Capítulo III
Taehyung estampó a Kira contra la puerta ni bien ingresaron a la habitación que les cedieron en la primera planta. La alfa no tardó en sacudirse, tratando de quitárselo de encima, pero lamentablemente el tigre era un poco más fuerte. Y cuando una de sus manos sujetó su cuello, a Kira no le quedó más que regular su respiración para no ahogarse.
—¿Qué mierda estabas pensando? —gruñó el tigre y sus garras comenzaron a surgir cuando la de cabellos tan claros como la nieve, solo lo desafió con la mirada —. ¿Piensas que esto es un puto juego?
—Yo más que nadie sé que esto no es un juego —bramó Kira y le propinó un rodillazo al rubio, dejándolo en el suelo, gimiendo y retorciéndose de dolor. Cuando al fin pudo respirar con normalidad, lo volvió a mirar y sus ojos se tornaron todavía más gélidos —. No me vuelvas a tocar, hijo de puta —espetó, sintiendo en su cuello las marcas de garras cicatrizando lentamente —, ese inútil beta ni siquiera pudo herirlo de gravedad, sabes que me enferma la gente débil.
—Ese no es tu maldito problema —jadeó Taehyung, poniéndose de pie con ayuda de la pared —. Pensaste en protegerlo ¿no? No me jodas, Kira. ¿Crees que no te conozco? Incluso pudiste matarlo ahí mismo y luego deshacerte de ese beta.
La de cabellos blanquecinos permaneció en silencio cuando sintió que no tenía excusas para defenderse.
—¿Acaso crees que salvando a ese niño vas a traerlo a la vida? —se burló entonces el tigre, haciendo que la alfa lo mirara con todo el odio que albergaba en su corazón —. Por qué simplemente no puedes volver a ser la maldita perra que eras y acabas con esto.
Kira lo abofeteó marcando sus largas uñas en el rostro del alfa. Él no sabía cosas que ella sí. No conocía la mierda oculta de los lobos y solo había aceptado esta vida porque fue rescatado por ellos. Taehyung había aceptado esta vida de la misma manera que Kira lo había hecho antes de saber la verdad. Antes de que esa persona se la revelara.
—Y tú por qué no dejas de ser tan basura y terminas esta misión, ya que eres tan eficiente —lo enfrentó. No quería que tocara aquel tema y como siempre, optó por desviar la conversación.
Antes de que Taehyung volviera a acorralarla, caminó hasta su cama, tomando la cajetilla de cigarrillos de debajo de la almohada y caminó de regreso a la puerta para salir de allí. No le correspondía el turno esa noche, para velar por el sueño de los hermanos Min, sin embargo, no quería estar ni un segundo más con el tigre.
—Por esta actitud de mierda que comenzaste a tener desde entonces, es que no me arrepiento de no haberte dado mi marca.
Kira paró en seco, observando el pomo de la puerta como si quisiera detallar cada uno de sus surcos y grabados. Sus manos no tardaron en hacerse puños cuando sintió al alfa dar pasos al frente.
—Siempre creyéndote tan superior a todos, viéndonos como si camináramos por debajo de ti, cuando no eres más que una patética alfa a la que nadie jamás amará —Taehyung la hizo girar sobre sus pies y sus miradas se encontraron —. Déjame decirte que ni siquiera disfruté del sexo contigo —le soltó el rubio antes de hacerla a un lado para ir a tomar la guardia.
Sin embargo, todo su cuerpo se tensó cuando vio a Yoongi parado del otro lado de la puerta. La mirada que el alfa le dedicó parecía decir tanto y a la vez tan poco. Taehyung quiso preguntar qué tanto había escuchado, pero cuando solo lo empujó y tomó del brazo a la de cabellos blanquecinos, supo que no había sido mucho.
—Iré al laboratorio y papá insiste en que cuides mi culo —susurró Yoongi, mientras Kira solo se dejaba hacer. No le dolieron las palabras del tigre. Después de todo, no le había dicho algo que ya no supiera. Al maldito le gustaba alardear entre sus compañeros sobre como ella siempre se dejó dominar por él. Lo que sí le afecto, fue que le recordara una vez más cuán sola estaba en la vida. Que le recordara que la única persona que en verdad la amó, ya no caminaba entre los vivos.
—Apuesto mi rabo a que eres caliente en el sexo, no le prestes atención a ese idiota —soltó entonces Yoongi y ella lo miró con asombro.
El alfa no tardó en sonrojarse porque eso definitivamente había sido atrevido y él no era así. Pero lo que más le apenó fue que la de cabellos tan blancos como la nieve ni siquiera se inmutó frente a sus palabras.
