14. Fantasía Vs. Realidad
Me senté en el suelo, no supe cuánto tiempo permanecí allí con los brazos rodeando mis piernas mirando el estrellado cielo, la oscura noche y la luna como si con ello pudiera de alguna manera ponerme en contacto con mi hermana porque a ella le gustaban estas cosas. Me hacía tanta falta que no me la podía sacar de la mente, por eso el vacío que sentía por su ausencia se hacía cada vez más fuerte y difícil de tolerar.
Por un momento supe que si Amy estuviese conmigo, seguro buscaría la manera de levantarme el ánimo. Me hubiese dicho que íbamos a superar esto, que todo estaría bien. Sin embargo, pensé que no tenía sentido que ella me dijera eso porque cómo podría sentir que estaría todo bien si no la tenía cerca para protegerla, si no podía verla. Mi hermana era muy valiosa para mí, tan importante que cuando estábamos cercas sentía que las dos podíamos contra el mundo.
Lo que estábamos viviendo era como una de mis peores pesadillas, no quería estar más lejos de Amy, tenía que encontrarla pronto. Cuando pensé en eso me paralizó una punzada fuerte en la cabeza. Instintivamente coloqué mis manos en la cabeza para tratar de detener el dolo que estaba quitándome energía. De repente, escuché unos pasos cerca. Levanté la mirada con el corazón latiendome con mayor intensidad. ¿Sería Pierre alguien más?
—¿Quién anda ahí? —Quise saber con la mirada fija en donde creí escuchar que unas ramas se movían de un lado a otro.
Volteé instintivamente en esa dirección en la que creí que sonaron las ramas y sentí como si alguien estaba corriendo a mi alrededor, pero no lograba quién era. De pronto, una brisa extraña y fría movió mi cabello, la piel se me erizó y me puse muy nerviosa. Todo era muy confuso.
—¿Anggie...? ¿Eres tú?... —Cabeceé al reconocer su voz. Un nudo se me hizo en la garganta. Mi corazón comenzó a latir con más fuerza de la necesaria. Esto que pasaba no podía ser cierto, era Amy, aunque su voz sonaba un poco diferente.
—¿Amy, dónde estás? —Pregunté con la voz fallándome a causa de los nervios.
—Anggie, ayú... ayúdame...
Dos segundos fueron suficientes para saber que tenía que correr hacia donde sea que ella estuviera. No obstante, al pensar tan rápido terminé cayendo al suelo, no supe si tropecé con una rama o solo era mi torpeza habitual al caminar. Para no golpearme el rostro puse las manos al frente, y entonces volví a escucharla.
—Está oscuro, Anggie... ven rápido...
—No te mueves. Voy por ti —Murmuré desde el suelo. Tenía que hacer algo, pero mi mente reaccionaba más rápido que mi cuerpo.
—Anggie, ven acá...ayúdame... —Su voz fue apagándose como si estuviese débil, sentí que suspiró y los ojos se me aguaron ante la idea de que estuviese en mal estado. Debía salvarla. ¿Acaso ella estaría escucharme? —Ayúdame, por... favor, no me dejes... —Repitió casi con un hilo de voz.
—No te dejaré —Le contesté. Parecía que solo yo la escuchaba y que ella a mí no. Intenté ponerme en pie en vano. Era como si mi cuerpo no aceptaba las órdenes de mi cerebro.
¿Por qué no podía moverme si lo que más quería era encontrarla, saber de ella, asegurarme que estuviese bien? Nunca en mi vida me había odiado, mi cuerpo no se movía y vaya momento para que me pasara esto.
—Debes venir... esto está mal... ven rápido por favor...
—Voy —Respondí. Debía hacerle saber que estaría a su lado pronto, que la ayudaría a salir de la situación en la que se hallaba expuesta.
—Ayúdame.... No me dejes...
—No, no, no digas eso. No te dejaré. ¡Nunca! ¿Dónde estás?
—No lo sé... ayúdame... —Me partía el alma no poder ir rápido, quería estar con ella pero mi inútil cuerpo no obedecía.
Fue entonces cuando comencé a sentirme atrapada dentro de mi propio cuerpo. Internamente estaba luchando para levantarme y correr hasta donde estaba mi hermana. Sabía que Amy podía estar en peligro, y sabía que podía hasta morir si no la ayudaba.
