Capítulo V: La promesa.
SIGLO XV — ANTIGUA ALDEA DE MIONDALE
C A V E N D I S H
Mis manos comenzaron a sudar y lentamente mis dedos se fueron separando de los de Nerea. Observé al frente y me sentí sumamente avergonzado, quería huir para que ella no viera el estado en el cual me encontraba, una parte de mi mundo se derrumbó, la imagen de alguien moralmente correcto y valiente se desvaneció por completo, dejando tras de sí, nada, absolutamente nada. Allí, frente a nosotros se encontraba mi padre, pero este no estaba solo, junto a él se encontraba el rey de los humanos de aquella época, aquel rey que fue el causante de tantas muertes, aquel cruel tirano que fue el causante de la extinción de los unicornios de color negro.
Este hombre, al ver a mi padre en la entrada de su enorme y ostentoso salón, le hizo una señal con el dedo índice para que se acercara, y mi padre, de manera casi automática, se aproximó hasta estar a una corta distancia, luego, lentamente se agachó e hincó una rodilla en el suelo a modo de reverencia.
—Sabía que no eras tonto Caverot —el hombre regordete esbozó una sonrisa dejando a la vista sus amarillentos dientes—, hasta ahora has cumplido bien con tu trabajo, fuiste de gran ayuda para mi pueblo, salvaste muchas vidas he de admitir.
—Gracias, su majestad—respondió él de manera pausada e inexpresiva.
Para esos momentos sentía ganas de ir y golpearlo hasta el cansancio, importándome poco que fuera mi progenitor, él había sido el que nos traicionó, por su culpa tantas vidas se perdieron, y solo los dioses de la naturaleza saben cuanta sangre fue derramada por su causa a lo largo de los años. Si, por la culpa de aquel ser egoísta, aquel repudiable ser que se llevó el porqué de su accionar a la tumba. Sentía nauseas al estar presenciando esto, la impotencia que sentía dentro de mí generaba un remolino en el interior de mi estómago. Por la culpa de él los padres de Nerea estaban muertos...
—¿Y bien? —el regordete se acomodó los anillos de rubí que adornaban sus dedos, luego, ordenó a un muchacho que poseía una jarra metálica que se acercara, este le sirvió vino en una copa de oro, y una vez que le llenó el vaso, volvió a su posición inicial—¿Para qué hora piensan marcharse?
—En cuanto la luna se encuentre en su punto más alto partiremos de aquí, no volveremos a pisar sus tierras y ese terreno que ocupamos pasará a ser parte de su reino nuevamente. —él no alzó la cabeza en ningún momento, las palabras que emitía salían una tras otra sin que se sintiera una pizca de remordimiento.
—De acuerdo —el hombre chaqueó los dedos e inmediatamente un sujeto delgado con un papiro enrollado en una mano, y una bandeja de plata sobre la otra, se acercó—. Como bien sabes, mi estimado Caverot, soy un hombre de palabras, y espero lo mismo de las personas con las que hago cualquier tipo de trato. Así que, necesito un documento que me asegure que los de tu especie no se acercaran más a estas tierras, el terreno que poseen puede explotarse para comercio, y a decir verdad, no quisiera usar la fuerza bruta si deciden cambiar de opinión —el regordete sonrió mientras se ponía se pie y se alejaba de su ostentoso trono—. Como veras, sobre esa bandeja hay una pluma y una pequeña navaja, quiero tu palabra, pero no escrita con tinta, quiero tu palabra escrita con tu propia sangre.
Mi padre observó los implementos, él sujeto que los trajo los acomodó sobre el piso y lentamente se alejó. Luego él, tomó la navaja y se cortó la palma derecha, dejó caer varias gotas sobre la bandeja hasta que se formó un pequeño charco, tomó la pluma entre sus manos y empapándola bien sobre el líquido rojizo, la acercó al papiro y plasmó su firma allí. Una vez que terminó, colocó su palma izquierda sobre la otra mano, e inmediatamente luego de que un aura verde surgiera, la herida cerró.
