Capítulo 8: El Plan
Nova había decidido que no podía seguir así. Algo había cambiado dentro de ella. Ya no sentía miedo cada vez que Etherian se acercaba, después de todo, ¿Qué más podía hacerle? La había roto tanto que ya no había nada más que romper; ni siquiera cuando su mano la tocaba con fuerza. En su lugar, una pequeña chispa de esperanza había comenzado a arder en lo más profundo de su ser. Había llegado el momento de actuar. Y aunque el camino hacia la libertad parecía estar rodeado de trampas y oscuridad, Nova sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. No lo haría.
Su decisión no fue instantánea, ni impulsiva. Venía alimentándose de ella durante días, semanas quizás. A veces, el deseo de escapar se escondía en su interior, como una sombra que desaparecía cuando la miraba demasiado de cerca. Pero esa noche, mientras se encontraba tumbada en la cama, con los ojos abiertos al techo, pensó en su hermana, en la carta que se había quemado, en todo lo que había perdido y lo que seguiría perdiendo si no tomaba una decisión. Tenía que hacer algo, aunque el miedo la paralizara, aunque su cuerpo temblara al pensar en las consecuencias.
No estaba dispuesta a seguir viviendo en esta prisión, sin esperanza, sin libertad. Nova lo sabía: ya no podía más.
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Unos días después, cuando Etherian estaba ocupado, ella encontró una oportunidad para salir sin ser vista. Era pequeña, insignificante incluso, pero suficiente. Había salido al pueblo una tarde hace una semana, sola, bajo la excusa de que necesitaba aire fresco. Era una mentira, pero no importaba. Al regresar, pasó por una pequeña librería que nunca había notado antes, en el extremo de la calle. El local era discreto, su fachada envejecida y oscura, pero algo en ella la atrajo, como si fuera un destino al que había llegado sin querer. Entró sin pensarlo dos veces.
Dentro, los estantes estaban llenos de libros de todo tipo, de historias y destinos ajenos, de vidas que no eran las suyas. Mientras caminaba por los pasillos polvorientos, una portada captó su atención. Era un libro viejo, encuadernado en cuero, con el título desgastado y una sensación de antigüedad que le resultaba reconfortante. El nombre del autor no le sonaba, pero el contenido la llamó con fuerza.
La mujer que atendía la librería la observó con ojos curiosos mientras Nova lo tomaba entre sus manos. El libro trataba sobre la historia de mujeres que, atrapadas en circunstancias difíciles y oscuras, lograban escapar. Había historias de valentía, de supervivencia, de encontrar la luz en la oscuridad, incluso cuando todo parecía perdido. Nova lo compró sin pensarlo, sin que nadie la viera. Cuando el libro estuvo en sus manos, sintió que le ofrecía algo que nunca había tenido: la posibilidad de cambiar su vida, de escapar de la sombra que se había ido formando sobre ella, y de encontrar su propio camino.
Aquella noche, se sentó en su cama con el libro entre las manos, su corazón latiendo fuerte en su pecho. Fue allí, entre las páginas gastadas y las palabras de mujeres fuertes, que comenzó a trazar su plan. Su mente se llenó de estrategias, de rutas y decisiones. Recordó el mapa que había visto cuando paseaba por el pueblo, el camino que conectaba la mansión con las aldeas cercanas, y cómo podría evitar los puntos de vigilancia de la casa.
El plan era simple, pero arriesgado. Primero, necesitaría conseguir algo de dinero, algo que le permitiera moverse sin llamar la atención. En la biblioteca de la mansión había documentos sobre cuentas y accesos, algo que podría ser útil. Sabía que tenía que ser cautelosa, pues cualquier error podría sellar su destino.
Lo más importante era que no podía confiar en nadie. No podía contarle a su hermana, ni a ningún otro familiar. Tenía que hacerlo sola. Era la única manera. Necesitaba escapar sin que Etherian supiera nada, sin que el dolor y el control de él la alcanzaran nunca más.
Y entonces, cuando estuvo lista, fue en el silencio de la madrugada, cuando la mansión parecía estar dormida, cuando ella se despidió de todo lo que había conocido. Un peso de incertidumbre en el estómago, pero la sensación de libertad, aunque fugaz, la mantenía en pie. No podía mirar atrás. Si lo hacía, se perdería. No podía dar marcha atrás.
Aquella madrugada, se escabulló de su habitación. En el pasillo, las sombras de los pasados se alargaban, pero Nova ya no temía a las sombras. Sus pasos, cuidadosamente planeados, la llevaron a la biblioteca. Allí, mientras la luna brillaba tenuemente a través de las ventanas, extrajo lo que necesitaba. Con sigilo, tomó algunos documentos, escondiéndolos entre sus ropas, y se dirigió hacia la salida trasera de la mansión.
La puerta estaba bloqueada con una cerradura antigua, pero el llavero estaba justo donde lo había visto antes. Con manos temblorosas, logró abrirla y caminar con pasos ligeros hacia el jardín trasero, donde la oscuridad la envolvía por completo. Las puertas cerradas de la mansión ya no representaban un obstáculo; en cambio, la sensación de que por fin estaba dando un paso hacia su libertad la llenaba de determinación.
Con el corazón acelerado, caminó entre la oscuridad del jardín, evitó los caminos más visibles y se adentró en la maleza. A lo lejos, las luces de la mansión comenzaban a desvanecerse, y con ello, la tensión se alivió un poco. En su pecho aún palpitaba la ansiedad, pero el peso de la decisión ya no la oprimía. Había tomado el control de su vida.
Pero no fue suficiente.
Cuando llegó al borde del terreno, cerca de la carretera que la conduciría hacia el pueblo y hacia la libertad, escuchó un ruido. Un sonido leve, como si el viento estuviera acariciando la hierba. Pero, en ese momento, el aire se tensó. Nova giró lentamente.
Ahí estaba él.
Etherian.
De pie, con una expresión indescifrable, observándola desde la distancia, su figura oscura recortada contra la luz de la mansión que quedaba atrás. El silencio era mortal. El miedo, que creía haber dejado atrás, regresó en un torrente frío.
—Pensaste que podrías escapar, ¿verdad? —su voz resonó en la oscuridad, y Nova sintió cómo sus piernas se debilitaban. Pero no podía dejar que la desesperación la alcanzara de nuevo.
—No... no puedes detenerme —dijo, con un hilo de voz que no podía esconder la tensión de sus palabras.
Etherian dio un paso hacia ella. Su rostro estaba implacable. La fría furia en sus ojos hizo que el suelo debajo de ella pareciera desplomarse.
—Lo que tú no entiendes, Nova —comenzó, con una sonrisa amarga—, es que nadie huye de mí. Nadie.
La luz de la luna reflejaba la dureza de su rostro, y por primera vez en mucho tiempo, Nova sintió un nudo en el estómago, pero también una claridad que nunca antes había tenido: su vida dependía de esa huida, de esa decisión. Y si bien su fuga estaba a punto de ser interceptada, no todo estaba perdido. De alguna manera, lo sabían ambos. Esto, su vida rota, había llegado a un punto irreversible.
Pero no se detendría. No ahora.
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Amo el espíritu indomable de Nova, es como una risa fresca en medio de su pantano.
Muchas gracias por leer, me apoyarías muchísimo votando y comentando.
Besos, nos leemos pronto.
Bye, bye, bye.
Pd. Spoiler, esta historia será super corta, únicamente tendrá 15 capítulos, llenos de muchas emociones.
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