🍷Capítulo 02🍷
Mi mundo se derrumbó. Vi cómo arrestaban a Namjoon, el único hilo que me mantenía conectada con la cordura en este infierno de vida. Nuestras miradas se cruzaron por unos segundos, y en su mirada pude ver la misma desesperación que quemaba dentro de mí. Pero también vi algo más: la promesa de que él no había hecho nada malo, y eso era suficiente para mí.
Corrí hacia él, mis pasos eran temblorosos mientras el dolor de mis heridas palpitaba con cada movimiento.
—¡No se lo lleven! —grité, pero mi voz sonaba vacía, impotente. Sentía el peso de años de dolor y castigo sobre mis hombros. Mis manos, aún en carne viva por los cortes, temblaban al intentar alcanzar lo que quedaba de la única persona que me importaba.
Namjoon me dio una última sonrisa, esa sonrisa rota y cansada que solo él podía dar.
—No te preocupes, Lia, estaré bien.
Sabía que mentía, pero esa mentira era la única esperanza que me quedaba.
Las monjas vinieron de inmediato y me llevaron dentro del orfanato. Sabía lo que me esperaba, ya me daba igual. ¿Por qué no me han matado? Estaba cansada de todo esto.
Me llevaron a la habitación de la tortura, llamada así por los huérfanos a los que golpeaban y maltrataban: soy una de ellos.
Me amarraron a una silla, estaba tan apretado que me dolía, y con un simple movimiento sentía que mis manos se cortarían.
—Estás loca, niña, no puedes detener así a la policía —dijo la señora Yoona, líder de las monjas y del orfanato, o en pocas palabras: la directora.
—Deberíamos enseñarle a cerrar la boca. La próxima vez podría delatarnos.
Eso solo era una excusa ridícula, a ellas solo les importaba hacer sufrir a los demás. Aunque quisiera, no las delataría a la policía, tienen contactos en todas partes y sería en vano.
En ese momento, otra de las monjas entró con un balde lleno de agua fría. Me lo arrojaron y sentí el frío invadirme. Comencé a temblar y la risa malvada de las monjas inundó la habitación.
—Ahora, niña, te enseñaremos a cerrar la boca —dijo Yoona, poniéndome una cinta adhesiva en la boca.
Una de sus lacayas sacó una pequeña navaja. Comenzaron a cortar lentamente mis manos, el dolor era insoportable y no podía gritar. Mis lágrimas salían desesperadas, una señal del dolor que estaba conteniendo. Luego de eso, no recuerdo nada más.
—Lia... Lia... —la voz lejana de Jin me despertó.
—¡Aléjate de mí! —me sentía mal, mis manos estaban llenas de sangre.
—Solo por esta vez, déjame ayudarte —asentí, derrotada.
Jin me levantó en sus brazos, me llevó a mi habitación y, como si supiera, ya tenía todo listo para curarme.
—No lo hagas, solo deja que me desangre. Yo... no quiero seguir viviendo —dije, con los ojos llenos de lágrimas.
—Aunque tu vida sea un infierno, hay personas que te quieren. Sigue viviendo, demuestra que eres fuerte y que puedes con esto. No lo hagas por mí, hazlo por Namjoon y por ti misma —sus palabras me conmovieron profundamente. Él tenía razón.
—No es tan fácil, Jin, pero muchas gracias —sin más, Jin comenzó a curar mis heridas.
Al terminar, me dispuse a dormir, estaba un poco mareada por toda la sangre que perdí.
[...]
Desperté en la mañana con los rayos del sol, tenía que empacar mis cosas. Saqué la maleta con la que un día vine a este horrible lugar. No era tan grande, pero solo llevaría lo necesario.
Luego de ducharme y prepararme, empaqué lo poco que tenía. Las vendas en mis manos y todas las cicatrices de mi cuerpo siempre me recordarían este lugar. El abuso que recibí durante años, la violación de Kai solo por rechazarlo. Todo eso era una marca que no se borraría nunca.
Salí del orfanato, dispuesta a comenzar una nueva vida.
Jin estaba en el portón esperándome.
—Lia... de verdad siento tanto lo que te hice. Fui un completo idiota, y cuando llegué ya era muy tarde —podía ver el arrepentimiento en sus ojos.