—¡Excelente! —exclamó el regordete mientras se regocijaba—. Bueno mi estimado Caverot, ahora tienes mi palabra, las generaciones venideras crecerán en prosperidad sin que yo me aparezca en su camino, en especial tu hijo, prometo no tocar una sola hebra de su cabello.
—Gracias, su majestad.
—Puedes retirarte —el rey movió sus dedos en señal de despedida y mi padre se alejó lentamente de ese enorme salón hacia la salida.
Giré a observar a Nerea y esta se encontraba con los puños apretados a cada lado de su cuerpo, su cabeza estaba agachada y tenía el mentón pegado a su pecho, el cual subía y bajaba constantemente, las lágrimas transitaban una tras otra por sus mejillas hasta impregnarse en el suelo. Estiré mi brazo para poder tocarla, pero faltando solo unos cuantos centímetros para hacerlo, me detuve, no era prudente que lo hiciera, en verdad sentía que no tenía ningún tipo de derecho ahora. Todo lo que había creído hasta este preciso momento había sido una simple mentira, mi padre no fue un héroe como se cuenta en nuestra historia, él fue un traidor a nuestra especie, traicionó a su pueblo, traicionó a su familia y traicionó a sus amigos...
Las imágenes nuevamente comenzaron a moverse de manera rápida, y para cuando ya estaba anocheciendo, pudimos observar cómo la gente ya había empacado todo lo que les servía y lo llevaban en carretas haladas con magia. Un gran porcentaje se encontraba cerca de las orillas del lago por el cual Nerea entró, tan solo aguardando a que la luna se posicionara en lo alto y el portal se activara de manera automática.
—No me siento bien —exclamó Nerea, yo simplemente me limité a observarla mientras mordía mi labio inferior con fuerza, luego, ella alzó la mirada y me observó, sus ojos violáceos comenzaron a tener tonalidades algo rojizas debido al llanto, y no pude evitar sentirme alguien miserable al observarla.
—Lo siento...—fue lo único que mis labios fueron capaces de pronunciar luego de su atenta mirada.
¿Qué más podía decirle?, no encontraba las palabras adecuadas para entablar algún tipo de conversación, mi mente estaba en blanco, ni siquiera lograba formular alguna oración coherente, no hallaba la manera de poder expresarle lo avergonzado y mal que me sentía en ese momento.
—No fue... tu culpa —dijo ella suavemente mientras se acercaba hacia mí, tocó mi mano y sentí un escalofrío envolver mi cuerpo—, nada podemos hacer ahora... Y estoy segura de que, para ti, el ver lo que realmente pasó, resulta aún más difícil todavía.
—Siento que... soy una farsa —le respondí mientras desviaba la mirada—, todo cuanto conocía. Todo cuanto sabía acerca de lo que paso aquel día estaba completamente errado —tomé su mano y la apreté ligeramente, sentía un inmenso nudo posicionarse en mi garganta—, aunque yo no haya hecho algo para traicionar al pueblo de Miondel, me siento en deuda con todos y cada uno de ellos, perdimos vidas por culpa de mi padre... es algo que... —suspiré—, es algo que nunca voy a poder olvidar, este pesar lo llevaré conmigo hasta el día de mi muerte.
—Si bien, tu padre cometió errores en su mandato no significa que tú eres igual a él. Tú, Cavendish, como actual guía del pueblo de Miondel necesitas dejar atrás dolores pasados —Nerea tocó mi rostro con suavidad y me obligó a observarla—, los errores que pidiera cometer él nunca definirán la clase de guía que eres y serás en un futuro, cómo guíes a tu pueblo más adelante dependerá únicamente de tus propias decisiones.
—Pero él... —tomé su mano y la acaricié—le hizo algo imperdonable a tus padres.
