|CAPÍTULO 18|
—¿Entonces sin darnos cuenta hemos postulado a la misma universidad?
—Eso es lo que parece —murmuro mirando la pantalla en frente de nosotros.
Resulta que habíamos quedado en un trato, postulamos a las opciones de universidad que el instituto nos ofrece y cuando nos den la confirmación para al finalizar el instituto, que por cierto termina en dos meses, dar el examen de admisión. Nos diríamos juntos a que universidades habíamos postulado. Justo hoy que han llegado las confirmaciones hemos caído en cuenta que ambos hemos postulado para la universidad, yo para Psicología y el para Administración.
—Y... ¿Te aceptaron? —pregunto jugando con mis manos con nerviosismo.
—¿Y a ti? —responde con otra pregunta.
—Veámoslo al mismo tiempo —murmuro.
—Vale —asiente, Aidan es muy fácil de leer por lo tanto me es fácil darme cuenta que está nervioso— Uno...
—Dos...
—Tres.
Ambos abrimos el correo al mismo tiempo, leo con rapidez el documento hasta llegar a la parte final.
A nuestra universidad le alegra informarle que usted ha sido aceptada como una de nuestras estudiantes a la carrera de psicología.
De un momento a otro estoy saltando en mi cama mientras abrazo a Aidan, el ríe antes de unir mis labios junto a los suyos.
—¿Ingresaste? —pregunto, su mirada se vuelve decaída y en seguida entró en pánico, no, no puede ser, no fue planeado, pero ambos teníamos que haber ingresado.
La mueca de su rostro se convierte en una gran sonrisa.
—¡Ingresé! —grita sobresaltandome y haciendo que mi primer instinto sea lanzarme hacia él y comenzar a dejar varios besos por todo su rostro.
—Joder, no me la creo —digo abrazándolo.
—Pues créetelo, hemos entrado a la misma universidad —dice tomando mi rostro con sus dos manos.
—Joder, sigo sin creérmelo —y de verdad no me la creo.
Aidan está por volver a unir nuestros labios, pero alguien toca la puerta de mi habitación y me tengo que separar de él para abrir.
—Hola ¿Qué pasó? —pregunto a mi padre que se encuentra en la puerta de mi habitación.
—Tu madre ha hecho bocadillos —me estira una bandeja— Celebren comiendo.
Aidan y yo reímos y asentimos.
—¿Qué hacemos ahora? Además de comer claro —dice tomando mi laptop.
—Eh, no lo sé —me encojo de hombros.
Ambos nos acostamos en la cama mirando el techo mientras comemos.
—Aidan, ¿Alguna vez te has enamorado? —pregunto.
—Bueno, me enamoré cuando te conocí y vi la gran y hermosa chica que eres —dice sonriendo— Y tu ¿Te has enamorado Emma?
—Si Aidan, yo me he enamorado —digo.
—Esta conversación está un poco retrasada. Primero te confesé cuanto te amo y luego te pregunto si te has enamorado.
—Tienes razón —rio— Hemos hecho las cosas al revés.
—Emma...
—¿Si?
Aidan se voltea para quedar acostado de lado, su mano se dirige a mí brazo mientras lo recorre de manera lenta.
—¿Tú crees que alguien nos escuche? —pregunta con voz lenta y en murmuro que hace que de un respingo.
Logró captar que la conversación se va en camino a el momento después de la cena en el que él me dijo que nos podían escuchar y yo le sugerí que no hagamos mucho ruido.
—Quizás si no hacemos mucho ruido no nos escuchan —digo mientras me volteo para acostarme de lado quedando en frente de él, tiene una sonrisa ladeada en su rostro, su brazo rodea mi cintura y en un abrir y cerrar de ojos me acerca hacia él y junta nuestros labios en un beso desesperado.
Mi pierna rodea su cintura, logrando que con muy poco esfuerzo me siente a horcajadas sobre el ubicando mis manos en su pecho, Aidan suelta suaves jadeos los cuales son casi inaudibles al estar mis labios tan cerca a los de él.
Los labios de Aidan hacen magia, me hace perder la cabeza con cada cosa que hace, su mano se dirige hacia mi cadera mientras deja pequeños apretones, apretones que hacen que tenga que morder mi labio inferior para no soltar ningún ruido vergonzoso.
