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Capítulo VI: Hasta que nos volvamos a ver.

N E R E A

Treyment repetía una y otra vez como lo sentía, que, de haber estado a su lado, los habría protegido, se hubieran llegado a salvar. Aquellas palabras transmitían inmenso dolor y tan solo exteriorizaban lo que él había cargado durante muchos siglos, aquella amargura y pesar generaron que sintiera un fuerte dolor en mi pecho, al punto que este se encogió ligeramente, aquel anciano había soportado mucho y había optado por guardar silencio por motivos que él solo sabía, y en definitiva, ese pesar que llevaba en su espalda hubiera logrado que hasta el más fuerte se desmoronara. Ya que aquel fatídico día no solo había perdido a nuestros padres, los guías de Miondel, sino que también había perdido a sus grandes amigos.

Me alejé de Cavendish y caminé en su dirección, mis manos inmediatamente se dirigieron hacia su rostro y lo obligué a alzar la cabeza, él me observó con los ojos sumamente rojos y llenos de lágrimas, yo inevitablemente no pude evitar morder mi labio inferior con fuerza, Treyment no dijo nada, tan solo me observó analizando mis acciones mientras sus manos temblaban.

—No quiero que me pidas disculpas, y estoy segura de que Cavendish tampoco desea esto—el nombrado asintió mientras se acercaba y se ponía a nuestra altura—, gracias a ustedes, los concejales, muchas vidas se salvaron, Miondel se hubiera extinguido en aquella ocasión de no ser por las decisiones que tomaron.
—Pero... los dejé morir —exclamó mientras mordía su labio inferior, su mano se dirigió hacia la mía y la aprisionó con gentileza, podía sentir a la perfección como esta se encontraba temblando.
—No los dejaste morir... —le respondí—lo que sucedió no pudo frenarse, pero quiero que tenga en claro algo Sr. Treyment. No siento rencor alguno, ni por usted, ni por nadie... Siento una inmensa tristeza dentro de mí por saber la verdad, no voy a negarlo, e incluso, ahora más que antes, pienso en cuanto me hubiera gustado conocerlos a fondo. Me gustaría poder recordar con mayor nitidez sus voces, su aroma. Pero aquello que ocurrió ya no puede remediarse, y usted debe dejar de pensar que fue su culpa, porque no es así —le sonreí y él me observó, su rostro me indicaba que se encontraba confundido, quizás esperaba que lo culpara por todo lo que había sucedido—. Le agradezco el haberme ayudado, lo digo de corazón, no solo por mostrarme esta parte de mi pasado, sino por haberme mantenido con vida protegiéndome en el bosque, y también, manteniéndome a salvo llevándome al orfanato.

Cavendish asintió y ambos lo ayudamos a ponerse de pie, lo dirigimos a uno de los sillones y lo ayudamos a sentarse. Luego de algunos minutos de silencio, Cavendish dirigió su mano y la colocó sobre la de Treyment, este lo observó directamente a los ojos.

—¿Por qué no me dijiste nada? —él agachó la mirada mientras apretaba los puños con fuerza.
—Porque no podía... —le respondió con amargura—cuanto toqué el tronco del árbol... la magia de Early no solo mantuvo protegida a Nerea, sino que también impidió que yo hablara acerca del tema, al igual que ustedes, yo me enteré de toda la verdad en cuanto usé el revelador, ya que los recuerdos que se me mostraron eran los recuerdos del corazón de Miondel.
—¿Y porque no trajiste a Nerea contigo a través del portal?
—La magia que lo envuelve es demasiado débil ahora, tú mismo te has podido percatar de eso, únicamente cuando la luna llena está en lo alto del cielo es cuando este funciona —Treyment entrelazó los dedos y los movió ligeramente—, aunque aquel día hubiera habido luna llena... —suspiró— yo estoy viejo, no tengo la fuerza de antes, no hubiera podido impedir que Nerea se ahogara una vez que entráramos al lago. Es por eso que me vi en la obligación de buscar un lugar donde se mantuviera a salvo, no fue fácil encontrarle un sitio, y con cada día que pasaba en la tierra mi cuerpo se debilitaba enormemente.

Treyment se levantó una de las mangas y en esta pudimos observar unas marcas color negras, estás poseían la forma de unas enredaderas que iban desde sus hombros hasta sus muñecas, Cavendish abrió los ojos producto de la sorpresa.

—¿Por qué no me pediste ayuda? —le preguntó— ¡Fue imprudente de tu parte, mira tus brazos, estuviste a punto de morir en el otro lado!
—¿Cómo podría hacerlo Cavendish? —Treyment lo observó— tú aun no lograbas controlar tu poder, eras un niño, y no hubiera podido pedir ayuda a nadie aquí. Todos sienten miedo, no desean volver a pisar la tierra de aquellos hombres.