—Es verdad —sonrió levemente mientras su mirada se entristecía—, pero lo que él haya hecho no va a... cambiar nada —ella me observó fijamente e inmediatamente entendí a que se refería—. No te negaré que siento un gran remordimiento en mi interior, siento deseos de gritar, de llorar amargamente e irme para poder estar sola y ya no saber que más sucedió. Pero como te dije, necesito cerrar este capítulo de mi vida, solo de esa forma podré avanzar. Pese a que me duela, pese a que en este momento sienta tanto... dolor, necesito seguir adelante.
—De acuerdo... —le respondí mientras la abrazaba, y luego de algunos minutos, la solté.
Sujeté su mano y luego de que inhalamos una gran cantidad de aire comenzamos a caminar en dirección opuesta a las imágenes que se movían. Nerea comenzó a temblar ligeramente conforme nos acercábamos al palacio de sus padres, yo simplemente me limite a no soltarla, porque estaba seguro de que si lo hacía, las fuerzas me abandonarían y yo también sería incapaz de continuar.
Nerea, tus padres se encuentran en el salón principal.
Oímos la voz de Treyment y ambos asentimos, en este momento sentía mucho remordimiento no solo con mi padre, sino también con él, ya que, si era cierto que estos eran sus recuerdos, durante todo este tiempo supo lo que había ocurrido pero nunca fue capaz de decírmelo. Al llegar a donde nos indicó pudimos observar a sus padres, a mi madre y a Delia, su nana, ellas ya se encontraban listas para marcharse y tan solo estaban asegurándose de que todo estuviera en orden para poder partir.
—Mi señora —la nana habló mientras colocaba una manta morada sobre Nerea—, mejor use esta manta, es más abrigadora, no sabemos qué tan frio será el otro lado del portal y la pequeña puede coger un resfriado.
—Gracias Delia —ella sonrió—, no sé qué haríamos sin ti.
—¿Han visto a Cavendish? —mi padre entró al recinto seguido de Nerlyuc, el padre de Nerea.
—Pensé que estaba contigo querido —exclamó mi madre mientras se dirigía hacia él—, tiene rato que no lo veo, me dijo que iría a buscarte.
—No, no ha venido a mi encuentro —mi padre se acercó hacia ella y le entregó un cubo que brillaba—, estaba ocupado trayendo las cosas de nuestro hogar y no lo he visto.
—Tenemos que buscarlo —esta vez fue el padre de Nerea quien habló—, la luna pronto estará en su punto más alto, si no lo encontramos demoraremos aún más en cruzar.
—Veré su rastro de magia —mi madre tomó sus manos y juntó sus palmas dejando unos escasos centímetros de distancia entre sí, luego, un orbe de luz azul comenzó a formarse, y, seguidamente, ella sopló y este comenzó a moverse lentamente esperando que lo siguieran.
—Yo iré, no te preocupes —mi padre besó la frente de mi madre y esta asintió—, deberían ir saliendo del palacio, los veré allá.
—Iré contigo —exclamó el padre de Nerea—, quizás haya gente en el pueblo que necesite ayuda, además, de esa forma me aseguraré que no dejemos a nadie atrás.
—De acuerdo, pero los esperaremos aquí —mi madre se mostraba en verdad preocupada, su rostro la delataba por completo.
—Sabes que no es necesario —le respondió él.
—Quiero hacerlo —ella sonrió—¸te veré luego —ambos se dieron un suave beso y mi padre y el de Nerea se marcharon hacia la puerta.
—Early —la nombrada miró a Nerlyuc—, en cuanto la luna se encuentre en el punto más alto dile a Treyment que comience a hacer pasar al resto.
—De acuerdo —ella le sonrió—, los estaremos esperando —como si ella también quisiera darle un mensaje a su padre, la pequeña Nerea estiro un brazo y le sonrió.
Nuestros padres sonrieron y salieron del palacio, en el camino se encontraron con gente que poco a poco se iba movilizando hacia el portal, ellos ayudaron a empacar a algunos que aún no tenían todo guardado, y luego de que les brindaron ayuda, continuaron siguiendo al orbe.
