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PRIMERA PARTE: Capítulo I

—Adelante. Sean bienvenidos a nuestra humilde morada —invitó Taehyung, mientras la familia Min ingresaba a aquella... casa, si es que así se le podía llamar.

­—Más decrépita que morada. Tranquilos, son libres de criticar —habló la joven alfa, cerrando la puerta detrás de ellos, luego de comprobar que nadie los había visto entrar allí —. Después de todo, solo es un espacio temporal que encontramos. No pasará mucho tiempo hasta que alguien nos encuentre e intente darnos caza —agregó, siguiendo al pie de la letra el plan que había armado con su compañero para acercarse a sus objetivos.

Yoongi se quedó observándola mientras ella se desplomaba en el sillón lleno de polvo y sacaba una cajetilla de cigarrillos del mueble casi consumido por el fuego en algún tiempo atrás... quizás. Toda la casa se encontraba envuelta en polvo y cenizas, y las paredes estaban pintadas de negro por el hollín que supuso había dejado el fuego. Le dio curiosidad saber qué pasó allí, pero pronto dedujo que sus dueños actuales tampoco sabían mucho respecto al tema. Después de todo eran rebeldes que solo iban de escondite en escondite, huyendo de los suyos.

—Dejé a Jiminie en uno de los cuartos, Kookie se quedó con él para ayudar al otro chico a curar sus heridas —avisó su padre, llegando hasta él para darle un abrazo. Yoongi sabía que el omega mayor hacía eso más para alivio propio que para reconfortarlo. Su padre era fuerte, pero también vio el miedo reflejado en sus ojos cuando el auto volcó y la lluvia de balas comenzó. Y solo por eso, se dejó hacer, aceptando los mimos del cuervo.

Miró otra vez a la joven de extraño cabello platinado casi blanco y su piel se erizó cuando ésta lo observó repentinamente, dándole una única calada a su cigarrillo antes de dejarlo en un pequeño plato de aluminio.

Jamás en su vida había visto ojos tan fríos.

—Puedo ofrecerles agua y un sándwich de dos días si lo desean —habló antes de ponerse de pie y caminar a lo que alguna vez fue una cocina. De una caja acondicionada para mantener la frescura de los alimentos, sacó dos sándwiches y una botella de agua, regresando de nuevo a la sala.

Seokjin pronto aceptó todo con una sonrisa acongojada y le dejó el que tenía carne a su hijo mayor, antes de ir a dejarle el de verduras a su pequeño cuervo. Apenas podía mantenerse en pie de los nervios, pero sus hijos eran primero.

—De qué huían, por cierto...

—Yoongi —. La joven asintió y esperó a que el otro contestara su pregunta —. Y no huíamos —gruñó, dejándose caer en uno de los sillones individuales —. Si no me hubieran noqueado... yo...

—Nuestro clan fue atacado por nuestros propios aliados —habló Seokjin, apareciendo de nuevo en la sala, ocupando el asiento libre —. Huir fue nuestra última opción —confesó el hombre, sintiendo al fin la realidad caer sobre sus hombros.

—¡Huir nunca fue mi opción! —bramó entonces Yoongi, poniéndose de pie, impulsado por su ira.

En un segundo la otra alfa también se levantó, interponiéndose entre él y su padre. Un leve gruñido de advertencia brotó de su pecho solo de pensar que esa mujer creía que lastimaría a su propio padre omega.

—No iba a ver a mis hijos morir, Yoonie... —susurró el hombre entonces —, jamás me lo perdonaría.

Bajando sus hombros y relajando su cuerpo, rodeó a la joven de cabellos blanquecinos y se dejó caer frente a su padre cuando lo oyó llorar. Sus manos pronto viajaron al rostro ajeno, secando las lágrimas antes de rodearlo en un protector abrazo. Él más que nadie sabía cuán importante eran para sus padres. No importaba que los tres ya fueran adultos, siempre seguirían siendo los polluelos y el cachorro de papá.

