Capítulo 23
Capítulo 23
El doctor viene hacia nosotros.
—Necesito a sus padres.
Eso es un chiste. Su mamá no está pendiente de ella y su padre es un maldito embustero de mierda que no sirve para nada. Intento explicarle al doctor que sucede con los padres de Selene, es algo difícil hacerlo porque pareciera que fuera una mentira muy grande.
—Si usted no me cree, llame a este numero —le doy el número de teléfono desde mi celular—. Si quiere llámelo y verifique si lo que estoy diciendo es verdad o no.
El doctor llama varias veces y repica tanto que no se molestan en contestar. A la décima llamada su madre responde el teléfono, el doctor intenta resumir lo que pasa con Selene hablando en voz baja, dice palabras claves que no comprendo. Al finalizar me regresa mi celular y me da acceso para ir a visitarla a su habitación. Liam me acompaña obligado por su padre, quien se quedara charlando con el médico para obtener más información.
Selene está dormida, con una bata rosada y encima una cobija gruesa de color lila. Me siento a su lado y sus manos están congeladas cuando tengo contacto con ellas, no hace ningún movimiento.
—Estará bien —comenta Liam—. Quizás el cansancio la agoto mucho.
Saco el libro de El Principito.
—Amo ese libro como si mi vida dependiera de ella —dice Liam en tono melancólico—. Necesito una rosa.
No entiendo de que habla. ¿Una rosa? Me arranca el libro de las manos y comienza a leerlo en voz alta. Escucharlo me hace sentir mejor y me calma por completo. Es la primera vez que alguien me lee un libro, me parece amable y romántico. Al comprender al fin que es la rosa, me dan ganas de llorar e incluso el final también. No duro ni una hora leyéndolo, la lectura estuvo rápida y ligera.
—¿Para qué necesitas una rosa?
—Nunca he amado a alguien. No he sentido esa afinidad y siento que es lo que me falta para completar mi felicidad.
—He aprendido mucho en estos tiempos y sinceramente no me falta una rosa para ser feliz. Me falta el coraje y la valentía para aceptar la realidad que me acoge. El ser o no como los demás desean que sea, pues no vale la pena.
—Estará todo bien, Andie Ford —a mis espaldas está el padre de Liam—. Le darán de alta mañana en la mañana. ¿Quieres almorzar con nosotros?
—No, gracias. No quiero dejarla sola.
—No estará sola —la madre y el padre de mi mejor amiga están allí y yo no puedo creerlo. Es como si un milagro estuviera ocurriendo—. Es en serio.
Me voy con Liam y su padre a un restaurante. Al llegar ya nos están esperando una banda de personas. Me siento más incomoda.
—No te sientas mal, aquí todos son familia.
Me siento en el extremo y me quedo allí sin hablar ni expresar lo que siento por dentro. Me concentro en detallar el lugar y las personas. Es un restaurante de lujo, muy artístico y cultural. Posee cuadros de pintura, instrumentos musicales.
Liam se levanta y dice:
—Se que es inesperado y no avise a tiempo, pero aquí están las personas que son parte de mi vida.
¿Qué? Se supone que he cambiado todo. ¿Qué significa esto?
—Me han aceptado en San Francisco —los aplausos alegran el sitio—. También quiero agradecer infinitamente al doctor Ben por la recuperación de mi madre.
¡Vaya! ¡Qué conmovedor! Al menos él tiene suerte. Me levanto porque creo que es una reunión familiar y estoy demás aquí. Como nadie sabe sobre mi presencia, es mejor encabullirme y volver a mi casa con mi madre. Selene está muy feliz junto a sus padres y la visitare pronto. Creo que la vida de todos ha vuelto a su normalidad.
—¿Por qué te vas tan pronto? —es el padre de Liam.
—Mi madre está sola en casa —es la típica excusa.
—Llame a tu madre y está con tu papá. Es mejor quedarte con nosotros y te llevamos a tu casa.
—¿Cómo es que conoce a todos los papás?
—Soy psicólogo de adolescentes y niños. Muchas personas acuden a mi en momentos difíciles. Tu madre es mi cliente y los padres de Selene también.
—¿Y por qué me invita?
—Liam me lo pidió y me pareció una extraordinaria idea.
—Pero no soy amiga de él.
—Pues no necesitas ser amigo de alguien para invitarte, te considera alguien importante en su vida si eso es lo que quieres saber. Déjame decirte que es su cumpleaños. Jamás lo celebra, y está es la primera vez.
—Ah. Es raro que sus amigos no estén aquí.
—Liam es como el Principito. Sé que anda infeliz porque no conecta con las chicas y estoy muy seguro que mi hijo quiere a un chico en su vida.
—¡Papá! ¡Andie! Vamos. Es hora de la comida —Liam sonríe y entramos de nuevo.
Comemos tanto que mi estómago ya no aguanta más. Estoy muy full y ya ha sido suficiente por el día de hoy.
—Gracias por pasar el cumpleaños conmigo.
—De nada.
—Te veré luego, Ford. No te pierdas, es bueno verte.
Si todo dependiera de mí, con el clic de mis dedos me convertiría en un príncipe para él y lo haría volar hasta el infinito y más allá.
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