—Lo vamos a encontrar, tranquilo —el padre de Nerea tocó el hombro de mi padre, este se removió incomodo mientras asentía ligeramente—, sé que no es la primera vez que Cavendish desaparece.
—¿A qué te refieres? —mi padre se puso nervioso inmediatamente, la voz le tembló un poco a medida que hablaba.
—Caverot, no es necesario que lo escondas de mí, sé que cuando Cavendish tenía dos años fue secuestrado.
—Cómo es que tú... —mi padre pasó saliva, el padre de Nerea lo observó directamente a los ojos sin siquiera inmutarse, decía mucho con su mirada, era como si en ese preciso momento, le estuviera dando la oportunidad a mi padre de sincerarse y de decirle todos los tratos que hizo con el rey humano a escondidas.
Pero, antes de que él siquiera pudiera emitir una respuesta, el orbe color azul que les venía indicando el camino se tiñó de una tonalidad rojiza, esto alertó a nuestros padres, ya que, según lo que tenía entendido, al ser ese un orbe que rastreaba la magia del portador, si este pensaba que se encontraba en peligro, el orbe se alteraba y comenzaba a emitir colores en señal de alerta.
No les tomó mucho tiempo para que supieran que hacer, ambos emitieron un conjuro y colocaron una mano en su frente, luego de eso, ambos se transformaron en su segunda apariencia, la del unicornio. Comenzaron a correr a toda prisa mientras el orbe comenzaba a deformarse, las luces que emitía eran en verdad alarmantes para ellos. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, para ser más precisos, en la frontera de ambos reinos, el orbe se desintegró por completo, y allí, frente a ellos, se podía observar al rey de los humanos, quien sujetaba con fuerza mi mano mientras yo trataba de zafarme, y tras él había un enorme ejercito armado hasta los dientes.
—¿¡Que haces tú aquí!? —mi padre volvió a su apariencia humana a medida que observaba con furia al rey, este simplemente sonreía dichosamente mientras se encontraba al lado de su caballo de color blanco.
—Mi estimado Caverot ¿Qué manera de hablarle es esa a un rey? —le preguntó mientras me sujetaba—, es solo que.... Bueno, mi pobre gente está enferma nuevamente y el que ustedes se marchen significaría que muchos de los míos mueran, es por eso que me ves aquí.
—Entrega al niño Luitgarda —el padre de Nerea se colocó frente al mío, el campo de protección de Miondel era lo único que los separaba en ese momento.
—Nerlyuc, acabo de explicar mis motivos, no puedo dejarlos ir así de fácil, los necesito —le contestó el con prepotencia mientras lo analizaba de pies a cabeza—, pensé que querían un trato cordial entre nosotros, si tú me ayudas ahora, prometo que mi gente comenzará a aceptarlos.
—¡Mientes! —le respondió él—¸ por años traté de hacer las cosas bien para que ambos pudiéramos vivir en armonía, pero desde que tú heredaste el trono ese sueño se derrumbó como una pila de cartas, la ambición que sientes prima por sobre cualquier cosa, no te interesa tu pueblo, lo único que te interesa es seguir lucrando con nosotros.
—¡Auch! —exclamó el aludido con falso dolor—, acabas de lastimarme enormemente —él sujeto haló mi mano y se puso a mi altura— ¿Qué hacemos pequeño, quieres irte conmigo al palacio? A decir verdad, nunca debiste haber salido de allí.
—¡Suéltalo! —gritó mi padre con desesperación— Por favor, ya te di lo que querías, no puedo hacer más, deja a mi hijo en paz.
—Caverot, Caverot —el regordete negó repetidas veces con la cabeza a medida que suspiraba—, necesito de tu ayuda nuevamente, y me temo que si te regreso a este pequeño no voy a obtener lo que quiero.
