Capítulo 8. Ten cuidado Jia.
Hola, apreciado lector, espero sigas, leyendo, apartir de aqui espero no te pierdas los capitulos. Espero tengas un buen dia o noche.
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1 Corintios 13:13: Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
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Nueve años después.
Corría a una velocidad increíble, siempre intento alcanzarlo, es difícil, pero no puedo renunciar, detenerme. En mi sueño, veo nieve, bastante.
—Espera. —Nunca veo su rostro. El chico llevaba una camisa blanca, pantalón negro, es alto, delgado, se ve fuerte, él se detiene, aprovecho el momento y llego detrás de él, con voz suave, él me habla.
—Te empeñas en controlarlo todo, pero... así no funcionan las cosas.
—Buscas sentirte libre. No tienes por qué correr —no tengo idea, porque le dije eso.
—Tengo mied... - su voz quedo pausada, porque...
—¡Ouch, Hasna!, pensé que te vería más tarde, recuerdo que te encanta dormir mucho este día.
Hasna me lanzo una almohada hacia mi rostro, es pesada, me levanto somnolienta, debido a que aún seguía soñando. Al voltear hacia mi ventana, veo que está lloviendo. Es una buena razón para volver a dormir.
—Buenos días, señorita dormilona, espero haya tenido un precioso sueño, ya es hora de levantarse. —Hasna se encuentra contra la pared de mi cuarto, trae puesta su predilecto pijama negra, ese color nunca la deja.
—¡Hasna! Porque me despiertas, justo ahora.
—Hay chinita de mis días. —Hasna se estira, se me olvida, que le gusta salir a correr, pero con este clima, no se puede, sin embargo, no suelta el teléfono -. Estás desperdiciando la luz del sol, buena vitamina D.
—Hasna, no hay sol.
—Ya habrá, en las noticias decían que sería corta la lluvia -ayer que se quedó en casa, pensé que se había ido a dormir luego, pero ahora confirmo que no, siempre mira las noticias.
—Ya es tarde, supongo.
—Supones bien. —En ningún momento ha soltado el teléfono, Hasna aloja una sonrisa.
—Es... guapo —no me gusta meterme en su vida, pero ya no puedo con la curiosidad.
—¡Que te puedo decir! —Hasna asintió, mientras empieza a sonreír como una niña en la dulcería —. Cámbiate Jia. Debemos salir.
—Me alegro por ti Hasna. —Ella deja su teléfono en la mesita de noche y se sienta a la par mía, me jala, hacía y ella, empieza a hablarme:
—Jia, algún día, alguien te escribirá, empezarás a conocerlo, aún no ha llegado el indicado.
—Hasna ya losé, no te preocupes por mí.
—¡Oye!, debo preocuparme, además —Hasna hace una pausa, buscando las palabras necesarias, luego continúa —: la belleza de una persona es su sonrisa. —Hasna me señala con su dedo, para seguirme hablando —. Tú tienes una encantadora sonrisa. Solo te vistes diferente.
—¡Que! Una vez, encantada, te pusiste uno de mis vestidos —seguramente ese día lo uso, porque no tenía que ponerse para ir a la iglesia conmigo, de seguro no le gusto. Mis vestidos me llegan a las rodillas, y Hasna es dos centímetros más bajo que yo, así que mi vestido le quedo más largo. Eso sí, era un vestido floreado negro, por lo menos era su color predilecto.
—Tu ropa no está mal, digo que a veces puedes cambiar algo.
—Hasna, ¿qué dice Proverbios 31:30?
—No lo sé, Jia, no me puedo los versículos de memoria.
—Entonces busca y lee. —Mi amiga busca en su teléfono y lee en vos alta.
—Engañosa es la gracia, y fugaz la hermosura. La mujer que venera al señor, esa será alabada.
—Hasna, la belleza es pasajera, la sonrisa es hermosa, ciertamente. Pero la mujer temerosa a Dios supera a todo.
—Comprendo Jia, pero puedes cambiar algo, para...
—No quiero hablar de ese tema. No cambiaré mi estilo parecido al tuyo.
—Sabes Jia, quisiera que la belleza durara para siempre.
—Bueno, en esta vida no. Solamente estará disponible en la eternidad. Además, la belleza no sirve cuando, solamente se fijan en ti por ser un hermoso rostro. Considero que cada persona, posee su propia belleza, a su manera.
Hasna se posiciona delante de mí, a la espera que continúe.
—No siempre tienes que ser una cara bonita, o un cuerpo escultural, la belleza de una persona, se puede desbordar, por diferentes cualidades, como; la fortaleza, el optimismo, la inteligencia, la paciencia, flexibilidad. La manera más amorosa de ser de cada persona, esa es su propia belleza.
