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|CAPÍTULO 5|

Lunes, nuevamente lunes. La semana la pasé junto a Aidan, me di cuenta de cuánto lo extrañaba y que a pesar del tiempo que no estuvimos comunicados sigue siendo el Aidan que conocía.

Hoy mis padres regresaron a casa en la mañana, solo los vi por unos minutos ya que volvieron a salir, pero esta vez a su trabajo.

Estoy en mi habitación escuchando música con mis audífonos mientras trato de modificar algunas cosas del documento donde está siendo escrito el avance del proyecto que estoy realizando junto a Aidan.

Estoy tan concentrada que no noto que frente a la ventana abierta se encuentra Aidan con una sonrisa.

Sigo preguntándome si no se cansa de sonreír.

Ya no me sorprende verlo, solo le pongo mala cara ya que con toda la confianza del mundo se tira en mi cama, toma una almohada y me la lanza.

-Ya no me sorprende verte aquí -digo mirándolo.

-Eso es bueno, ya te acostumbraste a verme por aquí y también a verme hacer mi entrada triunfal por tu ventana -responde relajado.

-Sabes que si alguien te ve entrando así pensara que eres un ladrón ¿verdad? -digo mientras lo miro tratando de no reír.

-Nah, no creo, la gente tiene mejores cosas que hacer que estar pendiente si alguien entra a tu casa -bueno, tal vez tenga un poco de razón.

-Bueno...

- ¿Qué hacías? -pregunta parándose y acercándose a dónde yo estoy.

-Editando el trabajo.

-Mhm.

- ¿Qué?

-Pensé que yo sería el encargado de hacer eso.

-A ver, no te veía muy interesado en pedirme el archivo para hacerlo tú.

-Tenía planeado hacerlo -se defiende.

-Pues no lo hiciste -me encojo de hombros.

-Pero...

-Sh.

- ¿Eh?

-Que te calles, ya te encargaré hacer otra cosa.

-Pero yo quería hacer eso porque era lo más sencillo.

Lo miró divertida.

-Ya verás tu como hacer lo demás y que se te haga sencillo -digo volviendo a centrar mi mirada en el portátil.

-Ajá, bueno, vine porque quería invitarte a un picnic mañana -dice tan rápido que al principio se me hace difícil entender lo que dice.

- ¿Eh? -es lo único que logro decir.

-Sí, eh, un picnic ya sabes ir a la playa con una manta, hablar, comer, no sé, supongo que se hace eso porque...

-No, digo, sí sé que es un picnic, pero ¿Me estas invitando a ir a uno contigo?

Bueno, entonces ¿tienes problemas de audición? Porque eso ha sido exactamente lo que ha preguntado.

-Ehh, si ¿Eso está mal?

-No, no, eso es genial, claro que quiero ir -sonrió fascinada con la idea.

-Bien, entonces mañana te vengo a ver para ir...

-Eh, mejor nos vemos a la vuelta de la calle, ya sabes, mis padres estarán aquí y es mejor que no nos vean juntos.

-Oh cierto, eso está mejor.

Dejó de mirarlo para entrar en pánico cuando noto que la manilla de mi puerta se mueve.

- ¡Espera! No entres -grito y la puerta deja de ser abierta antes de que se vea algo de adentro.

- ¿Emma? ¿Qué? ¿Por qué? -pregunta la voz de mi madre al otro lado de la puerta. ¿En qué momento llegaron?

-Eh... -le lanzó una mirada de pánico a Aidan- Me estoy cambiando, un minuto -respondo mientras tomó el brazo de Aidan halandolo mientras señaló debajo de mi cama.

- ¿Ya puedo entrar? -la voz de mi madre se vuelve a escuchar detrás de la puerta.

- ¿Eh? ¡NO! espera -grito-. ¡Aidan, apresúrate! -mascullo al ver que lo hace con toda la paciencia que puede.

-Ay, ya, ya -me llevo el dedo a los labios pidiendo silencio, el solo asiente.

- ¡Mamá! Ya puedes entrar- me siento en mi cama aun nerviosa.

Mi madre entra y me mira con los ojos entrecerrados, yo solo sonrió con inocencia.

-Acabamos de llegar, toma tu ropa -me entrega un cesto con ropa limpia.

-Gracias -sonrió.

- ¿Qué te pasa? Te noto nerviosa -dice mirándome fijamente.