—Hagamos un trato Luitgarda —el padre de Nerea miró disimuladamente la luna y esta ya se encontraba cerca al punto más alto—, desvaneceré el campo de protección y podrás tomar a los que queden en sus casas, pero dame al niño.
—Humm —el regordete se sobó el mentón con la mano libre y luego de meditarlo por breves segundos habló—. De acuerdo, pero no quiero juegos, solo tomaré a los adultos, después de todo, te lo dije Caverot, soy un hombre de palabras, las generaciones venideras no tendrán que saber qué fue lo que paso el día de hoy.
Nerlyuc se acercó hacia el portal y colocó ambas manos sobre él, este emitió una luz blanca y poco a poco se fue desvaneciendo, inmediatamente, yo comencé a correr en dirección a mi padre y lo abracé con fuerza.
—Váyanse —susurró el padre de Nerea hacia nosotros e inmediatamente mi padre me colocó sobre su nuca, luego se transformó y comenzó a correr en dirección al palacio.
—Vayan y tráiganme a los que puedan, pero dejen a los niños marcharse —Luitgarda ordenó a sus hombres avanzar y estos comenzaron a hacerlo lentamente.
—¡Como si fuera a permitir que lo hicieras! —gritó el padre de Nerea e inmediatamente, aplaudió y al separar las palmas un muro de fuego comenzó a hacerse presente, este se extendió cuatro metros hacia arriba y cubrió todo Miondel como protegiéndolo—. Al menos esto nos dará tiempo —él observó la luna que ya se encontraba en su punto alto, se transformó y se alejó del lugar mientras escuchaba los insultos del rey humano.
El padre de Nerea comenzó a correr a gran velocidad, necesitaba llegar donde su familia y ponerla en alerta para que pudieran marcharse. Mi padre fue el primero en llegar al palacio, este se encontraba sumamente agitado, se transformó y me bajó de su cuello, y luego de analizarme a profundidad, se percató de que únicamente tenía una pequeña herida en la cabeza, la cual se volvería la cicatriz que llevo hasta el día de hoy.
—¡Cojan a los niños y márchense, díganle a los del pueblo que crucen con rapidez el portal, que olviden las cosas de valor!
—¿Qué está pasando? —le preguntó mi madre mientras este volteaba la mirada a un lado.
—Luitgarda había secuestrado a Cavendish, Nerlyuc tuvo que deshacer el portal protector para lograr engañarlo, se quedó para distraerlos, pero el hechizo no durara mucho.
—¿Cómo sabia ese papanatas que nos iríamos el día de hoy? —Early le entregó a Nerea a Dalia y caminó hasta acercase hacia él.
—Yo... —mi padre apretó los puños con fuerza ante la confrontación.
—¿Qué están haciendo aquí?, ¡Están perdiendo el tiempo! —el padre de Nerea entró al palacio, las gotas de sudor bajaban por su frente a medida que hablaba—, tomen a los niños y márchense.
Inmediatamente él hizo aparecer un portal en donde se observaba a Treyment haciendo pasar a la gente, los cuales caminaban lentamente en filas esperando su turno.
—¡Treyment! —el nombrado volteó a observarlo por medio del portal— Tenemos una situación de emergencia, apresura a todos, Luitgarda no nos dejará irnos, necesitamos escapar lo antes posible, dejen las cosas pesadas atrás, que ayuden a pasar a los niños y los ancianos primero.
—¡Entiendo amo!
Mi padre caminó hacia Nerlyuc e inmediatamente se arrodilló mientras lloraba, los presentes se mostraban confundidos, no entendían porque pedía perdón de una manera tan dolorosa.
—Levántate Caverot —el padre de Nerea lo obligó a observarlo—, no es tiempo de pedir perdón, lo que hayas hecho no puede remediarse, admito que me siento dolido porque no confiaste en mi para ayudarte, pero nada puedo hacer, lo que importa ahora es sacar a nuestras familias de aquí.
