|CAPÍTULO 12|
—¿Me puedes escuchar? —pregunta por novena vez Aidan y por novena vez lo ignoro.
Sigo buscando a Andrea y no la encuentro ¿Dónde se metió?
—¡Emma! —Aidan se pone delante mío impidiéndome el paso.
—Mue-ve-te —mascullo apretando los dientes, implorando paciencia.
—No. Tenemos que hablar, han pasado tres días y cuando me acerco a ti te giras y te vas, me ignoras, por favor déjame explicarte —me pide tomando una de mis manos, al sentir su toque quito mi mano de enseguida.
—Aidan escucha, no tenemos nada que hablar, ehhh solo olvidemos to... —trato de hablar, pero me interrumpe.
—¿En serio pretendes que olvide todo lo que ha pasado? No puedo, no puedo olvidar lo que he pasado contigo —dice mirándome a los ojos, dirijo mi mirada para otro lugar.
—Aidan no es necesario que me expliques nada, yo confundí las cosas, supongo —digo atropelladamente sintiéndome tonta —. Ahora, sobre el trabajo, lo haremos en la biblioteca o si quieres solo me mandas un correo con tu informe diario —mi cambio de tema ha sido demasiado notable, me doy cuenta porque Aidan frunce el ceño con confusión.
—Emma, no confundiste nada...
—Nos vemos luego Aidan —paso por su lado. Por suerte esta vez no me sigue, es lo mejor, no quiero hablar y tampoco me siento bien. Camino por los pasillos del lugar mientras sigo buscando a Andrea.
El día que paso eso, como le dice Andrea, yo soy más directa y digo: El día que Aidan se besó con la chica bonita de la cafetería, bueno ese no es el caso, el caso es que Aidan estuvo llamándome con insistencia los siguientes días, no contesté a ninguna de sus llamadas así que fue a mi casa y mi madre amablemente le pidió que se retirara ya que yo no me encontraba bien como para hablar con nadie.
No logro encontrar a Andrea, pero me tranquilizo al encontrar un mensaje de ella avisándome que se tuvo que ir ya que su madre la vino a ver, hoy viajaba así que no entiendo como mi cerebro no pudo atar cabos y sacar una conclusión como esa.
Al llegar a mi casa, mis padres están trabajando en el salón, después que se enteraron de que Aidan y yo nos estuvimos viendo se enfadaron y me pidieron explicaciones, les dije lo del trabajo del instituto y sí, les confirme que nos estuvimos viendo fuera del instituto, al principio estaban realmente enojados y me dieron la conversación sobre que no me querían ver con el por los problemas que habían tenido nuestra familia con la de él, les tuve que decir que el trabajo se realizaba todo el año y tuvieron que aceptar que nos teníamos que seguir viendo únicamente por el trabajo. Yo decidí solo verme con Aidan en el instituto o al menos intentarlo.
—Hola —saludo, jugando con las pulseras que adoran mis muñecas con nerviosismo.
—Hola, Emma —saludan mis padres al unísono — ¿Cómo te fue? —pregunta mi padre con su mirada aun fija en los papeles de la mesa.
—Bien —miento, me ha ido horrible.
—¿Hablaste con Aidan? —pregunta mi madre, a ella si tuve que contarle que me enamore, omitiendo algunas partes, como la del beso de Aidan con la chica bonita de la cafetería, le tuve que inventar algo más.
—Deja de preguntarle por ese chico —protesta mi padre con voz de molestia.
—Ay ¡Por Dios! Olvida el pasado y céntrate en el presente —canturrea mi madre felizmente.
—Ay, ajá —suelta mi padre con molestia.
—Parecen unos niños —rio por primera vez después de tres días.
—¿Acaba de reírse? —pregunta mi padre divertido.
—Así es, acaba de hacerlo —le sigue mi madre, sonriendo.
—Son unos pesados —digo intentando subir las escaleras a mi habitación.
-Eh, Emma. Ven haznos un favor –detengo mis pasos y giro sobre mi eje para mirarlos.
- ¿Qué pasó?
-Necesito que guardes esto –me extienden un sobre, me acerco a pasos lentos y lo tomo entre mis manos.
- ¿Qué es? –pregunto con curiosidad abriéndolo.
-Es un papel muy importante de la empresa, este documento acredita que somos dueños de la empresa. Es muy importante.
-Pero si es muy importante como dices ¿No es mejor que lo tengan ustedes?
-En realidad, confiamos en que no lo perderás, si lo guardamos nosotros entre tantos documentos es más fácil que se confunda y si en algún momento lo necesitamos no lo encontraremos, guárdalo tú, en tu escritorio y cuando lo necesitemos lo tendremos a la mano –asiento confundida y al fin subo a mi habitación.
Guardo el documento en el último cajón de mi escritorio antes de ir a tomar una ducha rápida y acostarme a ver películas, necesito descansar de todo por un momento.
