Capítulo 1. Visita.
Hola, Hola apreciado lector. Iniciamos con el primer capítulo, "será un poquito largo", no siempre será así, por ahora. Espero no aburrirte.
Veremos un poco de la niñez de nuestros protagonistas.
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Génesis: 9:12: Y agrego Dios: Esta será la señal delpacto que establezco con vosotros y con todo ser viviente que está con vosotros,por siglos perpetuos. 13. Pongo mi arco iris en las nubes, que será la señaldel pacto entre mí y la tierra.
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Hermosos pajaritos alegran mis oídos, cantan una melodía preciosa y suave, mis sentimientos son una revolución al escucharlos, es más que escuchar un violín o un arpa, me gusta, a eso le agrego la brisa suave revolviendo todo mi cabello; mis mechones blancos revolotean por el viento, aparte de eso estoy agitada, corro lo más que puedo, es sin duda, paz la que experimento.
Gallarda naturaleza impacta mi visión, me pregunto cómo Dios, saco mucha imaginación, para crear diferentes colores, formas, olores y sabores, es bonito visualizar su naturaleza, a veces el tiempo no deja apreciar cada detalle, pero es digna de admirar.
Una vez llego a mi destino empiezo a escalar un árbol de jocote lo más rápido, porque mi primo es muy veloz. Veremos quién de los llega primero hasta subir por las ramas. Siempre jugamos cuando vengo de visita, y aquí estoy arriba del árbol, por qué ¡gane!
Levanto mi rostro nuevamente y sé que él está allí, observando desde lo más alto de los cielos, nos ama, como a la niña de sus ojos, parecidos a él somos.
Todo lo que origino con su voz es hermoso, cada rosa, margarita, jazmín, tulipán, y diferentes plantas que adornan la tierra, su creación es fresca, agradable, aseguran su grande amor. Fijan su gran inteligencia y su dominio sobre la tierra, con su voz separo las aguas de la tierra, también la lumbrera menor y mayor. Es dichoso saber que embarro sus preciosas manos en barro para crearnos a imagen y semejanza suya. Génesis 2:7.
— ¡Jia, por favor! ¡No te subas más arriba, puedes caer! —mi primo me habla, dejo de lado mi preciosa vista. Me giro para verlo.
— No te preocupes Raúl, puedo escalar muy bien, acuérdate que tú me enseñaste —le contesto porque es verdad.
Mi primo es el único que juega conmigo siempre que vengo a visitar a los abuelos, es extremadamente protector, recuerdo la última vez, corríamos a toda velocidad, y como toda niña despistada me caí de boca, me lastime la rodilla, y mucha sangre fluía, al final me llevaron al médico, en ningún momento Raúl me abandono.
— Raúl, quedemos un rato más, pásame la cámara, quiero tomarle una foto al arco iris, quiero enseñarles a mis amigos las fotos, ¡por favor! —le digo, mientras pongo los ojitos más chinitos para que nos quedemos.
Mi primo Raúl, es como una tarde de sol, los ojos de un café profundo, su piel de color moreno, el cual me gusta; sus pestañas largas y cejas espesas. Y su sonrisa es hermosa.
—Está bien Jia, pero si nos regañan, por llegar tarde, le dices a todos que fue tu idea, a ti no te van a decir nada —me dice, mientras me pasa la cámara.
Raúl cruza sus brazos con seriedad, siempre dice que soy la favorita de los abuelos, me cuesta verlos por la distancia, así que cuando los visito, recompensan el tiempo perdido, sé que nos aman por igual.
—¿Por qué crees que a mí no me van a regañar?
—Eres como un copo de nieve frágil, te miman siempre que pueden —mis abuelos me consideran así por mi Albinismo, la única integrante de mi familia con ese trastorno genético.
Mi madre siempre me viste con suéteres, protegiéndome de los rayitos del sol, así no queman mi piel, de momento ando con una falda short y camisa de tirantes, debido al clima tropical visto así, además el sol ya no es fuerte.