Antes de que mi padre pudiera responderles una inmensa piedra envuelta en llamas entró por las ventanas, todos salieron dispersados en el aire, los pedazos del muro y las rejas del castillo terminaron en el interior del palacio. Al observar a los que se encontraban en la habitación, pude ver como el brazo de la madre de Nerea sangraba, Delia, quien se encontraba unos metros más allá estaba aplastada de la cintura para abajo por un enorme pedazo de pared, nuestros padres estaban más lejos que el resto, y mi madre me abrazaba con fuerza mientras lo único que escuchábamos era el llanto de Nerea inundar la habitación.
— Por los dioses... —murmuró Nerlyuc al acercarse a Delia, quien aún mantenía a Nerea en brazos, su boca estaba abierta y respiraba con dificultad, algunos hilos de sangre escapaban de sus labios, y un pequeño charco se fue formando a su alrededor—. Delia, tranquila, te sacaré y te curaré —el padre de Nerea estaba nervioso, sus ojos estaban llenos de lágrimas.
—N...no, mi señor —ella le extendió a Nerea quien no dejaba de llorar—, sálvelas... sálvelas a ellas...
Tras decir esto Delia cayó hacia atrás con la boca abierta, inmediatamente una luz blanca la envolvió y se transformó en un unicornio viejo de color marrón, Nerlyuc lloró y le cerró los ojos que se mantenían aun abiertos.
—Los detendré —mi padre tenía una herida en la cabeza, esta se encontraba sangrando, pero eso a él no le importaba—. Por favor Nerlyuc, salva a mi familia y sálvense ustedes, lo que hice no tiene perdón de nadie, déjame redimir mi error.
—No te dejaré hacerlo solo —mi madre me tenía cargado en brazos, yo me encontraba inconsciente, la observé y ella se encontraba igual de lastimada que el resto—. Permíteme quedarme, puedo ayudarte.
—Cavendish te necesita —le respondió—, no dejaré que tú te quedes.
—Hazle caso Endisha —el padre de Nerea colocó su mano sobre el hombro de ella y la obligó a observarlo—, las llevaré al portal y volveré a ayudarlo, te lo prometo.
Mi madre asintió no muy convencida, mi padre se colocó frente al enorme hoyo de la pared y junto sus palmas, luego, al separarlas un escudo de protección envolvió el palacio, aquel conjuro requería de mucha concentración y energía mágica, el mínimo descuido lo desestabilizaba y deshacía el hechizo. La madre de Nerea, mi madre y su padre se alejaron un poco, los tres comenzaron a correr hacia la parte exterior del palacio.
Las piedras comenzaron a impactar nuevamente contra los muros, mi padre se encontraba sudando y se podía notar que el muro comenzaba a desestabilizarse. Nerlyuc y mi madre se transformaron en unicornios, y al observar a Early ella mostró su brazo, que, si bien ya no sangraba como antes, este aun dejaba escapar por la herida algunas gotas, el padre de Nerea se acercó y se percató de que ella tenía el hueso completamente roto.
Una nueva piedra impactó cerca de ellos, pero esta vez Early fue lo suficientemente rápida como para poder esquivarla, ella salió corriendo por la puerta trasera producto del pánico, al lado derecho se pudo ver a un guardia que se había logrado infiltrar. Mi madre lo empujó con fuerza generando que este cayera al suelo, luego, el padre de Nerea atravesó uno de los ventanales y corrió hasta Early, ella subió a su lomo y los tres comenzaron a correr a una gran velocidad.
Yo me encontraba inconsciente, y Endisha, mi madre, volteaba cada tanto en dirección al castillo, poco a poco esa aura protectora se iba haciendo más y más débil, para cuando ellos se encontraban algo alejados, ella paró en seco y Nerlyuc y Early voltearon a observarla.
—Lo siento, después de todo, no puedo dejarlo.
