Capítulo 2
El camino a casa se me hace tedioso, como los últimos días en los cuales me he privado del beneficio de tener a alguien (en la mayoría de los casos a Edison) que venga y vaya por mí al terminar mi jornada de trabajo por el hecho de que nunca aprendí a manejar ningún tipo de móvil, y siendo sinceros tampoco tenía el mínimo interés por hacerlo; aunque, debía de confesar que el hecho de estar rodeada de personas que vienen al igual que yo, cansados, sudorosos, hastiados, y con unas inmensas ganas de volver a sus casa; me hace reconsiderar la oferta de Edison de tomar un par de clases patrocinadas por su persona. Pero es que yo siempre he sido el tipo de persona que es bastante torpe cuando se trataba de trabajos forzados, en realidad, yo era torpe en general. Se podría decir que manejar no ingresaba en la categoría de trabajos forzados, pero para mí el simple hecho de que involucrara coordinación con los pies y manos, vista fija en el camino y en los espejos reflexivos, y como si fuera poco, prestar atención a los demás conductores, peatones y situaciones adversas; lograban que me quedara resguardada en el transporte público siempre que no tuviera quién fuera por mí al trabajo.
La verdad es que pude haberme ahorrado el martirio de haber aceptado la oferta de Leandro para llevarme a casa, pero él me había estado acercando todos los últimos días de la semana por las mañanas hacía el trabajo y me llevaba de regreso todos los días que me quedaba hasta tarde, los cuales eran la mayoría, para mí ya era un abuso hacer uso de su amabilidad por más amigos que fuéramos. Así que, no tenía corazón para interrumpir la salida tan imprevista que se habían montado por más cansada que me encontrara. Además, debía de ver el lado positivo. El hecho de viajar en transporte público me daba tiempo a pensar en el sin número de situaciones de las cuales no me había permito prestar atención durante toda la semana. Las cuales se podría decirse que había estado evitando.
Como, por ejemplo: El desorden que tenía montado por todo le apartamento.
Luego de haber llegado a mi edificio y de hacer uso del elevador y no de las escaleras como me era costumbre por causa del cansancio, arrojo las llaves en la mesita de entrada mientras me deshago de mi bolso para dejarlo sobre el perchero, giro sobre mis pies hasta quedar frente a la puerta de caoba entreabierta dispuesta a cerrarla. Suelto un gruñido cuando al darme la vuelta me encuentro con el basurero que solía llamar sala. Desde que Edison se marchó transforme la sala en mi habitad, el sofá estaba abarrotado de frazadas que utilizaba cuando estaba en la universidad y mi almohada favorita reposaba sobre el apoyabrazos, encima de la mesa de centro se encontraban algunas latas vacías de refrescos o cervezas, de las cuales algunas de ellas también estaban desparramadas por el piso junto con las bolsas de nachos, las migajas de pan y los bordes de pizza cuyas cajas iban de la sala a la cocina, la cual tampoco había limpiado. Toda mi ropa, incluyendo la ropa interior formaban un camino hacia el baño; dándome a entender que no solo tenía la sala y la cocina hecha un lío, sino también el baño. Pasé mi mano por mi rostro frustrada, estaba cansada, había estado trabajando como loca toda la semana y ahora debía de ordenar el desastre de un día para otro.
Aunque siendo consciente, esto no hubiera pasado si yo fuera un poco más organizada.
Pero lo cierto era que nunca había tenido la necesidad de serlo, cuando vivía con mis padres mi madre era la que siempre se encargaba de mi desorden, en la universidad mi compañera de cuarto era tan despreocupada como yo, y cuando decidí mudarme con Edison ambos sabíamos que el encargado de ordenar todo era él, incluso cuando empezamos a salir era él quien se encargaba de organizar mi lista de compras y alguna que otra pequeñez que me facilitaba la vida. Así que nunca me había acostumbrado a mantener el orden por mi cuenta, el estado de mi apartamento en estos momentos era el vivo ejemplo de aquello. Creo que el único lugar que quedaba expenso de esta cualidad era mi escritorio, y la razón principal de esto era que nos exigían mantener nuestros escritorios lo más arreglados posibles, más porqué dependiendo del cargo debíamos de recibir a muchos clientes en nuestros cubículos, así que nos verificaban todas las semanas para asegurar que mantuviéramos nuestro lugar de trabajo lo más decente que sea posible.
Avanzo unos pasos de manera tentativa hasta detenerme en el centro de la sala, mi apartamento tenía un estilo de espacio abierto, ya que desde que entrabas podías apreciar todo el apartamento con un solo vistazo. La sala poseía un amplio sofá en forma de ''L'' color negro decorado con cojines de colores rojo y grises, frente a este se encontraba una mesa alargada estilo ratonera (porque aunque era larga y visualmente grande, no era alta, tenía la altura justa para poder extender los pies desde el sofá o colocar cualquier tipo de botanas sin temor a derramar algo por la altura) sobre ella se encuentra uno de los adornos de bricolaje que encantaron a Edison en uno de sus viajes, consistía en un conjunto de pequeñas estatuas decoradas con trozos de espejos de diferentes colores, justo al frente del sofá empotrada en la pared se encontraba la televisión más grande que yo había visto en mi vida, la cual era el pequeño bebé de ambos para cuando queríamos disfrutar de algún programa, junto a la televisión se encontraban empotrados un conjunto de estantes que mantenían en orden todos los libros, revistas, trofeos que poseíamos. Por uno de los laterales se podía apreciar la puerta del baño de invitados. Del otro lado podíamos ver un pequeño comedor para seis personas de color negro con una base en espejo, porque aunque solo vivíamos nosotros dos aquí, Edison era mucho de traer a sus amigos a casa y viceversa, desde el comedor se extendía una pared abierta a la mitad por la cual se podía ver la cocina y nos servía de desayunador, al lado del umbral para entrar a la cocina se encontraba la puerta del área de lavado, el apartamento no poseía balcón, pero tenía unos amplios ventanales que siempre manteníamos ocultos con unas gruesas cortinas grises. Lo único que podía decir que estaba oculto a la vista de los demás era el pasillo que se extendía por uno de los laterales del comedor hacia el dormitorio, el cual, ahora que lo pienso, era la única zona limpia del apartamento. En realidad, siempre era la única zona del apartamento que permanecía limpia cada vez que Edison se iba de viaje ya que odiaba quedarme a dormir allí sintiendo su lado de la cama vacía, supongo que ya me había acostumbrado a dormir acompañada, así que evitaba quedarme en nuestro dormitorio si era consciente de que no llegaría a acompañarme aún sea a entrada la madrugada. Podía sonar estúpido, más tomando en cuenta todos los años en los cuales dormía sola a falta de compañía; pero como todo en nuestra relación era tan intenso y acelerado, desde el momento en que nos propusimos vivir juntos me había adaptado tan bien a su presencia y a su manera de ser que no podía imaginar otra vida si no era a su lado. Edison empezó a formar parte de mi vida cuando iba cursando la mitad de mi carrera, recuerdo que nos vimos obligados a hacer un trabajo juntos en una de las materias que cursaba ese ciclo, nos habíamos llevado tan bien, él tenía una personalidad relajada, sabía que decir y en qué momento hacerlo y aun cuando solía darte la razón para no discutir podías sentir la imposición de su punto de vista en sus acciones, era gracioso a pesar de que no hablaba mucho, era más un chico de pocas palabras, pero cuando entablan una conversación contigo era imposible no reírse a carcajadas o quedar fascinado por sus anécdotas, recuerdo que desde que nos hicimos amigos él me recordaba mucho a las vacaciones en la playa, pues era cálido, el tipo de persona que sabe cuándo necesitabas un abrazo y cuando apartarse sin dejar de preocuparse. Solo fue cuestión de tiempo hasta que nos volvimos amigos y decidimos mantener comunicación aún después de haber culminado ese ciclo. No pasó mucho tiempo hasta que pasó a formar parte de mi circulo de amigos. Cuando entre nosotros se encendió la llama de la atracción yo siempre me mostraba reacia a sus acercamientos, la verdad es que no entendía cómo alguien como él, tan sereno, cariñoso y con los pies sobre la tierra, podía estar interesado en alguien como yo, tan impulsiva, etérea y volátil. Pero él se esforzó en hacerme entender que le gustaba y aunque ninguno de los dos estábamos enfocados en pensar en un futuro, él quería pasar ese tiempo conmigo y un poco más hasta donde sea posible. No recuerdo exactamente cuándo acepté formalizar todo, tampoco recuerdo cómo fue que llegamos a este punto muerto. Solo sé que estaba enamorada con locura de alguien que parecía corresponder mis sentimientos a la misma medida.