-Pfff, no, no, claro que no, ¿Yo? ¿Nerviosa? Claro que no, estoy suuuper normal ¿Por qué estaría nerviosa? Es decir, no, no, no estoy nerviosa.

Dijo nerviosa...

Tu cállate.

Estas callando a tu conciencia, lo sabes ¿no?

Eh...

-Mhm, ok –mi madre me mira aun extrañada-. Bueno, volveré a salir con tu padre, tenemos una reunión súper importante, solo vinimos para ver que estés bien.

-Pero, si recién han llegado -protesto.

-Lo sabemos, pero tenemos que asistir a esa reunión. Nos vemos luego -me da un abrazo y sale de mi habitación cerrando la puerta detrás de ella.

Escucho una risa ahogada y veo a Aidan asomar la cabeza con una sonrisa burlona, volteo los ojos divertida.

Aidan por fin sale de debajo de la cama.

-Me tengo que ir -sonríe.

-Está bien -se acerca para abrazarme-, nos vemos luego.

-Nos vemos luego, Emma- sin más sale por la ventana de mi habitación.

Antes de que llegue al piso, me acerco a la ventana.

—¿Sabes que podrías haber salido por la puerta principal? Mis padres volvieron a salir —sonrío.

Me da una mala mirada que se convierte en sonrisa, solo niego con la cabeza volviendo a centrarme en mi habitación.

Vale, ahora ¿qué hago con mi vida?

Aidan se fue, mis padres también. Creo que es un buen momento para ver películas y comer.

Bajo a la cocina para tomar algunos snacks y subirlos a mi habitación y quedarme con mi soledad.

Me remuevo, incomoda, tras escuchar el molesto sonido de mi alarma, trato pararme, pero algo me lo impide, abro mis ojos y veo mi portátil mal ubicado en mi regazo, rápidamente lo tomo y lo cierro para al fin poder pararme e ir a ducharme, tengo instituto.

Después de arreglarme, veo que son las 7 de la mañana, voy tarde, si no me apuro no llegare a tiempo.

Bajo decidida a decirle a mi padre que me lleve, pero como de costumbre, ya se fue a trabajar junto a mi madre, tomó mi celular para llamar a Andrea... Pero recuerdo que hoy no iba a asistir a clases, mi celular comienza a vibrar y dirijo mi mirada hacia este.

Llamada entrante: Aidan

Bueno, hora de pedirle un favor.

-Aidaaan -saludo.

-Emma...

-Aidan, hola, no quiero ser molesta, pero ¿Aún estás en tu casa? -pregunto esperando con mucha esperanza una respuesta afirmativa.

-Ehh, si, de hecho...

-Podrías venir a verme, voy tarde y no hay quien me lleve, porfiii -vale, tengo hacer que se note mi desesperación porque...

-Justo te iba a decir si te apetecía que vayamos juntos -dice y abro los ojos con sorpresa-. Venga, sal de tu casa, estoy afuera.

- ¡Voy! -me apresuró a salir de mi casa.

Y ahí está Aidan, con su auto, corro hacia él y lo abrazo.

-Gracias -agradezco aliviada.

-Venga, sube –pide con una sonrisa.

Subo rápidamente y pone en marcha el auto.

- ¿También te levantaste tarde? -pregunto.

-Sí, ayer estuve hasta tarde haciendo la tarea de matemáticas.

- ¿Ta-tarea? - ¿había tarea?

-Eh, si ¿No la hiciste?

-Ehm, no -abro mi mochila para sacar el cuaderno de matemática y tratar de hacerla lo más rápido posible.

Sonríe divertido al ver mi desesperación, mira hacia atrás.

-Ahí está mi mochila, saca la tarea y cópiala, haz algún ejercicio mal o cambia algo para que no se note que has copiado -dice volviendo la mirada hacia la carretera.

Suspiro emocionada.

-Eres un ángel -sonríe divertido y niega con la cabeza.

Tomo su mochila mientras saco el cuaderno y comienzo a copiar lo que tengo que copiar.

Después de unos minutos llegamos al instituto y bajamos juntos. Faltan dos minutos para que la entrada finalice así que nos apuramos a llegar al aula rápido.

Al entrar la profesora ya está en el aula, al ver que tratamos de entrar alza la mano.

-No.