Tras decir esto ella me bajó con suavidad de su lomo y depositó en el suelo, pese a los gritos de Early y el relinchar de Nerlyuc ella siguió corriendo en dirección contraria hasta estar lo suficientemente lejos de su vista. Early bajó del lomo de su esposo, él lamió la herida de su brazo y ella le entregó a Nerea, luego él la sujetó de la manta que traía puesta. Early caminó hacia mí y me tomó como pudo usando un solo brazo, me abrazó con fuerza y caminó nuevamente en dirección a él.
—Iré a ayudarlos —le dijo el padre de Nerea a su compañera mientras le entregaba a la bebé nuevamente.
—¡No pienso dejarte! —gritó ella con desesperación mientras lloraba.
—Tienes que hacerlo, nos atraparan a ambos, puedo cuidarme, confía en mí.
—Son demasiados —su voz se quebraba a medida que hablaba y las lágrimas salían una tras otras sin parar—Déjame ir contigo.
—No puedes, hablaré con ellos, sé que me entenderán.
—¡No quieren hablar! —gritó ella nuevamente.
—¡Cree en ellos, sé que me escucharán! Tómala y huyan, luego iré con ustedes, lo prometo.
—Por favor, anda con cuidado —ella sorbió su nariz de la misma forma en que Nerea lo hacía—. Que Caverot y Endisha regresen.
—Haré lo que pueda —le respondió y volvió a correr en dirección contraria.
Early colocó su mano sobre la herida y una luz verde comenzó a brotar de esta, lentamente la pequeña abertura que aún tenía fue cerrando hasta que esta ya no sangraba. Ella usó la manta de Nerea y la colocó sobre su espalda para evitar que ella se cayera, luego me tomó y apoyó mi cabeza sobre su hombro y su brazo sano me sujetó contra su pecho. Lentamente comenzó a caminar, sus pasos eran dificultosos, pero se veía que lo único en que podía pensar era mantenernos a salvo. No pasó mucho, pero ella se detuvo en un inmenso árbol, este poseía un enorme tronco, posiblemente llevaba allí mucho más tiempo que cualquiera de ellos. Observó hacia el frente y vio que aún le quedaba un tramo considerable, tenía que seguir adentrándose en el bosque.
Cuando estaba dispuesta a continuar, dentro de su mente oyó el relinchar de Nerlyuc, un grito agudo y petrificante, ella comenzó a temblar, no tuvo que pensarlo mucho, tomó a Nerea, la besó con suavidad y la depositó dentro de un hueco del tronco, sujetó un collar que ella tenía, el cual era de color rojizo, y se lo colocó encima de su pecho.
—Et ab omni malo defendat, et nihil et nemo potest conteram eaque—el tronco del árbol comenzó a brilla con fuerza, las hojas de sus copas lentamente se fueron volviendo de una tonalidad verduzca, como los arboles comunes y corrientes, dejando tras de sí los hermosos colores que poseía.
Se agachó hasta donde me encontraba y colocó su mano sobre mi pecho, luego hizo lo mismo pero esta vez en mi frente. Abrió un portal y en este se vio a Treyment quien estaba terminando de ayudar al último aldeano a entrar.
—Treyment —le dijo ella mientras él volteaba a verla.
—Mi señora, ¿Qué sucedió? ¿Por qué esta tan herida, donde está el amo Nerlyuc? —la voz de Treyment temblaba, estaba nervioso, nunca lo había visto así.
—Iré a ayudarlo, estamos cerca del portal, Nerea está dentro del tronco del árbol y Cavendish está a los pies de este, por favor, vuelve por ellos, cuando logre ayudarlos iremos con ustedes.
Tras decir esto ella cortó la comunicación dejando a Treyment con la palabra en la boca, volteó una última vez a observarnos y luego se transformó.
—Perdóname hijita, me hubiera gustado verte crecer.
Observé a Nerea quien se encontraba hecha un mar de lágrimas, ella se acercó hacia donde estaba Early como si pudiera escucharla.
—No vayas... —exclamó en voz baja mientras trataba de tocarla, sus manos la atravesaban por completo— Por favor mamá, no me dejes, no vayas...
