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Capítulo 2: Cicatrices del Silencio


El amanecer trajo consigo una fría claridad. Los rayos del sol se filtraban a través de las enormes ventanas de la mansión, pero su calor parecía incapaz de atravesar las paredes heladas de aquel lugar.

Nova despertó con el sonido de los gritos de Etherian. Otra discusión con uno de sus empleados, otra explosión de frustración dirigida hacia quien estuviera más cerca. Era solo cuestión de tiempo antes de que ese torrente de ira se desviara hacia ella.

Con paso vacilante, Nova descendió las escaleras, intentando pasar desapercibida. Sin embargo, la voz de Etherian la detuvo en seco.

—¡Nova! Ven aquí ahora.

Ella se giró lentamente, su cuerpo tenso como un resorte. Al entrar al despacho, lo encontró de pie junto a su escritorio, con un montón de papeles esparcidos por todas partes. Sus ojos oscuros la atravesaron, llenos de una mezcla de furia y desdén.

—Explícame esto —exigió, arrojándole un sobre a la cara, sobre que por mas que quiso intentar detener, termino impactándose directamente en su rostro para, posteriormente, caer al suelo.

Nova lo recogió con manos temblorosas. Era una carta de su hermana menor, quien le pedía ayuda para saldar una deuda urgente. Había llegado días atrás, y Nova la había escondido, temiendo precisamente esta reacción.

—Es de mi familia —dijo en voz baja. —No quería molestarte con esto.

—¿Molestarme? —Etherian dejó escapar una risa amarga. —Claro, porque es perfectamente razonable que me ocultes cosas. Dime, Nova, ¿Cuánto piensas sacar de mí antes de que te canses de este teatro?

Ella sintió que la sangre abandonaba su rostro. No importaba cuánto intentara explicarse, él siempre interpretaba todo a través del prisma de su desconfianza.

—No estoy sacando nada de ti. Solo quería evitar problemas.

—Evitar problemas —repitió él, acercándose. Su tono era peligroso, como el filo de una navaja. —Tú eres el problema, Nova.

Antes de que ella pudiera reaccionar, Etherian arrojó la carta al fuego de la chimenea. Las llamas devoraron rápidamente las palabras de auxilio de su hermana, y con ellas, cualquier esperanza que Nova tuviera de ayudarla.

—Si vuelves a ocultarme algo, te arrepentirás —sentenció, antes de salir del despacho.

Nova se quedó allí, inmóvil, mirando las cenizas que caían lentamente al suelo. La impotencia y la rabia luchaban por dominarla, pero al final, solo quedó el dolor. El dolor de que una vez más, Etherian había demostrado que no confiaba en ella, y una vez más, ella se había quedado sin voz.

El dolor de saberse sola, el dolor de saberse humillada y, sobre todo, el dolor que día a día crecía porque, poco a poco, comenzaba a quedarse sin fuerzas de seguir luchando... cada día se daba más por vencida.

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El día continuó con la misma rutina opresiva. Nova dedicó las horas a limpiar y ordenar, a pesar de que la casa siempre parecía impecable. Era una forma de mantenerse ocupada, de evitar pensar demasiado. Sin embargo, incluso en esas tareas mundanas, el control de Etherian se hacía sentir.

Por la tarde, mientras trabajaba en el jardín, escuchó el sonido de su coche acercándose. Su regreso siempre significaba incertidumbre. ¿Estaría de buen humor? ¿O encontraría alguna nueva razón para humillarla?

—¿Qué haces ahí afuera? —preguntó Etherian al verla. Su tono era neutral, pero Nova sabía que eso podía cambiar en un instante.

—Estoy cuidando las flores. Pensé que te gustaría que el jardín luciera bien.

—¿Para qué? —respondió él con desdén. —Nadie viene aquí, y tú tampoco tienes a quién impresionar.

Nova tragó saliva, reprimiendo las lágrimas que amenazaban con brotar. No podía permitirse llorar frente a él. Su sufrimiento solo parecía alimentar su crueldad.

—Solo intento hacer algo útil —respondió finalmente en voz baja y queda.

—Útil sería que dejaras de comportarte como una carga, Nova. Cada vez que te veo revoloteando entre esas flores, no puedo evitar pensar en lo inútil que eres —replicó Etherian, deteniéndose un momento para mirarla con un desprecio helado a treves de sus ojos azules antes de volver a entrar a la casa. —Aunque claro, para eso sirves, ¿no? Para recordarme que tomé la peor decisión de mi vida al casarme contigo.

Cada una de sus palabras era como un latigazo, pero Nova se obligó a mantenerse firme. Sabía que no podía ceder, que, si dejaba que su espíritu se rompiera, nunca encontraría una salida.

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Esa noche, mientras Etherian dormía en su lado de la cama, Nova se levantó en silencio. Con pasos cuidadosos, se dirigió al invernadero. Allí, entre las flores que había cuidado con tanto esmero, se sentó en la pequeña banca que poseía el lugar y dejó que las lágrimas finalmente cayeran. Su llanto era silencioso, desesperado, pero también catártico.

—No puedo seguir así —susurró al vacío. —Tengo que encontrar una manera de salir de esto.

Aunque estaba rodeada de sombras, Nova sabía que debía aferrarse a cualquier luz que encontrara. Y aunque el camino hacia su libertad parecía imposible, no estaba dispuesta a rendirse. La batalla apenas comenzaba, o al menos, es lo que quería creer Nova.

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Lo se, super corto, pero es lo que hay. 

¿Ustedes que creen? ¿Nova será capaz de irse o no?

Muchas gracias por leer, nos leemos pronto!

 
Besos, bye, bye .

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