—Te recuerdo que somos unos chiquillos, hasta a ti te miman —le digo, a Raúl se le olvida que tenemos ¡ocho años!, a veces él se comporta como un hombrecito adulto, pero dada su estatura está lejos de parecer un adulto.
—Apresúrate, tengo que tomar agua.
— ¿Acaso temes ir tú únicamente?
—¡No!, solamente es .... yo seeee... que sois miedosa, no te pienso dejar sola.
Recuerdo la última vez, estaba viendo unas caricaturas, estaba tan enfocado y abrazaba una almohada con mucha fuerza, no se dio cuenta que yo estaba a la par. Cuando me vio, Raúl casi salto y me abrazó.
—Está bien Raúl, me gusta el arcoíris, me recuerda la promesa...
—Jia, losé, no eres el único cerebro de la familia —lo dice con gracia.
—Raúl, yo no soy ningún cerebro, únicamente me gusta leer.
—Los abuelos nos dicen que sigamos el ejemplo de Jian y Jia —Jian es mi hermano mayor por cuatro años, a su corta edad es muy alto.
—Raúl, yo solo estudio, de allí mis buenas notas, nadie nace sabio, vámonos, también quiero tomar agua.
Antes de dar el primer paso vemos a un lado un columpio, la base está hecho de un tronco de árbol, está atado a las ramas de un árbol de marañón.
El abuelo lo hizo para sus nietos. Justamente hemos venido a visitar al abuelo porque está muy enfermizo, dice mamá que su corazoncito ya está cansado.
El día de ayer lo primero que hicimos con mamá fue ir adonde estaba mi abuelo, al hospital, allí lo vimos en una cama, con oxígeno y aparatos conectados.
Mamá me dijo que, por medio de eso, observaban los ritmos de su corazón, era muy de mañana, al parecer fuimos las primeras visitas del hospital, yo aún llevaba mi piyama de dibujos de burbujas, debido a que ni tiempo de cambiarme me quedo.
Aún abrazaba mi peluche de conejo mi animal favorito, mientras mamá me cargaba en sus brazos. Cuando llegamos lo primero que hicimos fue orar.
Mamá acariciaba la mano de mi abuelo, en su oración ella le pidió a Dios que curara a mi abuelo, pero si no, que de igual manera se hiciera su voluntad, y si eso implicaba poner fin a la vida de mi abuelo para que dejara de sufrir, que se hiciera, y en el nombre de Jesús nuestro salvador termino de orar.
Ella me explico que siempre debemos esperar a que Dios realice su voluntad, por lo tanto, debemos ser fuertes.
Nos quedamos hasta el mediodía, íbamos a irnos cuando apareció el doctor, he informo que el abuelo ya no corría peligro, el médico aseguro que de seguir bien le darían el alta pronto.
Ahora mi mamá fue a traerlo, hemos aprovechado el tiempo con Raúl y antes que se acabe el viernes empezamos a correr, el primero que llegue se mecerá en el columpio primero.
Al parecer yo estaba enfocada en mis pensamientos de ayer, y Raúl se esmeró más al correr, a tal punto de llegar más luego que yo, ahora sonríe al ver que ha ganado.
—Tu cara es muy graciosa cuando alguien te gana Jia.
Raúl se hace a un lado invitándome a tomar asiento en el tronco, se posiciona detrás de mí y empieza a darme vueltas, cuando la soga ya está enrollada me suelta, toda la vegetación gira, luego de eso me mece, mi cabello estás muy alborotado. Mi turno termina, y ahora soy yo quien mece a Raúl.
Una vez acabamos, salimos caminado cuesta arriba, un hermoso manantial nos espera, mi parte favorita de venir al campo es admirar la naturaleza, me gusta sentir la briza suave. Es un país caluroso por lo que llegar al manantial es felicidad por lo fresco. Una peña está situada a la par del manantial, de allí brota agua, se retiene en una pileta que mi abuelo formo para tomar con más facilidad el agua, cortamos hojas para beber, cuando la llevo a mi boca, se siente fresca y pura.
