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|CAPÍTULO 6|

Regreso a casa junto a Aidan, la verdad es que olvidé por completo que mis padres no nos pueden ver juntos por lo que omití el hecho de que al llegar a casa ellos estaban ahí. Al estacionar el auto Aidan y yo compartimos una mirada de pánico al ver a mi padre parado en la puerta de mi casa.

—Mierda —mascullo.

—Oh, no...

—Nos vemos, tengo que irme.

—E-está bien...

Bajo lo más rápido que puedo del auto ante la mirada atenta de mi padre.

—¿Qué hacías con Aidan, Emma? —su voz es firme y eso hace que me tense de inmediato.

—Ehm, es que... Comenzó a llover y pues ya no había carros, ni buses que me traigan a casa, justo pasaba Aidan y se ofreció a traerme ya que veníamos a la misma calle...

Las cejas de mi padre se elevan en una expresión de sorpresa.

—Oh.

—Eh sí, pero no se volverá a repetir...

—Está bien, eso espero. Descansa Emma.

No espera respuesta, se da media vuelta y sube hacia su habitación.

El sonido de mi alarma hace que me despierte rápidamente para ducharme y alistarme.

Hoy, Aidan y yo trabajaremos en la biblioteca ya que mis padres estarán todo el día en mi casa y preferimos prevenir que lamentar.

—Buenos días —saludo al bajar las escaleras y ver a mis padres tomando desayuno mientras conversan.

—Buen día —saludan al mismo tiempo.

—Siéntate a desayunar —habla mi madre.

—No puedo, voy tarde, lo lamento —tomo un par de tostadas y me despido para al fin salir de mi casa y encontrarme a Andrea con su auto esperándome.

Al llegar al instituto ingresamos al aula, no pasan menos de cinco minutos en lo que llega la profesora.

Luego de una larga jornada en el instituto, estoy junto a Aidan en la biblioteca, hemos comenzado avanzando con el aumento de información en el proyecto y las constantes actualizaciones del día a día.

Noto la mirada de Aidan en mi hace un buen rato, no me he girado para no enfrentarme a sus ojos grises, pero su mirada en ningún momento se desvía así que decido voltear y sonreír para disimular mis nervios.

—¿Qué pasa? —pregunto con una sonrisa nerviosa.

—Nada —me devuelve la sonrisa.

—¿Por qué me miras tanto? —pregunto jugando con los anillos que adornan mis dedos, nerviosa.

—¿Te pone nerviosa que te mire? —pregunta con una sonrisa de burla.

—No respondas una pregunta con otra pregunta —volteo los ojos.

—Ok ¿Te pone nerviosa que te mire? —vuelve a preguntar.

—¡Aidan! —grito frustrada.

Sonríe, pero su sonrisa se esfuma rápidamente.

—¿Pasa algo? —pregunto preocupada por su constante cambio de emociones.

—Al carajo —masculla.

—¿Eh?... —me callo de inmediato cuando noto que se acerca a mí y pone una mano en mi nuca para hacer que me acerca hacia él y sin más unió nuestros labios en un beso ¡UN BESO!, el cual al principio no respondí ya que me quedé tiesa en mi lugar ¡LITERALMENTE TIESA!, no me movía, no podía, pero poco a poco comencé a mover mis labios, respondiendo el beso. Nuestros labios se movían en una sincronía extrañamente espectacular, en algún momento, por falta de oxígeno, tuvimos que separarnos. La mano de Aidan permanecía en mi nuca, me miraba sin separarse, su mirada, sus labios aún hinchados por el beso, mierda, me separe de un salto al darme cuenta de lo que había sucedido ¡Nos hemos besado! ¿Qué he hecho? — Mierda —mascullo intentando pararme de un salto, pero no lo logro ya que mi bolso se enreda con el asiento y termino retrocediendo y volviendo a caer en la silla—. Lo... Lo lamento, me tengo que ir —sin más tomo el bolso, lo desenredo rápidamente y me levanto con la intención de salir de ahí rápidamente pero antes de que me pueda ir Aidan toma mi mano deteniéndome.

—Emma... —comenzó intentando hablar.

—Aidan —lanzo un suspiro—, me tengo que ir —el sigue sosteniendo mi mano.

—Vamos juntos, te acompaño —dice parándose y guardando sus cosas en su mochila de manera rápida, no respondo y comienzo a avanzar hacia la salida. Aidan me sigue en silencio.

Al llegar a su auto ambos subimos, aún en un silencio asquerosamente tenso.

Antes de llegar a casa decido hablar.

—Déjame unas calles antes —hablé un poco más bajo de lo que pretendía—, no podemos llegar juntos —dije mirando por la ventana, no podía mirarlo a los ojos, no sé por qué, pero me sentía avergonzada.