Mis manos juegan con su camiseta, subiéndola de a poco y con extrema sutileza, cuando estoy a punto de retirar la camiseta se escucha el ruido de un móvil sonando que hace que ambos nos sobresaltemos.
—Joder —mascullé de mala gana, es mi celular, trato de bajar de el regazo de Aidan, pero él me detiene.
—Ignóralo por favor —súplica con la respiración hecha un desastre.
—No demo... —une nuestros labios nuevamente haciendo que mis sentidos se pierdan y no escuche nada más que nuestras respiraciones agitadas.
El mismo sonido nos distrae y esta vez sí bajó de su regazo, escuchando sus quejas, me acerco a mi escritorio y tomo mi celular. El número que me marca es el de Andrea, contestó rápidamente.
—Andrea —saludo.
—¡Emma! ¿Qué tal?
—Bien ¿y tú? —pregunto.
—Estas agitada ¿Estuviste haciendo ejercicio? —pregunta.
—Algo así —respondo.
—¡Esa es mi amiga!
Aidan está acostado en mi cama, mirando el techo con el ceño fruncido, con sus brazos detrás de su cabeza.
—Bueno, te llamaba para preguntarte si querías salir mañana.
—Sí, estaría genial —sonrió— ¿A qué hora? —pregunto.
—A las seis de la tarde ¿Te parece bien?
—Si ¿Vienes por mí? ¿Voy por ti?
—Voy por ti ¿Está bien?
—Sí, está bien, entonces mañana te espero —digo sonriendo.
—Ok, mañana nos vemos, hablamos luego —se despide— Sigue ejercitándote —dice antes de colgar.
Rio y vuelvo junto a Aidan.
—¿Qué quería? —pregunta.
—Que mañana salga con ella —sonrió emocionada por la idea.
—Oh bueno ¿En qué estábamos? —pregunta subiendo y bajando las cejas.
Me encojo de hombros fingiendo desinterés, el ríe y me atrae hacia su cuerpo en un abrazo.
• • • • • •
—Entonces... ¿Si fuiste elegida para dar el examen? —pregunta mirándome.
Asiento.
—Si ¿Y tú? —pregunto.
—También —su voz suena apagada.
—¿Y no estás feliz? —pregunto mirándola preocupada.
—No me malentiendas, claro que lo estoy, entré a la opción que madre tanto quería...
—Andrea...
—Yo no quiero estudiar medicina, me gusta la idea de salvar vidas y aquello, pero no quiero estudiar eso. Entré a lo que mi madre deseaba que entre, está feliz, ella lo está, no yo, y no puedo decirle absolutamente nada porque no quiero que se sienta mal —sus manos se dirigen a su rostro tapándolo.
—Y tu quieres estudiar...
—Diseño —asiente con la cabeza confirmando mi teoría— ¿Crees que debería decírselo? —pregunta.
—Claro que sí, sería lo correcto, no puedes estudiar algo que no te gusta Andrea.
—¿Pero si se decepciona?
—No lo hará, te lo aseguro. Tu madre haría lo que sea por ti, no creo que esta vez sea la excepción.
Asiente un poco más animada.
—¿Lo tuyo con Aidan marcha bien? —pregunta cambiando el tema.
—Sí, todo va genial —digo sonriendo.
—¿Entonces ya puedo hacer la pregunta de si lo hace bien? —dice subiendo y bajando las cejas.
—No responderé a eso —digo volteando los ojos.
—Entonces no lo hace bien...
—Yo no dije eso.
—Entonces lo hace bien.
—¡Andrea!
—¡¿Qué?! —pregunta con burla.
—No digas eso, hay mucha gente, lo pueden escuchar —digo verificando que nadie nos vea.
—Pues yo creo que les interesaría mucho saber si el novio de mi mejor amiga lo hace bien —asiente con burla.
—No puede ser —digo tapandome la cara ya que su tono de voz sube a niveles extremos cuando dice eso, haciendo que varias personas se volteen a vernos curiosos.
—Ya, ya —su mano quita las mías de mi cara.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro