Capítulo 10: Nuestros Testimonios
"Narra William Sánchez"
Te preguntarás cómo es posible nacer y levantarse de entre las cenizas? En nuestra humanidad no es posible que pueda pasar esto. Pero existe un ser que sí puede hacerlo posible.
El puede de los pedazos de tu vida hacer una gran escultura. El puede hacer de lo inservible algo que sea de mucha utilidad. ¿Cómo? Bueno, porque tiene el poder y el amor como para realizarlo en ti.
Yo era cenizas, polvo nada más. Una persona llena de ira, venganza y odio no solo con los demás, sino conmigo mismo. Esto no hace posible a una persona amar, valorar y sentirse feliz por lo que alcanzan los que nos rodean.
Es como esa piedrecilla en el zapato que no te permite caminar con libertad. Es un estorbo fastidioso y hasta que no las saques de donde estás, no tendrás comodidad. Así es exactamente el odio, la venganza y la ira que habita en tu ser.
Mientras esté ahí jamás podrás sentir paz, gozo y amor por los que te rodean y mucho menos por ti mismo. Si no eres capaz de amarte ¿cómo serás capaz de amar a tu prójimo? No es posible.
De la única manera en que podrás hacerlo es eliminando la ira, la venganza y el odio dentro de tu corazón. Pero para que suceda por completo necesitarás la ayuda de Jesús, el hijo de Dios. Solo él puede purificar un corazón y eliminar dentro de tí toda raíz de odio, venganza y ira que pueda existir dentro de tí.
Eso fue lo que pasó conmigo. El monstruo que llevaba dentro, la ira, el odio y sed de venganza solo Jesús pudo sacarla, a pesar de lo que causé, no me juzgó sino que me amó y me dió una oportunidad para ser diferente.
Tú podrás decir: ¿Merecería la cárcel? ¡Claro que sí, pues no era bueno sino malo! Otros ¿Merecías morir? Claro que sí, pero él me ofreció libertad que no podía haberla encontrado en la cárcel no en la muerte solo en él.
Él me ofreció libertad espiritual... ¿y sabes que? ¡Gracias a él puedo decirles aquellos hombre y chicos que viven lo mismo que un día yo viví hay salida, hay libertad, hay perdón para tí en Cristo; puesto que yo soy testigo veaciente de eso! Porque más allá de tu capacidad de decidir existe una fuerza que te impulsa hacer daño a los demás, y sólo Jesús puede hacerle frente, es por esto, que necesitamos de él.
Ella llegó hasta la cárcel, pidió hablar conmigo, tener un momento de conversación, permiso que le fue concedido. Cuando puso el pie, yo sentí una presencia a la que no pude resistir en ese instante.
Recuerdo que caí de rodillas. Luego ví una mano que se extiende hacía y una dulce mirada reposar sobre mí, dándome el mensaje más poderoso que me quebró por dentro y despedazó la influencia que Satanás tenía sobre mi vida.
Aquella mirada y las palabras que salieron de su boca fueron: Si Dios no te condena William, yo tampoco. Pueda que no entienda la razón de tú traición, pero Jesús me dijo: Pedro me traicionó aquella noche negándome tres veces, pero yo ya lo sabía y pude haberlo condenado por lo que hizo, solo que que él padre no me envió a condenar a nadie sino a que fuera salvó por mí. Por lo tanto, Verónica, si tú no perdonas no tienes parte conmigo en mi reino, porque la falta de perdón es pecado y el que peca contra mí no es conmigo.
Me dijo ve a donde William y perdonadle de todo tu ser y a través de tu perdón yo lo sanaré, no solo a ti sino a él también. Porque él fue poseído para hacerte daño y yo le voy a enseñar a tu adversario que si Dios es por tí quién contra tí.
Te dañaron... ¡sí! Pero tú decides continuar o abandonarme. Solo recuerda tu guerra no es con William sino con Satanás y sus demonios y dejándome no los vencerás. Eso sólo puedo hacerlo yo. Yo les haré saber, que quién toca a la niña de mis ojos, a mi toca.
Cuando escuché aquello sentí un fuego sobre mi pecho, era como llama que me quemaba por dentro. Comencé a llorar como un niño, y entre las lágrimas se estaba yendo la ira, el odio y aquella sed de vengarme.
¡¡DIOS estaba tratando con mi persona!!
Fue en ese momento que mi boca se abrió para pedir perdón a Dios y a Verónica. Hablé como nunca había hablado antes. Después de aquella manifestación gloriosa de Dios sobre mi vida le confesé cómo comenzó todo.
Recuerdo que lloramos juntos y después de 10 años de prisión volví a pisar la calle y ahora testifico del perdón y del amor de Jesús. No soy perfecto pero camino buscando a aquel que perfecciona porque sólo en él está la vida verdadera.
"Narra Verónica"
Debo decirte que jamás imaginé sufrir de esta manera. Sentía el dolor que literalmente partía mi corazón, tan agudizante era que no aceptaba ninguna palabra que justificara la acción de Willian. En ese momento sólo pensaba que debía morir y pagar por lo que había hecho.
Pero la verdad interna de mi ser, no dolía por el hecho de haber sido ultrajada por una persona sino el motivo del ¿por qué Dios no me defendió de ello? El conflicto que sufría mi ser era cuestionar a Dios de no haber salido en mi defensa.
