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Capítulo 12: La Agonía del Silencio


Los días en la mansión pasaban como un interminable desfile de sombras. Cada mañana, Nova despertaba con el peso de la desesperanza oprimiéndole el pecho, y cada noche, se dormía con lágrimas silenciosas rodando por su rostro. El escape fallido había sellado su destino. Etherian no solo se aseguraba de recordarle que no tenía salida, sino que se había vuelto más cruel, más calculador. El hombre parecía deleitarse con la lenta erosión de su espíritu.

El primer castigo tras su captura había sido físico, como era de esperarse. Cuando regresaron a la mansión, Etherian la encerró en la habitación que una vez fue su refugio. La golpeó con una rabia contenida, cada golpe una lección de control y la obligo a practicarle sexo oral. Nova no gritó ni pataleo; no quería darle ese placer. Pero después, cuando estaba sola, abrazó sus rodillas y dejó salir el llanto ahogado que había retenido. Su cuerpo estaba cubierto de hematomas, un mapa de su sufrimiento, pero el dolor físico era nada comparado con la devastación emocional.

Etherian había tomado la costumbre de recordarle su "fracaso". A menudo la forzaba a sentarse frente a él en la gran mesa del comedor, su figura imponente bloqueando cualquier intento de resistencia.

—Mírate —decía con desdén, levantando su copa de vino. —Tan frágil, tan inútil. ¿Creías que podrías sobrevivir fuera de aquí? La verdad, Nova, es que no eres nada sin mí.

Cada palabra era un veneno que se filtraba en su mente, despojándola de cualquier rastro de confianza. Nova había aprendido a no responder. Cualquier intento de defenderse solo alimentaba su furia o, peor aún, lujuria. Pero dentro de ella, las palabras resonaban como un eco interminable, erosionando lentamente lo que quedaba de su identidad.

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El peso del tiempo...

Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. La rutina opresiva se había vuelto una prisión en sí misma. Nova ya no contaba los días; todos eran iguales. Limpiar la mansión, preparar las comidas que Etherian rara vez agradecía y soportar su constante control y abuso se convirtieron en las únicas constantes de su existencia.

El abuso físico y sexual no era diario, pero su sombra siempre estaba presente, además del constante terror de quedar embarazada. Miedo que se evaporaba cuando Etherian la golpeaba, después de todo, ya habían sido dos las ocasiones en las que, por las palizas de su esposo, abortaba.

Una palabra dicha en el tono equivocado, un movimiento que Etherian interpretaba como desafío, bastaba para desencadenar su ira. A veces, la abofeteaba sin previo aviso; otras, la empujaba contra las paredes, dejando marcas en su cuerpo que tardaban días en sanar y, por último, la obligaba a darle placer como si en verdad lo disfrutara.

Por otro lado, el abuso verbal era constante. A menudo, Etherian se sentaba en el salón con una copa en la mano y la llamaba para interrogarla.

—¿Por qué sigues aquí, Nova? —preguntaba, con una sonrisa cruel. —Oh, claro, porque nadie más te querría. ¿Quién querría algo tan roto?

Nova no respondía. Había aprendido a bajar la cabeza y esperar a que terminara. Pero cada palabra se clavaba en ella como una espina, y con el tiempo, empezó a creerlas. Empezó a aceptar que quizás, tal vez, tenía razón.

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Los momentos de soledad...

En los pocos momentos en que estaba sola, Nova intentaba encontrar refugio en su mente. A veces, recordaba los días antes de conocer a Etherian, cuando su vida era sencilla y llena de pequeñas alegrías. Pero esos recuerdos se sentían cada vez más distantes, como un sueño que se desvanecía al despertar. Causando mas dolor que ya tenía... provocándole pensamientos que nunca antes había tenido en su vida, pensamientos horribles y reconfortantes a la vez... pensamientos que, con cada día que pasaba, se volvían la única salida.

Una noche, mientras limpiaba una de las estanterías del despacho, encontró el libro que había comprado antes de su intento de fuga. El simple contacto con la cubierta gastada hizo que se le llenaran los ojos de lágrimas. Lo sostuvo contra su pecho, como si pudiera absorber algo de la fuerza que había sentido en aquel momento en que pensó que la libertad era posible.

Pero cuando comenzó a hojearlo, las palabras parecían vacías. Antes, aquel libro había sido un símbolo de esperanza, de posibilidades. Ahora, solo era un recordatorio de su fracaso. Lo cerró con fuerza y lo escondió nuevamente, incapaz de soportar la visión de algo que una vez le dio esperanza.

La espiral descendente...

Con el tiempo, Nova empezó a aceptar su realidad. No porque quisiera, sino porque luchar contra ella parecía inútil. Cada vez que intentaba encontrar una chispa de esperanza, Etherian se aseguraba de extinguirla.

—Eres mía, Nova —le dijo una noche, mientras la sostenía contra la pared después de uno de sus arrebatos sexuales. —Nunca escaparás. Nunca. — Menciono una y otra vez, mientras se mecía dentro de ella.

Las palabras eran un mantra que él repetía, y que ella comenzó a interiorizar. Su mundo se redujo a las paredes de la mansión y al control de Etherian. Incluso los pensamientos de huir comenzaron a desaparecer. ¿Para qué intentarlo, si solo terminaba en más dolor?

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La fractura final...

Una tarde, mientras preparaba el almuerzo, Nova dejó caer accidentalmente un vaso. El sonido del cristal rompiéndose llenó la cocina, y su cuerpo se tensó al instante. Sabía lo que venía. Sabía que Etherian aparecería.

Y lo hizo.

—¿Qué demonios estás haciendo? —gritó, entrando en la cocina como una tormenta. Antes de que Nova pudiera explicarse, él ya estaba sobre ella, agarrándola por el brazo y arrastrándola fuera de la habitación.

La golpeó, más fuerte que nunca, y esta vez no se molestó en contenerse. Nova cayó al suelo, su visión borrosa por las lágrimas y el dolor. Mientras yacía allí, incapaz de moverse, sintió que algo dentro de ella se rompía. No era solo su cuerpo; era su espíritu.

Cuando Etherian finalmente la dejó sola, Nova no intentó levantarse. Permaneció en el suelo, mirando al techo, con la mente vacía. Las lágrimas corrían por su rostro, pero no hacía ningún esfuerzo por detenerlas. Se sentía como una sombra de la persona que alguna vez fue, un cascarón vacío.

En ese momento, Nova entendió que había perdido algo esencial: la esperanza. Ya no podía imaginar un futuro diferente. Ya no podía soñar con la libertad. Todo lo que quedaba era el silencio, la resignación y el dolor.

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El reflejo en el espejo...

Esa noche, Nova se levantó del suelo y se miró en el espejo del baño. Apenas reconoció a la mujer que la devolvía la mirada. Su rostro estaba hinchado por los golpes, su piel marcada por hematomas, y sus ojos... sus ojos estaban vacíos. Era como si la luz que alguna vez los llenó se hubiera extinguido por completo.

Por primera vez, Nova aceptó lo que siempre había temido: estaba atrapada, y no había escapatoria.

Y con esa aceptación, el último vestigio de lucha dentro de ella murió.

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Etherian logro quebrar a Nova... de verdad, que horrible persona soy, Nova no se merecía nada de lo que le paso... Pero bueno, ya estamos a la vuelta de la esquina del final. 

Me apoyarías mucho votando y comentando, muchas gracias por estar aquí. 

Te mando unos besos, nos leemos!

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