Cavendish no dijo nada más, simplemente entrecerró los puños y cerró con fuerza los ojos mientras suspiraba, debía sentirse mortificado, no solo por enterarse lo que su padre había hecho en el pasado, sino que también debía haberse sentido sumamente incapaz. Él quería a Treyment, ya que se volvió un padre substituto y lo crio a él como si fuera suyo después de todo, el haber visto sus brazos debió haberlo alarmado, ya que pensó que también había podido perderlo.


—¿Por qué no pudimos entender lo que mi madre dijo al separarse de nosotros? —le pregunté a Treyment para desviar la tensión que podía percibirse.
—Porque los hechizos fuertes que son usados en nosotros no podemos entenderlos, cada unicornio posee un tipo diferente de magia, el de Early, tu madre, era especial —él me observó— Et ab omni malo defendat, et nihil et nemo potest conteram eaque —repitió—, significa: Protégela de todo mal, y que nada ni nadie este hechizo pueda quebrar.
—¿La magia protectora puede ser tan fuerte? —le preguntó Cavendish.
—La de Early si, ella era especialista en magia sanadora, protectora, selladora y restauradora, ese hechizo que ella lanzó fue para mantener a salvo a Nerea, lo hizo pensando únicamente en que ella debía de mantenerse con vida y que nada ni nadie pudiera lastimarla —él inhaló y luego exhaló una cantidad considerable de aire, lo repitió algunas veces más hasta que logró calmar su respiración—, es por eso que el árbol me repelió y selló mis palabras.
—¿Por qué la magia duró tanto tiempo? —le pregunté.
—Porque ella sabía que no regresaría, drenó todo lo que pudo de su poder para mantenerte con vida. Si bien, ese hechizo es protector, requiere de demasiado poder mágico, y más aún si planeas mantener a alguien en hibernación, como paso contigo, lo que te mantuvo con vida fue la magia de tu madre. —su mirada atenta se dirigió a cada uno de nosotros—, de haberse tratado de un unicornio común y corriente hubieras muerto de desnutrición las primeras semanas.
—Entiendo... —le respondí y callé para tratar de asimilar las cosas.

Mi madre había poseído muchas cualidades mágicas increíbles, y por lo poco que pude ver de mi padre, él también, es decir que yo quizás había heredado alguno de esos poderes, pero ¿cuáles? Treyment me dijo que yo ayudé a Micaela que era estéril ¿eso significaba que poseía magia curativa? Pero también recuerdo vagamente que cuando crucé el portal, lo que quería era algo que me protegiera y me brindara un poco de oxigeno ¿eso también implicaba que poseía magia protectora?

No pude tratar de seguir adivinando que otra cualidad pudiera poseer ya que, de pronto, del escritorio de Treyment un extraño brillo comenzó a surgir, lo ayudamos a pararse, y luego de que tomó su bastón se dirigió hacia aquel cajón en particular. Al abrirlo, el collar que mi madre había colocado sobre mi pecho se elevó y comenzó a flotar hasta donde yo me encontraba, luego, otro brillo surgió, esta vez proveniente de uno de los baúles, cuando Treyment se acercó y repitió la acción, la caja musical que le había visto a usar a mí padre apareció, y al igual que el collar, este se dirigió hacia mí.

—¿Qué sucede? —le pregunté al ver a ambos objetos posicionarse a la altura de mis manos.
—No lo sé —me respondió Treyment y Cavendish se mostró igual de sorprendido—, estira tus manos, esos objetos fueron los que dejaron tus padres para ti.

Al estirar mis palmas de estas brotaron unos orbes negros y violetas, los objetos brillaron con aun más fuerza, y luego, de su interior las imágenes de mis padres poco a poco se fueron materializando frente a mí. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo por completo, ellos me observaban mientras sonreían, era como si en verdad ellos se encontraran en ese momento allí conmigo.

—Nuestra amada Nerea—exclamaron ambos al unísono—¸para cuando nos volvamos a ver es probable que tú ni siquiera recuerdes nuestros rostros, es por eso que quisimos grabar este mensaje para ti.
—No lo entiendo, Treyment —lo observé y este se mostraba igual de perplejo que yo— ¿Cuándo grabaron este mensaje?
—No lo sé —respondió mientras se acercaba—, ni siquiera aquellos objetos deberían poder almacenar algún rastro de magia.
—Antes que nada, quiero pedirte una disculpa, mi pequeña—mi papá me observó mientras sonreía con melancolía—, me hubiera gustado estar allí cuando más me necesitaste, y estoy seguro de que tu madre se siente de la misma manera. Ambos sabemos que tuviste que atravesar por muchas dificultades en tu crecimiento, pero estoy seguro de que en tu camino conociste gente que te ayudó y que te fue guiando por el camino correcto.
—Mi cielo—mi madre se acercó y colocó una mano sobre mi mejilla, no sentía su tacto, pero luego de que realizó aquella acción, instantáneamente cerré los ojos—, sé que creciste volviéndote una mujer fuerte y hermosa, estoy segura de que te preguntaste muchas veces porque te encontrabas sola. Lo lamento, en verdad que sí, pero aquel día si me quedaba con ustedes nos hubieran atrapado a los tres y no hubiéramos podido escapar, me negaba a verte encerrada en una jaula, lo que quise fue darte una oportunidad de vivir con plenitud y con total libertad.
—Estoy seguro de que para este momento Treyment fue el que ya te mostró cómo sucedieron las cosas —esta vez fue mi padre el que se acercó hacia mí—, Cavendish —el nombrado dio un pequeño brinco al oírlo y lo observó—, no odies a tu padre, Caverot fue alguien bueno, cometió unos errores, pero él te amó con todo su corazón. No pienses que fue un traidor a nuestra especie, él simplemente realizó aquellos actos priorizando tu futuro y bienestar.
—Estoy segura de que Endisha y él, desde los pastizales del eterno, te están observando y se sienten orgullosos de quien eres tú hoy en día—esta vez fue mi madre quien habló y Cavendish asintió ligeramente—, así como también nosotros nos sentimos orgullosos de Nerea.