—Jia, algún día espero visitarte, le pedí a mi mamá un libro para practicar tu idioma —Raúl siempre ha querido visitar mi hogar, él está emocionado en conocer algún día la nieve, y hacer muñecos.
—¡Si Raúl!, algún día, le he dicho a mamá que te lleve de vacaciones, pero me dice que eres muy pequeño para viajar.
Raúl me regala una sonrisa mostrando sus hoyuelos, procedemos a caminar a la casa de los abuelos, recorremos un camino rodeado de árboles de; jocotes, marañón, aprecio las hortalizas que cultivan mis abuelos.
Llegamos a un río pequeño, queda a mediación del terreno de cultivos, cruzamos saltando unas rocas que están de camino para no mojarnos.
Al llegar veo todas las macetas el cual contienen diferentes tipos de flores como; Hortencias, flores chinas, rosas, margaritas. Entramos y de pronto mi sentido olfativo detecta algo.
Raúl y yo rápidamente captamos de donde proviene dicho olor, empezamos a recorrer los pasillos de la casa con felicidad. Al llegar vemos a nuestra abuela colocar en la mesa una quesadilla recién horneada, a Raúl y a mí se nos hace agua la boca, no solamente de ver la quesadilla, vemos sobre la mesa un, tres leches, recién calentito.
—Mamita —así le llamamos todos los nietos a la abuela.
—Yo, llegue primero, así que merezco la parte más grande de quesadilla y de tres leches— es una costumbre que tenemos yo y Raúl, el que vea más rápido el platillo tiene derecho a la porción más grande.
—¡Eso no es justo Raúl! , ¡llegamos por igual! — eso da inicio nuestro pequeño estudio para ver quien merece la parte más grande.
La abuela en vez de detenernos se empieza a reír de nosotros, ambos giramos nuestras cabezas al mismo tiempo para ver a nuestra mamita, se dirige a nosotros y nos habla con ojos llenos de ternura.
—Mis preciosos bebés, no se preocupen, la quesadilla y tres leches alcanza para todos, se ven tan adorables; pero la comida se comparte por igual. Es sagrada, no es motivo para pedir más o menos.
Nuestra mamita acaricia nuestras mejías, sus manos son muy cálidas, continúa hablándonos con vos pasiva y dulce.
—El abuelo ya se siente un poco mejor, cuando venga a la mesa no realicen mucho ruido, es malo para su corazoncito, de acuerdo.
—¡Sí! —decimos al mismo tiempo.
La abuela nos dice que antes de comer, procedemos con nuestro pequeño culto familiar, consiste en cantar himnos para Dios, y terminar con un estudio de su palabra y oración, dando gracias por que otro día más ha pasado.
Pasamos a la pequeña sala, todos mis primos y tíos empezamos a cantar. El abuelo con pocas fuerzas brinda un estudio sobre los jóvenes Sadrac, Mesac y Abed-nego, del libro de: Daniel 3. La fe de los jóvenes se puso a prueba, debido a que el rey Nabucodonosor, les dijo que adoraran una estatua de oro. Los jóvenes con toda su fuerza le dijeron al rey, "Sepas que no adoraremos a tu Dios, ni la estatua que has levantado", el rey se enfureció y mando a calentar 7 veces más de lo común el horno, al final los tres jóvenes son protegidos y salen ilesos.
***
Todos nos sentamos en el comedor, ya estando allí procedemos a orar y dar gracias por las bendiciones que están sobre la mesa, una vez terminamos procedemos a comer, mi tía Andrea, la madre de Raúl, habla.
