Capítulo IV
Cuando Kira volvió a abrir sus ojos, tuvo que cerrarlos de nuevo por la fuerte jaqueca que la golpeó. Las luces blancas que se reflejaban en las paredes iguales de claras, no ayudaban a que el dolor disminuyera. Luego de parpadear al menos unas seis veces y masajear sus ojos bajo sus párpados, recién logró agudizar su vista para observar su alrededor.
Se encontraba en una blanca habitación con paredes reforzadas y acolchonadas, no había ningún mueble o decoración y su cuerpo descansaba sobre un futón en el suelo. Fue entonces cuando también se percató de que ya no llevaba puesto el traje negro que le había dado Hoseok. Sino unas telas más finas y ligeras, similares a una pijama.
Siseó entre dientes cuando movió uno de sus brazos y la tela sobre estos pareció raspar como el infierno. Con sumo cuidado, comenzó a levantar las mangas de la camisa y ahogó un jadeo al ver las infinitas marcas de arañazos sobre toda la extensión de su piel.
¿Qué rayos le había pasado?
Trató de buscar entre sus recuerdos algo que le diera respuestas, pero su mente todavía parecía estar en blanco. Estar sola y encerrada tampoco le daba buena espina y de la nada, cierta ansiedad comenzó a crecer en su pecho.
¿Y si los habían descubierto? ¿Y si Taehyung había realizado un movimiento sobre los hermanos Min? ¿Él también estaría encerrado como ella?
Antes de que su mente le permitiera desvariar todavía más. La única salida y entrada de aquella habitación se abrió, dejando ver a su compañero de misión.
—¿Ya pasó? —preguntó Taehyung y Kira lo miró sin entender de qué hablaba. Éste no parecía muy interesado en responder sus respuestas.
En ese mismo instante, el omega del líder también ingresó a la habitación, sosteniendo una charola con agua y comida.
—¿Ya mejor? — también preguntó Seokjin, regalándole una pequeña sonrisa. Ambos no hacían más que confundirla haciendo esas preguntas aisladas sin que ella supiera a qué se referían.
Seokjin no parecía estar molesto o aterrado, lo cual al menos le revelaba que no los habían descubierto. Y que Taehyung caminara libre lo confirmaba.
Cuando miró al tigre, este le arqueó una ceja al notarla desorientada. Kira estaba más preocupada por saber por qué estaba encerrada allí, que ni siquiera notó los pequeños calambres que todavía raspaban en su cuerpo.
—¿Cuánto aspiraste de esa cosa, como para que un celo te golpee por cuatro días? —preguntó entonces el alfa, observando sus uñas, tratando de quitar una mugre de uno de sus dedos.
Y entonces, esa simple pregunta fue el disparador que la hizo recordar.
Ella estaba con Yoongi en el laboratorio. El alfa analizaba muestras mientras ella curioseaba en los estantes. Luego el frasco con polvo dorado, el aroma a rosas, los calambres...
—¿Entré en celo? —murmuró, recién percatándose del leve dolor en su cuerpo.
—Uno inducido de forma artificial —respondió el omega, regalándole una reconfortante sonrisa cuando vio desconcierto en la mirada de la joven de cabellos blanquecinos.
A Taehyung verdaderamente no le interesaba presenciar toda aquella charla, y solo conforme con saber que la alfa todavía seguía respirando, se marchó de la habitación. Su mirada se cruzó unos segundos con la del lobo que observaba todo desde el umbral y su tigre rugió molesto. Sabía que algo más había pasado en el laboratorio y eso sí le preocupaba. Ese alfa no les había dicho algo importante. Y temía pensar que Kira pudo haber cambiado frente a él. Quizás se comportaba como un idiota con ella, pero si había algo que Taehyung jamás haría, sería romper una promesa, así que no estaba dispuesto a permitir que nadie conociera la verdadera naturaleza de Kira... a pesar de que él tampoco supiera.
Bebiendo un poco del agua que le ofreció el omega, Kira observó como Taehyung chocaba su hombro contra el del alfa que los observaba desde la puerta. De cierta manera quiso sentirse apenada por entrar en celo frente al lobo, pero su animal no le permitió bajar la cabeza. No fue su culpa después de todo.