Mi madre y mi padre depositaron un suave beso sobre mi frente, pese a que sabía que aquellos cuerpos no emanaban calor, no pude evitar sentir en aquella parte cierta calidez, una que cuando era niña imaginaba en incontables ocasiones.


—Hija, si bien ahora te encuentras en un Miondel que anhelamos para ti —dijo mi padre y luego suspiró—, no queremos que te sientas presionada de ninguna manera. Sé que entiendes que, al ser parte de nuestra descendencia, el trono que dejamos te pertenece.
—Pero, nosotros esperamos que seas tú la que decida que hacer con su vida —ella me sonrió—. Está en tus manos el decidir si te quedas y reinas junto a Cavendish, o si vuelves a la tierra con la familia que seguro haz formado allá.

Yo no pude evitar mirarlos sorprendida, era como si ellos, aun después de muertos, pudieran saber por lo que pasé en mi vida, por las cosas que rondaban en mi mente, y por las preocupaciones y dudas que estaba sintiendo en esos momentos.

—Lo que deseamos para ti es que seas plenamente feliz, ya sea aquí o en cualquier lugar que tu desees —ambos retrocedieron y entrelazaron sus dedos—. Siempre serás nuestra alegría más grande —repitieron ambos al unísono—. Siempre representaras nuestro mayor logro en la vida. Y también, tú para nosotros, siempre serás nuestra pequeña. Te amamos Nerea, y siempre estaremos junto a ti.

Tras decir esto ambos comenzaron a desvanecerse, yo caminé hacia ellos y traté de tocar sus rostros, cuando lo hice lentamente su imagen se fue perdiendo hasta que frente a mí no había nadie. Nuevamente, y como vine haciendo durante muchas horas, volví a llorar, Cavendish se acercó en completo silencio y me abrazó con fuerza. Los objetos lentamente se posicionaron sobre el suelo y fue Treyment quien se acercó y los recogió con sumo cuidado.

—La magia de ellos nunca dejó de asombrarme—dijo y ambos lo observamos—, Nerlyuc y Early fueron los unicornios negros con mayor poder que pude alguna vez conocer, y nuevamente volvieron a sorprenderme. Si bien fueron mis aprendices cuando eran niños, su poder me superó y para cuando cumplieron diez años yo ya no tuve nada que enseñarles —un sonoro suspiro se escapó de sus labios—. Fueron ellos quienes introdujeron nuevos conocimientos mágicos a nuestra especie... Nerea. —el anciano me observó pero cuando estuvo a punto de decir algo Cavendish lo frenó.
—Treyment... —no pude ver que sucedió, pero ante su mirada él prefirió callar.
—Será mejor que descanses, Nerea—soltó finalmente mientras suspiraba otra vez—, todo esto debe haber sido sumamente agotador.
—¿Deseas venir conmigo? —Cavendish cortó el tema de raíz y luego de separarme ligeramente, me observó.
—Sí... iré contigo.

Treyment le dio una última mirada él y este asintió. Era obvio que necesitaba decirme algo, pero fue Cavendish quien no deseaba que hablara conmigo, al menos no por el momento. En cuanto salimos del despacho me sujetó la mano y comencé a seguirlo, luego, él se detuvo al pie de las escaleras y me observó.

—¿Quieres dar una vuelta por el pueblo, o te sientes muy cansada? —me preguntó con una sonrisa en su rostro.
—Me gustaría dar una vuelta —le respondí. Lo que menos quería en esos momentos era quedarme sola, necesitaba distraerme de alguna manera, ya que, si descansaba, sería inevitable el soñar con todo lo que había pasado.

Una vez que salimos del pequeño castillo donde estábamos pude observar en lo alto una esfera color azul, similar a la de los recuerdos, pero esta era mucho más pequeña en comparación.