Miré a mi alrededor girando la cabeza nada más, no había nadie más cerca de mí, solo una selva oscura con cualquier cantidad de plantas y animales que no conocía. ¿Cómo era posible que la escuchara tan cerca? y peor aún, ¿qué me tenía así de paralizada?
—¡Anggie! ¡Por favor, Anggie, reacciona, vamos regresa a mí! ¿Qué tienes? —Escuché otra voz un tanto familiar, pero no podía ver nada. Me sentí demasiado aturdida, todo lucía borroso a mi alrededor como cuando tienes una basurita en el ojo.
—¡Espera! —Grité para que mi hermana pudiera escucharme —¡Amy... Amy... Espera! —Al decir esto sentí como mis manos y pies pudieron despegarse del suelo.
Cuando me ocurrió esto suspiré, supe que tenía que correr hacia mi hermana, y eso hice no sé por cuánto tiempo. Sin embargo, el dolor nuevamente regresó y me quedé paralizada porque sentí que mi cabeza podría explotar en cualquier momento. A pesar que no veía nada porque poco podía abrir los ojos, sentí que alguien se había acercado hasta donde yo estaba.
—¿A-a-amy? —Dije tartamudeando para saber si era mi hermana que me había encontrado primero —¿E-e-e-eres tú?
—¡No! ¡Vamos, reacciona, mírame, soy yo! —Escuché el mismo tono de voz de hace poco. Traté de que se quitara de mi camino, pero como no veía era difícil lograrlo.
—¡Voy por ti! —Grité sin poder soltarme de estos brazos que me agarraban con fuerza. —¿Qué haces? ¡Suéltame! ¡Me necesitan!
—¿De qué demonios hablas? ¡Anggie! ¡Soy yo, Pierre!- De pronto escuchar su nombre me hizo poner en contexto lo que estaba ocurriendo para encontrarle sentido a lo que acababa de suceder.
—Creí que... creí que te habías ido —Comencé a decir sin todavía poder verlo —¿Qué... qué haces aquí? —Al decir esto sentí como me desvanecía, me sentí débil y estaba por caer pero Pierre me atrapó entre sus brazos. El dolor de cabeza iba disminuyendo, y a medida que esto pasaba iba recuperando la visión.
—¿Qué pasa An... Angelly?- Logró articular con un ligero temblor en su voz.
—¿No lo entiendes? —Murmuré en medio de un suspiro cuando pude finalmente ver cómo me miraba fijamente.
—¿De qué hablas? ¿Qué pasa?
—Es ella... Amy... Me necesita, está aquí.... La escuché, me lo ha dicho- Intenté explicarle sin sonar tan paranoica como yo pensaba. Con un nudo en la garganta dejé de hablar. Pero Pierre tenía algo de razón, miré alrededor, solo estábamos nosotros — Me necesita y yo... yo... yo no pude moverme. Déjame ir... ¿Quieres? Tengo que ayudarla. Amy está aquí, está cerca y en peligro —Me miró confundido y negó con la cabeza mientras me escuchaba.
—Amy no está aquí Angg... Solo tú y yo...
—Que sí... yo la he escuchado hace poco ¿y si...? —Dije interrumpiendo su explicación.
A pesar que quería pelear con él, me tapé la boca con las manos para no gritar, y comencé a llorar en silencio. ¿Y si nada era real? ¿Y si todo fue producto de mi imaginación? ¿Por qué tenía que pasarme algo como esto, acaso no era suficiente la culpa que sentía por no estar con ella? Sin decir más, él entendió lo que me pasaba y me abrazó. Correspondí ese abrazo sintiendo que todavía quedaban esperanzas por encontrarla, al fin y al cabo aún no hallábamos la otra parte del avión.
—Anggie, cuéntame... ¿qué pasó? —Me preguntó haciendo que me sentara sin soltarme ni un segundo, era como si creía que me le iba a escapar de nuevo.
—Ella... Amy, me llamaba... sentí que me necesitaba con tanta urgencia. Me pidió que no la dejara sola y... ¡yo nunca la dejaría sola, nunca! —Le conté parte de la historia — Pero cuando traté de ir con ella, primero me paralicé, no... no podía moverme y después te escuché pero no te veía
Mientras hablaba seguí llorando. Varias veces intenté ponerme en pie e irme, pero Pierre me lo impidió. Sé que nada tenía sentido, pero en el fondo quería que fuera real porque quería a mi hermana de vuelta.
