"Narrador Desconocido"

A víspera de un nuevo día, se encontraba la persona que por mucho que lo ocultara, era el ser más desdichado que existía. Su pasado lo consumía, sus actos pronto saldrían a la luz y un nuevo reto enfrentaría, pero está vez no sabía si sobreviviría.

—¡Ayúdala, ayúdala, por favor! Ella es inocente; ¡y yo el monstruo! ¡Yo soy el que merece morir, no ella! ¡Sálvala! Ella habla tanto de tí, como si fuera tan real.

—¡William, primo! Cuánto sufres. No alimentes más ese demonio. El se fortalece con la culpabilidad y te hunde de esta manera.

—¿Crees que puedes ayudarle, Verónica?, Pues no lo creo.

—Sí, puedo porque Mayor es el está conmigo, que el contra mi se levanta. Cristo pagó su deuda en la cruz cuando te venció. ¡William le pertenece a Jesucristo, no a tí!

—¡Aaaaaah! Jajajaja, ¡eso crees! Antes te mato a tí o lo mató a él.

—Para esto apareció el hijo de Dios, para deshacer todas las obras del diablo. ¡Así, que tú, no tienes parte conmigo ni con William, ahora vete en el nombre de Jesús!

—Tarde o temprano te mataré y borraré esa sonrisa que aborrezco de tí. (Jajajajajajaja)

Por un momento sentí tinieblas invadiendome. Se atrevió a amenazarme, y lo peor era su plan contra William. Sabía que él había fallado conmigo, ahora iría tras William.

—¡William! ¡William! ¿Dónde estás, William?

—Dr, despertó, pero está reaccionando de una forma inusual. ¿Qué le está pasando?

—¡Verónica, cálmate! ¡Tranquila!, que William está afuera. Iré por él, sí. Tranquila, cariño.

Volví a quedar dormida. Era una pesadilla, solo que muy dentro sabía, que era más real que mi propia existencia.

—¿Cómo le decimos, que William está en la cárcel, Cariño?

—¡No lo sé! ¡No entiendo qué está pasando entre William y Verónica! Pero esto es una pesadilla. Lo importante es que despertó.

—Sí, una pesadilla muy...

—Sr, y Sra. Salinas. Su hija los llama.

—Aquí estamos, hija. Junto a tí —con una sonrisa y unas cuantas lágrimas al verla recuperándose le dijo su madre.

—¡No llores mamá! Sé que ha sido muy difícil para ustedes está situación, pero quiero contarles lo que verdaderamente ocurrió. Quiero que me escuchen sin interrupción, ¿pueden hacerlo? —les pidió con mucha mansedumbre.

—Sí, hija. Trataremos de no decir nada —esta vez llorando sin contenerse le contestó su padre. Sé que son muchas cosas, pero te ves agotada. Descansa y cuando estés con mucha más fuerzas nos dices todo lo que quieras, por favor.

—¡Está bien!

Lo que hizo Héctor fue tratar de que no hiciera mucho esfuerzo ya que podría tener una complicación. Así que acordaron no fuera ese día, sino hasta que estuviera en las condiciones para hacerlo. Pasaron los días, hasta que llegó el momento.

...

Tanto Ester y Héctor Salinas estaban atónitos, al escuchar el suceso. No podían creer cómo se fue entretejiendo el evento. Realmente estaba sorprendido de que Satanás usará a su sobrino para matar a su hija.

Ellos no podían creer tan verrasión hecha por parte de su mayor enemigo de su fe. Ahora estaba tan arrepentido de haber gritado, querer agredido y hacer lo mismo a William por el daño causado a Verónica.

Pero ¿cómo saber la profundidad del problema? Ya que se desconocía el origen de tanto odio, amargura y sed de venganza de William.

—¡Hay William! ¿Cómo iba a saber que mi hermano te maltrataba de esa forma, y sobre todo, que Satanás usará eso para destruir nuestra familia? —se lamentaba Éster, al saber la causa de tanta maldad. Se culpaba por no haber protegido aquel niño sonriente y con grandes sueños de su propio padre.

—¡Mamá, no es tu culpa! Mejor, díganme ¿que vamos hacer por William ahora? Sé que lo que hizo tendrá consecuencias para él. Pero les pido que no lo dejen solo ahí. Él planea matarlo porque no pudo conmigo —respondió ante tal confesión de dolor de su madre.

—¡Que Dios tenga misericordia de william y le libre del cazador y de la peste destructora, sobre todo de lo que probablemente siento ahora en su corazón! —vocifero Héctor al escuchar decir a su hija tal plan diabólico.

—Papá, mamá. El necesita de nuestra ayuda. Me daño, sí. Eso no podremos cambiarlo, pero ¡estoy bien! Lo que quiero decirles es: ¡hay que vencer al mal con el bien!

—¿Estás segura de eso? ¿Crees que al verlo no te afectará, hija? —cuestionando, su padre preguntó.

—Tu padre tiene razón, hija. ¿Estás segura de ir a verlo y hablarle?

—Cuando estaba en coma. Un ángel vino y me habló, diciéndome: —»¡Míralo, Verónica! Él quiere confesar lo que hizo pero algo no le deja. No podemos ayudarle si él no lo pide«.

—¡Por Dios! —me dijo otras cosas pero estas me las reservo para cuando sea el tiempo. Sé que no será sencillo, pero tampoco es imposible. Además, pediremos ayuda a los hermanos y tendremos éxito. Solo me recupero y espero que Dios guarde la vida y el alma de mi primo.

-¡Amén, hija! Estamos contigo, y te admiró tanto, princesa. Tu valor, amor y fé. Realmente nos sorprendes tu crecimiento.

-Todo se lo debo a Cristo Jesús y a ustedes. Es el mejor regalo que he recibido del cielo. Gracias por amarme y no dejarme sola, papá, mamá.

La familia Salina, sin duda estaban pasando un momento amargo, pero su fe en Dios y la valentía de una niña era la diferencia en medio de tan aglomerado panorama. La neblina poco a poco se iba despejando de sus vidas. Aunque todavía le tocaba cruzar un último peldaño, con respecto a este proceso como intercesora, pues, ya el ángel de Dios le había advertido.

Continuará...

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