Hasna se levanta satisfecha, antes de que salga de mi cuarto, le hablo:
—Has... —me quedo callada, hay temas que me cuestan, y temas que no me cuestan. Hasna al verme callada, se sienta delante de mí, agarrando mis manos.
—Escúchame Jia, somos amigas, y puedes tenerme confianza. Sabes que por poco y no vivo contigo. Cuando quieras hablar de algo conmigo, puedes hacerlo.
—Gracias, será después. —Hasna sonríe dulcemente, sale de mi cuarto, dejando en completa soledad.
Me levanto, estiro mis brazos, y le digo al día, buenos días. Me arrodillo para orar, luego me baño y escojo una camisa manga larga rosada y me pongo un overol tipo vestido, lo combino con unas botas, propias para la lluvia, al bajar margarita ya tiene el desayuno listo.
Margarita es amiga de mamá. Cuando papá o mamá no están, es ella quien se queda conmigo. Con Jian a la distancia, solo somos ella y yo, margarita se da cuenta de mi presencia y me habla:
-—Jia, tu mamá llamo. Regresa mañana en la noche. —No me gusta estar distante de mamá, pero es su trabajo. Conseguir cortinas de china, el cual estén bordadas, por una comunidad indígena, cuesta conseguirlo.
Mientras veo como lava unos platos, con ayuda de Hasna, tomo asiento y empiezo a probar el delicioso desayuno.
—Dijo tu madre, que te llamo, pero, lo tenías apagado.
—Es cierto, se acabó la carga. Lo dejaré cargando. Después le llamo.
—Niñas tienen planes para ahora —pregunta margarita a lo que Hasna responde.
—Sí, aremos cosas de chicas. —A traves del cristal de la ventana, solo quedan un par de gotas, afortunadamente, la tormenta a cesado.
—¿Qué es cosa de chicas? —cuestiona, y agrega —. Para mí siguen siendo niñas. Mejor quédense en casa —continúa con su charla:
—No anden detrás de niños. Están pequeñas, saben algo de mi vida —lo único que podemos hacer, es prestar atención a lo que margarita nos dice —. Cuando tenía su edad, entre los casi diecisiete, me decían; busca novio. O te dejará el tren. Me propuse en estudiar y dejar eso a Dios, si algún día llegara alguien a mi vida, seria porque Dios así lo quiso.
Margarita queda en silencio por momento...
—Y que paso. —Hasna no sabe que margarita tiene dos hijos. Por lo tanto, yo considero que le fue bien. Supongo que encontró al idóneo.
—Paso que llegué a mis 30 años y conocí a mi esposo, luego conformamos una familia y chicas. Espero que mi hijo mayor me dé nietos pronto.
—¿No estás muy joven para eso? —cuestiona. Lo cierto es que margarita tienen una bonita figura, sin embargo, ya tiene sus tantos años.
—Ciertamente no, pero gracias por tus halagos. Niñas debo irme, mi hijo regresa de la universidad, por sus vacaciones.
Una vez desaparece, Hasna se gira con una sonrisa hacia mí. No me gusta esa sonrisa.
—Que —es lo único que digo, mientras intento consumir mis alimentos.
—Como que, que, vámonos.
—Hasna, no quiero salir, mejor realicemos las tareas.
—No, señorita, tu cerebro necesita un descanso, así que mueve la ¡armadura!, y trae un abrigo, vamos a salir, mientras tanto, yo me cambio ropa. —Asiento sin más, luego de eso salimos al camino y le pregunto.
—Como se supone que vamos a ir al pueblo, si estamos lejos.
—Chinita, justamente le mandé un mensaje a Theo, el taxista, él nos llevará.
—En lo que viene, voy a ir a traer más dinero, llevo poco.
—No te preocupes, el taxi, lo dividiremos.
Salgo nuevamente a casa y una vez estoy adentro, agarro más dinero, veo mi colección de burbujas, siento la necesidad de llevarme un bote con forma de corazón, lo llevo a mi mochila con forma de estrella. Antes de salir nuevamente, digito la contraseña de seguridad, si alguien entrara se activaría una alarma, según lo que dijo papá.
Esperamos unos minutos, hasta que el taxista llega, el camino es largo, veo que Hasna mensajea animada, de pronto me dice que ponga la mejor sonrisa y me abraza para tomarnos una selfi. Luego llegamos.
—Y bien, adónde vamos, amiga mía.
—Recuerdas el chico del que te hable, el que trabaja en el centro comercial vendiendo equipos de deporte —intento acordarme, hasta que mi foco se enciende.
—Ha... Se me olvida su nombre, que pasa con él.
—Se llama Allan, el caso es que me escribió, me obsequiara algo. Luego veremos que hacemos.
—En primer lugar, no quiero ir allí, segundo creo Alfie y Farid, quieren llevarnos a un lugar.
—No, de eso nada, no hay que discutir, será un momento.