—He estado cerca Anggie. Sé que peleamos pero, no estuve tan lejos. Quise darnos un... espacio pero... —Me miró a los ojos y señaló con un dedo todo a nuestro alrededor —No hay vida por aquí, ni rastro del avión. No hay absolutamente nada, solo nosotros dos.
—Sé que era ella... sé que sí —Susurré. Volvió a negar sutilmente con la cabeza.
—No escuché a nadie, Anggie.
—Era ella, lo juro.
—Toma un poco de agua, intenta calmarte, por favor —Me ofreció agua de la que quedaba en el recipiente, y la acepté, aunque solo bebí un pequeño trago —¿Mejor?
—Yo... —No podía mentirle, no me sentía mejor. ¿Cómo se suponía que iba a estarlo cuando mi hermana corría peligro? — No estoy mejor... no sé si vaya a estarlo...
Volvió a envolverme en sus brazos. Guardamos silencio unos segundos, hasta que fue él quien volvió a hablar.
—¿Qué escuchaste tú? ¿Cómo... cómo me encontraste?
—Escuché tus gritos y vine lo más rápido que pude. Supongo que te has quedado dormida aunado a las ganas de querer encontrarla... Puede que creíste haberla escuchado, pero realmente no sucedió nada de lo que dices —Me contó— No te preocupes, vamos a encontrarla —Agregó al ver mi expresión.
Estaba tan conmocionada que no me importó si me decía la verdad o solo era una estrategia para calmarme, tampoco me importó tenerlo cerca. Recordé lo que vivimos antes del accidente y me dieron más ganas de llorar.
—Siempre hemos estado juntas, no sé cómo vivir sin ella... —Comencé a contarle, pero se me hizo un nudo en la garganta al recordar. Suspiré y comencé a ver el suelo, sabía que no quería contarle mis cosas, pero era él mi única opción en este momento.
—Solo está desaparecida. Eso no significa que no volverás a verla.
—No quedamos en buenos términos ¿sabes? —Le confesé recordando mis últimas palabras con ella. Su imagen vino tan nítida a mi memoria que dolía mucho estar lejos de ella. Me recosté en su pecho sin fuerzas y seguí hablando —"Quiero ir con Seb. Estarás bien, lo prometo" —Cité sus palabras imitando su voz.
—¿Qué significa eso? —Preguntó Pierre confundido.
—¿¡Cómo iba a saber ella que yo estaría bien!? ¿¡Cómo no pensó en las consecuencias!? ¿¡Cómo pensó que estaría yo bien sin ella!? —Me detuve cuando comencé a sonar como mi madre.
—Anggie, detente. Trato de seguirte, de entender pero... No entiendo de qué hablas... Tienes que explicarme mejor —Me pidió.
—"Quiero ir con Seb..." —Repetí poniendo los ojos en blanco tomando lo que le dije. Tenía que explicarle bien para que me pudiera entender —No sé que pensar, debí haber tomado las riendas y quedarme con ella...
—¿Quién dijo eso? ¿Amy?
—Eso dijo cuando me mandó a primera clase... Sé que fue idea suya, lo presiento —Al escucharme pronunciar esas palabras caí en cuenta —Amy sufrió mucho en el pasado, creo que al final ella se ha recuperado... por eso quería ir con Seb.
—¿Y... eso está mal? —Preguntó confundido.
—Cómo... —No terminé de hablar, las lágrimas regresaron — ¿Cómo no vio que pasaría esto?
—Nadie, te aseguro que a ninguno de nosotros se nos pasó por la mente que tendríamos un accidente como este, Anggie —Secó unas cuantas lágrimas de mis ojos con suavidad y volví a contraer mi rostro en su pecho para no ver nada —Mucho menos a Amy.
—Lo sé, pero separarnos no es buen augurio. Insistí en sentarme con ella porque yo no quería ir con.... —Detuve la frase y volví a verlo a los ojos.
—¿Conmigo? —Completó sabiendo la respuesta arqueando las cejas. Asentí esquivando su mirada —Está bien, no hay problema... Sigue hablando —Me animó sin darle importancia a lo que le decía, era como si quisiera que le contara mis sentimientos.
