22. Buscando a los desaparecidos
Cuando comenzó a anochecer, casi todos se refugiaron en lo que había quedado de su campamento. Al igual que nosotros, en esta parte de la isla sufrieron un ataque y tampoco pudieron ver qué o quiénes lanzaban flechas y fuego. Pocos sobrevivieron, según pudo contarme Allan porque Amber no logró hablar conmigo porque lo que hacía era llorar y estaba refugiada en los brazos de David.
Pasé por la orilla de la playa tratando de arma los cabos sueltos. ¿Quiénes estarían en esta isla antes de nosotros? ¿Por qué nos atacaban sin preguntarnos si quiera primero por qué estábamos aquí? ¿Por qué no nos ayudaban? Suspiré mientras veía el mar, eran demasiadas preguntas que se sumaban al millón de emociones que sentía en este momento.
Allan me contó que antes del ataque, Andrew, Amy y Sebastién habían desaparecido, y que se dieron cuenta cuando oscureció y estaban haciendo el respectivo conteo antes de dormir. Pensaron que no podía ser grave, que quizá estaban buscando comida, pero que se preocuparon más cuando al día siguiente no volvieron.
Al parecer, antes del ataque ellos eran los únicos que faltaban, por lo que estaban esperando recuperarse para iniciar una búsqueda más exhaustiva. Por supuesto que cuando conversaron el tema me apunté de inmediato, pero para mí cada segundo parecía una eternidad, una pesadilla de la que no terminaba de despertar.
Cogí una roca del suelo, la primera que encontré en el camino, pero cuando la iba a lanzar alguien tomó mi mano. Al darme vuelta para ver quién era me di cuenta que era Pierre.
—Sé cómo te sientes —Trató de decirme. Con cuidado me quitó la roca de las manos, miró hacia el mar y él mismo la lanzó —También tengo un hermano, y también casi lo pierdo...
—Lo... siento —Logré decir bajando la mirada- No lo sabía.
—Lo sé, no es algo de lo que suelo hablar —Con delicadeza levantó mi rostro para que pudiera verle a los ojos —Vamos a encontrarlos... y también vamos a entender qué es lo que sucede... Lo prometo.
—No prometas cosas que no puedes cumplir, Pierre —Le recordé con doble sentido en mis palabras, un sentido que sabía que solo él podría entender.
—Lo prometo —Insistió omitiendo mis palabras y mostrando aquella sonrisa encantadora que por un momento llegó a llamar mi atención.
Aquella noche, no dormí para nada. Vi cómo todos a mi alrededor estaban alterados, llorando o hablando de lo ocurrido, intercambiando experiencias de lo que habíamos vivido en los últimos días en esta isla. Dejé que mi mirada se perdiera en un punto fijo del mar, y así esperé que saliera de nuevo el sol.
—Todo listo.
—¿Agua... comida? —Preguntó Chuck.
—Listo —Volvió a decir David.
—¿Ramas de árboles? —Quiso saber Chuck.
—¿Ramas de árboles? —Inquirió David. Al igual que todos los que estábamos alrededor de Chuck, David tampoco entendía por qué unas ramas de árboles serían útiles en la expedición de búsqueda.
—No tenemos cómo defendernos. No somos asesinos, pero lo que sea que nos haya atacado, ellos sí tenían cómo defenderse, por lo menos tenemos que llevar algo. Creo que las ramas pueden ser útiles, para golpear o quizá para algo más. ¿No creen?
—Tiene sentido —Afirmó Pierre asintiendo con la cabeza, y nadie dijo más nada.
—Puede ser —Confirmó David como quien no quiere la cosa —Listo.
Como grupo no estábamos del todo preparados, apenas nos recuperábamos de un grave ataque que se llevó consigo muchas vidas. Mientras nosotros nos organizábamos para buscar a tres de los nuestros, la mayoría estaba enterrando en una parte a los que perdimos.
En la expedición estaríamos los mismos de siempre, Patrick, Pierre, Chuck y yo, pero también se nos unió David. En la isla se quedarían Jeff, quien seguía cuidando de Laura junto a Lorena, y Allan con Amber, el primero porque seguía sin poder caminar bien y mi amiga porque seguía en shock después de todo lo ocurrido.
Amber se despidió de David con un abrazo, y decidimos internarnos en la selva sin un rumbo fijo. David era quien nos guiaba hacia el lugar donde vieron por última vez a Andrew con Amy y Sebastién. En el camino fuimos encontrando restos del avión, maletas, ropa y me quedé paralizada cuando reconocí mi maleta. Lo supe porque yo misma había mandado a grabar las iniciales de mi nombre, y mi hermana había hecho lo mismo con la suya.
—¡Paren!- Grité dejando de caminar. Todos voltearon a verme —Esta es mi maleta, y... la de Amy.
—Quiere decir que vamos por buen camino —Opinó Chuck.
—No tiene sentido.
—Tuvimos un accidente Angelly, hay restos del avión por todos lados de la isla —Comenzó a decir David diciendo lo obvio —Tiene sentido que...
—Está bien, ok, eso lo entiendo —Le interrumpí bruscamente adelantándome a lo que iba a decir. En el fondo sabía que tenía razón, pero yo quería decir algo más —Me refiero a ellos. Es decir, si llegaron hasta aquí por quién sabe qué motivo... ¿por qué siguieron alejándose?
