Ivonne Hernández no era una chica especial, al contrario, era una chica bastante común. Ella disfrutaba ver películas los viernes por la noche con un par de amigos, tenía la obligación de ahogarse en un montón de trabajo con el propósito de ganar lo necesario para sobrevivir, y su pasatiempo favorito era sentarse a leer las revistas de chismes estadounidenses con una bolsa de nachos y una lata de refresco a su lado.

En realidad, toda la existencia de Ivonne podía ser resumida en una sola palabra: Aburrida.

Acostumbrada a una vida tan rutinaria, ella no encontraba ninguna razón lógica por la cual tuviera que abandonar su zona de confort como tanto solicitaban sus amigos y familiares, así que, una noche luego de una discusión con su intrépido novio sobre sus hábitos tan aburridos; Ivonne sale hecha una furia sin un rumbo específico, y entre tanto merodeo termina en una calle desolada.

Pero en esta ocasión lo común e Ivonne no van de la mano, porque cuando un chico con garras y colmillos se abalanza hacia ella en busca de atacarla, a Ivonne le queda más que claro que su vida dejaría de ser tan aburrida como todos profesaban.