Me deshago de mis zapatos y de mi ropa, para luego disponerme a limpiar mi desastre, si algo podía agradecer en esta situación era el hecho de que podría mantener mi mente ocupada en la limpieza en lo que él llegaba. Le pedí al mando por voz que pusiera música justo cuando recogía toda la ropa sucia para hacer la colada. El departamento no era pequeño, y estaba preparado para albergar "vida inteligente" ya que la mayoría de las cosas están asociadas con la última tecnología, algo que debía admitir era culpa de Edison, ya que era fanático de ese tipo de cosas, pero aun así me encantaba la manera en la que estaba distribuido el apartamento y mucho más la manera en la que lo habíamos decorado, tenía un estilo tan moderno con colores oscuros que simulaba ser un apartamento de un joven soltero sino fuera por las innumerables fotos familiares que tenemos en las paredes y en la entrada. Nunca en mi vida había pensado vivir en un lugar así, venía de una familia humilde, no éramos pobres, pero había muchas cosas que no podíamos permitirnos, aún mi familia cargaba con los gastos de mi universidad, de hecho, una de las razones por las cuales me había negado a irnos de vacaciones por motivo de nuestro aniversario es que tenía muchas cosas que cubrir en casa. Hace más de ocho años que me fui de casa, y hace más de tres que me gradué, pero aún pagaba por el gasto en mi carrera, y cubría gran parte de los gastos de mis padres; aparte de que era muy orgullosa, y a pesar de que tenía que hacer de tripas a corazón para costear la mitad de un lugar como este, buscaba la manera, no solo por mí, sino porque no iba a privar a mi novio de darse sus gustos por mi culpa.
A veces me sentía muy mal conmigo misma ante el hecho de ocultarle todo el tema de mis problemas económicos a Edison, más tomando en cuenta que vivíamos juntos y él es una de las personas en las que más confío en este mundo; pero esto no se trataba expensamente de la confianza, sino más bien de mi orgullo el cual me impedía aceptar más de lo que merezco y me obliga a trabajar duro por lo que deseo. Podría ser extremista algunas veces, ya que desde la universidad solía rechazar hasta una cerveza que me brindaran solo porque yo no la había pagado, pero yo ya me había acostumbrado a ese aspecto de mi vida, dudo mucho que fuera posible cambiar ahora.
Bufo mientras levanto toda la basura de la sala, no tenía ganas de limpiar y eso se podía ver reflejado en la lentitud de mis acciones, cada vez que me bajaba para recoger algo del suelo me costaba un montón, y puedo asegurar que el tiempo se me estaba yendo más rápido porque demoraba mucho más pensando la acción continúa; luego de recoger todo el tiradero de la sala, y de haber puesto toda la ropa junto con las sábanas sucias a lavar, decidí que era momento de empezar a recoger la cocina donde tenía en existencia una loma de trastes sucios esperando por ser lavados, de verdad no sé porque no se me ocurrió utilizar desechables mientras Edison no estaba aquí, así tendría una labor menos por hacer, pero no había pensado en ello así que no me queda de otra que avanzar.
Me dediqué todo el rato a organizar, aspirar, fregar, sacudir, pulir, y restregar todo cuanto hubiera a mi paso, incluso me dispuse a limpiar nuestro dormitorio a pesar de que no le había puesto un pie encima a menos que fuera para buscar mi ropa, también limpié el baño que conectaba con el dormitorio y cambié la ropa de cama aun siendo consciente que estaban limpias, supongo que me había refugiado en la limpieza para dejar de pensar en que dentro de unas horas Edison estaría aquí, porque incluso me dediqué a ordenar el vestidor clasificando la ropa por estilo; ya fuese deportivo, casual o formal, y color, además me dispuse a organizar todos los accesorios de mi novio quién tenía demasiados a mi parecer, junto con sus pares de tenis. Debía admitir que no me gustaba nada limpiar, pero cuando lo hacía, al menos procuraba hacer un buen trabajo.
Cuando fui consciente de que había terminado la madrugada estaba apenas empezando, supuse que eran las 1:30 a.m. pero ni siquiera me preocupé por mirar el reloj, estaba toda sudada y desprendía un mal olor que pedía a gritos una ducha para apaciguar no solo el hedor, sino también lo agarrotado de mis músculos los cuales me exigían un descanso. Así que, con toda la pereza a cuesta me dirijo al baño de visitas con la toalla en mano, nunca entenderé porque me gustaba más higienizarme en el baño de visitas que en el que conecta con el dormitorio principal. Desde que nos habíamos mudado aquí hace un poco más de dos años había establecido el baño de visitas como mi santuario personal, tenía velas aromáticas en cada espacio del pequeño cuarto, un sin número de botes con esencias, cremas de todo tipo, productos para el pelo y gavetas llenas de productos para higiene femenina; además, poseía una bañera circular que era mi perdición en días como estos, donde luego de una larga jornada me daba el lujo de desperdiciar horas metida en el agua con la única compañía de mis velas, esencias y una suave música que siempre ponía a reproducir por medio de los parlantes del baño los cuales se conectaban a mi celular.