Si en este momento estuviera con Aidan, el estaría haciendo bromas y comentarios incoherentes sobre la película o se hubiera tirado a mi cama sin ningún tipo de cuidado.
Siento una molesta vocecilla en mi voz que me repite una y otra vez que le hable, pero realmente quiero salir con mi ego intacto de esta situación, es por eso, que hago mis mayores esfuerzos para no tomar el móvil y marcar su número.
Después de haberme lamentado el no tener a Aidan y al mismo tiempo el no querer llamarlo, decidí avanzar con mi parte del trabajo ya que Aidan no me había enviado la suya.
Mis padres han estado toda la tarde avanzando con su trabajo, hemos cenado juntos una comida que mi madre preparo y sabía muy bien, por cierto, hace un momento he subido a mi habitación, estoy escuchando música y por sexta rompo en llanto, no sé cuánto lloro, pero me duele el pecho.
Quiero salir, me levanto de mi cama y busco una sudadera, la que me cubra más y me proteja del frio que está haciendo en este momento de la noche, tomo mi celular junto a mis audífonos y salgo de mi habitación revisando que mis padres no estén despiertos y no me vean. Tomo las llaves de la casa y salgo rápidamente.
Comienzo a caminar sin rumbo alguno, son aproximadamente las dos de la mañana, no hay carros, no hay personas, no hay nada ni nadie que pueda interrumpir mi momento de paz, el mismo que estoy buscando hace tres malditos días.
Me pongo los audífonos y pongo la música a todo el volumen, camino, camino y camino hasta que llego a un mirador que da a la playa ¿Por cuánto he caminado? Esto debe estar lejos de mi casa, no, no deber estar, está lejos de mi casa.
Subo por las escaleras de este y me quedo sorprendida al ver la luz de la luna iluminando el mar y haciendo un lindo contraste de colores. Mis pensamientos rápidamente pierden su hilo para convertirse en simplemente nada, mi mirada fija en el mar el cual de vez en cuando dispersa olas hasta la orilla.
Estoy tan rejada y con la guardia baja que cuando una mano toca mi hombro, instintivamente lanzo un golpe con mi codo hacia atrás sin ver.
—¡Auch! —esa voz es conocida, volteo a ver y es Aidan, volteo los ojos y vuelvo mi mirada al frente.
—¿Qué haces aquí? —pregunto sin mirarlo.
—Ehhh... solo salí a ¿caminar? —responde torpemente.
—Ajá.
—Emma ¿Podemos hablar? Por favor —pide saltando la banca y sentándose a mi lado.
—¿Por qué no me enviaste tu reporte diario para el trabajo? —pregunto cambiando el tema.
—Emma...
—¿Qué?
—No cambies el tema —masculla.
—No cambio nada –replico ofendida–. Y perdón si no quiero hablar de algo que solo quiero olvidar —mascullo dándole una mirada rápida.
—Solo déjame explicártelo, solo escúchame por favor, no es necesario que hables o me respondas —pide.
Hago un movimiento con la cabeza dándole a entender que hable, lo quiero escuchar.
Mis contradicciones son tan raras.
—Ella era la amiga de mi prima... ¡Mierda! Si yo hubiera sabido —dice agachando la cabeza —¿Te acuerdas del almuerzo familiar al que asistí? —solo asiento — Pues mi prima me dijo para cenar algo en algún lugar, algún día, yo acepte, el día de la cafetería había quedado mi prima para hablar sobre las actualizaciones de la familia, una hora antes me dijo que iba a ir una de sus amigas, yo no le vi ningún problema, dije que estaba bien y... y cuando llegue solo estaba la amiga de mi prima, me acerque pensando que mi prima había ido al baño o algo, en la mesa habían dos bebidas, pensé que ellas habían pedido y estaban esperando que yo llegue para pedir lo mío. Me acerqué y pues ella me dijo que mi prima aun no llegaba y que la había llamado diciéndole que la esperemos, yo le creí entonces estuvimos hablando mientras "esperábamos" —dibuja comillas con sus dedos— a mi prima, me hablaba sobre ella y cosas que realmente no me interesaba saber, solo la escuchaba para no ser maleducado. De un momento a otro se levantó de su lugar y me planto un beso en los labios, así como si nada. Yo no entendía nada ¿Cómo me viste cuando llegaste? —pregunta mirándome.
—Tenso —murmuro.
—¡Exacto! Yo no sabía que hacer —me toma de las manos—. Emma —busca mi mirada—, linda créeme por favor —me pide—. Luego le dije que me iba y que no quería hablar con ella nunca más —me mira esperando respuesta.
—Ajá —es lo único que logro decir.
—¿Ajá? Emma en pocas palabras te estoy pidiendo que me perdones —da leves caricias a las palmas de mis manos —¿Qué dices?
—Está bien —digo mirándolo.
—¿De verdad? —pregunta.