¿Si preguntas cómo pasó? Ni yo misma lo sé. Estaba tan segura de verlo, ser alguien que ayudaría su persona pero algo me invadió sin darme cuenta. Esa noticia cambió todas mis expectativas. ¡No podía ser independiente!
Si él es Dios...¿Por qué no hizo algo? Si eres fiel ¿por que permitiste tan vil hecho? Tan sólo contaba con 17 años y alguien llegó y cambió mi percepción de ver mi futuro. Me robó algo y destruyó por dentro haciéndome sentir como la peor basura en este mundo.
Mi proceso de recuperación no fue fácil. Tenía vergüenza de salir a la calle y mucho menos ir a la iglesia por miedo a ser rechazada o juzgada. Estaba cerrada a cualquier salida por el hecho de no ser vista más que por mis padres.
Para decir la verdad, no quería ver a nadie ni también a ellos, pero ellos no tuvieron la culpa de eso sí estaba segura. Me deprimía más y caía en un hoyo profundo de autocompasión y culpabilidad sin razón. Lo que supe fue que mis pastores no cesaban de orar y ayunar por mí.
El grupo de intersección estaba clamando para que Dios me restaurara, sanará las heridas y fuera libre. Debo admitir que gracias a ellos no fui completamente destruida porque el objetivo del enemigo era matarme.
Recuerdo haber tomado un cuchillo y ponermelo en mi cuello cuando algo intervino. Sentí una mano reposar sobre mi hombro derecho acompañado de una cálida brisa y susurró que me dijo: "No hay prueba que con ella no tenga una salida...¿la vez Verónica?
Al lado se encontraba la Biblia. Volvió a susurrarme aquella voz: "Tómala y escudriña...quiero hablar contigo. Aquí estoy" Solté aquel cuchillo, tome la Biblia y cuando la abrí era como ver una pantalla sobre la maldad y la elección que tiene cada persona sobre esta tierra. También a muchas personas que oraban por mí. Entre ellos, Leo Coronel. ¡Un joven muy valiente, que no se dió por vencido!
Luego ví una lágrima caer sobre ella. Me dijo: »Yo también lloro cuando el hombre decide seguir su propio camino, aún ofreciéndole uno más excelente. Les es difícil dejar el pecado y seguir la santidad. Tan solo es mi voluntad tenerlos conmigo pero ellos eligen la maldad y con ello la muerte. Tú no eres la única que ha sufrido este ataque. Hay miles de mujeres, jóvenes y hombres que han sido objeto por el deseo de su propia carne. Son seducidos y llevados a cometer toda clase de vileza.
...No es que no quiera intervenir, lo hago constantemente pero ellos no me escuchan una por su pecado y la otra porque hay uno que les cautiva, y ese Satanás. Tu guerra no es contra William, sino contra el que lo poseyó para que obrara, aún cuando él se oponía pero mi cobertura no estaba con él. Te advertí tantas veces y tú omitiste muchas veces. No es tu culpa. Tú amas las almas y esa pasión te hizo un objetivo y por eso te atacó, pero tú estás de pie. No dejes que él lleve a cabo su plan. Tienes que levantarte y luchar, Verónica.
Quedándote encerrada aquí, lamentando tú situación no te ayudará a ti. Pero si sales te prometo que un sol brillará para ti y esto que pasó será una arma que utilizarás contra tu adversario y entonces les harás pagar lo que hizo, porque él te creyó muerta pero estás viva.
Crees que quitarte la vida es la solución. Un día en tu habitación me dijiste: confío ciegamente en ti, Jesús. ¿Seguirás haciéndolo, Verónica? Me levanté y le dije: Sí, Sí, sí confío ciegamente en tí, ¿pero y este dolor y vergüenza que siento? Si no hay dolor no hay poder y si no sientes vergüenza, entonces, no entenderás a otro, hija. Tú eres fuerte y valiente, ¿dejarás que eso te detenga?«
—No, solo que ¿cómo los veo a los ojos sin sentirme avergonzada?
»Tú no estás obligada a demostrar nada a nadie más que a mí. Ante mis ojos no eres juzgada ¿porque dejarás que otros te hagan sentir juzgada si ni yo te condeno? Sal afuera, levanta tu cabeza y no la bajes ante nadie porque yo iré contigo«.
Fue una larga conversación, pero me restauró, sanó, perdonó y levantó. Por eso es que estoy aquí para decirte: ¡No hay problema que no tenga solución en Cristo! ¡No hay situación en la que no pueda intervenir Dios! ¡No hay diablo que lo pueda vencer!
Yo estoy aquí para decirte que Jesús te ama y que no importa lo que hayas pasado o estés pasando todavía hay una salida y es Jesús. Nacer entre las cenizas y las llamas nunca será fácil, pero tampoco es imposible si dejas que Jesús te ayude.
Pueda que en ese momento sientas, que ya nada importa en tu vida. Puede que no te interese nada, pero Jesús va a hablarte hasta el último minuto...¡va persistir contigo porque él si te entiende y comprende!
Yo lo hice y por eso te testificó en este día. Una palabra bastará para transformar tu vida y es: Te Acepto en mi vida Señor Jesús y te doy el control completo de la misma porque yo no puedo ni sé cómo sostenerla ni guiarla en esta tierra.
La decisión es tuya y mi responsabilidad es hacerla llegar a tí. Espero te haya dado la respuesta y la esperanza que tú tanto buscas. ¡Que el señor Jesús te bendiga hoy mañana y siempre!
Verónica y William
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