
Capítulo 15
Capítulo 15
Amanece lloviendo y las gotas caen como si estuvieran molestas. Al despertarme y darme cuenta de lo sucedido veo que Selene aún sigue en mi casa y está profundamente dormida. Quizás se deba al cansancio de estar embarazada y por eso duerme tanto. La dejo donde está y voy a chequear al cuarto de mi madre si aún está dormida o despierta, necesito comentarle sobre la universidad y mis expectativas de mi futuro.
La habitación está vacía, no hay ropa, no hay nada. Mi extrañeza me hace seguir buscándola por toda la casa y al llegar a la dichosa sala veo un papel con una larga nota escrita con marcador negro:
Andie, lo siento mucho. Ya no puedo seguir cuidándote. De veras lo siento.
Te las puedes arreglar solo.
Te quiere,
Tu mamá.
Mis lágrimas caen como las mismas gotas de la lluvia y empañan mi rostro completamente. Me siento un niño pequeño que ha perdido todo, como si hubiese nacido de la obra y gracia del Espíritu Santo. Observo mi casa aun gimoteando y percibo una soledad insoportable, es como si ya no tuviera un propósito.
— ¿Qué pasa? —pregunta Selene con voz ronca. Tiene el cabello enmarañado y los ojos chiquitos—. ¿Y tu madre?
—Se fue —le contesto intento mantenerme calmado.
—Alguien toca la puerta. Déjame abrir.
En medio de mi desconcierta fatiga y mi insusperante mañana, no tengo la agilidad para levantarme del mueble y continuar viviendo. Si tan solo hubiese sabido todo lo que estaba ocurriendo quizás estuviera conmigo.
— ¿Sin decir más nada? ¿Está loca o qué? ¿Y ahora qué haremos? —la voz más inesperada—. No puedo dejarlo aquí solo. Yo tampoco iré entonces. Le daré una buena excusa al entrenador. Quizás comprenda la situación y me deje resolverla.
—Es imposible, Liam. Es menor de edad como tú y yo. No podemos hacer nada.
— ¿Otros familiares? ¿Tíos, tías, abuelos?
—Cuando Andie se mudó hacia acá lo hizo con sus padres porque lo habían echado de la casa de sus abuelos y dudo mucho que sea recibido ahora que ya no es el mismo.
—Siempre ha sido el mismo, Selene.
Selene se vuelve a sentar a mi lado tratando de hacerle entender a Liam que antes era una chica y ahora me he convertido en un chico. Es difícil explicarlo porque el deseo se hizo realidad por un capricho y ahora estoy condenado a muerte.
—Liam, no puedo decírtelo ya que es imposible de creer —le dice mi mejor amiga al chico que me gusta—. Debes ir a la universidad y aprovechar esa oportunidad, no la puedes dejar pasar. Debes ir, Liam.
—Lo sé, pero me da miedo que Andie se vaya y no lo pueda ver más. Dudo mucho que las personas del estado dejaran el caso así porque sí, es menor de edad y tendrán que tomar una decisión al respecto.
Se quedan callados y es mejor así. Me perturban las voces y no deseo escuchar nada más que mi propio pensamiento. La tranquilidad absorbe mi paz y la desvanece en lágrimas.
—Liam, debemos irnos, cielo —su madre del mismo perfil que Liam llega a la sala con una cartera en la mano. Viste muy deportiva—. Ya es tarde y me han llamado varias veces. Ya todo está listo.
—No iré, madre. Hay un asunto que tengo que resolver —le contesta y su madre se aproxima hacia dónde estamos. Su hijo está apoyando su cabeza en mis piernas como si fuera lo más normal del mundo y como yo no siento vergüenza ni pena me da igual lo que opine al respecto—. Andie tiene un problema muy grave y no pienso dejarlo solo en esto.
—Hijo, ya sé que te gusta y es tu vida te la respeto —no caigo en cuenta su respuesta, me resbala demasiado—. Si te quieres casar o hacerte novio de este chico, no tengo problema con eso, cariño. Pero debemos ir a la universidad, al menos quiero que tengas una profesión.
—Su madre se ha ido y lo ha dejado solo. Tarde o temprano la gente se va a enterar y vendrán por él —resume Liam.
—Nadie vendrá por nadie, Liam.
¡Madre santísima! Su padre está igual de deportivo que su esposa y lo mira con el ceño fruncido. Es el mismo señor que vi conversando con mi madre.
—Andie Ford está bajo la custodia de su tía, hermana de Amelie Ford. Vendrá enseguida y se quedara con el chico. Ahora déjenme de estupideces y vámonos, no quiero perder el tiempo.
Liam obedece a su padre pues no le queda otra alternativa. Antes de irse me besa en los labios y siento su perfume penetrar en mi piel.
—Nos vemos, Andie. Selene, cuídalo.
El rostro de su padre es decepcionante y parece enojado, sin embargo no le reclama a su hijo por lo que acaba de hacer.
¿De dónde habrá salido la hermana de Liam con una familia tan formal? Porque los padres son normales pero sus hijos están locos de remate.
—Andie, Andie. ¡Estás muy atrevido! —Comenta muy alegre Selene—. Ahora me pregunto quién será esa tía tuya que vendrá pronto.
—También me hago la misma pregunta.
Nos quedamos toda la mañana sentados en el mueble y viendo películas. A fortuna nuestra mi madre nos dejó comida y no pasamos hambre.
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