuerpo para evitar lesiones ocasionadas por los pedazos del edificio que caían como meteoritos, Jack acorralaba a su vez a los delincuentes. Salimos con algunos raspones, pero nada grave o mortal, nos incorporamos. Nuestros hombres ya estaban esperándonos con ambulancias, el niño apenas visualizó a su padre y tomó impulso hasta llegar donde se encontraba.

– ¿Cómo lo supiste? – me cuestionó Jack.

– ¿Qué? – me hice la desentendida, pero sabía a qué se refería, lo miré con picardía. Mi orgullo estaba a flor de piel. – No podía ser tan fácil Jack, siempre hay que observar porque, aunque no parezca, siempre hay un plan b. Si la bomba del niño no funcionaba, no les importaba explotar junto con todos nosotros. A ellos no les importa nada, nunca olvides con quienes tratamos.

– Un nuevo día para hacer el bien, buen trabajo chicos, uno más concluido. Eficaz como siempre – dijo Lucia desde los auriculares. – Te pediría otra aventura como ésta, pero el tiempo no está de mi parte, tu turno ya acaba. – Lucia siempre quería más, me sorprendía por el tipo de personalidad que tenía, pero sabía que en el fondo amaba la rebeldía de vez en cuando. – Aun faltan dos horas, pero es hora de que descanses, los veo de regreso.

Caminé hacia mi carro, que bien podría ser de mi propiedad, se me veía muy bien, sentí el tacto de una mano ligeramente fría en mi brazo, volteé la cabeza con el ceño fruncido, estaba segura que en ese momento estaba apunto de soltar un puñetazo; era el padre del niño que momentos antes habíamos salvado, o ¿Por salvarlo nos salvábamos a nosotros?

– Me permite un minuto, por favor – en todo de petición con el niño en los brazos, quería irme ya, pero no iba a ser grosera.

– Por su puesto, ¿En qué puedo apoyarlo? – mi tono se relajó con los ojitos del niño que me miraba con lagrimas secas en las mejillas. – Jack, baja por favor.

– Muchos no hubieran actuado como lo hicieron, no arriesgarían tanto, agradezco el acto de heroísmo y valentía de usted agente, y de su equipo claro. No sé cómo agradecerles. – (Con dinero), escuché por los audífonos a Clara y sonreí ligeramente, esa sinvergüenza.

– Es nuestro trabajo señor, y no solo eso, es un placer poder ayudar en éstas situaciones, para nosotros la recompensa es que: todos estén dentro de lo que cabe, bien. – respondí con una sonrisa sutil que claramente me había causado el comentario de Clara, pero según yo; lograba disimularlo.

– Así es señor, como menciona mi colega, es un honor ayudar a la ciudadanía. – (¡Tú cállate Jacksin! Desde aquí pude ver tu cara de miedo ante la segunda explosión) Clara una vez más a nuestra escucha. No tenía madre.

– No todos son eficientes. – recalcó el señor, y ahí sí, le daba toda la razón.

– Pero, nosotros sí– ahí estaba incrustado mi ego y orgullo. ¿Lo dije o lo pensé? Ok, ya lo dije.

– Les daré todo el dinero que pidan, ¿70 millones está bien? - pude ver como los ojos de Jackson se abrían como lunas.

– ¡Carajo, eso es una fortuna! – quería darle un golpe en la cabeza para que quitara su cara de imbécil. – pero no podemos aceptarlo. – ok, aquí estaban los modales de Jack, o simplemente vió mis intensiones de dejarlo sin algún diente.

– Mejor haga algo bueno y honrado con ese dinero. Nosotros no lo necesitamos. – él hombre me cuestionaba, tenia la impresión que pocas veces había hecho algo benéfico con todo el dinero que tenía. – Hace algún tiempo perdí a mi hijo, funde un orfanato o un hospital y póngale su nombre. Todos contentos. – Podía notar mi mirada sombría, con el aire entrecortado que no lograba llegar a mis pulmones, no sé como pude hablar de él con indiferencia hacia el dolor, y con alguien que hasta cierto punto me era desconocido.

– Lo siento.

– Yo lo siento más – lograba incorporarme poco a poco después de ese flash de memoria que me posicionó en las manitas de mi hijo agarrándome las mejillas.

– ¿Cómo se llama? – pregunto el hombre, con sutileza. – Agradecí en mi interior que lo tuviera en presente, porque él aún estaba conmigo, el cuerpo físico no evitaba su presencia en mí.

Ángel. – Creo que es de las primeras veces que pronunciaba su nombre en alto después de mucho tiempo.

– Ese será el nombre del hogar para niños, se lo aseguro.

– Bien– Creo que era una contestación algo vacía, pero me justificaba. Toqué su hombro en señal de aprobación y me dí la vuelta en camino al auto, sabía que podría echarme a llorar en cualquier momento. Evítalo.

Me adentré a la carretera que me guiaba de camino a la agencia, mis pensamientos iban inmersos en mi Ángel, mentiría si dijera que hablar de él no me apachurraba el alma.

– ¿Crees que lo hará? – la voz de Jackson me retumbó el cerebro sacándome de mis pensamientos.

– No lo sé, no podíamos aceptar ese dinero, y creo que sería bueno para ese hombre contribuir con la sociedad.

– Estuvo muy bien tu propuesta. – Lucia me calmó solo con su voz preciosa.

– ¿Qué cosa? – ¿Clara estaba perdida? Qué raro, si ella era la chismosa en la conversación. – me fui a mear.

– Bueno ya estamos en camino, los hombres no deben tardar en llegar. Preparen la sala de interrogatorio por favor.

No negaba el hecho que un orfanato con el nombre de mi niño me hacia ilusión, ojalá pudiera fundarlo yo misma, así que, si un hombre multimillonario me ofrecía dinero, lo primero que deseaba era contribuir con niños a falta de hogar, que me permitiera hacer algo que alimentara mi espíritu.

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