🍷Capítulo 13🍷
Las palabras de Jungkook eran como un bálsamo para mi alma solitaria. ¿En qué momento se volvió una persona tan comprensiva? ¿Siempre fue así, o ha ido cambiando poco a poco? Esas preguntas no importaban, este Jungkook que tenía frente a mí, era todo lo que una vez deseé. Sin embargo, no podía ignorar el miedo que sentía a fracasar, no quería que ese momento traumático y todo lo que sufrí durante años, lastimaran a esta pequeña criatura que estaba creciendo en mi vientre.
—¿Y si no puedo hacerlo? —pregunté en voz baja, mis ojos buscaron una respuesta en los suyos—. ¿Y si este bebé me recuerda constantemente lo que pasó...?
—No tienes que hacerlo sola —respondió él, sus dedos acariciaron mi mejilla—. Vamos a aprender juntos. Quiero que seamos una familia, Lia, y no dejaré que nada te haga sentir menos o insegura.
Justo cuando iba a responder, un ruido en la puerta nos interrumpió. Mi cuerpo se tensó al instante, como si todo mi mundo volviera a la superficie. Jungkook se levantó, alerta, y en unos segundos ya estaba abriendo la puerta.
El señor Kim apareció de repente en el vestíbulo. Su elegante traje gris, normalmente impecable, estaba ahora salpicado de sangre, y en sus brazos llevaba el cuerpo inconsciente de una chica. Su camisa blanca se veía arruinada, manchada de rojo, pero lo que más me inquietó fue el rostro de la joven que sostenía. Tenía el cabello corto, y a pesar de estar inconsciente, su belleza era innegable. La intriga y horror se apoderaron de mí.
—¿Qué demonios pasó, Kim? —Jungkook estaba furioso. Su voz, generalmente calmada, era ahora una tormenta de rabia contenida.
El señor Kim, aparentemente imperturbable por el tono amenazante de Jungkook, dejó escapar un suspiro antes de hablar.
—Señor Jeon, los vampiros novatos intentaron matarla. Llegué a tiempo para evitar lo peor, pero lo que encontré fue... sorprendente —hizo una pausa, como si aún no pudiera creer lo que estaba por decir—. La chica estaba cubierta de sangre, y a su alrededor, los cadáveres de todos los novatos. Ella los mató a todos.
Los ojos de Jungkook brillaron con incredulidad y furia. Dio un paso hacia Kim, su presencia intimidante llenaba la sala.
—¿Ella sola los mató a todos? —preguntó con el ceño fruncido, claramente molesto por lo ocurrido.
—Así es, señor —respondió el señor Kim sin vacilar.
Sentí una oleada de tensión llenar el aire, y sin pensarlo, me acerqué un poco más a Jungkook, buscando refugio tras él. Mi corazón palpitaba rápidamente, mi mente estaba llena de preguntas. Asomé la cabeza por detrás de su hombro, mis ojos estaban fijos en la chica. Había algo en ella, más allá de su apariencia, que me hacía sentir incómoda. ¿Cómo era posible que alguien tan frágil pudiera haber matado a varios vampiros?
Antes de poder formular una palabra, la voz de Jungkook estalló como un trueno, haciendo que el suelo bajo mis pies pareciera temblar.
—¡Eres un idiota! —gritó, sus palabras estaban llenas de frustración.
Me sobresalté tanto que casi pierdo el equilibrio, pero en un instante sentí su mano sosteniéndome por la cintura, firme pero gentil. El contacto con él siempre lograba calmarme, aunque esta vez, no podía ignorar el miedo que sentía por lo que estaba ocurriendo.
—Deberías entrar, pequeña —dijo Jungkook, su tono estaba mucho más suave mientras se giraba levemente hacia mí—. Necesito hablar a solas con el señor Kim.
Asentí en silencio, con el corazón aún latiendo rápido. Mi mirada pasó rápidamente de Jungkook al señor Kim, y finalmente a la chica. Su pecho se movía lentamente, indicando que seguía viva, pero la escena parecía surrealista, como sacada de una pesadilla.
Sin decir nada más, comencé a caminar hacia las escaleras. A medida que subía, mis pasos resonaban en el mármol frío, no pude evitar echar un último vistazo. El señor Kim colocaba cuidadosamente a la chica sobre el sofá, mientras Jungkook, aún tenso, se volvía hacia él. No alcanzaba a escuchar lo que decían, pero sabía que la conversación que estaba por suceder sería crucial.
Mis pensamientos se agolpaban mientras me dirigía a mi habitación. ¿Quién era esa chica? ¿Qué poder tenía para derrotar a tantos vampiros? ¿Por qué Jungkook estaba tan furioso?
Me dejé caer en la cama, esperando que el cansancio me arrastrara al sueño, y no tardó mucho. Apenas habían pasado unos minutos cuando me sumergí en un profundo sueño, uno que hacía tiempo no visitaba: volví a soñar con Jimin y con la vida que tenía antes de entrar al orfanato.