Cedo porque cuando Hasna se propone algo, no hay quien la detenga, llegamos al centro comercial, en lo que caminamos, veo a Asher y a Melody tomados de la mano, al parecer hoy no es mi día, Hasna rápidamente me toma de la mano y casi me arrastra.
—Hasna descuida, puedo soportarlo —digo a lo que ella responde.
—Entonces no te les quedes viendo —como si mirar, hacia cualquier lugar fuera un delito, subimos al ascensor. Llegamos a la zona de deporte, entramos al lugar, veo al chico, ajustar su traje, acomodar su cabello y le regala una bella sonrisa a Hasna.
—¡Hola Hasna!, qué alegría la de mis ojos, ver tu hermoso rostro, mi día empieza a mejorar con tu compañía.
—¡Gracias por los halagos! Allan te presento a Jia. —Hasna me señala, le sonrió al chico aparte de eso, me dirijo a él.
—Mucho gusto.
—El gusto es mío, señorita —responde caballerosamente, luego dirige su atención a mi amiga.
—Hasna, me sentiría dichoso que aceptes una cita conmigo, tú escoge el día y hora -se lo dice con ternura, en serio está ilusionado con mi amiga.
—De acuerdo, Allan.
—En vista de que estoy en horas laborales. No podría salir ahora. Aprovecho para entregarte esto, por un cumpleaños atrasado.
Le entrega una bolsa de regalo. Hasna empieza a verlo lo que contiene, sacando una patineta.
—¡No inventes! ¡Allan! ¡Como la conseguiste, son únicas! ¡Ya casi no las fabrican!
—Me puse en contacto, con un amigo, son de colección, sé que te encantaba usar de esta marca, en tu infancia.
Me siento un poco mal, al saber que yo le regale un aro de luz, en mi defensa es bonito, y mamá lo escogió, en un viaje a China.
Nos despedimos de Allan, en el camino hacia el parque, Hasna no ha parado de habla del chico, le digo que no valla muy aprisa con él. Que lo conozca y que lo deje en las manos de Dios.
Llegamos, Hasna estrena su patineta, me muestra un par de saltos, en lo personal no me gusta, soy muy torpe para esas cosas.
—Jia viste ese salto, quiero que lo intentes.
—Hasna es tu regalo. Además, seguro me desarmo toda, al intentarlo.
—Hummm-hum. No lo sabremos si no lo intentas —quedo perpleja, considera que debo ver si me desarmo.
—En serio, quieres ver si quedo tendida en el suelo.
—No quise decirlo así. Debes dejar ese miedo, debes practicarlo para saber si eres mala en esto.
Ella me extiende la patineta, lo agarro e intento hacer lo que Hasna hacía, agradezco que me lleve de la mano, mientras voy sobre la patineta. De pronto empieza a soltarme.
—¡Hasna, no me sueltes, voy a caer!
—Claro que no, anímate, necesitas equilibrio tu sola, esto es mejor que una bicicleta, es más, te enseñaré este salto. —Rápidamente, me suelta y le entrego la patineta y da un salto dejándome sorprendida, es imposible que yo realice ese salto. De pronto un grupo de chicos pasan a nuestro lado, uno de ellos le dirige un par de palabras a mi amiga.
—Adiós, princesita oscura. Lindo color —dijo uno de los chicos con burla y desdén.
—¡Dejad de criticarme! ¡Si no has visto las estrellas, yo puedo hacer que las veas, ahora! —agarro la mano de Hasna y la alejo de la escena. El chico empieza a reírse, es mejor evitar problemas.
—Tranquila, respira un poco. —Su respiración es acelerada.
No entiendo por qué la determinan, mi amiga lleva una falda negra y mayas de rejilla, camisa negra, botas de cuero y chaqueta de color negro, no significa que es oscura. Mi amiga tiene un hermoso semblante y gran corazón, además no se maquilla con colores oscuros, su blanca piel no necesita de eso. Claro que tiene color; sus mejías se han tornado como el tomate.
—Sabes una cosa, llevo muchos años lidiando con eso. Mejor sigamos
—Ni de broma Hasna, eso no lo puedo hacer.
—Debes soltarte un poco y deja de tener miedo.
Acepto, doy un gran impulso, saliéndome del parque, intento detenerme, pero el nerviosismo no me deja, las piernas me flaquean, justamente estoy por llegar a la acera de la calle y hasta ese momento experimento la adrenalina ¡voy a caerme!, de pronto un carro pasa de la nada deteniéndose, me golpeo contra la ventana del carro.
—¡Chinita, cuidado!
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Hola, Hola, espero hayan llegado hasta el final de este capítulo.
Si te gusto alguna parte, comenta, me gustaria ver tu opinion, y si te gusto apoyame con una estrellita.
Esperemos que en el otro capitulo, Jia se encuentre bien.
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