—Lo siento, no quise gritarte —se disculpó por levantar la voz y besó la frente de su padre antes de alejarse de nuevo.

Kira prefirió darles algo de privacidad cuando vio que la furia del alfa ya se había apaciguado. Ahora era cuando se preguntaba si aquel ataque al clan de los cuervos también había sido cosa de los suyos. Y con la intensión de preguntárselo a Taehyung, dobló al pasillo que daba a las habitaciones, chocando contra el pecho de éste mismo, quien la sostuvo al verla perder el equilibro.

—Ambos están muy heridos —confirmó antes de que su compañera hablara ­—. El omega sigue inconsciente y el pequeño alfa se recostó unos minutos a su lado. ¿Quieres a los pájaros o al perro de la sala?

Kira pareció pensarlo unos segundos, pero terminó esquivando al rubio para llegar hasta la puerta abierta de aquella habitación donde los menores descansaban. Matarlos ahora sería tan fácil. Su mano picó al rozar el arma de su cintura.

—Son unos angelitos ¿no? —habló Seokjin, de la nada. Y ambos saltaron en el aire cuando vieron al omega detrás de ellos y al alfa observándolos desde el final del pasillo.

¿Cómo diablos se habían movido sin que ella los notara?

Seokjin rio por sus reacciones y se disculpó por asustarlos, antes de entrar al cuarto, Yoongi no tardó en seguir a su padre y pronto toda la familia estuvo acomodada sobre la pequeña cama, los mayores velando por el sueño de los menores.

­—Quiero proponerles algo —continuó el omega mayor, y la mirada de Kira se perdió en las caricias que este dejaba sobre el cabello azul de joven de mejillas pronunciadas y labios rellenos. La alfa recién reaccionó cuando recibió un pequeño codazo de Taehyung y asintió para que el omega prosiguiera —. Les ofrecemos un hogar a cambio de protección.

—O lo que quede de él —murmuró Yoongi, mirando hacia la ventana cubierta por maderas donde deberían ir los cristales.

Seokjin resopló hacia su hijo mayor, pero pronto su expresión cambió cuando volvió a observar a los jóvenes alfas. Éstos a su vez se miraron entre sí, como si debatieran mentalmente si aquello sería buena idea o no. Por un lado, significaba mayor oportunidad de estar cerca de los alfas y el omega, pero también significaba estar en un territorio desconocido, siendo ellos dos contra todo un clan cuando al fin concretaran la misión.

—¿Por qué confiar en desconocidos? —preguntó Kira entonces. Al menos en su clan, todos sabían que jamás debían confiar en forasteros y rebeldes. Todos eran enemigos, menos los miembros de tu propia familia... a veces.

—Porque estoy desesperado —confesó Seokjin, sin borrar aquella rota sonrisa de sus labios. Taehyung tuvo que apartar su mirada del hombre, sintiendo un pinchazo en su pecho, siendo Kira la única capaz de seguir sosteniéndole la mirada. Aquel alfa de negruzcos cabellos de nuevo la miró, sorprendiéndose de que ni siquiera pestañeara. Parecía que la joven en serio tenía miedo de confiar en ellos, cuando era él quien no podía confiar. Solo por su padre y hermanos había cedido.

—Yo podría matarlos aquí y ahora —habló entonces Kira y Taehyung la miró alarmado.

—Lo sé, y aun así elijo confiar en ti, querida. Algo me dice que puedo hacerlo —replicó el mayor. Los dedos de la joven de cabellos blanquecinos picaron de nuevo, deseosos de tomar el arma y borrar esa triste mirada del rostro de aquel omega, pero sabía que ahora eran cuatro balas las que necesitaría, no tres. Odiaba que esos ojos de cierta manera le recordaran a él.

—Solo los llevaremos de regreso a su clan.

—Insisto en que se queden con nosotros —sonrió Seokjin, burbujeante de esperanza cuando la alfa le dijo aquello.

