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11 | Al borde del precipicio

Lo primero que hacemos tras cruzar las puertas giratorias de la entrada es dirigirnos hacia un mostrador de información.

El cuerpo me tiembla y me obligo a mí misma a mantener la calma. Nunca me imaginé enfrentar una situación así, pero aquí estoy, sin saber lo que el futuro tiene preparado para mi abuela.

Me encuentro tan nerviosa que justo cuando llegamos al mostrador y mis ojos se topan con los del hombre que está al otro lado, me quedo sin palabras. Le aprieto la mano a Camden animándole a que sea él quien inicie la conversación porque yo no me veo capaz. Ahora mismo estoy demasiado asustada.

—Buenos días —saluda—. Mi nombre es Camden Howard y trabajo en la residencia Lucero del alba. Vengo a preguntar sobre el estado de una paciente que ha ingresado hace un rato: Nina Wood.

El hombre teclea algo en el ordenador y sin levantar la vista del teclado, pregunta:

—¿Es usted familiar?

No doy tiempo a Camden a responder.

—Yo sí. Es mi abuela. ¿Cómo está? ¿Puedo verla?

No sé si ha apreciado la urgencia en mi voz, porque enseguida responde.

—Ahora mismo está en observación, cuando se pueda pasar a verla se os avisará. Mientras podéis esperar en una de esas salas. —Veo como apunta en una dirección y sigo el camino con la mirada.

Camden me toma de nuevo la mano y juntos vamos hasta ese lugar. Me estoy acostumbrando a que haga eso y realmente no sé si es bueno o malo. No quiero que se convierta en una costumbre. Quiero soltarme, pero algo me lo impide y tampoco quiero que piense que me da asco sentir su contacto, así que no hago nada. Tan solo me limito a seguir aferrada a él.

En cuanto llegamos a la sala, me siento en una de las sillas y veo como Camden toma asiento a mi lado. La estancia no está muy llena, tan solo unas cuantas personas más. Paso ambas manos por mi nuca y agacho la cabeza. Ojalá pudiera hacer algo más para ayudar a Nina que no sea permanecer aquí sentada. Me hace parecer inútil.

—Se va a poner bien, Siena.

Noto una mano acariciar mi espalda, pero no levanto la cabeza.

Me gustaría creerle. Pero no sé si Camden está en lo cierto, quizá mi abuela no salga de esta, a lo mejor ha llegado su hora. Todo es una mierda. Ella no se merece nada de lo que le ha pasado. Una mujer tan buena que ha luchado toda su vida para salir adelante por sus propios medios no puede irse mientras yace tumbada en una cama fría y triste de hospital.

Nina no vale tan poco como eso.

—Ojalá tengas razón, pero no dejo de sentir ese nudo en el pecho. Es como estar dentro de una pesadilla, camino, camino y siempre acabo en el mismo punto: al borde del precipicio.

Su mano no abandona en ningún momento mi espalda y eso me hace sentir un poco mejor.

—No lo des todo por perdido hasta tu último aliento.

Aparto las manos de mi cabeza y alzo la mirada. Camden me mira. En sus ojos puedo ver comprensión, aunque desconozco su historia, tengo la sensación de que él también ha vivido un momento similar al mío, quizá por eso parece entenderme tan bien.

—¿Quién dice eso?

—Mi madre. Cada vez que algo va mal. Es una de las personas más fuertes que he conocido en la vida. Tu abuela también es otra de ellas.

Trato de mostrar una sonrisa, pero esta desaparece enseguida. Algo de lo que ha dicho Camden me hace recordar una cosa: no he llamado a mi madre. Le envié un mensaje, pero eso no me asegura que lo haya leído. La necesito a mi lado.

—Tengo que llamar a mi madre —digo sin alejar la vista de él—. No me atrevo a hacerlo. Le envié un mensaje, pero...

—Puedo hacerlo por ti.

No sé si ha sido lo sensible que estoy o que en verdad me siento realmente agradecida por el ofrecimiento de Camden, que le rodeo el cuello con los brazos. Seguro que todos los ojos de la sala están centrados en nosotros, y pese a que me resulta incómodo llamar la atención, era algo que me nacía hacer.

—No sabes cómo te lo agradezco —susurro aún pegada a él.

Sin ganas de romper el momento, me separo de él y rebusco en el bolso hasta que doy con el móvil. Desbloqueo la pantalla y entro en los contactos. Marco el número de mi madre y extiendo el brazo para entregarle el teléfono.

Después de varios tonos, en la mirada de Camden observo que mi madre se encuentra al otro lado de la línea.

¿Siena?

Camden niega con la cabeza.

—Soy Camden, me encargo de cuidar a su madre. Siena me ha pedido que le comunique que Nina se encuentra en el hospital. Ahora mismo está en observación y no puede recibir visitas, pero en cuanto sea posible nos lo comunicarán.

Recibí su mensaje. Lo vi hace unos minutos, pero luego no contestó mis llamadas. Estaba preocupada. ¿Cómo está Siena?

Camden me dedica una mirada. Sé que ha preguntado por mí.

—La necesita a su lado.

Dile que en cuanto salga del trabajo voy para allá. Que sea fuerte y cuida de ella, por favor.

Camden asiente y después aparta el teléfono de su oreja para colgar la llamada. Me lo entrega y yo vuelvo a guardarlo en el bolso.

—¿Qué ha dicho?

—Que vendrá en cuanto salga del trabajo, que seas fuerte y... —Sé que iba a añadir algo más, pero en el último momento opta por callarse y aparta la mirada de mí.

Eso despierta mi curiosidad.

—¿Qué más ha dicho, Camden?

—Que todo saldrá bien.

Miente. Sé que miente porque no me mira directamente a los ojos, esquiva mi mirada. Y la verdad es que no tengo idea de por qué tiene la necesidad de mentirme. ¿Qué le ha dicho mi madre que no me quiere decir? ¿Acaso ella también piensa que Nina no saldrá adelante?

—Mientes.

—¿Por qué tendría que hacerlo?

Porque todos mienten.

No me da tiempo a responder, porque escucho por los altavoces el nombre de mi abuela.

Familiares de Nina Wood, acudan al mostrador de información.

Me levanto a toda prisa y me encamino hacia el mostrador. Escucho las pisadas de Camden a mi espalda, pero lo único en lo que piensa mi mente es en mi abuela. ¿Cómo estará? ¿Podré verla?

—¿Cómo está? —Es lo primero que pregunto en cuanto llego.

—Ya ha despertado así que puedes pasar a verla si quieres.

Me doy la vuelta y me topo cara a cara con Camden.

—¿Estás preparada?

Trata de insuflarme ánimos. No estoy preparada. ¿Quién lo estaría? Pero tengo ganas de ver a mi abuela, sostener su mano, acariciarle el pelo, susurrar su nombre, aunque ella ni se acuerde del mío.

—No —susurro—. Pero Nina no se merece que sea débil.

—¿Quieres que vaya contigo?

No respondo porque no quiero que me fallen las palabras, así que hago lo mismo que hizo él a la entrada del hospital, le tomo la mano.

¡Hola!

Ha pasado un tiempo desde la última vez que actualicé capítulo. ¿Dos semanas? ¿Tres? No sé, pero ya tenía ganas de volver con esta historia 🙌🏻

¿Qué os ha parecido el capítulo?

¿Saldrá Nina de esta?

¿Qué pasará entre Camden y Siena?

Espero que la cuarentena a causa de la situación que estamos viviendo sea lo menos pesada posible, así que voy a tratar de publicar un nuevo capítulo entre semana para sobrellevar todo esto mejor.

Os leo en comentarios 🌠💙


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