—¿Por qué disminuyó su tamaño? —le pregunté.
—Al trasladarnos... no todo el poder mágico logró cruzar por completo, en un inicio tenían planeado transferir el orbe por partes, haciendo pequeños viajes, pero al evacuar de emergencia un gran cantidad se quedó allá —suspiró—, a raíz de eso la magia de los habitantes se redujo considerablemente. Si bien aún tenemos poder, ahora este tiene que ser medido.
—¿No existe una forma de solucionarlo?
—Hay una forma, pero es demasiado arriesgada para que un sólo unicornio lo haga.

Antes de que pudiera seguir preguntándole llegamos al pueblo, este era completamente diferente al de los recuerdos. Aquellos puestos ambulantes elaborados de madera ahora habían sido reemplazados por puestos de mármol situados en las afueras de casas, pero desde luego, aun se podía observar el símbolo de los unicornios orgullosamente en el frontis de muchos, la ciudad no era tan colorida como antes, pero no dejaba de ser alegre y majestuosa.

Cavendish me llevó por diferentes establecimientos, me hizo probar las diversas variedades de frutas que habían allí, e incluso me obsequió una pequeña caja musical, esta al girar tres veces la llave que poseía, reproducía una hermosa canción y luego el holograma de una pequeña bailarina aparecía girando con suma gracia y belleza.

—Gracias—le dije mientras observaba embelesada la imagen.

A su lado me sentía tranquila, eso era lo que él conseguía con suma facilidad, cosa que nunca nadie había sido capaz de hacer. Su carácter dócil, comprensivo y amigable, generaba que olvidara cualquier tipo de preocupación que pudiera tener, pero inevitablemente aquellas emociones terminaban pasando a un segundo plano en cuanto volvía a pensar en lo que mis padres me dijeron. Ellos me pedían que fuera yo quien tomara una difícil decisión, el seguir aquí, con mi especie, o irme a la tierra, junto a la gente que amaba. ¿Cómo podía elegir que debía o no hacer? Si tan solo todo esto hubiera pasado hace un año quizás no hubiera dudado, hubiera decidido quedarme junto a él ya que representaba todo cuanto quería, pero ahora... pensaba en Marcus, Micaela y Aron. Sin darme cuenta ellos se habían vuelto una parte fundamental en mi vida, pese a que en un inicio mi mundo solo giraba en torno a Mildred y mis amados niños.

—Nerea ¿Estás bien? —Cavendish me sacó de mis pensamientos, el sostenía en sus manos algo similar a un helado, lo extendió en mi dirección y luego de disculparme le di un pequeño mordisco.
—Sí, lo siento —separé el cono de mis labios y el limpió el sobrante que dejé.
—Creo que es mejor que descanses —me dijo él con amabilidad mientras volvía a sostener mi mano—, quizás más tarde pueda enseñarte más cosas que quiero que veas.
—Gracias —le dije mientras sonreía falsamente, él simplemente asintió y me llevó en dirección a su palacio.

Al llegar, la nana que lo había cuidado lo recibió con los brazos abiertos, luego apareció una muchacha pelirroja, era exactamente la misma chica que había visto en mis sueños, la que se llevaba a Cavendish del lago mientras yo gritaba su nombre. Ambas me observaron al percatarse que yo me encontraba allí, la nana se acercó con las manos temblorosas mientras tocaba mi rostro, sus ojos se llenaron de lágrimas conforme lo hacía.

—¿Nerea? —preguntó mientras su labio temblaba, la otra chica abrió los ojos enormemente y observó a Cavendish, este simplemente asintió con una pequeña sonrisa en sus labios—¿En verdad eres tú?
—Hola—respondí tímidamente mientras mi vista paseaba del suelo hacia ella, la anciana mujer me abrazó con fuerza mientras lloraba, no la conocía, o al menos no la recordaba, pero al parecer ella sí.
—Estás viva —dijo con dificultad mientras se separaba—, mira lo hermosa que estas —sonrió—, eres igual de bella que Early, e incluso posees los mismos ojos que tu padre ¿Pero... cómo? —ella observó a Cavendish.
—Luego te explico nana Rose, es una larga historia.
—¡Tengo que hacer algo especial hoy! —ella rio mientras se limpiaba las lágrimas con su delantal—, tenemos que celebrar tu regreso. Por el gran unicornio, no puedo creerlo, en verdad eres tú—nuevamente me abrazó pero luego se separó y corrió en dirección a una de las habitaciones.
—Perdónala—me dijo Cavendish—, es muy cariñosa, incluso a veces olvida que soy adulto y me trata como un bebé.
—Espera ¿En verdad eres la hija de Early y Nerlyuc? —la muchacha se acercó mientras me analizaba cuidadosamente.
—Sí, soy su hija —respondí tímidamente.
—Lo siento, no las presente, Nerea, ella es Monic, mi prima.
—Un gusto Monic —extendí mi mano y ella entrecerró los ojos.
—Quiero preguntarle algo —me dijo mientras sujetaba mi mano con desconfianza— ¿Eres tú la que estaba al otro lado del portal?
—¿En la tierra? Si.
—¡Pero debes tener siglos de vida! ¿Cómo es posible que te veas tan joven? Cavendish —ella lo observó—, el tipo de relación que desees tener es prohibida, mira que ella puede ser una anciana.
—Monic —Cavendish se sujetó el rostro avergonzado— ¿No tienes nada mejor que hacer?
—No —dijo mientras sonreía y me volvía a observar—, bueno, dejemos algo en claro Nerea, puedes ser la hija de Early y Nerlyuc, pero si haces llorar a mi primo, o lo tratas mal te las veras conmigo ¿De acuerdo?
—Monic...—exclamó Cavendish a sus espaldas.
—De acuerdo—reí y ella me abrazó, luego se fue por el mismo lugar por donde su nana desapareció.
—Lo siento, creo que fue mala idea el traerte aquí —su rostro se encontraba rojo, lo habían avergonzado, esto era otra de las cosas que me gustaban de él, parecía un niño pequeño a veces por las reacciones que tenía.
—Descuida —le respondí—, puedo entender perfectamente su preocupación, yo en su lugar haría lo mismo.
—Sí, pero por suerte, no eres como ella —ambos no pudimos evitar reírnos.