—Solo fue un decir... —se excusó, carraspeando, y soltó la mano de Kira una vez terminaron de bajar las escaleras. Luego de pasar por la sala de estar, salieron al exterior por las enormes puertas dobles y caminaron por el sendero de rocas que conducía a la bodega de entrenamiento.
—Pensé que irías al laboratorio —murmuró Kira, observando su entorno con cautela. Con la luna creciente en alto, todo parecía más claro y visible que horas atrás.
—El laboratorio está en la bodega de entrenamiento —confirmó Yoongi y avanzó a paso apresurado el poco trecho que quedaba.
Una vez allí, el alfa ingresó la clave de seguridad en la puerta de hierro y se adentraron, activando la alarma de nuevo. Fue entonces cuando Kira casi se ahogó con su propio jadeo y por primera vez desde que la había conocido, Yoongi pudo apreciar otra expresión en sus ojos más que esa fría mirada. Y sin duda le encantó como esos orbes ahora brillaban tanto, como si anhelara tocar y usar todas las armas que estaban a la vista.
—Si te ganas la confianza de Hoseok, quizás te deje usar a sus bebés —bromeó el pelinegro, caminando por un pasillo del lado izquierdo, que conducía al pequeño laboratorio. Esta vez no introdujo ninguna clave de seguridad. Más bien apoyó su palma en un scanner al ser un área restringida a la que solo podían acceder unos pocos.
Kira observó que allí adentro no había ventanas con persianas, solo ventilaciones en el techo para impedir que los químicos se mezclaran o hicieran combustión. El lugar no solo protegía todo lo que allí se experimentara o investigara, sino que también funcionaba como trampa mortal si alguien intentaba escapar.
Cuando apartó su vista de las blancas paredes, observó al alfa quitarse su chaqueta y tomar una bata del perchero para proteger sus demás prendas. Luego unos guantes de látex y unas gafas especiales para proteger sus ojos. Recién entonces avanzó entre las mesas de aluminio y abrió la nevera donde se conservaban varias sustancias. El ceño de Kira se frunció cuando lo vio extraer una pequeña probeta con un líquido espeso de un tono azul verdoso.
Ignorando lo que sea que fuera eso, se acercó a los cristales de la ventana y comprobó que efectivamente estaban selladas. Yoongi, quien la había seguido con la mirada, hizo una mueca con los labios, similar a una media sonrisa y presionó un botón debajo de la mesa.
Kira saltó casi dos pies hacia atrás cuando las dos ventanas se abrieron de golpe y el alfa tuvo que morderse la lengua para no reírse de ese gesto tan propio de un gato.
—Debajo de cada mesa hay un botón de emergencia por si la puerta se cella y se necesita salir de aquí. También hay otro para activar la ventilación. El botón verde, que siempre está a la derecha del tacto, es el de las ventanas; y el amarillo el de la ventilación.
Kira asintió con cautela, todavía tratando de normalizar su pulso mientras el alfa volvía a lo suyo. Eso le había sorprendido como la mierda y apostaba a que el lobo lo había hecho a propósito. Bufó, sabiendo que era de perros ser así de juguetones.
Ya más tranquila, observó hacia el exterior y comprobó que el viento fuera en dirección opuesta antes de tomar su cajetilla de cigarrillos. Observó a su alrededor, buscando algún plato o base plata, encontrando una placa de aluminio junto a tubos de ensayo y probetas vacías. Yoongi asintió curioso cuando Kira llamó su atención para señalarle el objeto en sus manos, como si pidiera permiso para usarlo, y entonces la vio encender un cigarrillo, dándole una única calada antes de dejarlo reposar en la placa.
«De nuevo...» pensó, recordando que había hecho lo mismo en aquella casa abandonada donde se refugiaron antes de volver.
—Lo estás derramando —advirtió la alfa y Yoongi siseó para no maldecir cuando se dio cuenta que estaba derramando sangre en la mesa. ¿Cuánto se había perdido en sus pensamientos como para ser tan descuidado? Al menos no había perdido mucho, y solo necesitaba un poco para poder hacer las comparaciones con las demás muestras con diferentes venenos con los que había mezclado sangre pura.
Separando con una jeringa una pequeña muestra para dejarla sobre un cristal, llevó la sangre oscura bajo el microscopio para observar su composición. Sin duda se notaba contaminada y como células del veneno todavía continuaban devorando algunos pocos eritrocitos que quedaban.