Cuando todo estaba listo para que yo pudiera tomar mi baño, me deshago de mis prendas de ropa desechándolas al momento en el canasto de la ropa sucia, tomo un profundo suspiro cuando el agua caliente de la bañera hace contacto con mi piel cuando con mucho cuidado trato de adentrarme en ella sin derramar agua. Resoplo al momento en que mi cuerpo se encuentra completamente sumergido en el agua caliente, me tomo unos largos minutos antes de recoger una de las esponjas a mis espaldas y disponerme a quitar toda la mugre, hedor y sudor de mi cuerpo, arrastrando consigo la tensión de mis músculos también. Me permito demorarme y pensar un poco en los proyectos que tengo por terminar en la empresa, me pusieron a cargo de la propuesta publicitaria de tres de los más grandes clientes que poseemos, ya me había reunido con dos de los tres sobre de que querían que tratara su campaña, solo quedaba que pudiera organizar el sin número de ideas que tenía en una propuesta que no solo alcanza sus expectativas, sino que además las superara. También me permito pensar un poco en mi familia con quienes nunca he tenido una relación cercana y me había distanciado mucho luego de que me mudara al centro de la ciudad a completar mi educación superior. Mi familia era humilde, solo la conformaba mi papá quien se dedicaba a reparar cosas en nuestro pueblo, el cual que queda muy apartado de la ciudad, mientras que mi madre se quedaba en casa y se hacía cargo de los quehaceres del hogar. Siempre habíamos sido solo nosotros tres, ya que ninguno de ellos era cercano a sus familias y según tengo entendido tampoco gozaban de poseer una familia grande, conocía algunos tíos y primos los cuales solo veía rara vez dos veces al año y de los cuales nunca me interesé en fomentar los lazos, supongo que ese sentido de desapego que tenía desde pequeña provenía de ambos, ya que incluso entre ellos mismos parecía que seguían juntos ya por la costumbre de compartir tantos años bajo el mismo techo. Cuando me mudé no supuso un problema para ninguno, de hecho parecían felices que yo aspirara a algo más de lo que me ofrecía aquel pueblo, costearon cada uno de mis gastos haciéndose de unas cuantas deudas con los bancos para brindarme la mejor educación, dichas deudas de las cuales aún algunas siguen vigentes pero que yo me encargo de costear mes por mes junto con una mensualidad que les suministro para sus gastos, haciendo como quien dice: "De tripas a corazón" para extender el dinero hasta fin de mes, digamos que aquellas deudas se comían literalmente cualquiera de mis entradas, pero no me importaba hacerlo, se podría decir que se los debía, no estaban obligados a cubrir con mis gastos universitarios y lo hicieron a pesar de nuestras pocas posibilidades económicas, así que, una pequeña muestra de agradecimiento por aquel esfuerzo no estaba de más. Y aunque no éramos cercanos, y nunca habíamos sostenido una relación amorosa entre nosotros, los quería, procuraba diligentemente llamarlos todos los fines de semana y compartirles cualquier cosa que cruzara por mi mente, pero en momentos como este donde no sabía cómo manejar situaciones de adultos, añoraba volver a la paz que me brindaba mi pequeño pueblo y sentarme en el porche junto con una taza de café preparada por mamá mientras mi papá me mecía en sus piernas sin preocuparme por nada. No como ahora, donde la rapidez con la que viven las personas aquí en la ciudad me consume, donde trato de repartir mi tiempo diligentemente entre mis pocas amistades y mi novio, donde trato de alcanzar un punto de superación personal no solo en el ámbito laboral, sino también en lo emocional, donde debo recalcar parece que dependo de un hilo últimamente. También me permito pensar un poco en Edison, con quien a poco menos de dos meses cumplo tres años de relación y sostengo el mayor apego emocional que he sostenido a mis escasos 26 años, pero rápidamente aparto estos pensamientos asegurando que ya me he torturado bastante estas últimas horas.
Pasadas las dos de la madrugada me permito salir de la bañera y dejar que el agua ya fría se vaya por el desagüe, tomo una de las toallas que se encuentran perfectamente dobladas en uno de los armarios dentro del baño para envolver mi cuerpo junto con otra más pequeña para secar mi cabello el cual se encuentra completamente empapado. Salgo de ahí en dirección al dormitorio principal, donde ya allí humecto mi piel antes de colocarme la ropa interior, el pijama que utilizaba en la universidad el cual consistía en un poloche tres veces más grande que mi talla, y adentrarme en las sábanas limpias de mi propia cama después de tanto tiempo, donde ya acomodada en mi lado le pido al comando por voz que apague todas las luces que se encontraban encendidas antes de perderme en el mundo de la inconsciencia.
(...)
Froto mis ojos tratando de eliminar el sueño de los mismos, me encojo sobre mi cuerpo mientras escucho el tintineo de un conjunto de llaves al ser arrojado sobre aparentemente la mesa de entrada, sino fuera porque tengo el sueño bastante ligero no me hubiese dado cuenta, pero como no es el caso y todo está a oscuras y completamente silencioso es como si cualquier sonido estuviese amplificado a mi parecer. Miro el reloj encima de la mesita de noche que queda del lado de Edison, son las 4:37 a.m. lo que me da entender que probablemente él halla arribado en la ciudad cerca de las 3:00 a.m. cierro los ojos, tratando de ignorar el sonido de las ruedas de su maleta al ser arrastradas por el apartamento. Soy consciente de que se está tomando su tiempo, seguramente encontrándose en la misma posición que yo donde no sabe cómo abordar la situación, él sabe que tengo el sueño ligero y que lo más seguro es que esté despierta en estos momentos, lo cual no es un error, pero a pesar de ser consciente de que él conoce mis manías mejor que nadie, me mantengo quieta en mi lugar fingiendo estar durmiendo con el propósito de evitarlo al menos hasta que llegue el momento de levantarme en un par de horas.
El sonido de las ruedas de la maleta al ser arrastrada se detiene muy cerca del dormitorio, abro ligeramente mis ojos para ver cómo por debajo de la puerta se puede apreciar su sombra, cierro los ojos nuevamente cuando la puerta se abre dándole entrada al dormitorio, estoy segura de que deja las maletas en el pasillo antes de cerrar la puerta nuevamente, lo siento moverse a mi alrededor, ir y venir del vestidor un par de veces, incluso se detiene en más de una ocasión frente a su mesa de noche dejando en lo que a mi parecer son sus prendas y equipos electrónicos para luego adentrarse al baño no sin antes dejar todo su aroma impregnado en la habitación. Abro los ojos nuevamente cuando el sonido de la regadera se hace presente, hecho un vistazo a mi alrededor desde mi lugar, pero no hay mucho que apreciar dado a que el cuarto se encuentra a oscuras salvo la pequeña luz que surge por debajo de las puertas, lo cual dificulta mi visibilidad, sin embargo, soy consciente de que en efecto a puesto su celular a cargar junto a su laptop sobre la mesa de noche, donde también ha dejado su reloj junto con un par de pulseras y anillos que siempre lleva puesto; además, sobre uno de los sillones de la espaciosa habitación se encuentra la mochila que siempre carga consigo cuando va de viaje ligeramente abierta, de donde seguramente estaba desempacando algunas cosas y por eso sus viajes hacia el vestidor.