Kira lo pensó unos segundos más y al final fue Taehyung quien respondió por ella.

—Aceptamos —miró a su compañera al sentir su gélida mirada —Después de todo, no tenemos a donde volver —acotó. 

Hoseok acompañó al último de los heridos al gran salón, luego de que el clan de los buitres fuera exterminado por completo. Él ya se esperaba que algo así ocurriera desde aquel día que presenció la alianza que Namjoon estableció con el líder de esos carroñeros, pero sabía que ellos también eran detestados por los clanes más fuertes, así que tampoco podía culpar a su amigo. Namjoon solo quería ser un buen líder y crear alianzas para mantener a los suyos a salvo. 

—Cuando vuelvas te querrás meter un tiro en las pelotas —murmuró el beta y sonrió de medio lado mientras le robaba unas vendas a los enfermeros. Él también necesitaba cuidar de sus heridas. Después de todo, no sanaba tan rápido como los alfas u omegas.

Pronto se escurrió entre los heridos antes de que el médico del clan lo interceptara para inyectarle analgésicos. Antes muerto que dejarse pinchar. De la nada su celular comenzó a sonar y lo sacó de su bolsillo, haciendo una mueca al ver la pantalla rota en uno de los bordes. Dejando ese detalle de lado, descolgó a pesar de ser un número desconocido.

—¿Bueno?

—Seok, soy yo. Estamos regresando al clan —habló su primo y hasta la última célula de su cuerpo tembló al oírlo tan débil.

—¿Están bien? Preferiría que se queden en el refugio hasta que pueda ir por ustedes. La situación ya fue controlada aquí, pero por precaución... —susurró lo último y por un segundo llegó a pensar que la llamada se contó al no oír al omega.

Revisó su móvil y efectivamente la llamada seguía en curso.

—¿Jin?

—Jun está muerto —ahora sí el beta se alteró —. Y antes de que entres en pánico, estamos bien. Los cuatro. Recibimos... ayuda...

—Jin, por lo que más quieras, no-

—Ellos nos acompañarán de regreso.

—Jin...

—Y se quedarán con nosotros.

—Mierda, Seokjin. Si Namjoon se entera... ¿acaso quieres que mi cabeza ruede? Dime dónde están, iré yo mismo por ustedes.

—Pues... acabamos de estacionarnos en las rejas ¿nos abres?

Hoseok jadeó, tratando de contener el pánico cuando echó a correr hacia el ala de control. Antes de que siquiera pudiera comenzar a subir las escaleras de la torre, una de sus subordinados le avisó por el intercomunicador que una camioneta no identificada se había detenido frente a la reja y esperaban indicaciones para hacerla estallar.

—¡No! ¡Abran las rejas, es el omega luna! —gritó horrorizado y suspiró a punto de desfallecer cuando la omega al otro lado de la comunicación, acató la orden y le confirmó que el vehículo estaba ingresando al túnel subterráneo para una revisión.

—Sin duda mi cabeza va a rodar —murmuró el pelirrojo y pronto les ordenó a sus pies cambiar de dirección, tomando el atajo al túnel que conducía hasta debajo de la mansión, donde se encontraba el estacionamiento del clan y donde se hacían las revisiones de quien entraba y salía.

Cuando llegó hasta aquella camioneta verde musgo, la familia del alfa líder estaba siendo registrada, junto con dos desconocidos. Hoseok no tardó en apartar a sus hombres de su primo y lo abrazó con fuerza antes de golpearlo en la espalda por ser así de descuidado.

—Más respeto que sigo siendo mayor —se quejó Seokjin, pero luego sonrió, observando con congoja al pelirrojo y luego a los dos jóvenes desconocidos —. Son rebeldes, Hope. Los suyos los persiguen y aun así no dudaron en salvarnos cuando nos vieron acorralados.

—¿Cuántos?

—Muchos —jadeó el omega, dejando caer su frente sobre el hombro del más bajo —. La Van volcó y a los minutos comenzó la balacera.