Cavendish me enseñó algunas habitaciones esenciales del palacio como el baño, las aguas termales. Si, tenían aguas termales en el interior, y también me enseño una enorme biblioteca, debo admitir que quedé embelesada al observarla, había muchos libros, demasiados a decir verdad. No conocía ninguno de los autores o títulos en particular, pero aquello solo acrecentaba mí curiosidad y deseo por algún día leerlos.

Caminamos unas puertas más allá, y luego finalmente nos detuvimos en una habitación inmensa, la puerta debía mediar fácilmente dos metros y medio y tenía un hermoso tallado sobre su madera de color caoba. Él abrió la puerta y seguidamente, lo que pude percibir fue un ligero aroma a vainilla. Las paredes eran cremas, las cortinas poseían tonalidades platas y azules, y hasta el más pequeño de los muebles era de color blanco, no pude evitar sentir que había dado un salto hacia el pasado, ya que toda aquella decoración tan perfectamente colocada, era igual a la que vi en el revelador.

—Sé que es algo improvisada, —me dijo mientras observaba el lugar— pero esta será tu habitación. Prometo ayudarte a amoblarla luego, quizás haya algunas cosas que no te gusten, es decir... sé que no eres muy aficionada al blanco, pero podemo...
—Es hermosa —le aseguré mientras sujetaba su brazo con suavidad, él simplemente me observó y asintió mientras sonreía de lado.

Era hermosa, en verdad que sí, mientras más la miraba más lograba enamorarme de los detalles que poseía. El techo era sumamente alto, las pinturas que estaban dibujadas allí se movían conforme los segundos pasaban, como si tuvieran vida propia y formaban un lienzo completamente diferente al que podías ver al ingresar; la cama era con tranquilidad de dos plazas y media, perfecta para que dos durmieran allí.

—Me alegra que te guste —él sonrió, pero luego, aquella sonrisa se desvaneció— ¿Quieres probar algo?
—¿Qué cosa? —le pregunté.
—Pon una mano sobre la otra, luego de que lo hagas, trata de concentrar tu magia allí. Imagina que estás sosteniendo una esfera que tiene agua tibia en su interior —él hizo lo que me dijo y enseguida, una pequeña esfera color celeste apareció y comenzó a girar—. Así.
—No creo que me salga —le respondí.
—Trata, sé que podrás.

Cerré los ojos e inmediatamente seguí cada paso que me indicó, no pasó mucho tiempo para que sintiera cierta calidez emanando de mis manos, y pese a mis parpados cerrados, me pude percatar que un pequeño brillo fue creciendo con rapidez, pero no era una luz blanca, muy por el contrario, está era de color negra y violeta.

—Lo vas haciendo bien —dijo Cavendish mientras observaba lo que iba haciendo—. Ahora trata de imaginar alguna cosa, lugar o situación.
—De acuerdo.

Al hacerlo, sentí como ese orbe que había formado se fue separando de mis manos, y luego de que abrí los ojos, este se fue en dirección al techo y se desvaneció por completo.

—Fue un muy bien intento —me dijo mientras depositaba un beso sobre mi mejilla—. Estoy segura de que lo harás mejor la próxima vez.
—Sí, yo también lo esp...

Antes de que pudiera responderle, toda la habitación se vio envuelta y se transformó en la posada, en este lugar pude ver a Micaela, Marcus y Aron, los tres se encontraban riendo. Recordaba este momento, fue cuando Aron llegó luego de su nacimiento, él al verme comenzó a reír luego de haber estado llorando durante horas. Luego de aquello la imagen se desvaneció y se mostró el orfanato, en este se podía apreciar como George estaba siendo adoptado por una familia, este se mostraba sumamente feliz, sujetaba las manos de sus nuevos padres adoptivos con fuerza, y el papá lo alzó en brazos, pese a su peso, y depositó un suave beso sobre su frente. Mildred, quien se encontraba más atrás, se despidió de él con una enorme sonrisa en sus labios mientras que Nataly y Stephan le deseaban lo mejor, y le prometían que irían pronto a visitarlo.