Suspiro, tratando de no enfocarme mucho en la luz prendida del baño y el sonido de la regadera, las cuales me hacen más consciente de que él finalmente está en casa; por ende, doy una vuelta en mi lugar quedando con la vista a la entrada del vestidor, de espaldas a su lado de la cama y a la entrada del baño. Cierro los ojos nuevamente, esta vez tratando de aprovechar mis pocas horas de sueño, me acurruco entre las mantas buscando una posición cómoda.
La oleada de emociones encontradas se derrite cuando bostezo, liberándome de toda preocupación hasta el día siguiente. Porque él estaba aquí, él estaba bien. Ya podría dormir en paz.
No sé decir exactamente cuándo, solo sé que no pasa mucho tiempo hasta que escucho la puerta del baño ser abierta, entre sueños soy capaz de sentir como el colchón se hunde bajo el peso de su cuerpo, aspiro levemente porque el olor a su gel de baño me aturde por un segundo, se podría decir que la razón es que hace más de dos semanas que no tenía la dicha de disfrutar de esos pequeños placeres, como ahora donde me reconforta el hecho de saber que está ocupando su lado de su cama, donde el calor que desprende su cuerpo se cala en el mío haciéndome notar su presencia, donde los aromas de sus productos personales inundan el aire que respiro, pequeñas cosas casi imperceptibles, pero cuando se tienen un tiempo sin tener contacto con ellas pareces añorar.
Lo siento moverse, arrastrarse perezosamente hasta quedar más cerca de mí, soy consciente del retardo de su mano al acariciar levemente mi espalda, su tacto firme me reconforta. Suspiro, cuando su brazo se coloca encima de mi cintura empujando mi pequeño cuerpo hacia su torso, arropándome con su tamaño por el cual siempre me he sentido atraída por la seguridad que me brinda. Lo siento acomodar su cabeza en mi propia almohada, sus mechones de cabello aparentemente están más largos que la última vez, puesto que acarician ligeramente mi mejilla cuando vuelve a acomodarse hasta enterrar su cabeza en la curvatura de mi cuello. Deslizo mi palma hasta posarla por encima de la suya, sus dedos son agiles y se enroscan entre los míos; en una clara muestra de apego donde no hacen faltan palabras con las cuales pueda decirme lo que me está diciendo: Aquí estoy, por si se te estaba tambaleando el mundo.
Mis ojos se llenan de lágrimas cuando luego de unos minutos Edison se inclina levemente hasta dejar un delicado beso en mi cuello, me erizo no solo por lo húmedo de sus labios, sino también por su caricia casi insignificante sobre mi abdomen junto con el resoplido que da al volver a su posición, cansado, agotado, dejando en la cama todas las preocupaciones que lo agobiaban. Me acurruco más cerca de su cuerpo sintiendo el sueño apoderarse de mi cuerpo de forma brusca. Su respiración me acaricia ligeramente la nuca. Giro sobre mi propio costado mientras abro los ojos levemente, ya que el sueño no me permite dilatarlos más, para de esa manera quedar de frente a la razón de mis desvelos, sus ojos verdes enmarcados por unas gruesas pestañas parecen negros puesto que no tienen luz solar para que le hagan justicia, me observa con atención, seguramente preguntándose porqué estoy a punto de llorar. Una pequeña lágrima rodó cuando alzó su mano para acariciar levemente mi mejilla, no sin antes tomarme de la nuca para juntar nuestras frentes y acariciar mis labios con los suyos mientras su voz pastosa inundaba el dormitorio adormeciéndome —Te extrañé pequeña.
Finalmente junta nuestros labios, entregándome consigo la paz que buscaba mientras introduce su lengua en mi boca dándome un poco más de él; dándome su lado dulce, depositando en mí todos sus pesares y recordándome sus razones para estar aquí. Ahogando mis sentidos, haciéndome presa de lo enamorada que me siento por él. Acaricio su rostro antes de que el aire empiece a escasear y debamos separarnos mientras pienso:
Yo también te extrañé amor.
(...)
El pitido insistente de la alarma a mi costado me obliga a abrir los ojos, maldigo para mis adentros cuando al extender mi brazo para apagar la alarma este se encuentra entumecido, dificultándome la tarea de alcanzar mi celular y acabar con el molesto ruido que inunda toda la habitación. Cuando finalmente alcanzo el dispositivo y apago la alarma, me permito restregarme los ojos tratando de arrastrar con dicho movimiento todo el sueño que llevo a cuestas. Definitivamente el hecho de haberme quedado hasta tarde despierta no solamente llevando al límite mi cuerpo, sino que también a mi mente, está empezando a pasar factura, y eso, que apenas estoy empezando el día.
Dirijo mi mirada hacia el costado contrario, encontrándome con el cuerpo de Edison extendido por toda la amplitud de la cama, no soy consciente de la pequeña sonrisa que se me escapa mientras observo sus cabellos de un color marrón tan claro que dan la impresión de ser un rubio cenizo desparramados por la almohada, junto con su ancha espalda completamente desnuda que me ínsita a pasar mi mano por ella sino fuera por el hecho de que parece estar perdido en el mundo de la inconciencia, y por ende, temo sacarlo de ahí, más conociendo el ajetreo que implica viajar y lo cansado que debe de estar debido a eso. Así que, con mucho cuidado salgo de la cama buscando hacer el mínimo ruido cuanto fuera posible, ya sobre mis pies me dirijo de manera perezosa hasta el vestidor para seleccionar la ropa que me pondré el día de hoy, la cual consiste en un pantalón talle alto de vestir de color negro, junto con una blusa de tirantes de colores pasteles que tengo planeada introducir por dentro del pantalón para realzar la poca cintura que tengo; busco además unos cuantos accesorios que le puedan hacer juego y para mi incomodidad me aseguro de acompañar todo con uno de los tantos pares de tacones que poseo, que aunque no son por mucho mi prenda de vestir favorita, es totalmente dispensable en mi ambiente de trabajo. Cuando finalmente tengo todo en mano, salgo de la habitación hacia el baño de visitas para darme una ducha rápida mientras pienso que voy a hacer con el desastre que es mi cabello, el cual es muy largo, rizado, grasoso y poco manejable para mi gusto, las personas a mi alrededor suelen decirme que tengo un cabello hermoso y que contrasta muy bien con mi tez pálida al ser de un tono negro azabache que acentuaba más mis facciones. Pero siendo sinceros, para mí era imposible creerles cuando me causaba tantos problemas. En más de una ocasión había pensado en cortarlo o alisarlo, pero luego caía en cuenta de que lo había llevado de aquella manera toda mi vida y que de cierto modo me daba miedo hacer un cambio radical del cual podría arrepentirme luego.