Kira seguía sin entender lo que el alfa hacía, pero tampoco era como si le interesara comprender. Solo estaba allí porque el molesto omega la quería cuidando a su hijo, no porque ella quisiera. Rascó la piel de su pulgar, notando que Taehyung no le había hablado desde entonces. Supuso que por esa noche no intentaría hacer ningún movimiento, o sería el primero en ser culpado. Por un segundo se preguntó si ella debería hacer algo, pero también desistió, sabiendo que no había nadie más con ellos a quien culpar si algo le pasaba al alfa.
—¿Qué se supone que haces, de todos modos? —susurró apenas, sabiendo que el alfa la escucharía. Sus dedos pronto se pasearon curiosos sobre una mesa, ojeando planos y listas.
Yoongi no la miró, pero Kira supo que le prestaba atención cuando lo oyó hacer un ruido con la garganta mientras meditaba qué decir.
—Comparo venenos para saber qué tipo de animal corrompió a Xion. Tengo otra muestra de una alfa que también presentó esta tonalidad en su sangre cuando el forense la revisó. Ahora que tengo dos muestras, puedo comparar la sangre y saber si la misma persona está haciendo esto o son más de uno.
La alfa asintió como si el otro la estuviera viendo y se giró sobre sus pies para admirar los frascos etiquetados en el estante detrás de ella. Esa tonalidad extraña de la sangre se le hizo tan conocida que no pudo evitar recordar a cierta persona.
De pronto sus cejas se unieron cuando leyó un frasco del estante y abrió las puertas para ver más de cerca.
—¿Latrodectus... hass-hasselti? —curioseó. Sí que le había costado pronunciar eso.
—Araña espalda roja. Veneno. Ten cuidado con eso, que si lo aspiras te dejará alucinando unas buenas horas y hasta quizás te haga vomitar —. Kira hizo una mueca de desagrado, regresando el frasco a su lugar. Pensó en decirle al alfa que no debería tener esas cosas a la vista, pero fue en ese momento cuando supo por qué el acceso al laboratorio era tan restringido.
De pronto sus ojos se posaron sobre otro frasco con un lindo color oro y bufó una media sonrisa al leer la etiqueta. No recordaba que las rosas tuvieran veneno, mucho menos ese peculiar color. Miró al alfa, encontrándolo muy concentrado en lo que hacía, así que prefirió no molestarlo y sin que éste la viera, destapó el frasco para darle una pequeña calada.
Repentinamente sus piernas temblaron cuando el aroma a rosas ingresó por sus fosas nasales y el frasco resbaló de sus manos, rompiéndose contra el suelo. Yoongi inmediatamente levantó su mirada y maldijo cuando vio a Kira tirada en el piso, jadeando por aire.
Lo primero que hizo antes de proteger las muestras de sangre contaminadas, fue activar la ventilación y tomar una mascarilla para no inhalar lo que sea que la alfa había dejado caer. Cuando corrió a ayudarla, maldijo doblemente al ver la etiqueta.
Había roto un induzor.
Antes de que inhalara todavía más de aquel aroma, también le puso una mascarilla a Kira para luego cargarla hasta la puerta. No tardó ni cinco segundos en cerrar de nuevo, dejándose caer junto al cuerpo de la joven que parecía sufrir horribles calambres. Debía llevarla pronto a las duchas para que todo ese polvo se disipara de su cuerpo o se pondría peor. Y un celo inducido no era algo que se pudiera controlar con supresores.
—Por qué tenías que ser tan curiosa —murmuró Yoongi, cargándola entre sus brazos hasta los vestidores.
Luego de bajarla en una de las tantas duchas, abrió la regadera para que el agua se llevara el resto de induzor que pudiera quedar en sus prendas. Primeramente, lavó su rostro, cuello y manos. También le ayudó a deshacerse de su camisa, mojándose él en el proceso, tirando de la molesta mascarilla que pronto comenzó a estorbarle para respirar, de lo empapada que estaba. Como todo alfa noble que era, ni siquiera se atrevió a mirar demasiado el cuerpo de la otra joven y continuó lavándole el cabello, quitando de ella todo rastro de aquel polvo dorado.
Pero entonces un aroma comenzó a florecer de la piel de la alfa y el lobo de Yoongi rugió y arañó, queriendo sentir más.
Naranjas...
«Mía»
Yoongi casi saltó hacia atrás, tropezando con sus propios pies hasta caer sobre su trasero, dejando que el cuerpo de Kira quedara recostado contra la pared de azulejos. Su corazón todavía palpitaba y su lobo seguía rasguñando en su pecho.
Eso no podía ser verdad. Kira no podía ser... Ella era una alfa.
Y él ya tenía a su omega destinada.
Nina Glastor💜
XIX - III - XX
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