Las imágenes se detuvieron abruptamente y Cavendish me observó, ni siquiera yo entendía que era lo que acababa de suceder, él dirigió su mano a su mentón como si estuviera tratando de pensar, o recordar, algo en particular.

—¿Qué fue eso? —le pregunté.
—Fue un tipo de magia vidente, o eso creo. Lo que acabas de presenciar es algo que tú deseabas saber.
—¿Entonces es real?
—Sí, creo que no solo eres protectora y sanadora, tienes poderes de videncia, los cuales, posiblemente, te fueron heredados por Nerlyuc.
—Ya veo —le dije mientras acariciaba mis brazos con suavidad.
—¿Ellos eran los niños de los que me hablaste, estabas preocupada por ellos?
—Sí, la familia que viste son los que me llevaron a la posada... y luego, ese lugar fue donde yo crecí...George fue adoptado —sonreí, si bien estaba feliz por él, sentí un ligero retorcijón dentro de mi estómago ya que yo no estuve allí para despedirme.
—¿Llevaba mucho tiempo en el orfanato? —me preguntó.
—Sí, es el segundo que más tiempo llevaba, tan solo quedan Nataly y Stephan.
—En cierta forma... es bueno ¿No crees? —él sonrió— Es decir, por fin encontró gente que lo va a amar como se lo merecía, acaba de adquirir una nueva oportunidad para ser feliz.
—Sí, y estoy feliz por él... es solo que....
—Los extrañas ¿No es verdad? —él me observó mientras sonreía y agachaba la mirada, era obvio que se sentía incómodo ¿Pero cómo iba a negarlo? Para mi ellos eran mi familia, la que yo... forme estando en la tierra—. Bueno —exclamó mientras fingía que nada había pasado—. Te dejaré descansar, cuando la cena esté lista vendré por ti. No olvides que mi recamara está a dos cuartos del tuyo, si deseas puedes ir a buscarme, estaré disponible para ti.
—Gracias por todo Cavendish —le dije genuinamente y él asintió.
—Yo solo quiero ver que tú seas feliz —respondió y enseguida salió de la habitación.

Intuía que lo había dicho por otros motivos, en parte, lo era, tranquilamente podía decir que yo era feliz, pero... el pensar en lo que dejaría en la tierra se volvía algo tortuoso. No se trataba de mudarse, como si de calle o departamento se tratara, me mudaría de dimensión, a una a la cual ellos nunca podrían visitarme...

Me acerqué hacia el ropero y al tocarlo, las puertas se abrieron, en su interior pude ver muchos vestidos elegantes y hermosos, y también había ropa de dormir. Quizás aquella era la ropa de la madre de Cavendish, no lo sabía, pero no traía nada más que lo que tenía puesto, y para ser francos, entre el polvo y el agua, estaba oliendo algo mal. Pedí una disculpa a su madre, del modo en que se hacía en la tierra porque no sé qué clase de deidad tengan aquí, y luego tomé un camisón color crema, me lo puse y me dirigí hacia la enorme cama, repetí la acción y una vez que me disculpé, me recosté, el colchón se hundió un poco, pero a decir verdad, era tan suave y cómodo que no basto mucho tiempo para que cayera profundamente dormida. Y estuve muy agradecida porque no soñé nada...

Unos golpeteos en la puerta me despertaron, observé hacia la ventana y vi que la luna ya se encontraba en lo alto. Al otro lado, Cavendish me dijo que la cena estaba servida, y luego de decirle que enseguida bajaría, me puse de pie y nuevamente me dirigí hacia el ropero. Tomé uno de los vestidos que había allí, para ser más específica, uno de color azul que no poseía corsé, ya que no tenía ni la más remota idea de cómo ponérmelo, luego escogí unos zapatos de tacón bajo que hacían juego, me observé en el espejo y luego de cepillar un poco mi cabello con mis dedos salí de la habitación.

Al bajar, todos estaban reunidos, incluso Treyment. Para cuando llegué a la planta baja todos se quedaron mudos al observarme, Cavendish volteó a verme e inmediatamente se puso de pie para ir a recibirme a la entrada.

—Lo siento —sonreí apenada—, no quería usarlo, pero no tengo otra cosa que ponerme, le pedí disculpas a tu madre, si es que este vestido era de ella, pero... supongo que también tengo que pedirles disculpas a ustedes por tomar cosas que no me pertenecen.
—No te preocupes por eso —me aseguró mientras doblaba el brazo y colocaba mi mano en el espacio que se había formado—, puedes usar todo lo que haya aquí, no se te mezquinará nada, ni tampoco tienes porque pedir una disculpa —él sonrió—, estoy seguro de que mi madre hubiera estado más que feliz.