Al terminar de asearme salgo de la ducha y me visto con todo lo que había traído, no sin antes humectar mi piel con todos los productos que acostumbraba; a final de cuentas sujeté mi cabello con una liga en una zona alta de mi cabeza de manera que cayeran todos mis risos en forma de cascada por mi espalda, en cuestión de minutos logro tapar mis inmensas ojeras con un poco de maquillaje y de agregar color a mis mejillas y labios con un poco de colorete y brillo labial. Abro la puerta del baño y me dirijo a la cocina en busca de un tazón de cereal, el cual era lo que acostumbraba a desayunar desde que entré a la universidad, al darme la vuelta con mi tazón en mano para dirigirme al desayunador suelto un respingo del susto, ya que Edison se encuentra de pie en el umbral mirándome fijamente mientras apoyaba su peso en la pared.
—Buenos días... —susurro al pasar por su lado tratando de ignorar el reciente brote de nervios que amenazaba con mi tranquilidad. Tomo asiento en uno de los banquillos del desayunador que quedan del lado del comedor, llevo una cucharada de cereal a mi boca mientras lo observo moverse hasta quedar frente a mí inclinando su cuerpo sobre la encimera invadiendo mi espacio personal, parpadeó confundida, no solo por su acción, sino también por el hecho de que está despierto sin tener ningún tipo de compromiso del que yo fuera consciente.
—Buenos días, preciosa —jadeo cuando sus labios colisionan con los míos sin importarle que aun tenga comida en ellos.
—Oh, esos sí que son buenos días —comento cuando al separarnos sus manos acarician mis mejillas —¿Sucede algo?
Observo como niega con la cabeza mientras ejerce una pequeña presión en su mano sobre mi mejilla antes de sonreír causando que sus ojos se achiquen en el proceso, lo miro fijamente deleitándome con lo relajado que luce al frente mío y del cómo su hombría acapara toda mi atención —No —responde —, solo quería acompañarte en tu rutina para ir al trabajo, hace mucho que no lo hacía —asiento en su dirección tratando de ignorar el nudo que se forma en la base de mi estómago. Desde que habíamos empezado con las peleas tan consecutivas él trataba de darme mi espacio dejando de lado pequeñas acciones que eran muy importantes para mí, como esto, el hecho de levantarse a observar cómo me duchaba, aunque a veces me acompañaba en el proceso, como me vestía, y desayunar juntos a pesar de no tener la obligación de levantarse temprano me reconforta —. Supongo que estaba muy cansado y por eso no escuché tu alarma, en fin, te dejaré desayunar en lo que me doy una ducha. Te llevaré al trabajo. —afirma, antes de separarse y darse la vuelta rumbo a la habitación.
—No hace falta, estás cansado, yo puedo tomar el bus.
—No te vayas sin mí —es lo único que dice antes de perderse por el pasillo, vuelvo a sonreír mientras me llevo otra cucharada de cereal a la boca.
Termino mi desayuno en tiempo récord al fijarme en la hora sobre una de las paredes de la sala, cuando termino de fregar todo lo que he usado Edison ya se encuentra detrás de mí enredando uno de sus brazos alrededor de mi cintura y atrayéndome a su cuerpo, su colonia me invade y lo empujo ligeramente con mi cadera.
—Voy tarde. —Anuncio, antes de dirigirme a la mesita de entrada para tomar mi bolso y todas mis cosas, tomo también las llaves del auto de Edison y se las lanzo antes de salir del departamento. Juntos esperamos el ascensor tomados de las manos mientras yo no puedo parar de pensar en lo afortunada que soy al tener un chico como él en mi vida.
El camino hacia el trabajo se me hace divertido, ya que nos la pasamos cantando las canciones que suenan en la radio y conversando sobre todo lo que ha pasado estos últimos días que ha estado fuera del país, él me cuenta sobre los partidos que estuvo comentando, también me habla mucho sobre las nuevas personas importantes con las que tuvo el placer de platicar, yo lo escucho atentamente observándolo emocionado al contarme todas estas cosas, y solo cuando llega mi turno soy capaz de informarle sobre mi reciente ascenso y todas las responsabilidades que eso conlleva. Él me felicita, sabe lo mucho que he trabajado para obtenerlo y me ofrece ir a comer a algún sitio este fin de semana para festejarlo, le respondo que lo pensaré y es así como nos sumergimos en un silencio incomodo que termina con la plática antes de llegar a mi lugar de trabajo. Al ver como su entusiasmo disminuye cuando me niego a salir, porque siendo sinceros, él me conoce muy bien y sabe que cuando digo que lo pensaré es porque a final de cuentas no haré nada, me arrepiento de mi respuesta al ser tentada a aceptar solo para complacerlo, pero solo me limito a inclinarme sobre el asiento para darle un pequeño beso de despedida, bajo del auto y murmuro una despedida antes de cerrar la puerta detrás de mí para luego dirigirme hacia la entrada del edificio.
Edison y yo nunca habíamos tenido problemas para comunicarnos, pero a mí parecer ese parece ser la razón de nuestros problemas. Antes solíamos hablar, y pensar en un acuerdo que favoreciera a ambos y que además, ambos pudiéramos cumplir. Pero desde que Edison fue ganando más importancia entre los medios y el mundo del deporte, su estilo de vida exigía más de lo que yo estaba acostumbrada dar. Ya que la mayoría de nuestras peleas se resumen en que él insiste en ir a algún lado y yo me opongo; ya sea por dinero, por incomodidad, o porque simplemente no me daba la gana de ir. En este punto yo debía de admitir que en realidad era yo la del problema, porque era totalmente cierto lo que él alegaba: Se supone que no debe de haber nada de malo en salir alguna vez para olvidarnos de la rutina. Y era cierto, pero yo no era capaz de definir si era porque yo nunca había sido una persona fiestera o de muchas salidas, o porque en realidad me sentía más cómoda en casa que en cualquier otra parte y por eso optaba por eludir cualquier oferta que implicara salir de mi zona de confort, y esta forma extraña de ser se había agravado más durante los últimos meses, ya que antes solía salir como mucho una vez a la semana, ya sea con mis amigos al cine o con Edison a cenar; pero últimamente me sentía reacia a salir aunque sea solo una vez a la semana. Algo que iba totalmente en contra con el estilo de vida tan ajetreado que llevaba Edison, él siempre estaba en movimiento, le gustaba salir, experimentar, conocer, y aunque estas eran cualidades por las cuales yo me había sentido atraída cuando empezamos a conocernos, hoy, parecían abrumarme y hastiarme mucho más de lo que alguna vez yo pude haber imaginado.
Agito mi cabeza alejando todos aquellos pensamientos mientras saludaba a un par de compañeros en el camino a mi oficina, ruedo los ojos cuando una cabellera pelirroja se atraviesa en mi campo de visión parado junto al botellón de agua mientras coquetea con una rubia que aparentemente está cayendo rendida en sus encantos, alzo mi mano en forma de saludo tratando de captar la atención de Leandro, el cual abandona a la despampanante rubia para seguirme el paso hasta mi oficina donde ya sentada espero por su saludo.
—¿Cómo está mi amiga pecosa favorita?
—Soy la única amiga pecosa que tienes.
Leandro alza una de sus claras cejas y sonríe con coquetería —¿Tú que puedes saber? Tengo muchas amigas, puede que una de ellas tenga pecas.
—Tus conquistas no son tus amigas ¿Puedes tratar de asimilar eso mientras me consigues un café?
