Capítulo 25

—Te deseo todo el éxito del mundo, Liam —le respondo.

—Quiero que vengas conmigo, Andie.

—¿Por qué?

—Me cuesta explicarlo en estos momentos. No lo hagas más difícil.

—¿Qué harás allá?

—Estudiar, jugar. Mis padres están de acuerdo conmigo, ellos pensaban venir pero les dije que necesito evolucionar y asumir responsabilidades.

—Yo tengo otros planes, Liam.

Resumiéndole para que no se haga más engorroso, le explico todo lo que pasa en mi mente. Aún no sé si voy a seguir estudiando, si adoro el fútbol, solo sé que continuaré con mi vida y en el camino encontrare ese algo que estoy buscando. Si una oportunidad se abre, la aprovecharé. No podré acompañarlo como él piensa, es su sueño y se lo respeto con todo el dolor de mi alma, solo a veces hay que dejar que las personas estén solas un tiempo y darse cuenta si es lo correcto o no.

—¿Me amas, Andie Ford? —la pregunta que me hace es profunda, nunca he sabido lo que es amar, tampoco sé si lo que he estado haciendo es el verdadero amor.

Me quedo en silencio y él se levanta como si le doliera. Es peor el silencio que decir algo, si respondes puede que la otra persona te entienda, pero si no dices nada, estás dando a entender que no le interesas de algún modo o simplemente no sabes que decir.

—¡Hola, chicos! —es Selene radiante de felicidad—. Necesito su ayuda.

—Ahorita no puedo, tengo que irme.

—Será solo unos minutos, Liam. No creo que tu padre se moleste por eso.

—Tengo que preparar las maletas. Me iré esta misma noche.

Selene se me queda viendo y frunce el ceño, después de que Liam le explicara lo sucedido conmigo, su viaje, el futuro de ambos, ella comprende perfectamente cómo soy yo y sabe que en ningún momento le he faltado el respeto, pero también me reprocha con la mirada e intenta explicar mi comportamiento.

—¡Andie! —mi madre sale corriendo y me da el teléfono—. Repite todo lo que te diga.

Brinca de la emoción y no comprendo porque actúa de esa forma tan rara. Me coloco el teléfono en la oreja para escuchar. Es la voz de un señor, se presenta como John Michael y es el director de la universidad en Florida.

—Te hemos seleccionado para que estudies aquí en la institución, muchacho.

Mi madre sigue brincando y no sé que decir. Es inesperado y una locura. Ni siquiera se en que soy bueno y que futuro tendría por delante. El señor me dice que lo llame más tarde para seguir conversando porque tiene una reunión importante. Al colgar todo mi mundo está de cabeza. Liam quiere que me vaya con él a Europa, me llaman de una universidad y yo no tengo respuesta.

—No me voy a rendir a ti, Andie. Así no estudies, así seas lo que decidas, no dejare de amarte por eso. Tú mandas en mi vida, hazme tuyo. No quiero separarme de ti más nunca.

—Creo que voy a vomitar —dice mi madre viendo lo cursi que es Liam—. Si, eso haré.

Mi madre aún no se acostumbra a la idea y se le hace un poco difícil creerlo, sin embargo solo dice comentarios sarcásticos, del resto me deja vivir en paz. Aprendio que no vale la pena huir de los problemas sino enfrentarlos. Así es como papá también se hizo buena persona y aunque no quiera admitirlo, nunca habría dejado a mi madre por nada de este mundo.

—Okey, debemos hacer una lista de los nombres de niñas y los nombres de niños —dice Selene sacando una hoja grandísima y colocándola en la pared.

—¿No son los padres adoptivos quienes eligen el nombre? —le pregunto y ella niega con la cabeza.

—No lo daré en adopción. Estoy encariñándome con la barriga.

—¡Me encanta! —exclama Liam—. No creo que tenga hijos propios y mucho menos mi hermana, así que un sobrinito no está demás.

Elegir nombres es complicado y más si son de niña, los de niños son más fáciles porque uno conoce más.

—Estaré preparando la comida, ¿te quedas a comer, Liam? —pregunta mi madre y Liam asiente entusiasmado. Ambos no se conocen físicamente hasta ahora, obviamente mi madre sabe que mi amor platónico es Liam, solo que jamás había tenido la oportunidad de conocerlo.

Continuamos nuestro labor y Liam recibe una llamada de su padre.

—¿Cómo? ¿Por qué? ¡No quiero irme! ¡Te lo juro! ¡Lo prometo! ¡Gracias! —Liam tranca el teléfono satisfecho consigo mismo—. ¿Listo los nombres?

—¿Ah? —estoy desconcertado. Es como si fuera un chiste lo que está diciendo. No sé que habrá conversado con su padre, pero al menos se nota que no fue mala idea lo que le haya dicho y quizás hayan llegado a un mutuo acuerdo—. ¡Ah, si! —Selene me da un codazo para volver a la realidad.