No existía día en que no me tragara algún comentario con temor de explotar las cosas entre mis padres. Aunque a veces, ellos explotaban más las cosas entre ellos. Lo que era realmente insoportable era escucharlos pelear mientras trataba de hacer la tarea. Era la peor clase de distracción que pudiera existir. Cuando creí que las cosas no podían empeorar más; empeoraron.

Después de tres días, decidí encender mi celular, sin imaginar lo que estaba por encontrar; más de 25 llamadas perdidas  de Fernando.

Hubiera entrado en shock. Hubiera podido pensar en todas las posibilidades por las que podría tener tantas llamadas perdidas. Pero, se trataba de Fernando, y Fernando era esa clase de amigos que te llamarían por cualquier cosa, así que me limité a mandarle un texto. Debía ser sincera al decir que en ese momento, no me esperaba gran cosa. A final de cuentas, podía ser él estando emocionado por la publicación de la secuela de su favorito cómic, o con la urgente noticia sobre como sus padres le habían permitido tener su décima mascota.

"¿Ahora qué pasó, Fer?" Texteé.

"ROXANNE, POR FIN CONTESTAS".

"Sí, lo siento. Había apagado mi celular. Me había cansado de las molestas chicas de biología preguntándome por mi dramática ruptura con Nico".

Nada. Cinco minutos de mi celular en total silencio.

"¿Hola? ¿Fernando?" Agregué. "¿Qué pasó?"

"Es precisamente Nico".

Bufé. De entre todas las cosas que él pudo haberme dicho, Nico era la última en mi mente. Me enfadé.

"No, basta". Respondí. "Estoy cansada de este tema".

"Roxanne, escúchame. Que Nico haya faltado tanto a clases no tuvo nada que ver contigo".

Mi mente de pronto se sintió dispersa. Me limité a preguntar un simple "¿Entonces?" No hubiera sabido qué más responder.

Pero no estaba preparada para lo que iba a leer, ni mucho menos para saber cómo reaccionar. El sudor en mis manos apareció, sentí la calidez recorrer todo mi rostro, y mientras lo leía, mi estómago se revolvió.

"Es su hermano. Murió".