—¡Ugh! Que humor tan pesado te cargas, de todos modos, iré por tu café —ruedo los ojos, ya que para mí es algo habitual que tengamos este tipo de conversación cuando nos vemos al llegar temprano al trabajo, de hecho, ya es una costumbre que yo lo mande a conseguirme un café y que este me lo traiga solo por una razón adjunta que no tiene nada que ver con el hecho de que en realidad le gusta complacerme en todo. Leandro y yo nos llevamos conociendo mucho tiempo, somos amigos desde que vivía con mis padres a las afueras de la ciudad, lo veía todas las vacaciones cuando su familia decidía visitar a sus abuelos los cuales eran mis vecinos más cercanos, recuerdo que cuando niños pasábamos horas y horas jugando entre los árboles llenándonos de barro y suciedad al jugar a las escondidas, o cualquier otro juego que se nos ocurriera; ambos éramos hijos únicos, más o menos de la misma edad y con las mismas aficiones, solo fue cuestión de tiempo para que empezáramos a forjar una amistad más cercana entre ambos que superara el hecho de que vivíamos muy lejos el uno del otro y que solo pudiéramos vernos en vacaciones, incluso cuando en nuestra adolescencia no podíamos vernos cada verano puesto que cada uno tenía cosas que hacer, seguíamos en comunicación de manera paulatina mediante a cartas, ya que en ese tiempo los teléfonos no eran tan comunes en el campo, y menos para una familia con recursos tan escasos como la mía, eso de cierta manera debilitó nuestros lazos, pero siempre me alegraba saber algo de él después de mucho tiempo. Cuando me mudé a la ciudad le había enviado una carta para comunicárselo, ambos quedamos en citarnos y compartir números de una vez por toda, pero la sorpresa fue mayor cuando nos dimos cuenta de que habíamos escogido la misma universidad, y casualmente la misma carrera, pero debo de admitir que fue una sorpresa muy agradable, ya que nos veíamos todo el tiempo y disfrutábamos de la compañía del otro cada vez que podíamos, lo cual me ayudó a nunca sentirme sola, a pesar de ser nueva en la ciudad. Leandro me enseñó todo cuanto podía, me ayudó cada vez que lo necesité, y me cuidó como la hermana que nunca tuvo aún sin pedírselo, de hecho, aún lo sigue haciendo —, que conste, solo lo hago porque eres mi amiga pecosa favorita.
—¡Que soy la única amiga pecosa que tienes, genio! —gira sobre sus pies al mismo tiempo que soy capaz de observar que por la comisura de sus labios se extiende una sonrisa, jadeo al darme cuenta de que se está divirtiendo a costa mía —Eres despreciable.
—Y tú una ternura. —susurra, pero soy capaz de escucharlo, frunzo el ceño. Desde pequeños Leandro se ha encargado de hacerme saber que tengo un rostro muy aniñado, y que por ende mis facciones son infantiles y mis gestos muy dulces como para ser tomada en serio. Y le daba la razón, mis ojos eran muy pequeños de color marrón muy oscuro pero expresivos, podría jurar que a veces brillaban sin razón aparente, rodeados por oscuras pestañas que destacaban junto con mis cejas la magia de mis ojos, que aunque eran de un color muy común era de las partes que más me gustaban de mi cuerpo; mi rostro era muy redondo, por ende contaba con unos buches rellenos y rosáceos que me acompañaban cada vez que ejecutaba mis preciadas muecas que hacían mucho uso de mis labios algo rellenos, se podría decir que proporcionales a mi rostro, y mi pequeña nariz adornada por un sin número de pecas las cuales me restaban muchos años de encima. Desde pequeña fui muy delgada y menuda, siempre me tocaba ser la más bajita y flaca del salón, de hecho, sufrí algunas burlas por ello a las cuales nunca les hice caso, no era mi culpa ser visualmente débil, incluso Edison en más de una ocasión cuando terminábamos de tener sexo brusco no podía relajarse sin revisarme antes y asegurarse de que no me había hecho algún tipo de daño con su inmenso cuerpo. Pero eso era algo con lo cual tenía que cargar, podría culpar a mis padres de quienes había sacado mí físico, aunque obviamente muy al extremo de ambos, negativamente hablando; pero eso no iba a solucionar nada, lo único que me quedaba era cargar con mi carnet de identidad todo el tiempo, el cual aseguraba que tenía 26 y no 16 como muchas personas pensaban al verme.
—Solo ve a buscar mi café —exijo añadiendo un gesto con mi mano para dar énfasis a mis palabras. El pelirrojo decide abandonarme sin añadir nada más en busca de lo que le he pedido, y yo me doy el gusto de disfrutar de unos pocos minutos de paz en los cuales me encargo de preparar mi área de trabajo, antes de ser bombardeada por Alison y la inmensa cantidad de trabajo que debo terminar antes de nuestra hora de salida; cosa que hasta ahora no he sido capaz de cumplir. Enciendo la computadora y en lo que esta carga reviso mi celular tratando de responder todos los mensajes que tengo pendientes, algunos son de un par clientes que quieren tener una reunión conmigo para arreglar algunas cosas de sus propuestas, me encargo de revisar mi agenda para asignar un día a cada uno de ellos y así tenerlos presente, otros son del grupo de egresados de mi universidad quienes hablan de reunirnos por primera vez luego de graduarnos, a lo cual dudo mucho que asista, y los otros mensajes son de parte del grupo que tenemos Hanna, Rosmery, Leandro y yo; donde están planeando una salida a una discoteca hoy después del trabajo, de la cual debo admitir me había olvidado completamente. Gimoteo levemente.
Ojalá y Alison me rellenara de trabajo para así tener una excusa válida para no ir.
Y como si mis plegarias hubieran sido escuchadas la veo pasar por el frente de mi oficina rumbo a la suya, portando un hermoso vestido rojo ceñido a su cuerpo y su cabello largo recogido en una coleta alta, sonrío mientras me levanto de mi asiento para seguirla y atreverme a hacer lo que nunca en más de cuatro años trabajando en esta compañía había hecho.
—Buenos días señorita Jhonson —me interpongo en su camino causando que se detenga y se vea obligada a mirarme, trago grueso cuando alza una de sus perfectas cejas en mi dirección esperando que hable —, quería saber si tenía algo preparado para mí hoy, es que acabo de revisar mi correo y no veo nada nuevo como es costumbre.
Alison frunce el ceño arrugando su perfilada nariz en el proceso, agita levemente su cabeza causando que su cabello se balanceé al compás de este —Eso es porque hoy es viernes, además es viernes de cobro —la pequeña sonrisa que tenía plasmada en el rostro decae al escucharla hablar —, quita esa cara y disfrútalo Hernández esto no es algo que pase todos los días. —comenta antes de hacerme a un lado con una de las carpetas que sostiene con sus manos dejándome plantada en mi lugar con la palabra en la boca, la observo adentrarse a su oficina contongueando sus caderas como le es costumbre mientras sonríe a alguno de mis compañeros que pasa a su lado saludándola. Bufo: Ahí se va mi única esperanza.
