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Capítulo 8

Capítulo 8

Ahora soy un chico...esto es raro, muy extraño y difícil de digerir. Me siento algo tonto cuando las chicas se me quedan mirando y lo peor es que no sé qué pensar al respecto. No sé si me desagrada o simplemente estoy en un trance que no comprendo.

Mi madre si se dio cuenta supongo que pensara como Liam que siempre he sido su hijo y aunque no me lo diga de frente sé que es así. Selene por otro lado es la única que hasta los momentos no me reconoce desde un principio con mi nuevo cuerpo y quizás aún esté pensando que es una pesadilla.

—Es una locura —comenta Selene viéndome de cerca—. Me pregunto...

— ¡FORD! —grita el entrenador—. Busque al señor Hamilton por favor, necesito hablar con ustedes dos.

¡Oh por dios! Es que de paso la mala suerte pues. Ahora que soy hombre me doy cuenta que es súper complicado este asunto, lo anhele tanto que ya se hizo realidad en poco tiempo y me sorprende que haya ocurrido sin darme cuenta. Selene se despide de mí deseándome suerte y sale hacia su clase de Computación.

Liam efectivamente está en la biblioteca con sus amigos. Mi cuerpo se contrae y no sé qué hacer. Estoy demasiado nervioso para hablar, pero actuaré como cuando estuve en un cuerpo de chica.

—Liam, el entrenador nos quiere en su despacho inmediatamente —digo sin alzar la voz y él se gira para verme. No parece sorprendido como mi mejor amiga y lo toma a la ligera. Le dice algo a su compañero de al lado y juntos nos vamos hacia el despacho del director como muchísimo silencio.

¿Se dará cuenta que soy Andie y no otro chico? ¡Santo Dios! Esto cada vez se me pone más difícil.

—Te salieron más pecas en la cara —comenta y me pongo rojo como el tomate. Realmente es vergonzoso y no sé qué comentar al respecto—. Me agrada —añade sin dejar de verme sonrojado.

El mundo está loco y Liam está ciego.

Llegamos justo a tiempo al despacho del entrenador, y curiosamente hay un par de personas con uniformes deportivos puestos. Me pregunto quienes serán y cuál es el propósito de esta reunión tan informal.

—Bien. Mis mejores jugadores, estos chicos, Andie Ford y Liam Hamilton —dice con orgullo el entrenador sin gritar como suele hacerlo—. ¿Qué les parece? —pregunta hacia los invitados especiales.

—Maravilloso, entrenador. Es estupendo. Espero verlos al final de la tarde en su práctica. Me gustaría verlos de cerca y no en videos —comenta el señor que tiene una chaqueta azul y un pantalón deportivo negro con rayas blancas. Supongo que debe ser de otro colegio—. Lo veré en la facultad mañana por la mañana. El lunes me encantaría que los chicos visitarán la sede.

¿Facultad?

Hago una mueca de asombro pues la respuesta la di con la pregunta. Olvidé por completo que he metido solicitud en varias y aunque todavía me queda un año, igual insisto. De chica siempre ha sido mi sueño pertenecer a un club deportivo y jugar, claro que todo el mundo en aquel entonces no sabía que en realidad era una chica, pero ahora que soy chico las oportunidades se me están dando más rápido de lo pensado.

—Excelente. Ford, Hamilton los veo a las 4 pm como siempre —nos dice el entrenador en su tono habitual. Yo me voy a clases de inglés mientras que Liam se va a su clase de Literatura medieval.

Me siento inquieto, extraño, como si no permaneciese a este nuevo cuerpo. Me pica todo, me siento observado por las féminas y aún no sé qué pensar. El baile se acerca pronto y la verdad es que no deseo ir por nada del mundo. Tengo que pensar ahora en tantas cosas que mi cabeza puede que explote en cuestión de segundos.

Liam me ha invitado a salir el sábado a las 2 de la tarde según los rumores que han estado circulando en todo el día y todos están impacientes por vernos juntos. Esto pasa cuando no sabes qué demonios hacer y lo único que se te ocurre es salir corriendo, enfermarte y no existir jamás.

En la hora del almuerzo me reúno con Selene en el comedor. Nos sentamos en lo más lejos posible para no sentirme peor.

— ¿Cómo te ha ido?

Resumiendo los acontecimientos precisos y con muchísimo detalle, Selene abre demasiado la boca como motivo de felicidad y después se empieza a reír como tonta. No me da chance de digerir la comida con el alboroto que forman los demás y las miradas hacia dónde estoy.

—Faltan aproximadamente un día para el sábado. ¿Qué tienes pensado ponerte?

—No iré.

—Si iras y yo te ayudaré.

—Es incómodo. Por más que sea un buen escape para conquistarlo y que finalmente sepa que soy un chico, me siento muy distraído y no tengo ganas. Sé que él pensara que soy la misma persona, pero físicamente no lo soy.

—Emocionalmente sí.

Liam viene hacia nuestra mesa y se sienta a mi lado poniéndome más nervioso de lo que estoy.

—Ah...estaba pensando que podríamos ir al cine, si te parece.

¿Por qué ahora lo estoy escuchando más atentamente?

—Al menos que hayas cambiado de opinión. Me pone triste cuando te observan demasiado. Siempre te han observado...

¿Siempre? Jamás me han observado, soy como un imán invisible y no creo que haya sido antes alguien atractivo.

— ¿Qué película es?

—Es algo de un dragón. No recuerdo el nombre.

Me quedo mudo mirándolo. ¡Dios mío, es tan sexy! ¡Deja de sonreír, maldita sea!

—Claro —contesto sin mirarlo a los ojos.

—Genial. Te pasó buscando entonces a las doce, Ford. Nos vemos.

Mis manos están sudando demasiado y todo este enredo me tiene aturdido. ¿Y si mañana me convierto de nuevo en una mujer y él se da cuenta de que soy una falsa? ¿Qué pasa si todo se acaba?

Selene está estallando de la emoción.

—Dios, se ven tan lindos. Aún le sigues viendo el trasero. ¡Genial!

¡Demonios, demonios, mil veces demonios!

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