🍷Capítulo 22🍷
Después de un rato, Jungkook terminó de preparar el desayuno. Todo lucía delicioso, y el aroma de las tostadas recién hechas me despertó un antojo irresistible. No tardé en empezar a comer con entusiasmo.
—¿Siempre que tienes hambre comes así? —preguntó, divertido, observándome con una sonrisa ladina.
—Es que tengo antojo, y todo está delicioso. Eres muy bueno en la cocina, Kook —respondí entre bocados, sin poder ocultar mi satisfacción.
—De hecho, soy bueno en todo. No hay nada que me salga mal —su tono era despreocupado, pero había un brillo de orgullo en sus ojos oscuros.
No pude evitar reír ante su comentario. A veces me recordaba a Jin, quien cuando éramos más pequeños se creía inalcanzable. Todas las chicas del orfanato suspiraban por él, y Jungkook tenía ese mismo aire de confianza que lo hacía aún más irresistible. Su apariencia tampoco ayudaba; sus ojos negros parecían atraparte, su cabello se veía increíblemente suave y su físico... bueno, parecía esculpido por los mismos dioses.
—Oye, sé que soy muy guapo, pero ya deja de mirarme así —dijo, interrumpiendo mis pensamientos con una sonrisa satisfecha—. Tienes que alimentarte bien, ya que por mi culpa estás débil.
—No es tu culpa, Kook —repliqué suavemente—. Además, me gustaba mucho cuando te alimentabas de mí. Se sentía... increíble.
Jungkook se quedó en silencio por un momento, su mirada estaba fija en la mía, intensa como siempre.
—Lo sé —respondió al fin, con voz baja—. Pero no debí hacerlo. Casi te vuelves adicta a mi veneno. Me encantaba tenerte bajo mi control... pero me gusta más cuando te haces la difícil.
Me sonrojé un poco ante su confesión, pero sonreí mientras seguía comiendo. A pesar de todo, era cierto que me hacía sentir cosas que nunca había experimentado antes.
Después del desayuno, Jungkook me tomó de la mano y me guió hacia la playa. El cielo estaba despejado, y la brisa salada acariciaba mi rostro con suavidad. Caminar junto a él se sentía como un sueño, uno del que no quería despertar.
—Es extraño que no haya nadie más por aquí —comenté mientras miraba a mi alrededor. La arena estaba completamente intacta, sin huellas de otras personas.
Jungkook soltó una leve risa y apretó un poco mi mano.
—Eso es porque esta playa es privada —dijo con tranquilidad—. Me pertenece, y las personas no pueden entrar sin mi permiso.
Lo miré sorprendida.
—¿En serio? Wow... entonces podemos estar aquí todo el tiempo que queramos sin que nadie nos moleste.
—Exactamente —respondió, guiñándome un ojo—. Este es nuestro lugar.
Me quedé en silencio por un momento, dejando que sus palabras se grabaran en mi mente. Sentir que tenía algo solo para nosotros me hacía sentir especial. Caminamos descalzos por la orilla, disfrutando del sonido de las olas.
Jungkook se detuvo de repente y se inclinó levemente hacia mí, colocando su mano sobre mi vientre con una expresión de asombro en su rostro.
—Puedo escuchar los latidos de su corazón —susurró, con una sonrisa sincera que iluminó su rostro—. Es muy fuerte...
Una emoción indescriptible me invadió, y no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. Puse mis manos sobre las suyas y asentí, sintiéndome más conectada que nunca con la vida que crecía dentro de mí.
—Eso es increíble, Kook... —susurré, conmovida.
Él me miró con ternura y se inclinó para besar mi mejilla.
—Serás una madre increíble, pequeña.
Me abracé a él con fuerza, dejando que ese momento se grabara en mi corazón. Pasamos horas recorriendo la playa, sintiendo la arena tibia bajo nuestros pies y disfrutando del aire fresco que llenaba mis pulmones de una paz indescriptible. Jungkook no soltó mi mano en ningún momento, como si temiera que desapareciera si lo hacía.