—¡Lia, rápido, los delfines no van a esperarte! —su voz sonaba a lo lejos, pero clara. Corrí tan rápido como mis pequeñas piernas me lo permitían, hasta que lo alcancé. Desde la orilla de la playa, observamos juntos a los delfines saltar y jugar en las olas. Era un espectáculo hermoso.
—¿Sabías que los delfines suelen trabajar en equipo para enfrentar amenazas comunes? A veces me siento como uno de ellos —dijo Jimin, con una sonrisa que iluminaba su rostro.
Lo miré confundida y luego solté una carcajada.
—¿Por qué piensas eso? Tú no eres un animal —respondí, mientras sacaba un caramelo de mi bolsillo y me lo llevaba a la boca.
—Eres muy adorable, mi pequeña Lia —Jimin hizo una mueca tierna, exagerando la dulzura en su voz, fingiendo que iba a abrazarme. Yo, siempre impaciente, fingí estar molesta y lo empujé.
—¡Ya basta! No lo eres, no eres adorable. Eres... una niña ruda —replicó, tratando de seguir con su broma.
Lo miré con desafío y diversión.
—Tú también eres un niño, Jimin. ¿Sabes? Si que pareces un delfín con esa boca grande que tienes —le saqué la lengua y eché a correr.
Escuché su risa detrás de mí, y pronto sentí sus pasos acelerarse para alcanzarme. El sueño era tan vívido, tan real. Me hubiera gustado quedarme allí para siempre, pero un ruido abrupto me despertó.
Abrí los ojos, desorientada, con el corazón latiendo rápido. Me levanté de la cama, tratando de identificar qué había sido ese sonido. Salí lentamente de la habitación, mis pies descalzos hacían poco ruido sobre el frío suelo de mármol. Mientras bajaba las escaleras, mi vista se fijó en una de las figuras de cristal que Jungkook coleccionaba. La tomé como un arma improvisada, sintiendo su peso en mi mano. No sabía qué o quién podría estar allí, pero no pensaba ser una presa fácil.
Al llegar a la cocina, me moví con sigilo, respirando apenas. Vi una figura moverse entre las sombras, y antes de que pudiera pensarlo dos veces, levanté la figura de cristal, lista para golpear. Pero en un rápido movimiento, la persona esquivó mi ataque.
—¡Estás loca! —gritó la figura, y me congelé al ver que era la chica herida que había visto antes.
Me quedé paralizada por un momento.
—¡Casi me matas tú! —exclamé, tratando de recuperar el aliento—. No recordaba que te habían traído aquí. Me has dado un susto de muerte.
—Como sea —dijo ella con indiferencia, acercándose al refrigerador—. Solo vine a comer algo, luego me iré. Gracias por ayudarme.
Sin más preámbulos, tomó algunas cosas del refrigerador y comenzó a caminar hacia la sala.
—Oye, no puedes simplemente andar por aquí como si nada —le dije, notando las heridas visibles en su cuerpo—. Estás herida, y eso no se ve nada bien.
—Estoy bien, no te preocupes, desconocida —respondió con desdén, pero justo en ese momento tropezó con el borde del sofá y se golpeó una de sus heridas. El dolor fue evidente en su rostro.
Se quejó tanto que no pude evitar correr a su lado. La ayudé a sentarse en el sofá, su respiración era pesada, y claramente estaba más débil de lo que quería admitir.
—No te muevas —le dije, corriendo hacia el botiquín que Jungkook siempre guardaba en caso de emergencia. Al regresar, me arrodillé a su lado—. Esto va a doler un poco.
—Oye, despacio —se quejó, frunciendo el ceño mientras comenzaba a limpiar una de sus heridas.
Le lancé una mirada severa y continué con mi tarea. Para alguien que había matado a varios vampiros, era sorprendentemente llorona. Sus quejidos no paraban.
—¿Vives aquí sola? —preguntó, como si intentara desviar la atención de su dolor.
—No, vivo con mi... —comencé a decir, pero luego me quedé en silencio. No sabía cómo terminar esa frase. "¿Con mi qué?", me pregunté a mí misma. ¿Qué era Jungkook para mí? No tenía una respuesta clara.
—Ya veo... —dijo ella con una mirada astuta, como si hubiera leído mis pensamientos—. Déjame adivinar: aún no es tu novio, ¿verdad? Si no lo es, deberías ir a tu casa. Eres solo una niña. ¿Cuántos años tienes?
—Tengo 18... —respondí a la defensiva, sintiendo que intentaba juzgarme.
—¿Y no vas a la escuela? —su voz perdió un poco de la dureza anterior y noté que su pregunta ahora era más genuina.
La miré en silencio, incapaz de responder. El peso de mi vida pasada y todo lo que había dejado atrás me golpeó de repente. Ella pareció entenderlo porque no insistió en hacer más preguntas personales.
—¿Cómo te llamas? —me preguntó, cambiando de tema.
—Soy Lia —dije, levantando la mirada para encontrarme con sus ojos por primera vez—. ¿Y tú?
—Mi nombre es Lisa...
Apareció Lisa. 🤭💜
¿Qué creen que va a pasar a continuación? 💞
Nos vemos vvs, cuídense mucho.
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