Early corrió en dirección contraria y Nerea comenzó a hacer lo mismo, atravesaba los árboles, atravesaba los matorrales, pero su madre se iba alejando cada vez más y más. Yo sabía perfectamente que Early no volvió para tratar de ayudarlos, ella sabía que mi padre y mi madre, sus amigos ya estaban muertos, y también, al escuchar aquel relinchar agonizante, sabía a la perfección de que Nerlyuc estaba muerto... Ella tan solo le había dado aviso a Treyment para que fuera por nosotros, y fue ella misma quien marcho a su muerte, fue ella que al entender que nunca más volvería a ver a su compañero... Opto por un suicidio tan doloroso.
No paso mucho para que Treyment llegara a donde nos encontrábamos, me tomó entre sus brazos mientras lloraba y me aprisionó con fuerza, entendía que él debía de sentirse mal, ya que su deber como concejal era cuidar y proteger a los líderes, pero había fallado, intuía que mi tío abuelo sentía que había incumplido con su deber.
—Perdónenme... —nos dijo a ambos— no pude proteger a sus padres...
Treyment se acercó hacia el tronco del árbol y lo tocó, este al sentir el tacto sobre su corteza lo repelió con un campo, el cual le brindó una descarga eléctrica, él se sintió sumamente confundido, no podía desvanecer el hechizo protector, ni pensando en todos los conjuros desvanecedores lograba hacerle siquiera cosquillas a aquella poderosa magia.
—¡Diríjanse al lago! —escuchó que unos hombres gritaban.
Treyment observó por última vez el tronco del árbol y luego me observó a mí, metió su mano dentro de su bata de concejal y luego sostuvo entre sus dedos un polvo fucsia que se escapaba por los pequeños espacios. Lo sopló en dirección al árbol, y enseguida se transformó y huyó conmigo.
Las imágenes volvieron a pasar de manera rápida y sumamente violenta, los guardias pasaron por el lado del árbol, pero no se percataron siquiera de el. Al parecer, Treyment al lanzar ese polvo mágico había generado que pasara desapercibido para los humanos.
Nerea volvió cuando los días y las noches iban pasando, ella me abrazó con fuerza y observó en dirección al tronco, este con los años se mantuvo igual de fuerte, pero al cambio de siglo lentamente iba disminuyendo su fuerza, y para cuando la imagen se detuvo, pudimos observar unas inmensas máquinas amarillas que estaban cortando sus raíces.
—Excavadoras—dijo ella y yo seguía mirando atento hacia el frente.
De pronto, los hombres pararon su trabajo y cayeron profundamente dormidos, el árbol emitió un último brillo de color rojizo, y Treyment apareció, este se acercó al tronco y sacó a Nerea, por fin, luego de tantos siglos, la magia protectora que usó su madre se había desvanecido por completo. Él le sonrió y Nerea abrió los ojos, ella lloró, pero en silencio, es como si siendo tan pequeña hubiera sabido que fue lo que pasó y que fue lo que perdió. Estaba sucia por el polvo de los muros cuando escaparon y por el interior del árbol, Treyment la limpió ligeramente y nuevamente las imágenes comenzaron a moverse a toda velocidad, se vio como él la dejó en el orfanato, como la pequeña Nerea lentamente fue creciendo, y todas las veces que ella fue devuelta a ese lugar, los amigos que se fueron, las sonrisas que perdió, y las esperanzas de que algún día sus padres regresaran también se desvanecieron.
"Ahora ya saben toda la verdad"
Una brisa helada nos volvió a envolver y esta vez las imágenes cesaron. Nuevamente nos encontrábamos en el despacho de Treyment, este al vernos se inclinó lentamente colocando ambas rodillas en el suelo y agachó la cabeza hasta que su frente estuviera sobre la fría superficie del suelo, inmediatamente él comenzó a llorar mientras nos pedía perdón una y otra vez.
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