—¿Por qué estas ahí contemplando la oficina de Alison? —la decepción me embarga cuando la voz de Leandro me alerta mientras coloca la taza de café que le mandé a buscar sobre mi mano.
—No es nada, solo que no tengo nada asignado en mi correo y se me hizo raro.
—¿Y por qué ibas a tener algo asignado en tu correo? —pasa sus manos por su cabello acomodándolo, avanzo unos pasos rumbo a mi oficina —Hoy es viernes. —responde, como si hubiese tenido la pregunta más estúpida que él hubiese escuchado en toda su vida.
—Eso me dijo, pero desde que trabajo aquí siempre tengo algo asignado sin importar si es viernes o no, o si es día de cobro o no.
—¿En serio? ¿Quién era tu encargado antes?
Ya sentada nuevamente en mi oficina con mi taza de café a mano le doy un sorbo mientras lo pienso por un segundo, literalmente hablando mi jefa siempre ha sido Alison, pero nunca había tenido contacto directo con ella hasta ahora, ya que ella acostumbra a poner encargados sobre los nuevos empleados hasta que estos estuvieran al corriente y entendieran todo lo que se ejecutaba en esta área a la perfección; cosa que me llevo mucho tiempo, no por mí, sino por el encargado que me había tocado, todos decían que era el peor y que se aprovechaba de sus subordinados encargándoles sus trabajos y haciéndolos quedar mal delante de los jefes. Hago una mueca al caer en cuenta que probablemente por esa razón a mí siempre me tocaba trabajar cuando a otros no —El destripador era mi encargado.
Leandro suelta una carcajada cuando me escucha pronunciar el apodo por el cual se le conoce a quién era mi encargado —Eso lo explica todo.
Paso mi mano libre por mi rostro —No sé si estar emocionada por el hecho de tener técnicamente el día libre, o enojada porque en cuatro años este es el primer día que me puedo tomar las cosas con calma.
—Míralo del lado positivo: Técnicamente no trabajaras, así que tendrás energías para la fiesta de esta noche —la sonrisa de lado que me dedica me hace ser consciente de que solo ha dicho eso para hacerme saber que no se había olvidado del trato que habíamos hecho.
—¡Sí, que emoción! —exclamo de la forma más sarcástica que me fue posible. Leandro me dedica una de sus miradas de advertencia como queriendo decir: Te dije que de esta no te ibas a escapar —Ya vete, déjame terminar lo que me queda por hacer en paz, luego me tendrás para ti todo el tiempo que quieras.
—Eso espero Ivonne —dice, antes de salir de mi oficina tarareando alguna canción que no conozco.
Es de esa forma en la cual termino el resto de la mañana reorganizando mi agenda y ajustando todo lo que tenía por hacer para la próxima semana, quitándome así un gran peso de encima en relación con todo el trabajo que me esperaba. Cuando llega la hora del almuerzo Leandro y yo nos encontramos con Rosmery en el comedor, y todos decidimos comer acompañados de otros compañeros de trabajo, fue muy divertido, ya que todo el mundo a mí parecer estaban muy relajados y risueños, no sé si era por el hecho de que gozaban de tener poco trabajo al ser viernes, o porque por defecto era viernes de cobro y no hay nada que haga más feliz a una persona que el dinero. El resto del día me dediqué a vagar por las instalaciones, ojeando uno que otro boceto de mis compañeros y de paso, buscando inspiración para los míos; fue así como terminé sentada en la computadora elaborando planillas que me iban a servir de muestras para nuevos clientes y que me facilitarían mucho el trabajo, también contesté algunos mensajes de los grupos y de Edison quien de vez en cuando me escribía para saber que tal iba mi día. Leandro vuelve a aparecer en mi oficina cuando es hora de irnos alegando que será mi escolta para así evitar que me escape y arruine sus planes, al bajar nos encontramos con Hanna y Rosmery, quienes ya nos estaban esperando en la cafetería frente a nuestro edificio, nos quedamos hablando un rato hasta que decidimos pedir algo para comer, pero nuestra conversación se ve interrumpida cuando mi celular empieza a sonar indicando que estoy recibiendo una llamada, veo el indicador, Edison me está llamando.
—Hola cariño. —saludo al contestar.
—Hola pequeña, vine por ti, estoy afuera.
Frunzo el ceño, ya que no le había pedido que viniera por mí puesto que los chicos tenían planeado algo más —¿Qué? —dirijo mi mirada hacia afuera para observar a través de los cristales que efectivamente el auto de mi novio estaba parqueado frente al edificio en el cual trabajo.
—¿Qué sucede? —interviene Hanna al verme observar hacia afuera, tapo levemente mi celular antes de contestar:
—Edison vino por mí —susurro.
Vuelvo mi atención a mis amigos solo para ser capaz de contemplar la mueca de negación que pone Rosmery tras mis palabras —Oh, él esta muy equivocado si cree que te va a salvar de esta, hace mucho que no salimos, y no porque tu querido novio a llegado a la ciudad después de su viaje significa que debas abandonarnos. Negativo.
—¿Ivonne?
Le hago una seña a Ross para que cierre la boca —Estoy en la cafetería del frente con los chicos ¿Puedes venir un momento? —cuelgo la llamada al escuchar un sonido de afirmación de su parte.
—¡Estaba en línea todavía, idiota! —exclamo hacia la morena sin importarme llamar la atención de algunas personas en el proceso.
Rosmery se encoje de hombros —Mejor, así me hubiera ahorrado tener que decírselo cuando venga —la campana de la cafetería suena anunciando la llegada de alguien a ella, doy un vistazo a la puerta encontrándome con Edison en la entrada buscándonos con la mirada. Leandro alza la mano para llama su atención —, y hablando del rey de Roma...
Edison se acerca de forma despreocupada portando unos simples tejanos azules y un polo de color verde el cual resalta sus ojos junto con unas botas de color negro, va casual, aunque en lo personal me gustaba más cuando portaba traje. Al llegar a nuestro lado saluda a Leandro con el típico saludo de hombres que parece estar prohibido para el género femenino, extendiéndolo un poco más de lo habitual dado al caso de que no se habían visto desde que se fue de viaje, luego saluda a Hanna con un beso en la mejilla y a Rosmery con un asentimiento de cabeza, cuando alcanza mi lugar debe de inclinarse para rozar nuestros labios a modo de saludo.
—De verdad espero que me hayas escuchado, porque siendo realistas no me importará repetirlo. Es nuestra hoy. —recalca la morena en la otra punta de la mesa mientras se cruza de brazos.
—Agh, déjalos ser felices Ross tienen mucho sin verse —comenta Hanna. Leandro sonríe cuando la morena le dirige una mirada amenazadora a la rubia a su lado.
—Tranquila Hanna, no hay manera de que no haya sido capaz de escuchar la estridente voz de Rosmery a través del celular. Es algo humanamente hablando imposible.
—Imbécil... —murmura Rosmery, la pateo debajo de la mesa buscando callarla de una vez por todas.
