Capítulo 13: Ecos de la Oscuridad
La mansión se había sumido en un silencio que se sentía más pesado que nunca. Nova apenas salía de la habitación. Sus días se reducían a estar sentada junto a la ventana, observando un mundo al que ya no sentía pertenecer. Las flores del jardín que alguna vez cuidó con tanto esmero ahora estaban marchitas, un reflejo perfecto de su estado interno. No hablaba, apenas comía, y cada acción, incluso respirar, parecía requerir un esfuerzo monumental.
Etherian notaba el cambio. Al principio, lo atribuyó a una nueva forma de rebeldía, un intento silencioso de irritarlo o castigarlo. Pero a medida que pasaban los días, comenzó a darse cuenta de que no era eso. Había algo diferente en ella.
Nova no estaba resistiendo; estaba desapareciendo, y esa posibilidad lo inquietaba de formas que no sabía cómo procesar.
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El abismo de Nova...
Nova había dejado de sentir. El dolor, la rabia, la desesperación que alguna vez la consumían ahora eran solo ecos distantes. Una sensación de vacío absoluto llenaba su pecho, como si su corazón hubiera sido reemplazado por una losa de piedra fría. Las palabras de Etherian, que antes la herían como cuchillos, ahora simplemente rebotaban contra su coraza.
Las noches eran lo peor. La oscuridad parecía envolverla por completo, y los recuerdos de todo lo que había sufrido volvían a atormentarla. Había intentado dormir, pero cada vez que cerraba los ojos, las imágenes del pasado regresaban con una claridad que la hacía estremecerse. Su mente repetía una y otra vez los momentos en que había sentido esperanza, solo para recordarle lo lejos que estaba de eso ahora.
A menudo se encontraba mirando sus manos, las mismas manos que habían intentado luchar, huir, sostenerse a algo. Ahora, esas manos solo estaban ahí, inertes. Nova no sabía cuánto más podía soportar esa existencia. Ni siquiera sabía si quería seguir intentándolo.
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Etherian y el peso del arrepentimiento...
Etherian había pasado los últimos días rondando la casa, más inquieto de lo habitual. No lo admitiría ni bajo tortura, pero Nova le preocupaba. La mujer que antes le devolvía miradas llenas de desafío ahora era una sombra de sí misma. Se había dado cuenta de que su comportamiento había cruzado límites que no debía. Pero en el fondo, también sentía miedo.
¿Y si Nova no volvía a ser la misma? ¿Y si, después de todo lo que había hecho, la había roto de verdad?
Una noche, incapaz de soportar el peso de su propia mente, se dirigió a la puerta de su habitación. Quería entrar, decir algo, aunque fuera solo para romper el silencio que lo estaba devorando. Pero cuando abrió la puerta y vio a Nova, encogida junto a la ventana, con la mirada perdida en el jardín, las palabras murieron en su garganta.
La imagen lo golpeó como un puño. Esta no era la mujer con la que se había casado. Esta no era la mujer que alguna vez había admirado por su fuerza, incluso mientras la sometía a su control. Esta era alguien quebrada, alguien a quien él mismo había destruido.
Sin decir nada, cerró la puerta y se dirigió al despacho. Sirvió un vaso de whisky y se dejó caer en la silla de cuero. Por primera vez en mucho tiempo, no pudo evitar enfrentarse a la realidad: había ido demasiado lejos. Había permitido que su propia ira y su necesidad de control lo convirtieran en alguien que ni él reconocía.
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La grieta en la armadura...
Al día siguiente, Etherian trató de acercarse a Nova. Llevó un plato de comida a su habitación, un gesto inusual para él. Cuando entró, ella ni siquiera giró la cabeza. Colocó el plato en la mesa y se quedó allí, esperando que ella dijera algo, cualquier cosa.
—Tienes que comer —dijo finalmente, su voz más suave de lo que había sido en años.
Nova no respondió. Sus ojos permanecieron fijos en el horizonte. La indiferencia de ella le causó un dolor que no esperaba. ¿Qué había hecho? ¿Cómo había llegado todo a este punto?
Durante los días siguientes, intentó pequeños gestos: flores en su habitación, una manta nueva para las noches frías, incluso le devolvió el libro que había escondido. Pero nada de eso parecía importar. Nova estaba atrapada en su propio abismo, y él no sabía cómo sacarla de ahí.
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El temor creciente...
A medida que pasaban las semanas, Etherian comenzó a temer lo impensable: que Nova simplemente dejara de existir, temía que, como su nombre, solo explotara y se convirtiera en un agujero negro emocional.
Había visto la vitalidad desaparecer de sus ojos, y ahora temía que fuera irreversible. Incluso sus propios intentos de intimidarla parecían inútiles. No gritaba, no lloraba, no reaccionaba. Simplemente existía, como un fantasma en una casa que alguna vez fue suya.
Una noche, incapaz de soportar la culpa, se acercó a ella mientras dormía. Observó las sombras bajo sus ojos, el rostro demacrado que le devolvía la mirada. Recordó las veces en que su relación había sido diferente, cuando todavía había respeto, o al menos algo parecido a ello. Sentía un nudo en el pecho, un peso que no podía ignorar.
—Lo siento —susurró en la oscuridad, su voz temblando. Pero sabía que no era suficiente. Sabía que ningún "lo siento" podría deshacer lo que había hecho.
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El último vestigio...
A pesar de sus esfuerzos por enmendar las cosas, Etherian no sabía cómo enfrentarse al daño que había causado. Y Nova, perdida en su propia desesperación, no podía aceptar nada de lo que él intentara ofrecer. Ambos estaban atrapados en un ciclo de dolor y arrepentimiento, incapaces de encontrar una salida.
El silencio entre ellos era ahora más denso que nunca, una barrera invisible pero infranqueable. Y mientras Etherian se debatía entre el remordimiento y el miedo, Nova seguía cayendo en su abismo, cada vez más lejos del alcance de cualquier salvación.
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