—Sí, ehh... discúlpame por haberte ignorado, no me sentía bien para hablar y eso —explicó.
—No te preocupes por eso —me sonríe acercándose para envolverme en un abrazo, una pequeña sonrisa surca mis labios y esta vez no me separo cuando sus labios rozan los míos de manera suave, como si intentara guardar el recuerdo de este momento, se separa y me mira a los ojos —Emma...
—¿Qué? —pregunto en voz baja.
—Ya estamos bien ¿verdad?
—Sí, supongo —respondo asintiendo.
- ¿Lo supones?
Niego con la cabeza.
-Estamos bien –confirmo.
—Emma... Yo... Yo te quiero —suelta mientras acaricia mi mejilla.
—¿Eh?
—Que te quiero, te quiero demasiado y no es necesario que tú me lo digas, yo no te quiero asustar y que te alejes... —habla tan rápido que es un poco imposible entenderlo, pero no dejo que termine de hablar y uno mis labios a los suyos, lo extrañé demasiado.
—Te quiero, Aidan, de verdad lo hago —digo en medio del beso. Me pego aún más a su cuerpo abrazándolo.
—Yo no quiero que pienses que esto solo es un juego... —dice Aidan mirándome a los ojos, de esa manera en la que siempre lo ha hecho, tiene ese brillo, ese brillo especial en ellos —No sabes cuánto he esperado para preguntarte esto Emma —sujeta mi rostro entre sus manos —¿Puedo ser tu novio?
Mis ojos se abren con sorpresa tras su pregunta.
—¿Qué dices? ¿Puedo ser tu novio? —pregunta con una pequeña sonrisa en sus labios.
—¿Lo preguntas enserió? —pregunto con sorpresa.
—Claro que sí —asiente sonriendo.
Los momentos buenos y todo lo que lo rodea me hace darme cuenta de lo mucho que deseo esto, me encanta su forma de ser y la manera en la que me sonrojo a su alrededor, no me lo pienso, es lo que quiero.
—Claro que sí, Aidan. Si quiero —digo abrazándolo.
—Te quiero —dice mientras une nuestros labios en un casto beso —Vamos a casa, está haciendo frío —dice mientras me toma de la mano y comenzamos a caminar.
—¿Cómo supiste que estaba aquí? —pregunto.
—No podía dormir y estaba viendo por la ventana justo cuando vi que estabas saliendo, tomé una sudadera y... te seguí —dice en voz baja.
—¿Me seguiste? —pregunto y el asiente —Estas loco.
—Tú me tienes loco —dice que con una sonrisa y yo enrojezco de inmediato.
—Vale —murmuro avergonzada.
—Ya me estoy acostumbrando a que te sonrojes en mi presencia canturrea como si fuera el mayor logro de su vida.
Al llegar a el vecindario busco mis llaves para poder entrar a mi casa y cuando las saco frunzo el ceño al notar que son las llaves del auto.
—Mierda —mascullo al confirmar que si son las llaves del auto.
—¿Qué pasa? —pregunta Aidan.
—Me traje las llaves de auto en vez de las de mi casa —digo, ni siquiera puedo entrar por la ventana de mi habitación ya que desde que le puse el seguro no se lo he sacado.
—Uy ¿Quieres entrar a mi casa? Exactamente a mi habitación —dice subiendo y bajando las cejas.
—Pervertido —sonríe con burla— pero si, si quiero subir, tengo frío —asiento sonriendo.
—Yo te puedo calen...
—Vale, cállate —digo sonrojada.
—Entonces vamos —me toma la mano y me dirige a la puerta de su casa, saca su llave y abre, subimos las escaleras en silencio y entramos a su habitación.
Antes de que Aidan pueda decir algo lo tomo de la nuca y uno mis labios con los suyos en un beso frenético.
No se cómo ni en qué momento, pero yo estoy apoyada en la pared y Aidan tiene sus manos en mi cadera mientras me besa. Sus labios descienden por mi barbilla hasta llegar a mi cuello, suelto algo parecido a un jadeo cuando deja un leve beso en donde se puede sentir mi pulso acelerado.
Caminamos hacia su cama sin detener el beso, Aidan me deja caer suavemente en esta y se acomoda encima mío sin dejar caer todo su peso.
El beso en ningún momento ha sido tierno, al contrario, es frenético y ansioso, con movimientos torpes. Aidan se detiene para quitarse la sudadera junto a la camiseta, lo atraigo rápidamente a mis labios cuando termina de quitarse estas.
–¿Estás segura? —pregunta mirándome — No quiero que te sientes presionada a hacer nada, lo harás cuando estés...
—Estoy segura —digo atrayéndolo nuevamente y juntando nuestros labios.
Nos deshacemos de las prendas restantes, Aidan se separa y busca algo en su mesa de noche, vale ya sé que es, se acerca y une nuestros labios nuevamente.
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