Durante toda la cena me hicieron preguntas acerca de cómo era la tierra en la actualidad, en especial Monic, ella siempre había sentido curiosidad, ya que cuando escaparon, su madre la tenía aun dentro de su vientre y ella no guardaba ningún tipo de recuerdo de allá.

—¿Entonces usan esta cosa... llamada colular para comunicarse sin necesidad de estar uno al lado del otro? —me preguntó la nana tratando de entender que era lo que le había explicado.
—No, se llama celular, y si, sirve para mantenernos en comunicación.
—¿Quién decía que los humanos no sabían ideárselas? —preguntó Monic—, mis padres decían que ellos no sabían ni tejer una manta sin magia, ahora hasta han podido elaborar sus propios artilugios cientimagicos para comunicarse.
—¿Vives con tus padres Monic? —le pregunté pero inmediatamente todos callaron, había metido la pata.
—No —ella sonrió mientras revolvía un poco la comida de su plato—, ellos... bueno, ahora me observan de los pastizales del eterno, por eso no logro sentirme sola, además tengo a Cavendish, la nana Rose y el tío abuelo, nunca me he sentido mal porque ya no estén conmigo —suspiró—, pero supongo que a veces me gustaría verlos así fuera en holograma.
—Cavendish ¿Por qué no la llevas a ver el monumento? —Treyment decidió cambiar el tema.
—Sí, vayan —dijo la nana—, ahora que la luna está en lo alto las tonalidades del interior deben ser hermosas.

Cavendish me observó y luego de que me preguntara si deseaba ir asentí y salimos del comedor, inconscientemente sentía que había arruinado la cena, no debí preguntarle a Monic por sus padres.

Caminamos a las afueras del palacio, a lo lejos pudimos ver el pueblo que aún mantenía las luces encendidas y esto le brindaba al ambiente una sensación completamente diferente, Cavendish me dijo que en determinadas épocas del año hacían cambiar el clima para que los habitantes sintieran la atmosfera como en la tierra, ya que en ese lado paralelo no existían las estaciones. Pero claro, de una manera medida ya que no podían traer algún tipo de catástrofe ambiental adrede. Al atravesar un sendero que poseía piedras color rojas en el camino, logramos llegar a una pequeña torre que poseía unos vidrios inmensos en la cúpula, cuando entramos, tal y como dijo la nana Rose, el suelo se podía ver fragmentado en diferentes colores producto de los cristales que los componían.

Cavendish caminó hacia el centro y me ayudó a acercarme, allí pudimos apreciar las estatuas de nuestros padres, los guías de Miondel, a su alrededor había muchas flores, todas y cada una de ellas se veían hermosas, le brindaban mucho misticismo y tranquilidad a ese lugar.

—Cuando logramos cruzar sabíamos que las cosas serían difíciles ya que tendríamos que comenzar todo desde cero —me dijo él mientras tomaba asiento en una banca frente a las estatuas—, a decir verdad, Treyment me dijo que los adultos entraron en pánico al percatarse de que ellos no habían cruzado con vida a este lugar...
—Debió haber sido difícil para ellos.
—Lo fue —él sonrió—, aquellas estatuas representar un antes y un después, el fin de su vida cotidiana y el inicio a algo inexplorado —Cavendish suspiró mientras entrelazaba sus dedos—. Nerea, seré franco contigo, desde que fuimos pequeños nuestros padres nos habían comprometido, es por eso que el que hoy mi nana Rose te viera... generó en ella un gran alivio, porque no solo estaba feliz de ver que la hija de Nerlyuc y Early estaba viva, si no que eso para mí también representaba algo bueno.
—¿Algo bueno en que forma?
—Bueno porque me ayudarías a que Miondel vuelva a tener la vitalidad de antes... —él suspiró pesadamente mientras se rascaba la nuca—, si ambos... tenemos descendencia, nuestros hijos podrían salir sumamente poderosos, pero no por mí, sino por ti —Cavendish observó la estatua con atención—, aquella estatua era un monumento para ustedes, los últimos unicornios negros, los últimos seres poderosos entre todos nosotros... el haberte perdido a ti también aquel día represento un trago amargo para los que vivían aquí, porque fuiste alguien deseada por todos, no solo por tus padres. Tú representabas el aliento de vitalidad que necesitábamos para poder seguir adelante.
—¿Entonces ambos tenemos que casarnos y tener hijos por Miondel? —le pregunté.
—Seria lo correcto y adecuado, sí —me respondió, luego volteó a observarme—. Pero no quiero que pienses de que debería ser lo moralmente correcto por mí ni por nadie, yo estaría más que feliz por pasar el resto de mi vida a tu lado... Porque te amo, porque esto que siento no ha cambiado en el tiempo que dejamos de vernos. Sin embargo, sé que en tu corazón no estoy únicamente yo, este alberga dentro de sí personas maravillosas que te acompañaron en todo tu trayecto, y el pedirte que renuncies a aquellos que amas es algo impensable para mí, nunca haría tal cosa, aun si haciendo aquello terminaría beneficiando a nuestra gente, o a mí.
—Cavendish... —susurré mientras él me observaba, sus ojos azules estaban fijamente clavados en mí, sentía cierto escalofrío recorrer mi cuerpo al percatarme de su respiración pausada.
—Nerea —Cavendish acarició con delicadeza mi cabeza mientras depositaba suaves besos sobre ella, yo lo abracé por la cintura mientras inhalaba su aroma—. Lamento no haber podido hacer más por ti antes, y lamento no poder hacer más por ti ahora...
—Ya has hecho mucho por mí —le respondí con seguridad mientras me acurrucaba aún más—, lo hiciste hace un año y medio, lo hiciste en el lago y lo volviste a hacer cuando fui a ver mi pasado —acaricié suavemente su espalda, sentí como su pecho se infló ligeramente y luego me separó.
—Yo... quiero que sepas que el volverte a ver me trajo una alegría indescriptible, y el saber que de alguna forma ambos estuvimos destinados a estar juntos genera que mi corazón salte de alegría —él me sonrió—, no deseo otra cosa que quedarme contigo, volverme una parte de tu familia. Pero, sé que en este tiempo que no nos vimos tu encontraste tu hogar en otra parte.
—Yo... —mi labio inferior comenzó a temblar conforme hablaba.
—Hoy es la tercera noche de luna llena —me dijo mientras sonreía melancólicamente—, para cuando esta noche termine es posible que... no puedas volver a tu hogar, no sé si la magia del portal podrá aguantar tu paso nuevamente, y no estoy seguro de que tu sola puedas llegar con bien allá.
—Pero... eso significa.
—Así es, tienes que decidir ahora Nerea...