—Y si eran muchos, ¿no te parece raro que dos jóvenes pudieran acabar con todos? No lo sé, Jin. No creo que sea buena idea... —confesó Hoseok, antes de separarse del mayor y hacerle frente a uno de sus hombres que se acercaba para dar el informe.

—Señor, ambos alfas, veintiún años, la fémina tiene un arma en su cinturilla y otra en una funda, más dos armas cortopunzantes en las mallas de sus muslos. El masculino tiene dos 48 en sus fundas y una AK-47 en su hombro. El transporte está refleto de armamento, cajuela, guantera, debajo de los asientos e incluso en el interior de estos.

Hoseok regresó la vista a su primo, mirándolo con un claro "¿y vas a confiar en ellos?", pero Jin simplemente lo ignoró y le sonrió al hombre frente a ellos.

—Está bien, a partir de hoy son aliados

Luego de que terminara el chequeo casi invasivo que le habían hecho, Kira se acercó a la camioneta para tenderle una mano al omega que, en ese momento, se encontraba despertando. Al igual que su padre, la primera impresión que Jimin tuvo de ella, fue que estaba viendo a un ángel, hasta que sus ojos enfocaron bien y no vio alas detrás de aquella joven, solo una gélida mirada que de cierta manera le causó tristeza.

—¿Quién...?

—Kira —respondió la alfa antes de que el omega fuera atacado por los brazos de su hermano menor.

—¡Hyung! Al fin despiertas, te perdiste la diversión —bromeó Jungkook, contento de que el de cabellos azulados al fin abriera los ojos.

Tras escuchar el fuerte parloteo del menor, Yoongi también se acercó por el lado de Kira y le sonrió a su hermano cuando éste lo miró algo confundido.

—Me alegra que estés bien, Jiminie. , hablarle a su hermano.

—¡Oh! Despertó. ¡Pero mira que ojos tienes! Hola, soy Taehyung, soltero, por si te interesa —le coqueteó el joven alfa casi metiéndose por al lado de Jungkook y Jimin no pudo encontrarse más confundido todavía, viendo a los dos desconocidos y luego a sus hermanos.

Kira suspiró al ver que todos lo estaban abrumando y contra su propia norma de no involucrarse, decidió echarle una mano al omega, tirando de su brazo izquierdo, para sacarlo del vehículo.

—Un poco de aire te hará bien para recuperar tus cinco sentidos —fue lo único que dijo la alfa, mientras el omega la miraba curioso, como un niño a una bella pero extraña flor. Entonces su nombre danzó entre sus pensamientos una vez más.

Kira.

Sol.

—Sol... —masculló Jimin sin darse cuenta, ganándose una corta mirada de la alfa que todavía mantenía un brazo alrededor de su cintura para que no cayera.

—Así es —respondió sin agregar más. Tampoco iba a revelar información innecesaria de su vida a alguien que terminaría matando. Pero entonces miró una vez más al omega y su pecho se oprimió cuando lo encontró viéndola con tristeza.

—¿Qué ocu-? —intentó preguntar, pero Jimin la interrumpió antes de que pudiera finalizar su oración.

—No tienes que fingir ser fuerte si estas sufriendo —consoló el omega de cabellos azulados y esa fue la segunda vez en el día que la piel de la joven se erizó. Este no era un simple clan y estos no eran simples herederos a quienes debía eliminar.

A dónde mierda se habían metido.

A unos metros detrás de ellos, Yoongi los observaba detenidamente. Su lobo no le dejaba apartar su mirada de aquella alfa de cabellos tan blancos como la nieve, y su razón solo podía decirle que significaba que no debía bajar su guardia. No debía confiar en aquellos desconocidos. 

Lo que no hayan entendido entre el prólogo y este capítulo, pregunten~ Eso sí, no responderé dudas que la misma historia revelará más adelante 🤭


Nina Glastor💜

IX - III - XX

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