- ¿Qué? -preguntamos Aidan y yo al mismo tiempo.

- ¿Por qué llegan tarde?

-Había mucho tráfico.

-El auto se malogro.

Aidan y yo respondemos al mismo tiempo, la profesora enmarca su ceja.

-Eh..., es decir, había mucho tráfico y cuando estábamos por llegar el auto se malogro y pues tuvimos que venir caminando -dice Aidan tratando de ayudar, ya se dio cuenta que no soy buena mintiendo, aunque eso nunca lo admitiré.

-Claro...

Tratamos de pasar nuevamente.

-No les he dicho que puedan entrar.

-Pero... -trato de hablar.

-Han llegado tarde, no pueden ingresar a mi clase.

-Pero... -esta vez es Aidan quien trata de hablar.

-Pero nada, no pueden entrar.

Es imposible protestar, así que después de insistir un momento nos rendimos y nos dirigimos hacia el patio del instituto.

Después de una hora conversando mientras caminamos por todo el instituto nos dirigimos al salón para entrar a la nueva clase.

El día se basa en exámenes y tareas.

Al salir del instituto Aidan me vuelve a llevar en su auto.

- ¿Me esperaras? -Pregunto al ver que Aidan no apaga su auto.

-Sí, anda, te espero a la vuelta de la calle, iré rápido a mi casa a ver la canasta con la comida.

-Está bien -entro rápidamente a mi casa, dejo mis cosas y bajo un bolso con un libro y la manta.

Al bajar, el auto de Aidan ya no está así que comienzo a avanzar hacia la otra calle, no demoro en ver el auto estacionado al lado de la cafetería de la vuelta de la calle, me acerco, entro y él sonríe, le devuelvo la sonrisa.

—¿Lista? —me pregunta.

—Lista —confirmo.

Pone este en marcha y pasa al menos media hora en lo que llegamos a la playa de la cual Aidan me habló.

Es realmente hermoso, nos acercamos a la arena y extendemos la manta poniendo las cosas que trajimos encima de ella.

—Bueno —suspira Aidan—, hay fruta, snacks, bebidas...

—También traje el libro que me obsequiaste —sonrío sacándolo de mi mochila.

Aidan sonríe y saca algo de su mochila. El también trajo un libro.

Optamos por leer un rato, mientras comemos.

—Entonces... —habla Aidan —¿Qué hacemos? —pregunta, hace un rato terminamos de leer y estuvimos conversando.

—Ehm...

—Ya se —toma un poco de arena y me la lanza.

—¡Hey! —protesto, también tomando arena para lanzársela, toma mi mano antes de que pueda soltarla y me hala hacia donde está para comenzar a hacerme cosquillas.

No puedo parar de reír.

—¡Para! —rio—. ¡Aidan! —vale, si me hacen cosquillas soy un peligro ya que comienzo a lanzar golpes a lo que tenga al alcance y esta vez no es diferente. Comienzo a patalear, cuando Aidan se detiene con una mueca —Oh no ¿Te lastime? —me acerco preocupada.

—No, no, estoy bien, tranquila.

—Como que no, te acabo de patear el rostro —digo asustada por pensar que lo puedo haber lastimado.

—Estoy bien —dice nuevamente relajándome.

El atardecer se hace presente y lo admiramos anonadados, es hermoso, los colores y el hecho de que somos los únicos en la playa hace de esto un momento mágico.

Me encuentro acostada junto a Aidan mientras miramos el cielo, estoy muy cómoda, pero es hora de que nos vayamos. Subimos al auto y vamos de camino a casa con la música sonando en la radio, al cabo de veinte minutos, notamos que el cielo se está comenzando a nublar, algo que es sorprendente ya que minutos atrás estábamos observando el atardecer con el cielo completamente despejado.

La lluvia no demora en llegar por lo cual cerramos las ventanas del auto.

—Tengo una idea —habla Aidan, nos encontramos en una carretera que está completamente vacía.

—¿Cuál? —pregunto sonriendo.

—Sal del auto —dice bajando.

¿Qué?

Salgo del auto y Aidan me mira sonriendo mientras le sube todo el volumen a la radio.

—¡Oh Dios mío! Amo esa canción —digo moviéndome al ritmo de la música mientras noto que Aidan hace lo mismo.

Riendo, cantando y bailando pasamos las siguientes dos horas.

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