Capítulo 12. Una rosa por una sonrisa.
Es una sensación extraña, mi alrededor se siente dulce, el chico no dice nada, ni una palabra se escapa de sus labios, es casi imposible derribar el muro silencioso, no sonríe, tiene la seriedad de un adulto. De pronto quita su mirada y se marcha sin decir a dios, a provecho y le digo.
—¡Gracias! —silencio es la respuesta.
No me doy por vencida, y corro lo más rápido, posicionándome delante de él y le extiendo una rosa, mis manos están temblorosas. La rosa es de color rosado. Y con la mayor sonrisa espero que la acepte.
Ambos nos quedamos callados, mirándonos. A veces la vida me parece un rompecabezas, debemos hallar las piezas necesarias. Este chico parece una cajita de piezas, no entiendo su expresión, será desagrado, seriedad, confusión. Sus ojos no dicen nada.
De pronto acepta la rosa.
Solamente asiente con la cabeza y veo como se aleja y pasa a mi lado, y antes de doblar la esquina del pasillo, veo como lanza la rosa al basurero. De acuerdo, fue mala idea regalarle un rosa, quizás sea alérgico, o no le guste.
No me queda más que aprovechar el tiempo restante, me ducho, para asistir a la clase de Literatura. No puedo enojarme por lo que hizo, el error fue mío.
***
Por suerte mi herida está bien, el golpe no me afecto en nada. Salgo de los vestidores, avanzo con la mayor agilidad posible, arreglo el cuello de mi uniforme, paso las manos sobre la tela como si eso pudiera quitar un poco las arrugas.
Una vez en la clase de Literatura, dispongo a tomar mi Tablet, bajar el brillo y colocar mis gafas, y estar a la espera de la profesora. "Caminos distintos", libro el cual se poco. De pronto la señorita entra a la clase, sus zapatos resuenan mientras avanzan hacia su escritorio, ella saluda amablemente, luego empieza a proyectar, buscando la presentación del día y ¡BUN!, aparece el desarrollo programado, hoy no es mi día, recitaremos partes del libro.
—Buenos días, como ven en la proyección, declamaran partes de la lectura de memoria, recuerden las partes que más haya captado su atención.
De la nada alguien abre la puerta lentamente, dejando ver la figura del chico con el que choque hace un momento, es alto, ni tan delgado ni musculoso, para ser adolescente es muy serio, eso a futuro le ayudará, así no tendrá muchas arrugas cuando sea anciano.
—Buenos días, señor Eboli —dice la maestra enfocada en él, ahora que lo veo, todos han fijado sus ojos en él, hasta yo nuevamente. El chico ajusta un poco su uniforme, está algo arrugado, al parecer no soy la única que lo planchó con sus manos.
—Por favor pase adelante —invita la señorita, mientras ajusta sus gafas.
—El director me envió el mensaje, anunciando su llegada —la señorita le explica, y sonríe con educación. —Clase ayuden en lo que puedan al señor Eboli.
—¡Señorita!, creo conveniente que el nuevo, se presente como es debido — dijo Deysi, una compañera rubia platinado rizado, de ojos azules. La sonrisa que le ofrece al chico es más que encantadora, pero él no le presta importancia.
La señorita invita al chico a pasar adelante, él termina de ajustar su corbata, dejándola fijamente en su lugar. Pasea la mirada sobre todos nosotros, es como si estudiara rostros, de pronto fija su atención sobre la compañera que lo invito a presentarse, luego habla.
—Aryeh Eboli Ecanti, un gusto —dice con voz baja y sombría.
No espera que nadie le pregunte nada, simplemente decide alejarse de la escena y toma asiento, a la par mía, puesto que era la única silla disponible.
Veo que coloca su mochila en el suelo. De pronto sus ojos color miel me toman desprevenida, le sonrió, y por un microsegundo parecía que las comisuras de sus labios se curvarían hacia arriba, para sonreír. Pero no fue así.
—¿Cómo se llama el libro? —es su pregunta.
—Pensé que era mudo.
—Siento causar molestias, muñeca —su voz es firme, y me extraña que me diga muñeca, nunca alguien me ha llamado así. Por un momento creí que se me caía la mandíbula del asombro, como en las caricaturas.
—Disculpa, no entiendo.
—Intento ser amable.
—¡Amable!, tiraste las rosas al basurero, ni siquiera espero a que yo me retirara.
Alargó su mano para ver mi Tablet, y supongo leer el título, pero soy más lista y la levanto en el aire, tiene que responderme. No me gusta su actitud.
—¿Cómo te llamas? —me pregunta. No respondí a lo que agrega. —¿Tu nombre?, de acuerdo, te seguiré llamando muñeca.
—Soy Jia, el título de la obra es Caminos Distintos, escrito por Antoine Espino.
—Gracias, tú en lo tuyo, y yo en lo mío.
—¿Como te llamas tu? —ignoré lo anterior e interrogué. Elevo un poco sus cejas, con cara de confusión, es obvio que lo sé, pero quería escucharlo, y que se presentará delante de mí.
—Llámame Charmy. Jia. —dijo de una manera que mostraba confianza y agregó —. Que no te sorprenda, es fácil saber que eres lista, buena persona. Te gusta hacer lo correcto. Me gusta esa clase de personas. Entonces llámame Charmy.
Lo mire fijamente, estaba entre confundida, era directo, en un momento parecía socialmente amigable, pero en otro es como si no quisiera hablar con las personas. Parecía una persona distinta, acaso sería...
—No soy bipolar si te lo preguntas —me dijo. Era justamente la palabra que tenía en mente —. Por último, deduzco que crees en Dios.
—¿No crees en Dios, Charmy?
—No voy a responder algo que puedes adivinar.
Lo dijo como si fuera lo mas obvio, pero algo me decía que en parte podría creer, y en parte no. En realidad, yo no conocía quien era ese chico. Le diría muchas cosas hasta que...
—¡Señor Eboli! ¡Señorita Hou! En vista de que han tenido el tiempo suficiente de hablar en clase, no respetando a los demás, por favor levántense y pasen al frente a recitar —dijo la señorita.
Se me erizo la piel, y por un momento quería que la tierra me tragase. El aula me pareció ser lejano. Nunca me habían llamado la atención enfrente de todos. Me arme de valor y me pare firme, mostrando seguridad, no iba a permitir que Charmy se burlara de mi en su pensamiento.
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Katt, les saluda.
Espero estén bien queridos.
Besos y abrazos a la distancia. Espero hayan disfrutado otro capitulo.
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