«De hecho sí lo fue» pensó como si le hablara a su animal. Fue su curiosidad la que la metió en ese lío.
—No sabía que fuera posible inducir un celo —susurró, todavía sintiendo su garganta rasposa. Carraspeó un poco para disipar el dolor y miró al omega que ahora le ofrecía un sándwich.
—Es uno de nuestros secretos que utilizan los y las omegas que son enviados a cumplir ciertas tareas —comentó Seokjin, acomodando uno de sus mechones blancos detrás de su oreja. Kira solo comió, dejándolo ser. El hombre parecía tener una fascinación con su cabello —. El clan de las serpientes creó los induzores. Son polvos con diferentes aromas que solo afectan a los alfas, provocándoles un celo que solo pueden calmar con la copulación. Son muy útiles cuando se tiene que conseguir que los líderes o alfas de poder, firmen algún que otro contrato o pacto.
—Juegan sucio...
—Eso es pertenecer al bajo mundo, cariño —rio el omega, para luego observarla con pena —. Debió ser mucho lo que inhalaste. El celo te golpeó por cuatro días y yo... Dioses, ya no sabía que hacer para no verte sufrir —confesó, sintiendo sus brazos picar por abrazar a la joven —. Estabas fuera de control y Taehyung se negó a que te cediéramos un omega. Ponerte en esta habitación especial fue mi última opción.
Bueno, ahora entendía por qué se encontraba encerrada allí. Pero ¿cuatro días? Todavía no podía creer lo que un poco de ese aroma pudo hacerle a su cuerpo.
Entonces se estremeció solo de pensar que perdió la razón frente al alfa que todavía los observaba desde el umbral de la puerta. Apretó sus ojos con fuerza y por primera vez quiso comunicarse con su animal solo para confirmar que no había cambiado frente a alguien. No podía. No debía permitir que eso ocurriera.
—¿Yo... cambié? —se atrevió a preguntarle al omega y Seokjin negó, algo curioso por su pregunta. Sin embargo, no cuestionó a la joven. Kira parecía ser muy sensible respecto al tema. El suspiro de alivio que soltó luego de su negativa le dijo al cuervo que la alfa en serio parecía avergonzarse de su naturaleza animal. Al menos eso creía él.
—Que alivio que Kira ya se sienta mejor —comentó Seokjin luego de que su hijo mayor cerrara la puerta del despacho. Había notado a su cachorro bastante perdido en sus pensamientos durante esos cuatro días, y temía que pensara que ese pequeño incidente había sido su culpa. Cuando solo fue eso, un accidente.
Seokjin se sentó en el cómodo diván de cuero, palmeando a su lado para que Yoongi también tomara asiento. Sin rechistar, el alfa obedeció y se dejó abrazar por los hombros. El aroma dulce de su padre omega siempre lo tranquilizaba cuando sus pensamientos solo parecían querer hacerle perder la cabeza, y aunque no pudiera identificarlo por completo, esa pizca de azúcar siempre lo hacía sentir en calma.
—¿Qué tiene tan perturbado a mi bebé?
Yoongi bufó, tratando de disfrazar su sonrisa con disgusto, tras oír la melosa forma que tenía su padre para hablarle. Sin embargo, su animo no tardó en volver a decaer cuando el mismo pensamiento que lo llevaba perturbando por días, volvió a florecer. No quiso hablar con nadie respecto a eso. Ni siquiera con sus hermanos con quienes tenía más confianza para estas cosas. Pero ahora que Kira al fin había pasado el celo, sentía que debía decírselo a alguien antes de siquiera pensar en hablar con ella.
Por un segundo se preguntó si Kira también había sentido su aroma, aunque lo dudaba solo de recordar la forma en que huyó de las duchas cuando su lobo quiso salir. Ni siquiera se detuvo a pensar en que estaba dejando a una alfa sola y con el celo, solo quería correr todo lo que sus piernas se lo permitieran. Si no hubiera encontrado a su tío, patrullando en la planta baja, no sabía de lo que hubiera sido capaz.
—¿Yoon?