—¡Rosa!, pensé que ya nunca ibas a cruzar estos lugares, como ahora llevas una vida más cómoda. —lo dice con vos dura, mi madre se fue del país cuando tenía 15 años, lucho mucho, ella siempre visita a mis abuelos, nunca se ha olvidado de ellos.
—Hola hermanita, siempre los visito. No tengo por qué darte explicaciones de mi vida, pero mi esposo y yo trabajamos mucho, el dinero cuesta que llegue a las manos.
—Que intentas decirme, ¿Me estás acusando de algo? — lo cierto es que mi tía nunca trabaja, pero si ocupa lociones costosas.
Mi abuelo siempre la aconseja respecto a su vida. Una vez se olvidó de ir a recoger a Raúl a la escuela, pero poco le importo a ella. Según lo que me comento Raúl fue un día muy mal para él.
—¡Por supuesto que no!, Andrea, sabes a pesar de nuestras indiferencias, eres mi hermana y no te guardo rencor, pero al parecer a ti, no te basto con quitarme mí... sabes una cosa no me quieres hacer ver como una hija desinteresada — exclama alterada.
A esta etapa de la conversación el corazón de mi abuelo bombea fuerte, todos nos quedamos estáticos observado a ambas.
—¡Basta! — la voz del abuelo un llamado de atención.
Un señor con unas cuantas canas, ojos idénticos a los de mi madre, siempre se dedicó a la agricultura, por obras de Dios, fe y esfuerzo, llego a obtener muy buena tierra. Mi abuela trabajo a su lado con toda su fuerza, derramaron muchas gotas de sudor, su historia es triste, sus padres les dieron la espalda sufriendo hambre, no por mucho tiempo, trabajaron de sol a sol, en más de una ocasión un par de lágrimas bajaron por el rostro de mi abuela, al contar su historia, pero sabían que Dios estaría con ellos en todo momento.
—¡Por favor!, no se guarden rencor por cosas de niñas pequeñas, Andrea, tu hermana se marcha pasado mañana, la marea debe parar. Espero se puedan amar, son la misma sangre y carne — el silencio toma posesión por unos segundos bajo un tenso ambiente.
—Por cierto —mi abuelo le habla a mi mamá —. Rosa como está mi yerno Qiang. —Y con eso todos volvemos a tomar el tenedor al mismo tiempo.
—Papá, él está muy bien, hace poco consiguió un mejor empleo, tendrá más obligaciones.
—¡Oh!, que buena noticia, cuando venga en otra ocasión, le informas qué por favor, revise la computadora de los cipotes —"cipotes" así nombra mi abuelo a mis primos.
En total son cinco, pero solo Raúl juega conmigo; Omar, Carlos y Marcela son hermanos, hijos de mi tío juan, y Laura es hija de mi tío Luis, en ocasiones mis primos me dicen que soy la niña más pálida del mundo.
—El área de la informática se le da muy bien, él siempre me lo ha dicho, y también me le dices al capitán que por favor verifique mi reloj cuando venga.
"Capitán" así llama mi abuelo a mi hermano Jian, siempre que puede le arregla el reloj, es muy bueno armando cosas, en realidad por pertenecer a una escuela con herramientas para armar aprendemos.
Una vez terminamos yo y Raúl ayudamos lavar los platos, o más bien a intentarlo. Pasados los minutos me encuentro en mi habitación, los abuelos la preparan solamente para mí, en más de una ocasión me han dicho que si algún día quiero vivir con ellos por algún motivo, está siempre será mi casa.
***
Me despierto con pereza, me baño, mamá me dijo que iríamos a la iglesia y que mañana nos iríamos temprano para nuestra casa, un largo camino en avión. No tengo ropa, así que espero a mi prima Laura, ella me prestara un vestido.
Luego de unos minutos ella aparece.
—Toma —Laura me pasa un vestido, ella es muy bonita. Lleva un vestido color oro, acampanado.
Es más alta que yo, su cabellera es larga, castaño suave, mejías rosáceos. Tiene un par de espinillas en el rostro, pero eso no la opaca.