—Está bien, Jin, te perdono y... muchas gracias por lo que dijiste ayer. Viviré, y algún día ayudaré a todos los niños y personas que sufren de abuso en este lugar —Jin me abrazó. Me sorprendió su acción, pero correspondí el abrazo, lo necesitaba.
Después de despedirme de Jin, caminé fuera del orfanato sin mirar atrás. Cambiaría mi vida, y todas las monjas pagarían por todo lo que han hecho y siguen haciendo.
Caminé directo a la estación de policía, quería ver a Namjoon.
Estuve un rato esperando y al verlo mis ojos se iluminaron, él era cómo mi hermano pequeño. Él único que había estado siempre conmigo.
—Namjoon, ¿cómo estás? —pregunté, por alguna extraña razón, se veía demasiado bien.
—Estoy bien, ¿quién te hizo eso? —dijo, mirando las vendas en mis manos.
—No es nada Namjoon, estoy bien —sonreí, forzadamente.
La charla con Namjoon me ayudó mucho a despejar mi mente. Su caso era un poco complicado ya que es menor de edad, pero haría lo que fuera por sacarlo de ahí. Al salir de la estación volví a la realidad. Estaba sola, y no tenía dónde quedarme.
Esa noche y la siguiente dormí con personas indigentes, comenzaba a sentir el hambre y solo podía observar a las personas comer. Había intentado conseguir trabajo pero en todos lados me rechazaban o me cerraban la puerta en la cara. Decían que era una ladrona, solo por la suciedad de mi ropa.
Desde que llegué aquí, un misterioso chico me observaba, tal vez creía que no me había dado cuenta. Se pasaba horas viéndome y me sentía muy incómoda.
—¿Quién eres? —pregunté—. ¿Por qué me observas? —mi vista estaba fija en la suya.
—Soy Hoseok, he estado viéndote porque me pareces muy hermosa —sonrió coqueto.
—Pues no lo hagas, es muy incómodo.
—Te he observado lo suficiente como para saber que no tienes dónde vivir. ¿Tienes hambre? Te invito algo.
Estaba tan hambrienta que acepté. Fuimos a una cafetería y fue la mejor comida de toda mi vida. Aunque no lo conocía, se lo agradecía muchísimo.
—Gracias por la comida —sonreí y luego me di vuelta para irme.
—¡Espera! —gritó y corrió hacia mí, tomando mi mano—. Puedo ayudarte, tengo un amigo que necesita personal para su negocio.
—¿Qué clase de negocio? —pregunté, curiosa.
—Es un bar, pero no es tan malo como suena. Él necesita una mesera y van muchas personas importantes. Podría ser una gran oportunidad para ti —me sonrió, pude apreciar por unos segundos sus hoyuelos.
—Está bien —acepté, cualquier cosa es mejor que pasar hambre. Además, podría ganar dinero.
—Muy bien, vamos por tus cosas.
Hoseok era muy divertido, debo decir que confiaba en él. Era de las pocas personas que lograba ganarse mi confianza tan rápido.
Llegamos al bar y se veía increíble. Estaba vacío debido a que aún era de día. El dueño, Min Yoongi, era muy serio e inspiraba confianza, aunque su forma de mirarme me incomodó un poco. Luego de escuchar las reglas y ver dónde dormiría, acepté el trabajo.
Por fin llegó la noche, todo estaba bien, aunque estaba muy nerviosa. Antes de salir a tomar las órdenes, salí a tomar un poco de aire.
La brisa nocturna era maravillosa, caminé un poco por los alrededores y unas voces llamaron mi atención.
—Señor, aquí está el chico que buscaba.
—Bien hecho Kim, tienes esta noche libre.
El tal Kim se fue y pude ver que entró al bar. El chico alto se quedó allí, se veía tan elegante, seguro era un niño mimado o tal vez un "mafioso." No podía ver bien su rostro por la oscuridad, pero eso no hacía falta para apreciar el tremendo cuerpo que tiene.
—Ay, Lee, en qué te metiste. Cometiste un gran error.
—Por favor perdóname, te prometo que pagaré todo el dinero —dijo el chico, llorando mientras el guapo reía. Estaba disfrutando el miedo de su víctima.
—Yo no doy segundas oportunidades, Lee —en ese momento, le salieron unos largos colmillos y saltó sobre el chico asustado. Me quedé en shock.
—Un... un vampiro...
Próxima actualización el miércoles. 😉💖💫
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