—El puesto que le asignaron fue con Sebastien, según me dijo. Ella no aceptó venir conmigo o que yo me quedara con ella —Continué la explicación —Amy se quedó con Seb...
—Espera, debes saber esto. Seb me habló de lo que sentía por ella.
—¿Ah sí?
—Sí, dice que es algo que nunca le había sucedido con ninguna otra chica, que es diferente. No tienes de qué preocuparte —Dijo intentando que viera el otro lado de la moneda.
—Vaya... Eso es... bueno —Comenté a secar mis lágrimas con las manos —¿Es bueno, verdad? —Asintió y sonreímos.
Ambos nos quedamos con la mirada fija en algún punto, era como si estuviésemos pensando en Seb y Amy. No es que estuviera muy preocupada por lo que pudieran tener ellos, románticamente hablando. Todo lo contrario, me alegraba, pero eso no era suficiente para mí. Seguía sintiéndome mal, seguía teniendo esta sensación de que las cosas salieron mal porque no estuvimos juntas. Quizá la distancia me estaba volviendo loca.
—Sabes... Eso de Seb está bien, aunque igual siento como que la he dejado sola. No sé si me entiendes, siento que la dejé cuando ella más me necesitaba...
—No es tu culpa, Anggie —Me interrumpió intentando consolarme, pero no funcionó. La había dejado, lo sabia, solo yo era la culpable si algo le sucedía a mi pequeña hermana —La encontraremos, pero no puedes seguir echándote la culpa.
—¿Acaso no sientes lo mismo por tus amigos? —Necesitaba con todas mis fuerzas que me entendiera más allá de decirlo —¿No te duele que mientras estamos aquí ellos pueden... pueden... estar mal o probablemente puedan estar...? Lo siento yo... no quise que sonara así lo que dije.
—¿Cómo sabes que están mal? ¿Por qué no pueden estar mejor que nosotros? —Refutó sin cambiar siquiera la voz.
—Yo solo... —Mis palabras se las llevó el viento, no pude terminar la frase. Era cierto, ¿Cómo podía pensar de esa forma? ¿Qué me estaba preocupando tanto? ¿Por qué esta extraña sensación dentro de mí? —Tienes razón.
—Por otro lado... Sí me preocupo, por supuesto que me preocupo por ellos. Desconozco dónde, con quién están y en qué condiciones se encuentran, pero debo mantener la calma. Sé que nos vamos a volver a ver, confió en ello, si nuestro avión aterrizó...
—No aterrizó —Le corregí —¡Chocó contra la arena! Muchos murieron, otros tantos están heridos y ¡los tenemos a ellos desaparecidos! ... por no mencionar que pueden estar perdidos en cualquier parte de esta inmensa isla, sin comida, sin agua, sin ayud —De nuevo me alteraba y volví a llorar.
Sentí sus brazos sujetarme con fuerza y al mismo tiempo con cuidado de no lastimarme. Si bien era cierto que cuando se proponía ser una piedra en mi zapato lo era, cuando se proponía ser lo contrario me estaba demostrando que él podía conseguirlo.
—Todo estará bien — Esas palabras que tantos recuerdos me traían a la mente, quise callarme pero no pude.
—¿Cómo puedes saberlo? ¿Tienes poderes o algo por el estilo? —Lo miré buscando la forma de que me pudiera transmitir esa seguridad, esa confianza, esa paciencia que tenía conmigo.
—No, no los tengo Anggie, pero te juro que haré que todo esté bien —Me dijo Pierre cambiando un poco de posición para abrazarme mejor. No discutí, solo me acurruqué tal como él quería —Todo estará bien, ya verás.
"Todo estará bien", esas eran las mismas palabras que solía decirme Amy para calmarme. No importaba cuán caótico estuviera todo, cuando ella decía esa frase me daba las fuerzas para dejar ir cualquier idea absurdo o mal pensamiento. Cuando me decía que todo estaría bien yo podía con cualquier reto.
Cuando Pierre me dijo esas palabras, los pensamientos malos se fueron alejando. Me sentí débil, el cansancio comenzó a apoderarse de mí y los ojos se me cerraban solos. La cercanía con Pierre era perfecta, me sentía segura, así que perdí la batalla contra el sueño.
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