No es un secreto para nadie que mi novio y Rosmery no se llevan para nada bien, desconozco la razón por la cual mantienen esta disputa, pero era algo que había intentado arreglar hace mucho tiempo sin mucho éxito, las únicas respuestas que recibía por parte de ambos era que: No se caían bien y punto. Y yo había tomado la decisión de no meterme en eso. Mientras Rosmery fuera capaz de respetar que Edison era mi novio y Edison fuera capaz de respetar que Rosmery era mi amiga, todo estaba bien para mí.
Y hasta ahora ambos sabían cómo lidiar con eso, bueno, a su manera.
Digamos que Rosmery no conocía la palabra delicadeza, pero al menos si tenía sentido de lo que era el respeto en determinados casos donde era necesario tener dicho sentido. Su personalidad es así, tosca, de hecho, es la persona más temeraria del grupo y con la cual es más difícil entablar una conversación, es extremadamente desconfiada y determinar su estado de ánimo para poder llevar una conversación amena es una completa odisea en la gran mayoría de las ocasiones. Pero como todas las personas en este mundo poseía su lado bueno y su lado malo, y muy al pesar de las personas que la destetan, su lado bueno compensaba las cosas malas que hacía. Rosmery tiene la peculiaridad de ser extremadamente desconfiada, pero cuando cede su confianza es imposible no enamorarse de la persona que deja relucir.
En cambio, Edison era una persona muy relajada, a él no le importaba mucho lo que sucediera a su alrededor a menos que lo afectara de manera directa, su manera de tomar las cosas con calma suele sacarme de mis casillas, pero debía reconocer que esa era su forma de ser: Relajarse, pensar y buscar una solución al problema, y solo cuando es estrictamente necesario, actuar. Pero no nos confundamos, no era tímido, porque cuando quería algo iba a por ello, solo era despreocupado y según yo, ahí estaba su encanto.
—No sabía que tenían planes, de otra forma no hubiese venido —informa mi novio al tomar asiento a mi lado.
—Vamos a una discoteca —anuncia Leandro —, conseguí que Ivonne nos acompañara.
Los ojos verdes de Edison me enfocan sorprendido por unos segundos, me encojo de hombros restándole importancia al asunto —¡Eso es genial! ¿A dónde irán?
—Tú no estás invitado —asegura Ross.
—Oh cállate, me estresas —pide Hanna al interrumpir a la morena, observo como Leandro vuelve a reír ante el hecho de que la dulce Hanna se esté revelando contra Rosmery —, vamos a Altamar.
—¿Altamar? —pregunta ignorando completamente el comentario de Rosmery —¿La discoteca de la quinta avenida?
—Esa misma.
—Ugh, no quiero ser aguafiestas, pero cuando venía de camino estaba cerrada y rodeaba de policías. No quiero saber lo que habrá pasado para que se encontrara así.
Debo admitir que en mi rostro se extiende una sonrisa cuando Edison termina de hablar, yo de verdad no quería verme obligada a asistir a un lugar como ese.
—¡¿Qué?! ¡Tienes que estar jugando! —exclama el pelirrojo, Edison sacude la cabeza, causando que su cabello salga de su lugar, llevo mis manos a su cabellera castaña acomodándolo nuevamente hacia atrás —Tú pecosa estabas tan encismada en no ir que nos dañaste la salida a todos.
—¡¿Qué?! ¿Ahora es mi culpa que cerraran la discoteca? —Leandro asiente mientras sonríe, saco la lengua en su dirección como una niña pequeña cuando es regañada, causando que sus labios se extiendan más hacia arriba dejándonos ver sus dientes.
—¿Y no podemos ir a otro lugar? Hoy es v... —giro mi cabeza hacia la rubia a mi costado izquierdo, puedo jurar que es capaz de sentir mi mirada clavada en ella ya que se detiene abruptamente.
—No, hoy es viernes, por esa misma razón teníamos planeado ir a Altamar ya que es la única discoteca cercana que necesita de un pase exclusivo con días de anticipación para entrar, y así evitábamos la multitud que de seguro hay en los demás lugares —responde Ross mientras toma un trago de Coca Cola.
—Que mal... —se lamenta Hanna, aparentemente ella si estaba muy ilusionada con el hecho de ir de fiestas hoy.
Suspiro, preparándome mentalmente para portar mi papel de actriz y tratar de lucir realmente angustiada por el hecho de que se hayan arruinado sus planes, los cuales tenían como objetivo arrastrarme en el proceso —Bueno, es una pena que esto haya ocurrido hoy exactamente, pero veamos el lado bueno puede ser una s...
—Pueden reunirse en nuestro apartamento si quieren —oferta mi novio mientras pasa su brazo por mi espalda. Mis ojos se abren de manera desmenuzada.
—¡¿Qué?! —exclamo.
—Sí, pueden ir a nuestro departamento y montar una especie de reunión como las que solían hacer hace mucho tiempo, y de paso celebramos el reciente ascenso de Ivonne—frunzo el ceño cuando todos a mi alrededor les prestan atención a sus palabras sopesando su idea —, pueden irse en el auto de Leandro, mientras yo voy por las bebidas y botanas y así nos divertimos un rato.
—Eso suena genial —admite Hanna.
Leandro asiente mostrándose de acuerdo con la idea —Sí, eso suena genial.
—Sí, suena genial. —afirma Rosmery, la observo de pies a cabeza, ya que pensaba que ella era la única que se iba a negar dado que no soporta compartir mucho tiempo el mismo aire que mi novio, imagínate si están obligados a compartir y comportarse, más en su caso, ya que es ella quien estaría invadiendo su espacio. Tenía la esperanza de que se negara rotundamente, ahogando consigo todos los recientes planes.
¡Este día no podía ir peor!
—Supongo que no hay nada más que agregar —comenta Edison mientras se pone de pie, yo sigo sentada tratando de procesar el hecho de que no solo no había podido escaparme de la salida que tenían programada, sino que además aquella salida ahora estaba programada de suceder en mi casa, la cual había limpiado con mucho esmero hace un par de horas. Eso ultimo sí que me hacía querer llorar, Dios mi sala se encontraba perfectamente organizada ¡No quería que arruinaran eso! —, nos vemos allí.
—Pero...—trato de interrumpirlos, pero desisto cuando todos se ponen de pie apoyando la idea y luciendo entusiasmados al respecto. Resignada me pongo también de pie tomando mi bolso con mis cosas.
Leandro avanza unos pasos hacia la salida con Hanna y Rosmery a su lado, gira su rostro hacia mi dirección por unos segundos —Vamos, apúrate Ivonne —me apresura mientras termina por abandonar el local.
—No puedo creer que acabaras de hacer eso. —me quejo ante Edison, haciéndole saber que me he dado cuenta de lo que ha querido lograr con invitar a todos a continuar la reunión en mi casa.
—Tú solo disfruta cariño. —susurra antes de avanzar dejándome atrás completamente malhumorada. Ruedo los ojos hastiada:
Ti sili disfriti ciriñi.
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