—¿Quizá para esconderse... de los que atacaban? —Comentó Patrick en voz muy baja, pero aún así pude escucharlo —Puede que hayan estado aquí, escucharon algo y decidieron huir...
—Algo no anda bien... —Otra vez llegaba a mí uno de mis presentimientos, como los de antes y de inmediato sentí una opresión en el pecho —Amy no huye de los problemas, ella los enfrenta.
—Tienen que estar cerca de aquí —Mencionó Pierre observando todo a nuestro alrededor.
Me alejé del grupo y me aproximé hasta las maletas. Allí estaba a simple vista tres maletas, dos grandes y un morral pequeño en el que ambas guardábamos nuestros objetos de aseo personal o cualquier chuchería de esas que tanto le gustaban a Amy. Las dos maletas grandes estaban identificadas con unas pegatinas.
La maleta que era de mi hermana tenía marcado una con las siguientes letras: "A³E4Evr", que hacía alusión a mi nombre Angelly Elle Alvarez Aboutte Forever. Amy nunca tocaba una guitarra sin que tuviera esa pegatina, era como su amuleto y una forma de tenerme cerca de ella.
En mi caso, mi maleta tenía un grabado elegante con las letras "4Ax100pre", significaba Amyleeh Ahynelle Alvarez Aboutte por siempre. Esta pegatina también solía tenerla en los teclados o pianos que tocaba para recordarla siempre, incluso tenía un anillo con esas letras el cual toqué de inmediato por instinto.
Para cualquier otra persona estos podrían ser unos simbolismos tontos, pero para nosotros representaban todo, desde nuestra hermandad hasta nuestra gran amistad. También nos hacían recordar quiénes de verdad éramos y de dónde veníamos, nuestras raíces familiares.
Por instinto llevé las manos a mi rostro después de toca aquellos grabados en las maletas y recordar parte de nuestros viajes, nuestros logros y mejores momentos juntas. Traté de secar mis lágrimas, de calmarme para poder tener fuerza y continuar.
—Lo siento —Dije incorporándome después de aquellos minutos de silencio. Pasé de nuevo una mano por mi rostro para secarme las lágrimas —Hay que seguir.
Nadie dijo más nada en el resto del camino. Seguimos varias pistas, unas pisadas que no sabíamos a dónde nos llevarían. No sabíamos si llegaríamos con nuestros amigos o si nos íbamos a encontrar con los atacantes, pero hasta el momento, era lo mejor que teníamos.
Nos detuvimos a media tarde para descansar de la caminata. Tomamos agua y seguimos por un rato más hasta que finalmente tuvimos que buscar un sitio para acampar. Estaba por anochecer y no podíamos continuar así.
Al parecer Patrick tenía bastantes conocimientos para sobrevivir en esta isla, cualidades que a muchos nos faltaban, así que él se encargó de unir varios troncos y encender una fogata no sé cómo para iluminar el lugar en el que estábamos acampando y darnos un poco de calor. Por un rato más seguimos sacando teorías de todo, pero ninguna tenía sentido. Lo más lógico era que el avión había tenido alguna falla, pero a estas alturas ya tenían que haber enviado a alguien a rescatarnos, y eso no pasaba.
Mientras todos hablaban yo me quedé callada, no hablé de las visiones que había tenido ni de estos presentimientos que llegaban a mí cuando algo grave iba a pasar. Si decía algo seguro creerían que estaba volviéndome loca, así que mi limité a escuchar y no opiné mucho.
Esta vez el cansancio sí que me estaba venciendo, los ojos se me cerraron solos, y como estaba cómodamente recostada de un árbol, me dormí. No supe cuanto tiempo estuve así, pero el ruido de unas ramas llamó mi atención. Al principio el sonido estaba lejos, pero se iba acercando con rapidez.
Abrí los ojos de manera agitada con el corazón latiendo a mil por segundos. De nuevo parecía ser yo la única que escuchaba ese ruido porque todos estaban profundamente dormidos. Traté de identificar de dónde venía el ruido hasta que dejó de sonar, y Andrew salió de entre los matorrales que nos rodeaban. Estaba lleno de cenizas en el rostro y tierra en su ropa, incluso llegué a ver manchas de sangre tanto en sus manos como en su pantalón.
Me levanté deprisa y me acerqué con cuidado hasta él, tenía la mirada perdida en la nada. Estaba frente a mí respirando agitadamente, pero era casi como si no podía verme.
—¿Andrew? ¿And... qué ha pasado... estás bien? —No dijo nada, miró a todos los que dormían, pasó la mirada de uno en uno hasta llegar de nuevo a mí —Di algo... ¿Qué pasa?
Estaba comenzando a impacientarme cuando finalmente tomó mis manos entre las suyas que estaban heladas como una panela de hielo.
—Angge... Tienes que venir conmigo... Ella... Ella... Amy te necesita... Yo...
Él no dijo más nada, solo pasó una mano por su lacio cabello negro (lleno también de tierra), me soltó y volvió a internarse entre los matorrales.
Bajé la mirada hasta el suelo viendo todavía las huellas de los zapatos de mi amigo frente a mí, volteé para ver todos como hizo Andrew segundos antes, y corrí hacia la misma dirección que él.
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Buenas buenas, paso por acá porque sé que tenía tiempo sin publicar, pero espero disfruten este capítulo tanto como me encantó redactarlo.
¿Ya tienen teorías? ¡Me encantaría leerlas!
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