—Gracias Laura —le digo alegre, ella solo me observa y se limita a dibujar una media sonrisa, sale a paso rápido de mi habitación. Una vez mamá me peina, salgo hacia la sala, en la espera a que mamá termine de alistarse.
—Buenos días Jia —la voz de mi abuelo me sorprende, pensé que no iría a la iglesia.
—Buenos días. Abuelo, ¿qué haces fuera de la cama? —cuestiono, el abuelo sonríe. Recuerdo que mamá me comento que el doctor le receto reposo.
—Si mi corazón dejara de latir, hasta ese día dejaré de caminar con Dios pequeña. Algún día lo entenderás.
Mi abuelo me abraza, él es muy lindo conmigo. Por videollamadas siempre hablamos, todos los días, a veces es corta su llamada, él siempre me pregunta cómo estuvo mi día.
Nos reunimos afuera, subimos a un auto, yo me voy con mi mamá; el abuelo y la abuela.
Raúl acompaña a los otros tíos. La mamá de Raúl no asiste a la iglesia, siempre oramos por ella, y también para que deje el vicio de fumar cigarrillo eso es malo para sus pulmones.
Mi abuelo conduce el coche, mamá le dice que ella puede manejar, pero él rotundamente se negó. En el camino veo que no nos dirigimos a la iglesia, tomamos una ruta diferente, mi abuela explica que antes ellos estaban dando un estudio a un matrimonio.
Las personas encantadas lo recibían; sin embargo, no querían compromisos, uno de los problemas que se presentaban era el sábado. Recuerdo la historia de mi abuelo; en sus tiempos de juventud, relataba que no podía guardar el sábado conforme al mandamiento. Porque en sábado ganaba más dinero, pero una vez se dio cuenta de la importancia, porque si con un mandamiento que se quiebre es como quebrar todos según Santiago 2:10. Es de sostenerlos todos. Además, a través de eso el ser humano manifestar su amor. Juan 14:15. Es un día especial porque se fundó como un día de reposo. Fue un regalo de Dios para la humanidad, obra de su amor.
Al bajar veo una pequeña casa de ladrillos; ventanas de balcón, puertas de madera, rodeado de macetas con flores al rededor, una señora y un señor salen al encuentro, mi abuelo se apresura y les da la mano, mi abuela hace lo mismo.
—Hola pequeña. Buenos días, soy el señor Ricardo.
—Buen día, señor Ricardo, Dios le bendiga —le hablo.
Doy la mano a ambos señores, ellos gustosamente la estrechan y me sonríen, una vez terminada las presentaciones, realizamos un pequeño culto, mi abuelo toma el liderazgo.
Mis abuelos les hablan a los señores sobre el bautizo, así como Jesús dio el ejemplo, se debe bautizar. Mis padres me explicaron que si yo algún día acepto a Jesús, debo bautizarme. Me dejaron en claro que tiene que ser mi elección. Según lo que entiendo la salvación es individual. Pasado la mañana procedemos a irnos. Pero la señora de la casa nos detiene.
—Por favor quédense, no es la gran cosa, humildemente pueden almorzar con nosotros. —mi abuelo le sonríe a mi abuela, buscando aprobación, mi abuela asiente.
—Encantados nos quedamos, la mejor comida siempre es buena de una mesa humilde.
De pronto un niño de mi estatura se acerca, nunca lo había visto, toda la mañana solo observe a los señores de la casa.
—¡Omar cielo! ¡Qué alegría que vinieras a visitarnos! —La señora procede a abrazar al niño, lo llena de besos en el rostro, el niño se ríe.
—¡Oh! ¡Les presento a mi nieto, Omar! Él nos acompaña este día.
El cabello del niño es negro profundo, piel ligeramente bronceada, con unas cuantas pecas alrededor de su rostro, él saluda a todos con un apretón de mano, cuando llega a mi dirección hace lo mismo.