—Pá... —el omega chilló y el alfa viró los ojos cuando fue estrujado por los brazos de éste. Tras veinte años, el cuervo todavía no superaba que Yoongi lo siguiera llamándolo así cuando necesitara de sus consejos de padre —. Ya eres un hombre mayor, ¿podrías comportarte como ta-? ¡Au! ¡Por qué me pegas!
—Por insolente —bufó el omega, mirando ofendido hacia otra parte. No fue hasta que Yoongi se disculpó que recién volvió a prestarle atención —. ¿Decías?
—Esto es importante —susurró entonces el alfa, estrujando sus dedos entre sí al no poder mantener la calma.
Su padre solo se mantuvo en silencio, sin presionarlo o cuestionarlo, acariciando su espalda para darle el apoyo que el lobo parecía necesitar en esos momentos. Seokjin todavía no sabía qué tenía a su hijo así de inquieto, pero iba a darle todo el tiempo del mundo para que su lobito se desahogara.
—¿Alguna vez... has oído hablar de un alfa... con? —Yoongi negó no sabiendo como formular su pregunta y su padre sonrió, tomando una de sus manos para apretarla y trasmitirle seguridad.
—Solo déjalo salir, cachorro.
Yoongi lo miró y luego clavó de nuevo sus ojos en la unión de sus manos.
—¿Crees que es posible... que un alfa esté destinado a otro alfa? —al fin lo soltó.
Seokjin parpadeó unas cuantas veces, todavía tratando de procesar la pregunta.
—No que yo sepa, cielo —confesó, tomando ahora ambas manos de su hijo —. Según nuestra historia, la diosa solo tiene un destinado omega para cada alfa. Aunque eso no significa que dos alfas no puedan tener una relación e incluso enlazarse y de esa forma crear un nuevo hilo del destino. Pero no. Podría decir, casi con total certeza, que es imposible que la diosa destine un alfa a otro igual.
—Entonces sería más loco que un alfa pueda sentir el aroma de otro y a la vez sentir el aroma de un omega —murmuró Yoongi, queriendo arrancarse los cabellos al no entender lo que le pasaba.
—En ese caso estaríamos hablando de un gamma.
—¿Un qué? —el alfa miró a su padre cuando este se levantó, caminando hacia el pequeño estante de libros detrás del escritorio.
Los largos y finos dedos de Seokjin se pasearon por el lomo de los ejemplares más viejos y algo maltratados por el paso de los años, hasta que se detuvo sobre uno en particular que ni siquiera tenía inscripciones o grabado.
Hojeándolo recién a partir de la mitad, el cuervo retornó a su lugar junto al pelinegro, mientras éste lo observaba expectante.
—Aquí. Él es... bueno, no sé que tan tatara será pero es un tatarabuelo —el alfa rio y observó la vieja fotografía en blanco y negro que su padre le enseñaba —. Cuando él existió todavía regían las leyes que prohibían mezclarse entre especies. Y este hombre, líder cuervo de nuestro clan, fue el primero en ir en contra de eso —contó el omega, recordando las historias de su abuela materna —. Él fue un gamma.
—¿Qué significa eso exactamente? —cuestionó Yoongi y Seokjin se sintió un poco mal por no haber instruido bien a sus hijos. Esto era historia familiar, él como el último descendiente puro del linaje de los cuervos, no debió dejar que eso se perdiera en el tiempo.
—Hace mucho tiempo existió un tipo más de cambiaformas en la tierra. Uno que los mismos alfas y omegas terminaron por extinguir a causa de la codicia. La diosa Diana dio vida a tres cambiaformas, junto con los beta. Los alfas, los omegas y los gammas. Estos últimos, eran seres destinado a dos almas.
Yoongi parpadeó y frunció el ceño.
—Más lento, por favor. Que no estoy entendiendo.
—A ver —el omega cerró el libro y se acomodó mejor para observar de frente a su hijo —. Un alfa siempre estará destinado a un omega y un omega siempre estará destinado a un alfa. ¿Hasta ahí me sigues? —el lobo asintió lentamente, viendo todavía con el ceño fruncido a su padre —. Bien, ahora los gammas, según lo que he oído de historias familiares, eran cambiaformas a quienes la diosa les otorgaba dos destinados: un alfa y un omega.
—¿Me haces un dibujo?