—¿Te sientes bien? —me preguntó en voz baja, con esa preocupación genuina que siempre lograba conmoverme.
—Sí —respondí con una sonrisa—. Contigo, siempre me siento bien.
Jungkook sonrió de lado y, sin previo aviso, se agachó para tomarme en sus brazos, girando conmigo en el aire mientras yo soltaba una risa sorprendida.
—¡Kook, bájame! —protesté entre risas, aferrándome a su cuello.
—Jamás —dijo, mirándome con diversión—. Eres demasiado valiosa para dejarte ir.
Lo miré fijamente y sentí cómo mi corazón se aceleraba. Siempre había algo en él que me hacía sentir tan segura... y tan vulnerable al mismo tiempo. Finalmente me dejó en el suelo, pero no sin antes besarme la frente suavemente.
Seguimos caminando por la orilla, y de vez en cuando Jungkook se detenía a recoger pequeñas conchas y dármelas como si fueran los tesoros más valiosos del mundo. Al principio me reía, pero pronto me encontré guardándolas todas en el bolsillo de mi vestido.
—Deberíamos hacer un cofre de recuerdos con ellas —sugirió Jungkook mientras tomaba una de mis manos y la entrelazaba con la suya.
—¿Cofre de recuerdos?
—Sí, para que cuando mires dentro, recuerdes este día —sus palabras hicieron que mi corazón diera un vuelco.
—Entonces tendremos que llenarlo de muchas cosas —dije, sonriendo—. Porque quiero recordar todo esto.
Jungkook me miró con intensidad, como si grabara cada palabra en su mente. Luego, sin decir nada más, se inclinó y me besó suavemente.
Después de un rato, el sol comenzó a bajar, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados. Nos sentamos en la arena, viendo el atardecer mientras Jungkook dibujaba formas sin sentido con los dedos. Yo apoyé la cabeza en su hombro, sintiéndome completamente en casa.
—¿Qué piensas? —le pregunté en un susurro.
—Que nunca había estado tan feliz en mi vida —susurró de vuelta.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no de tristeza, sino de algo mucho más grande. Amor, tal vez.
[...]
Esa noche, me acurruqué en la cama mientras Jungkook sacaba un libro de la estantería.
—¿Qué haces? —pregunté, curiosa.
—Voy a leerle un cuento a nuestro bebé —respondió con una sonrisa traviesa.
No pude evitar reír ante su seriedad mientras se sentaba junto a mí y comenzaba a leer en voz baja. Su voz era profunda y suave, y por alguna razón, me sentí increíblemente tranquila escuchándolo. Jungkook leía con tanta dedicación, como si realmente nuestro hijo pudiera escucharlo.
—Te ves tan encantador así —murmuré, observándolo.
Jungkook dejó el libro sobre su regazo y me miró con ternura.
—Quiero que tenga lo mejor, y no hay nada mejor que el amor.
Mis ojos se humedecieron de nuevo, y me acerqué para besar su mejilla.
—Lo tendrá, Kook. Tiene todo nuestro amor.
Nos quedamos así, en silencio, disfrutando de la calidez de la noche. Sentía que el amor que había dentro de mí por él crecía cada segundo. Y mientras escuchaba su voz contando historias, supe que estaba exactamente donde debía estar...
Hello, hello. 🙈✨
Me tardé bastante en actualizar, necesitaba volver a conectarme con esta historia. La leí 20 mil veces y decidí hacer un capítulo más "romántico." Tal vez no se sienta igual que al inicio, porque literalmente cuando la leí de verdad era muy buena. Me desvíe bastante de lo que quería hacer al principio y pienso retomarlo de a poco.
Espero que igual les guste y no la abandonen como estuve a punto de hacer yo. 🤧
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