—Hola —me dice sin dejar de mirarme.
—Hola —le respondo.
Los señores nos dicen que esperemos un momento para que ellos coloquen la mesa. El niño genera confianza, me invita al jardín de su abuela, pido la aprobación de mi mami, ella con un asentimiento en la cabeza me da permiso.
Omar me guía hacia unas macetas, de pronto veo una mariposa, extiendo mi mano y la mariposa asienta en mi palma, es muy hermosa, de diferentes colores parecidos a un arco iris, la palma de mi mano se cierne de su color, de pronto alza su vuelo
—No la dejes ir— exclama el niño.
—Tiene muchos colores — le digo.
—¿Hace un buen día, no lo crees? —cuestiona.
—Ahora que lo veo, sí — le contesto, la mariposa agita sus alitas. Se pierde mientras la corriente del viento la envía hacia el campo verde que se extiende adelante.
—Eres bonita.
—Gracias. Pero no tengo color.
—No lo necesitas.
—Sabes tengo una libreta de dibujos. — ¡Oh!, es dibujante, seguramente será excelente pintor a futuro, talvez un Leonardo da Vinci —. Aunque sigo aprendiendo.
—Me gustaría dibujar este momento, el día en que conocí a una niña albina —una voz nos interrumpe, es su abuela.
Ambos corremos a lavarnos las manos, nos acercamos a la mesa, oramos por la bendición de los alimentos, mis abuelos hacen sala, mientras degustan la comida.
El momento de marchamos llega, el niño se queda a la par de sus abuelos en la entrada, agita sus manos a lo lejos, mientras nos alejamos me pregunto. ¿Hasta cuándo lo veré?, espero sea pronto, es un niño amistoso.
***
Las hojas del calendario marcan los días, otro día más a pasado. Unos golpes en mi puerta se escuchan, dejando pasar la imagen de Raúl, sonríe y veo que tiene algo entre sus manos.
—Hola Jia, te traje algo, sé que mañana te irás muy temprano, espero te guste. — Raúl me pasa una bolsa de regalo, al ver el contenido, una gran sonrisa se esparce en mi rostro, encuentro unos recipientes con formas de mariposas, estrellas y conejos. Contienen el líquido para hacer mis preciosas pompas de jabón.
—Gracias Raúl, sabes que me gustan hacer burbujas.
—De nada Jia, las vi en el mercado, por lo que dije, seguramente le gustaran a mi primita, decidí comprártelas — siempre me trata como una hermanita.
Raúl se sienta conmigo en la cama, me dice que tiene nuevos compañeros en su clase, a medida que pasa el tiempo me relata sus sucesos, como el día en que uno de sus compañeros le lanzo jugo de tomate sobre su camisa, me comento el que el también hizo lo mismo, al final a los dos les pusieron disciplina para que no volvieran a repetir la pelea.
Un pequeño bostezo sale de mi boca, ya es muy tarde, mis ojos ya se sienten pesados, Raúl al verme con sueño se despide con un gran abrazo.
—Ten un buen viaje Jia. — El abrazo termina acompañado de tristeza al saber que mañana ya no estaré aquí, pero guardamos a la esperanza de vernos para vacaciones o para fin de año.
***
Al llegar al aeropuerto esperamos unos minutos, mamá empieza a sacar los boletos del avión, muchas personas van y vienen, unos con cara de tristeza; otros con cara de odio, felicidad, amargura, en fin, cada rostro lo detallo y me pregunto como Dios puede crear humanos diferentes, con rasgos parecidos, pero nunca iguales, a acepción de algunos gemelos; pero, nunca se comportan igual. Subimos al avión. Dejo que mis ojos se cierren lentamente. Al despertar veo nuestro destino.
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Es un capitulo extenso, espero no haberte aburrido. Ten un buen día. Los primeros capítulos serán de la infancia de Jia. Después viene la adolescencia.
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