—¡Yoongi!
—¡Es que no entiendo! ¿Cómo es posible que alguien pueda tener dos destinados? Yo ni siquiera podía compartir mis juguetes con mis hermanos, no me imagino compartiendo a mi pareja con alguien más.
Seokjin lo miró, elevando una de sus cejas al mismo tiempo que sus labios se estiraban en una mueca de desagrado.
—Ahora entenderás por qué los cambiaformas alfa y omega extinguieron esa raza, mi cielo.
Yoongi negó y se puso de pie, caminando de un lado a otro como león enjaulado. Eso simplemente era imposible. Su cabeza estaba saltando a conclusiones apresuradas y no le estaba gustando como terminaba todo. Eso malditamente tenía que ser imposible.
—No, papá. Eres tú el que no está entendiendo —habló el alfa, deteniéndose frente a su padre cuando la angustia ya terminó con su calma y su respiración comenzó a acelerarse, presa del miedo a lo desconocido.
—Entonces explícame —consoló Seokjin, no tardando en ponerse de pie para abrazar a su cachorro.
No le gustaba para nada ver a uno de sus hijos en ese estado. Como si la desesperación en su corazón no tuviera fin ni consuelo.
—Pude oler a Kira —murmuró entonces Yoongi, enterrando su rostro en el hombro de su padre omega, temblando por lo irreal que sonó eso. Ni siquiera él podía creer en sus propias palabras.
—No puede se-
—Huele a naranjas —gruñó, molesto, queriendo aullar y romper todo. Ni de cachorro se había sentido tan indefenso como en ese momento.
—Pero ella es...
—Lo sé —miró a su padre y sus mismos temores parecían reflejarse en esos orbes oscuros —. Lo sé, jodidamente lo sé, papá. Ella es una alfa, es imposible que haya podido olerla, así como es imposible que también sea mi destinada porque yo ya tengo a mi omega.
Seokjin moduló tratando de decir algo, pero nada salió de sus labios. Se apartó de su hijo y volvió a sentarse cuando su cabeza comenzó a punzar y el suelo pareció girar de pronto. Al igual que Yoongi, el omega no estaba entendiendo nada y solo podía pensar en la pobre Celes.
—¿Kira... lo sabe?
—Uso inhibidores. Creo que ella no llegó a sentir mi aroma —respondió, dejándose caer hasta el suelo, quedando recostando en la pared.
—Yoongi, cielo, tú eres un alfa —afirmó el omega, angustiado —. A tus seis añitos te presentaste ante todo el clan como un alfa. Tu aroma es fuerte en comparación del mío o el de Jimin. Tus celos duran solo un día. Es imposible que... Ni siquiera es posible que puedas llegar a ser un gamma, hijo. Ellos se extinguieron hace miles de años. Y aunque en nuestra familia existió uno, fue hace... no sé... ya no sé... —susurró al final, cubriendo su rostro cuando la angustia bañó su cuerpo. Dioses, como necesitaba a su alfa para que lo contuviera en un momento así.
—¿Entonces qué me está pasando? —susurró el joven lobo casi en una súplica. Luchando inmensamente por no permitir que su voz sonara quebrada. Tenía miedo. Solo de pensar en Kira su lobo se ponía inquieto. Y todavía ni quería pensar en qué haría cuando tuviera que decirle esto a su prometida. Estaba seguro de que Celes lloraría.
—Tenemos que hacer que Kira sienta tu aroma —Yoongi miró a su padre, viendo determinación en su mirada —. Solo así podremos confirmar que ella es tu destinada, Yoongi. Si Kira también identifica tu olor... Solo entonces podemos permitirnos saltar a conclusiones apresuradas, pero hasta entonces, no le diremos esto a nadie. Ni a tus hermanos, ni a Hoseok, ni a Celes, nadie. ¿Está claro?
El alfa asintió, inseguro y se puso de pie, yendo hasta los brazos de su padre cuando éste lo llamó. Solo de pensar en Kira y en permitirle sentir su aroma, su lobo ya comenzaba a ponerse ansioso. Ninguno de los dos quería ser rechazado como lo eran por el resto.
Nina Glastor💜
XXIII - III - XX
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