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Capítulo 1: Sombras en la Cárcel del Alma.


El eco de los pasos de Etherian resonaba en el largo pasillo de la mansión, acompasado y firme, como un reloj que marcaba el inexorable paso del tiempo. Nova, sentada en una esquina del inmenso salón, mantenía la mirada fija en el suelo, tratando de controlar la ola de ansiedad que creía dominarla. Sabía lo que venía. La tensión en el aire era palpable, como un presagio que le advertía que el día no terminaría bien.

El matrimonio entre Nova y Etherian no había comenzado como una historia de amor. De hecho, no había comenzado con amor alguno. Obligada a casarse con él a sus 18 años por circunstancias que parecían escaparse de su control, Nova había ingresado en una jaula de oro. Desde el exterior, la mansión era un testimonio de lujo y grandeza, pero para ella, sus muros eran una prisión que la separaba del mundo y de su propia libertad.

Nova tenia que admitir que, a pesar de estar encerrada en una jaula de oro y ser humillada constantemente, no tenia tan mala suerte. Después de todo, aunque Etherian no la quería y la veía mas como un bulto que otra cosa, jamás la había herido físicamente, además de que, nunca la había tocado sexualmente, ni siquiera en su noche de bodas; algo de lo que estaba profundamente agradecida, ya que no quería perder su virginidad de esa manera. 

Tan ensimismada estaba que, cuando Etherian entró al salón, su presencia imponente llenando el espacio la sobresalto. Sus ojos azules, fríos y calculadores, se fijaron en Nova. Ella sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero mantuvo su postura, intentando aparentar una fuerza que en ese momento no sentía.

—¿Qué hiciste hoy? —preguntó con una voz que destilaba desdén.

Nova levantó la cabeza con cautela. Sabía que cada palabra que dijera sería analizada, distorsionada y usada en su contra si él así lo deseaba.

—Nada fuera de lo normal. Leí un poco, trabajé en el jardín...

—¿El jardín? —interrumpió Etherian, cruzando los brazos. —¿Esas flores que tanto cuidas? ¿Crees que ellas pueden darte algo que yo no puedo?

El comentario, aparentemente sin sentido, tenía una carga de amargura que Nova reconoció de inmediato. Todo en Etherian estaba bañado por su necesidad de control, por su obsesivo deseo de que nada ni nadie le superara. La idea de que Nova encontrara consuelo en algo más que él era, para él, una afrenta.

—No lo creo así —respondía ella, suavemente, tratando de no escalar el conflicto. Pero sus palabras no lograban aplacar la furia que bullía en él.

—¿No lo crees así? —dijo Etherian, acercándose hasta quedar frente a ella. —Nova, tú no entiendes nada. Este matrimonio fue una transacción, no un capricho. Lo menos que podrías hacer es demostrar algo de gratitud.

Nova apretó los labios, conteniendo las palabras que luchaban por escapar de su boca. Sabía que cualquier intento de defenderse sería visto como una provocación. En silencio, maldijo las circunstancias que la habían llevado hasta aquí, pero también se recordó que rendirse no era una opción.

Cuando Etherian finalmente se apartó, dejándola sola en el salón, Nova sintió que podía respirar de nuevo. Pero esa sensación de alivio nunca duraba mucho. La casa, con sus imponentes candelabros y muebles de ébano, era un reflejo del alma atormentada de Etherian: oscura, rica en detalles, pero profundamente solitaria.

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Horas más tarde, Nova se refugió en el pequeño invernadero al fondo de la propiedad. Era el único lugar que podía considerar suyo, el único espacio donde el peso de los muros de la mansión no parecía aplastarla. Ahí, entre las plantas que había cultivado con sus propias manos, Nova encontraba un destello de paz.

Mientras regaba las flores, pensó en cómo había llegado a este punto. Su matrimonio con Etherian no había sido fruto del amor, sino de una serie de eventos que parecían sacados de una novela trágica. La familia de Nova, sumida en deudas, había aceptado las condiciones de Etherian sin consultar sus deseos. Para él, este matrimonio había sido una forma de consolidar poder y de asegurarse una compañía, aunque fuera una que despreciaba.

¿Hasta cuándo puedo soportar esto? —murmuró para sí misma.

Pero la pregunta quedó sin respuesta. Dentro de ella, había una fuerza que se negaba a sucumbir. Sabía que la clave para recuperar su libertad no estaba en escapar, al menos no aún, sino en entender qué alimentaba la rabia y el rencor de Etherian. Si podía desentrañar los secretos que él escondía, tal vez podría encontrar una manera de enfrentarse a él o, al menos, de protegerse.

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Mientras tanto, Etherian, en su despacho, observaba una antigua fotografía que siempre mantenía oculta en un cajón. Era de una mujer, joven y radiante, con una sonrisa que había sido su refugio en los peores momentos de su vida. Pero esa mujer también había sido la fuente de su mayor traición. Al pensar en ella, sentía que la amargura lo consumía, que el odio que dirigía hacia Nova no era más que un eco de las heridas que nunca habían sanado.

Etherian apretó los puños, cerró los ojos y trató de calmarse. Pero era imposible. Cada vez que miraba a Nova, veía una amenaza, una repetición de su pasado. No podía permitirse confiar en ella, no cuando su corazón ya había sido destrozado una vez.

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Esa noche, mientras la mansión caía en el silencio, Nova se sentó frente a su cuaderno, escribiendo en secreto pensamientos y planes. Su diario era el único lugar donde podía ser honesta consigo misma, donde podía soñar con una vida más allá de estas sombras.

—Un día —escribió—, encontraré mi camino. Y cuando lo haga, seré libre.

Aunque las heridas del presente eran profundas, Nova no estaba dispuesta a dejar que definieran su futuro. Y así, con la determinación como su aliada, cerró el diario, lista para enfrentar otro día en el infierno que llamaba hogar.

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Y bueno, hasta aquí el primer capítulo.
Los quiero mucho y nos leemos pronto!
Besos, besos, besos.

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