Capitulo 2: Bajo la bestia.
2 días atrás...
Los guardias se habían detenido acampar cerca de las orillas del océano Breshka, se encontraban a pocos kilómetros de Nabriok, pero los caballos ya no daban para más y necesitaban recuperar fuerzas.
-Necesitamos matarla.-susurró uno de los guerreros frente al fuego-Nos llevará a la desgracia.
-El príncipe la tiene bajo su custodia, ¿Como piensas apartarla de el? Además, Mikuo esta de guardia con el.-pensó otro mientras mordía un pedazo de carne seca
-¿Que demonios ocurrió en aquel pueblo?-fue lo siguiente que soltó otro soldado
Un silencio sepulcral abrazo a todos los hombres vestidos bajo metal, eso era lo que los inquietaba, ¿Como pudo identificar a uno de los traidores sin si quiera conocerlo? ¿Ella asesino a todo su pueblo? Y de se así, ¿Con qué propósito?
-Hay que matarla-insistió de nuevo el primero
-Deja de orinarte encima Lerdock, juraste lealtad al reino Kagamine. -le recordó su jefe de sector al mando-lamentablemente, sus decisiones aveces nos arrastran con ellos. -agregó mirando hacia la tienda de Len-Su majestad encontró por fin su verdadero talón de Aquiles
Len entró a la tienda en silencio, escuchaba la certidumbre de sus hombres, Mikuo estaba mirando las cicatrices y el cuerpo extremadamente delgado de la chica que dormía en la cama improvisada del príncipe.
-¿Nada?-preguntó Len
Mikuo confirmo, negando con la cabeza.
-No se ha movido y no hay nada de información acerca de ella.-respondió Mikuo.
El rubio miró a la joven de cabello castaño, enmarañado y hecha un desastre.
-¿Por qué decidió traerla?-es la siguiente pregunta de Mikuo
Len aprieta los labios al mismo tiempo que se acercaba hacia su cama.
-Si no la tomo yo, lo hará alguien más y ese alguien más, si la matará-razonó en voz alta Len
Pero, a la media noche, ocurrió lo que el príncipe y el mismo Mikuo temían. No supieron como, ni cuando, pero habían sacado a la chica de la tienda de Len y la tenían amenazada con sus espadas.
-¡Habla o juro que te mataré!-gritó Lerdock-¡Maldita bruja, no me ignores!
Aún con los ojos vendados y con menos posibilidades para sobrevivir, este le apuntaba con la espada. Al contrario de la reacción esperada, la castaña se acercó al filo del arma, dando a entender que; si la querían ver muerta, moriría, si la querían ver viva, lo haría también.
-¿¡Pero que demonios hacen!?-gritó Len
Aquella noche, el muro de Nabriok, fue adornado con otras 5 cabezas, cabezas de hombres que no respetaron la orden de Len.
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