Me levanté de donde me encontraba y caminé en dirección a las estatuas, observé con atención la imagen de mi padre y mi madre, luego la del pequeño bebe que ambos poseían en sus brazos. Al lado, Endisha y Caverot se abrazaban con fuerza mientras miraban a un punto inexacto de la habitación. Miles de preguntas se arremolinaron en mi mente, pero cada una de ellas terminaba arrastrándome a una sola respuesta "No quiero dejar a mi familia allá" Apenas había logrado descubrir que en verdad era feliz con ellos, que si bien, antes me mostraba recelosa por la atención que me brindaban o por cómo se comportaban conmigo, ellos no lo hacían de mala manera, Marcus y Micaela me habían brindado la oportunidad de adaptarme a alguien, sin reglas, sin amenazas. Tan solo brindándome espacio, amor y paciencia. Y eso es lo que había logrado calar muy profundo en mi alma, aun sin querer inmiscuirse en mis asuntos ellos habían apaciguado mi triste corazón la primera vez que me separé de Cavendish. Él era quien hacía que mi corazón brincara de emoción, a quien quería ver diariamente, con quien verdaderamente quería estar, era alguien invaluable para mí, pero... era alguien que tendría que esperar.

Tomé una gran bocanada de aire y me giré para observarlo, él se encontraba mudo en su sitio, tan solo esperando algún tipo de respuesta por mi parte. Me acerqué hacia él y me senté a su lado, luego, lo tomé de las manos y besé con suavidad sus nudillos, él entendió mi gesto a la perfección, no fue necesario decirle algo al respecto, así que luego de que me ayudara a ponerme de pie, ambos nos dirigimos nuevamente hacia el portal, el cual se encontraba brillando y mostraba el reflejo del otro lado en el centro del agua.

—Supongo que este es un adiós —me dijo él de manera melancólica mientras aprisionaba con fuerza mis nudillos.
—Es un hasta que volvamos a vernos —le aseguré mientras abrazaba su cuello con gentileza.

Cavendish me besó inmediatamente, pero no fue un beso brusco, muy por el contrario, fue un beso lleno de amor, con cada segundo que sus labios estaban unidos a los míos podía percibir todo lo que el sentía y todo lo que él buscaba transmitirme. Sus manos firmemente puestas a cada lado de mi cintura me aprisionaron contra su cuerpo y yo profundicé aún más aquel beso enredándome aún más a su cuello. Para cuando ambos nos separamos, él beso mis mejillas y mi rostro, me dijo que me amaba, que habría de esperarme hasta que yo estuviera lista, y luego de decirme aquello, se transformó y me ayudó a atravesar el portal con rapidez.

Llegamos para cuando los rayos del sol ya habían comenzado a acariciar las montañas, Cavendish me dejó en la orilla del lago y lentamente regresó hacia el portal. Me observó conforme desaparecía, y allí, aquel día, le juré que volvería a verlo, le dije que lo amaba y nuevamente le di gracias por haberme acompañado, por haber respetado el camino que al menos, de momento, había decidido seguir.

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