06 | Reabrir viejas heridas
Acompaño a Margaret hasta su casa. Ahora mismo sus emociones son algo inestables y no quiero dejarla sola. Hemos estado juntas en miles de situaciones y nunca nos hemos dado la espalda ante los momentos más complicados de nuestras vidas.
Cuando a su madre le diagnosticaron cáncer, Marga buscó su refugio en mí.
Cuando volví a casa al acabar la carrera, ella estuvo para mí ayudándome a olvidar, al igual que me brindó su apoyo cuando me dijeron que Nina tenía Alzheimer.
Imaginar una vida sin Margaret es como pensar en un invierno sin lluvia.
Es uno de mis principales pilares.
Cuando llegamos al portal de su casa, permanecemos varios minutos sin pronunciar ninguna palabra. Sé que está asustada. No quiere subir porque sabe que en el momento en que cruce la puerta de su habitación se va a derrumbar por completo. Tiene que hacerlo. Es una etapa más del proceso.
No quiero presionarla con mis palabras, pero puesto que ella no reacciona, soy yo la que toma la iniciativa.
—Deberías subir, Marga...
Su mirada va del portal a mí. Un suspiro escapa de sus labios antes de ver como introduce la llave en la puerta. Está lista. Cuando escucho el sonido de la puerta abrirse sé que es momento de que me vaya. Me doy la vuelta dispuesta a marcharme, cuando siento que me llama.
—Gracias Siena. Gracias por haber estado ahí para mí.
Le dedico una sonrisa antes de alejarme de allí.
—Estarás bien, Marga. Eres demasiado fuerte.
Observo la página en blanco del documento de texto.
Hace unos días sentía un bloqueo que me impedía avanzar con la novela, pero después de la conversación con Margaret, me siento con más energía para continuar con la escritura.
Cuando se me ocurrió la idea de la novela jamás creí que me vería con fuerzas para sacarla adelante. Sentarme a escribir esta historia es revivir un pasado del cual no me siento orgullosa, pero de alguna manera, necesito plasmar todo lo que siento, sacarlo de mí para que no me duela tanto.
A veces me resulta demasiado complicado.
Pensar que yo viví lo que vive la protagonista de la historia reabre viejas heridas. Por momentos aún creo que lo he superado, pero luego la realidad me golpea y comprendo que el dolor sigue estando ahí. Tan solo espero que cuando ponga el punto final haya sido capaz de dejar todo eso atrás.
Después de pasarme varias horas escribiendo decido que es momento de irme a dormir. He tenido un día bastante movido y mi cuerpo necesita relajarse. Apago el ordenador y me doy una ducha rápida antes de ponerme el pijama.
Justo cuando estoy a punto de meterme en la cama, escucho el sonido de mi móvil. Me sorprendo cuando veo que es un mensaje de Camden. No entiendo por qué me habla a estas horas, pero siento cierta curiosidad así que desbloqueo la pantalla y lo leo.
Camden: ¿Qué tal con tu amiga?
Inconscientemente una sonrisa se dibuja en mi cara. No tenía por qué haberse acordado, ni siquiera somos amigos, pero algo dentro de mí se alegra de que se preocupe por mis sentimientos.
Yo: Hemos arreglado las cosas.
Yo: Pero sigue hecha mierda...
Camden: Dale tiempo.
Camden: Y me alegro de que todo esté bien.
Voy a darle las gracias cuando llega otro mensaje suyo.
Camden: Mañana te contaré cómo se encuentra Nina.
Sus palabras caen sobre mí como un jarro de agua fría. Me había hablado no porque se interesara por mí, si no para avisarme de que mañana me hablaría para informarme sobre Nina. Es absurdo que me desilusione por una tontería como esa, pero sentía que había congeniado con Camden.
Aparto el móvil sin ganas de contestar.
Unos minutos después me doy cuenta de que estoy siendo una idiota por comportarme así. Camden tan solo es el cuidador de mi abuela. Nada más. Y así va a ser.
Yo: Gracias.
Yo: Buenas noches, Camden.
Camden: Buenas noches, Siena.
Bloqueo el móvil y lo dejo sobre la mesilla de noche. Tardo un buen rato en lograr cerrar los ojos, y no tengo idea de si es por el tema de Margaret o por la conversación mantenida con Camden.
El lunes me da la bienvenida con una llamada de mi padre. Hace un par de semanas que no hablo con él, y de alguna manera le echo de menos. Al final, después de estar hablando un buen rato, termino por quedar con él en su casa para comer.
Eso me permite huir en cuanto las cosas se empiecen a complicar.
Desde pequeña la relación con mi padre ha sido un poco turbulenta. Los dos tenemos un carácter fuerte y cuando nuestras ideas chocan, parece que se avecina una tormenta.
Siempre he sentido cierta presión por su parte en cuanto al tema de elegir carrera, hasta tal punto de terminar estudiando una que apenas me llena. Sé que se siente decepcionado conmigo por ello, pero no, yo no tengo la culpa. No puedo forzarme a que me guste algo simplemente para complacerle.
Hay días en que me arrepiento de haberme largado de casa a estudiar fuera, no solo por lo que me sucedió allí, sino por el hecho de que estaba buscando huir para volver a terminar en un pozo sin salida.
Desde entonces vivo condicionada por un pasado que jamás voy a poder cambiar.
Todos mis errores, mis decisiones, mis heridas me van a acompañar allá a donde vaya, y por momentos no sé si soy lo suficientemente fuerte como para cargar con todo eso. A veces siento que me voy a derrumbar y que nadie va a estar ahí para sostenerme.
Alejo todos esos pensamientos y me levanto para ir a prepararme el desayuno. Tengo aún tiempo para aprovechar la mañana escribiendo antes de irme, además, necesito avanzar con la novela. Me muero de ganas de tener la historia entre mis manos. Tal vez eso me ayude a cicatrizar viejas heridas.
Echar la vista atrás y darme cuenta de que he logrado sacar algo bonito de todo el dolor que recorre cada parte de mi cuerpo.
¡Hola!
Sé que ha pasado un tiempo desde la última vez que publiqué capítulo, pero de verdad que no me ha dado la vida para sentarme a escribir. Espero tener algo más de tiempo ahora en Navidades.
¿Qué os ha parecido el capítulo?
¿Tenéis alguna amistad como la de Siena y Margaret?
¿Habéis sentido o sentís presión a la hora de elegir una carrera?
¡Os leo! Y ojalá sigáis aquí 🌠
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro