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capitulo 8

El silencio reinaba en Berk. Las casas estaban sumidas en la penumbra, solo iluminadas por el tenue resplandor de algunas antorchas. Los vikingos dormían profundamente… todos, excepto Hipo. Con pasos sigilosos, se dirigió a la herrería, donde el eco del metal y el fuego rompía la quietud de la noche.

Allí, Hipo trabajaba con determinación, forjando lo que parecía ser una aleta trasera para un dragón. Las chispas volaban mientras golpeaba el metal incandescente, sudor en la frente y una idea fija en la mente.

Al día siguiente, en el barranco

Hipo llegó al borde del acantilado, cargando una cesta repleta de pescado y su nuevo invento cuidadosamente envuelto.

Hipo : (con una sonrisa) Chimuelo, traje el almuerzo. Espero que tengas mucha hambre.

Dejó caer la cesta al suelo, liberando un delicioso aroma a pescado fresco.

Hipo : Tenemos salmón jugoso, bacalao bien fresco… y una anguila ahumada

Chimuelo emergió de su escondite, olfateando con curiosidad. Hundió el hocico entre los pescados, pero de pronto se detuvo, sus orejas se erizaron y su expresión cambió de curiosidad a disgusto. Hipo notó el cambio y sacó la anguila de la cesta.

Hipo : Tranquilo, entre tú y yo… a mí tampoco me gusta la anguila.

Sin pensarlo dos veces, lanzó la anguila lejos, lo que provocó un resoplido de aprobación por parte de Chimuelo. Mientras el dragón devoraba el pescado con entusiasmo, Hipo aprovechó para acercarse sigilosamente a su cola, sosteniendo el prototipo de la aleta.

Con manos temblorosas pero decididas, Hipo colocó la aleta en su lugar. Apenas la aseguró, Chimuelo sintió el cambio. Sus alas se extendieron con fuerza, como si la nueva pieza le devolviera una parte perdida de sí mismo.

Hipo : (admirando su trabajo) No está mal… digo, podría estar mejor.

Antes de que pudiera decir algo más, Chimuelo dio un salto inesperado, elevándose por los aires con Hipo aferrado a su cola.

Hipo : (gritando, entre emoción y pánico ¡AAAAAH!

El vuelo era inestable. Sin la aleta desplegada correctamente, comenzaron a caer en picada hacia las rocas. En un acto reflejo, Hipo tiró de una cuerda que extendió la aleta justo a tiempo. Chimuelo recuperó el equilibrio en el último segundo, planeando con gracia sobre la superficie del agua.

Hipo : (riendo, aún colgando) ¡Funciona! ¡Funciona de verdad!

Chimuelo giró bruscamente, lanzando a Hipo al agua. El chico rebotó sobre la superficie con un par de chapoteos antes de hundirse. Pero antes de que pudiera quejarse, Chimuelo también cayó en la laguna, provocando una gran salpicadura.

Hipo emergió del agua riendo a carcajadas, empapado pero feliz.

Hipo : (levantando los brazos en señal de victoria) ¡SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ!

En la casa de TN

El fuego llenaba la cabaña de un calor acogedor, mientras las sombras danzaban en las paredes de madera. TN estaba sentado frente a la chimenea, alistando con paciencia carnada y cañas de pescar. Las horas pasaban, pero Hipo no aparecía. TN suspiró, dejando las cañas a un lado. Se levantó, estirando los músculos entumecidos, y observó el fuego por un momento, hipnotizado por el vaivén de las llamas.

De repente, se escuchó un suave golpe en la puerta. TN se giró rápidamente, con una sonrisa confiada.

TN : (acercándose a la puerta) Debe ser Hipo.

Abrió la puerta… pero en lugar de su hermano, allí estaba Astrid, con una sonrisa ligera y el cabello revuelto por el viento frío de la noche.

TN : (sorprendido, pero contento) Astrid… qué sorpresa. ¿Cómo estás?

Astrid : (riendo suavemente) TN, qué bueno encontrarte aquí. Pensé que te habías perdido otra vez en el bosque.

TN soltó una pequeña risa, apartándose para dejarla entrar.

TN : Estaba a punto de preparar algo para cenar. ¿Te gustaría acompañarme?

Astrid : (mirándolo con una ceja levantada y una sonrisa traviesa) Por supuesto.

TN se hizo a un lado, dejando que Astrid pasara. El calor de la chimenea envolvió a ambos, creando un ambiente cálido y tranquilo.

TN : (cerrando la puerta detrás de ella) Siéntete como en casa.

Astrid : (mirando alrededor con curiosidad)
No está nada mal. Es… acogedor.

TN tomó una silla y la colocó cerca de la chimenea.

TN : Ven, siéntate. El fuego está perfecto para esta noche.

Astrid se sentó, y TN se acomodó a su lado, dejando que el silencio cómodo hablara por ellos por un momento, solo interrumpido por el chisporroteo de la leña ardiendo. TN comenzó a asar dos piernas de pollo sobre el fuego, el aroma de las especias llenando el aire.

Astrid : (inhalando profundamente) Huele delicioso.

TN : (con una sonrisa) Tal vez sea porque las dejé marinar con algunas especias especiales.

Astrid : (bromeando mientras lo observa cocinar) Así que, además de ser un excelente médico, también eres un buen cocinero. ¿Hay algo que no sepas hacer?

TN : (mirándola de reojo, divertido) Bueno… cuando sabes mucho sobre plantas, no es difícil ser ambas cosas.

Astrid soltó una risa suave. TN notó cómo la luz del fuego resaltaba el brillo en sus ojos, pero desvió la mirada rápidamente para concentrarse en la comida, sintiendo un calor diferente al de la chimenea en su pecho.

Cuando las piernas de pollo estuvieron listas, TN se levantó para ir a la pequeña cocina y regresó con dos vasos de leche de yak.

TN : (entregándole uno) Un poco de leche para acompañar. Dicen que ayuda a que la comida baje mejor.

Astrid : (aceptando el vaso con una sonrisa)¿Siempre tan atento?

Se miraron por un breve segundo, una chispa de complicidad flotando en el aire antes de que TN desviara la vista, fingiendo concentrarse en su comida. Comieron en silencio por un rato, disfrutando del sabor de la carne y de la simple compañía del otro.

Cuando terminaron, Astrid se recostó ligeramente en la silla, suspirando de satisfacción.

Astrid : Eso estuvo delicioso.

TN : (riendo mientras se tapa la boca para no eructar) Ya no puedo comer ni un bocado más.

Astrid soltó una carcajada, relajada, y TN no pudo evitar unirse. Por un instante, el mundo exterior desapareció, dejándolos solos, acompañados por el crepitar del fuego y el eco de sus risas.

El silencio que siguió no fue incómodo. TN se atrevió a mirarla de nuevo, sus ojos encontrándose con los de Astrid, que sostenía su mirada con una suave sonrisa en los labios. Parecía que iba a decir algo más, pero en ese momento se escuchó un golpe en la puerta.

TN : (levantándose) Debe ser Hipo esta vez.

Astrid asintió, pero su sonrisa permaneció, suave y cálida, como si aquel instante entre ambos hubiera dejado algo en el aire.

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