—Está bien —avanza un poco más y detiene el auto exactamente una calle antes de llegar a casa.

—Eh... —no sé ni que decir, ni que hacer— Nos vemos luego —antes de bajar escucho su voz llamándome.

—No quiero que te sientas incomoda, lamento lo del be...

-Está bien –carraspeo-. Me tengo que ir.

-Bien, nos vemos —asiente.

Estoy muy nerviosa, levanto mi mano despidiéndome para así comenzar a avanzar por las calles.

—Hooolaaaaa —saludo entrando a casa.

—Hola, Emma ¿Qué tal te fue? —pregunta mi padre sin quitar la vista de los papeles que se encuentran en la mesa.

—Bien, como siempre.

—Oh bueno. Emma, esta noche tu padre y yo saldremos a una reunión de trabajo —avisa mi madre.

-Bien –ya estoy acostumbrada a esto así que no me quejo.

Converso con ellos por un rato, les comento de los exámenes y ellos me comentan cosas sobre su trabajo, lo típico.

Aviso que iré a mi habitación y al entrar no me sorprende ver a Aidan sentado en mi escritorio.

—Debería comenzar a poner seguro a la ventana —digo mientras me tiro a mi cama sin ningún cuidado.

—¡Cuidado! —grita Aidan al ver que calculé mal y caí al suelo.

—Sh —me llevo un dedo a los labios pidiendo silencio—, mis padres están abajo —mascullo.

—¿Te acabas de caer y lo que más te preocupa es que sepan que hay alguien en tu habitación? — pregunta en voz baja.

—Si —respondo parándome— ¿Qué haces aquí?

—Estaba aburrido en mi casa —se encoge de hombros.

—No puedes venir a mi casa cada que quieras —digo acercándome a donde está sentado.

—Claro que puedo, lo llevo haciendo hace unas semanas —responde riendo de lo más normal.

—Pues no lo deberías hacer.

—Lo seguiré haciendo —voltea los ojos.

—Comenzaré a cerrar la ventana.

—Ambos sabemos que no lo harás —habla mientras camina y se tira en mi cama.

—¡Aidan! —grito— Dije que no hagas eso.

—Ay —masculla cuando le proporciono un golpe en el brazo.

—Deja de hacer cosas en mi casa como si fuera la tuya.

—Veamos una película —dice tomando mi portátil que está al lado de mi cama.

—¿Qué veremos? —pregunto mientras me acomodo a su lado, con distancia de seguridad.

—Ehm... —comienza a bajar buscando una película —¿Romance? No, demasiada cursilería y amor ficticio. ¿Guerra? No, no me apetece llorar frente a Emma –antes de que lea la opción de terror, intervengo.

—Terror no —advierto cuando lo veo entrar en esa sección.

—Pues listo, ya la escogí, la de terror será —dice mientras selecciona una película a la cual no logro verle el nombre.

Llevamos una hora de película y yo no paro de dar saltos y gritos en mi lugar cada diez segundos, mientras Aidan me mira con burla.

—Deja de mirarme así —lo señaló amenazante.

—¿Así cómo? —pregunta fingiendo inocencia.

—¡Así! Como si te diera risa —grito alterada.

—Pues es que me da risa —dice riéndose.

Le doy un manotazo en el brazo y me paro de la cama.

—¡Hey! ¿Te molestaste? —hace un ridículo puchero.

—Jodete —tomó un zapato y se lo lanzó.

—¡Auch! —masculla cuando le cae el zapato.

Él toma un peluche que está a su lado y me lo tira, así es como comienza una ridícula pelea que consiste en tirarnos lo que esté a nuestro alcance.

Aidan está por tirarme el control remoto pero su mano se suspende en el aire cuando alguien toca la puerta de mi habitación.

—¿Quién es? —preguntó mientras le hago señas a Aidan para que se meta bajo la cama.

—Hija, soy yo —la voz de mi padre se escucha al otro lado de la puerta —¿Puedo pasar?

Me aseguro que Aidan ya esté bajo la cama.

—Sí, pasa —entra y su ceño se frunce al ver todas las cosas tiradas en el suelo.

—Pero... ¿Qué pasó acá? —pregunta repasando toda mi habitación.

—Eh... —no sé qué decir— Estaba tratando de arreglar y tire todo para arreglar mejor.

—Ajá y tu mejor decisión fue desordenar más.

—Ehm sí —digo—, es que soy rara.

—Ya lo veo, bueno estoy por salir con tu madre, venía a avisarte.

—Está bien, tengan cuidado—el asiente y vuelve a dar una mirada por toda la habitación antes de salir negando con la cabeza.

—Eso estuvo cerca —dice Aidan saliendo de debajo de la cama—, tu padre también piensa que eres rara —sonríe.

—Oh cállate.

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