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9. Turbulencia

Las últimas horas fueron una completa locura. A pesar que Danielle agilizó el papeleo, tuvimos que salir de la fiesta deprisa para ir al hotel y después llegar finalmente al aeropuerto. 

No todos mis amigos o nuevos compañeros músicos estaban de buen ánimo, Andrew tenía una mala cara por la discusión que tuvo con Sebastién en el vuelo anterior, y en mi caso estaba de mal en peor. Pensé que  se me podía pasar con la sobredosis de café que tenía en mi organismo para quitarme la resaca, pero no fue así. Por eso me coloqué los audífonos y me limité a observar todo.

Al grupo se nos unieron dos personas más, las amigas de Patrick, dos chicas españolas muy dulces y encantadoras. Una de ellas parecía ser algo más que una amiga, y a la otra se le iban de vez en cuando los ojos por Jeff.

No supe por qué, pero cuando nos asignaron los asientos, algo ocurrió, unos quedaron en primera clase y otros en clase regular. En esta ocasión nos tocó un vuelo comercial porque los productores usaron su avión para regresar a su país. Como no estuve a gusto con mi sitio, traté de que Amy aceptara un cambio con un juego que solo nosotras hacíamos.


—¿Qué haces? —Me preguntó ella sospechando mi estrategia.

—Voy a mi sitio. ¿Y tú? —Le dediqué una sonrisa de las mías.

—Tú vas en primera clase Anggie —Me replicó poniendo los ojos en blanco. Miré hacia adelante, moví la cabeza para intentar alejar cualquier pensamiento de mi mente, y volví a  verla.

—No. No es posible Amy. La señorita con la que habló Chuck dijo la señorita Álvarez va en primera clase. Esa eres tú.

—Dah! Tú eres esa señorita Álvarez, Angelly Álvarez.

-No, no lo soy.

—Angge estoy cansada y demasiado aburrida para este juego de roles en este momento —Bajó la mirada —Lo siento.

—Pero no quiero ir ... No quiero ir con él —Le dijo Angelly entre dientes.

—Pero yo sí quiero ir con Seb —Murmuró.

—Por favor... —Traté de suplicarle una vez más.

—Lo siento Angge —Me dijo Amy negando una vez más —Espero te diviertas en primera clase. 


No tuve otra opción que caminar hasta donde Allan para pedirle unas baterías extras, solo escuchando música con mi teléfono iba a poder resistir el viaje. Mi amigo aceptó, me las prestó, pero me hizo prometerle que al regresar a Canadá tenía que explicarle lo que me ocurría.

Una vez más, como si se estuviera repitiendo la escena del vuelo anterior, al llegar a mi puesto Pierre tenía sus audífonos puestos. Traté en lo posible de no hablarle, no quería tener una nueva discusión.

En primera clase también estaban Chuck, Patrick y Lorena, pero no estaban tan cerca de nosotros. Noté como Pierre trató de hablarme en varias oportunidades, pero al poco tiempo dejaba de insistir.


—¿Qué sucede contigo? —Me preguntó finalmente cuando teníamos un par de horas volando — Trato de entenderte, pero no sé qué te pasa. Si es por lo de tu manager... solo traté que no la golpearas. ¿Acaso es por eso que estás molesta?

—No —Me limité a decirle.

—Entonces... ¿Qué tienes?

—¿Realmente importa Pierre? —Le contesté, pero estaba tan molesta en ese momento que se me cayeron los audífonos y el celular cuando hice un gesto con  mi mano. Por instinto, ambos nos agachamos al mismo tiempo y quedamos separados por pocos centímetros.

—¿Qué puedo hacer para que estés mejor? —Me dijo casi en susurros.

—Eh...Yo... Mmmm —Tartamudeé, y al darme cuenta que no podía expresarme bien cerré los ojos para poner en orden mis ideas —No puedes hacer nada.

—Hablemos —Me ofreció Pierre sin moverse.

—No —Me incorporé y me senté mejor.

—¿Volvemos a las respuestas con una sílaba? —Inquirió él arqueando las cejas.

—Sí —Aseguré quitándole mi celular de sus manos.

—Bien —Respondió al notar mi actitud —Si es lo que quieres...

—Es lo que quiero —Lo interrumpí.

—Bien —Pronunció Pierre.

—Bien —Repetí la misma frase que él en el mismo tono.


Como no pudo contenerse más, Pierre se levantó del puesto y fue hasta donde estaba una de las azafatas. Traté de disimular que no lo veía, pero me di cuenta cómo estaba coqueteando con aquella mujer. Me puse colorada, me coloqué los audífonos e intenté ignorarlo por un buen rato.

Cuando casi me quedaba dormida sentí algo de inestabilidad en el avión. Me quité los audífonos y escuché el anuncio de una de las azafatas que pedía a todos mantenernos en nuestros puestos con el cinturón de seguridad mientras pasábamos por una zona de turbulencia.


—¿Quieres de este? —Pierre me ofreció un poco de la bebida que tenía en su vaso antes de que pudiera abrocharme el cinturón. Negué con la cabeza, pero él insistió colocándome el vaso muy cerca de los labios.

—Basta... —Me quejé apartando el vaso, pero en uno de los movimientos del avión él derramó todo el líquido en mi pantalón —¡Genial Pierre! Lo que me faltaba. ¿Ahora sí estás feliz?

—Lo siento.. Yo... yo no quise... Ven y te ayudo —Me ofreció su ayuda. Soltó el vaso y se inclinó un poco para limpiarme con una servilleta, pero el siguiente movimiento del avión fue tan fuerte que terminamos cayendo al suelo.

—¿Qué demonios es...? —Traté de decir, pero cuando iba a levantarme de nuevo caí sobre él. Pierre me sujetó por la cintura como si pudiera caerme más allá del piso del avión. Fue entonces cuando escuchamos un nuevo anuncio.

"Se les informa a los señores pasajeros que estamos pasando por el medio de una tormenta eléctrica. Se recomienda que estén en sus puestos por favor, y traten de no entrar en pánico que esto pasará en unos minutos. Pedimos paciencia, calma y su máxima colaboración a todos, por favor.- Dijo una de la azafatas por micrófono.


Pierre me ayudó a ponerme en pie, me indicó que me sentara, y cuando me ayudaba a abrocharme el cinturón escuché un fuerte golpe. Observé como las azafatas corrían de un sitio a otro, y escuché muchos murmullos de los mismos pasajeros que al igual que nosotros comenzaban a ponerse nerviosos. Intenté ver lo que ocurría por encima del hombro de Pierre, pero no conseguía entender qué pasaba.


—¿Qué crees que sea? —Le pregunté con un ligero temblor en las manos.

—No lo sé Angelly, no lo sé —Logró decirme para que me calmara mientras me ayudaba con el cinturón —Esto no me ha pasado antes. Todo estará bien.

—¿Cómo puedes saberlo?

—No lo sé, eso quiero, que todo esté bien.


Cuando él trató de sentarse, un nuevo movimiento del avión hizo que se cayera al suelo. Traté de soltarme el cinturón pero por alguna razón se había atascado, y mientras peleaba con aquel broche sentí una fuerte punzada en mi cabeza que me nubló la vista. En ese momento, todo se volvió blanco a mi alrededor y perdí el conocimiento.

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