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02 | Extrañas sensaciones

A mitad de semana recibo una llamada de mi madre.

Le pongo al día de todo lo que había sucedido con Nina. Ella no la visitaba con tanta frecuencia como yo, y no entendía por qué. A fin de cuentas era su madre. Sabía que podría resultar complicado enfrentar la situación, estaba bastante acostumbrada, ya que cada sábado me encontraba siempre el mismo panorama.

Mamá decía que se le rompía el corazón cada vez que visitaba a la abuela.

—¿Entonces está bien? —pregunta haciéndome volver a la realidad. Como siempre, mi mente había comenzado a divagar.

—Eso creo —digo no muy convencida.

Y era cierto. Me había ido de la residencia sin saber si mi abuela se encontraba bien. La única información que tenía era la de su ataque de ansiedad, pero nada más. Eso me inquietaba un poco. El no saber su estado de salud me perturba, y con el ajetreo de la novela, hasta el sábado no tenía tiempo de volver por la residencia.

—Espero que el sábado cuando vayas se encuentre mejor, cariño. —Mi madre siempre tratando de levantarme el ánimo.

—Gracias, mamá —miro de nuevo la página en blanco del documento de texto y un suspiro escapa de mi boca—. Tengo que seguir escribiendo. ¿Hablamos el sábado?

Escucho como al otro lado de la línea, alguien le habla a mi madre. Ella también se encuentra en el trabajo, solo que había aprovechado un momento de descanso para llamarme. Es algo que solemos hacer a menudo.

—Claro. Yo también te dejo, que tengo que seguir por aquí. Un beso, Siena.

—Un beso.

Cuando cuelgo el teléfono, vuelvo a mirar la página en blanco. Llevo unos cuantos días con un bloqueo bastante grande. Tal vez el estrés me está jugando una mala pasada, pero tengo que volver a retomar el ritmo de escritura. Dentro de unos cuantos meses tengo que entregar la novela y aún voy por la mitad.

Estoy dispuesta a sumergirme en la escritura, pero siento vibrar el teléfono a mi lado. Desbloqueo la pantalla y me encuentro con un mensaje de Margaret. Dice algo de quedar el sábado para ponernos al día, pero descarto ese plan de manera inmediata.

Los sábados están reservados para mi abuela.

Decido quedar con ella el domingo. Sé que no le mola la idea en cuanto veo el emoji que me manda. Me da igual, Nina siempre va a ir primero.

Cuando siento que al final nada más va a perturbar mi concentración, aparto el móvil y me centro en la pantalla del ordenador. Necesito encontrar la manera de superar este bloqueo o si no no voy a ser capaz de entregar la novela a tiempo.

Tengo los nervios a flor de piel.

La semana se me ha hecho larguísima y parecía que cada vez que miraba la hora el tiempo no avanzaba. Me he pasado los últimos días con una sensación extraña en el cuerpo. Por una parte estaba deseando venir, pero ahora, justo cuando el letrero me da la bienvenida, estoy aterrada.

¿Y si Nina no está bien? Miles de pensamientos se arremolinan en mi cabeza, pero tengo que empujarme a entrar porque no puedo permanecer por siempre de pie contemplando la puerta. Me dirijo a la sala de lectura, pero cuando llego allí, me percato de que mi abuela no está.

Ha pasado algo.

Y solo basta ese pensamiento para que el miedo vuelva a inundar mi cuerpo. A toda prisa me encamino hacia el mostrador de recepción. Una mujer de aproximadamente la edad de mi madre, se encuentra anotando algo en una libreta. No se da cuenta de mi presencia, así que carraspeo para llamar su atención.

Levanta la cabeza y me mira. Una sonrisa se dibuja en su rostro.

—¿Quieres algo, muchacha? —pregunta sin apartar la mirada.

—Sí, bueno... —Por un momento siento que se me atascan las palabras—. Soy la nieta de Nina y quería saber si le ha pasado algo. Siempre que vengo está aquí, es su lugar favorito, ¿sabes? Desde siempre ha amado la lectura...

No me doy cuenta de que he empezado a desvariar hasta que escucho a la mujer soltar una risa.

—Tranquila, chica —me dice—. Parece que te vas a quedar sin respiración. —Veo como su gesto ahora cambia a uno más serio—. Siento decirte que tu abuela se encuentra algo cansada hoy, así que está en su cuarto descansando.

Sabía que algo no iba bien. Esa estúpida sensación en mi pecho me había acompañado toda la maldita semana y ahora me hallaba aquí, sin poder ver a Nina. Todo era una mierda. Un suspiro escapa de mis labios y en los ojos de la mujer veo cierta compasión. Eso no me sirve.

—¿Y no puedo verla aunque sea un rato? —pregunto tratando de lograr algo, pero sé que tampoco quiero incomodar a mi abuela, por mucho que me pese, si se encuentra mal es mejor que descanse.

Veo como la mujer se aparta del mostrador y dirige su mirada hacia el fondo de una habitación. Parece que busca a alguien.

—Camden, cariño. Aquí hay una chica que pregunta por Nina. Dice que si puede verla un rato.

Al cabo de unos minutos veo como alguien sale de ese cuarto. Cuando mis ojos hacen contacto con el chico que tengo enfrente, me doy cuenta de que se trata del mismo que se sentó el sábado pasado a mi lado. Ahora que lo miro más detenidamente, observo que es bastante guapo.

¿Qué coño estás haciendo, Siena?

No debería estar pensando así en un momento como este. No he venido aquí a ligar con nadie, tan solo deseo pasar algo de tiempo con mi abuela. Aparto de mi mente todos los pensamientos que tengan que ver con ese chico y me centro en lo que de verdad importa.

—¿Puedo ver a mi abuela?

Todo lo que espero que me conteste es un sí. Aunque sea cinco minutos, al menos eso es más que nada. Pero cuando veo el gesto en la cara del chico, comprendo que me va a decir que no.

—Lo siento... —Deja a medias la frase esperando que le diga mi nombre. Lo hago.

—Siena. Me llamo Siena.

—Lo siento, Siena, pero tu abuela está algo cansada hoy, así que me temo que no es adecuado que reciba visitas.

Mi gozo en un pozo. Había esperado con ganas que llegara el sábado para verla, pero me voy a tener que volver a casa igual que he venido.

La vida a veces apesta.

Veo como Camden se percata de mi cara de decepción, parece meditar algo, porque al final termina hablando.

—Podemos hacer algo.

Veo como hojea un libro, hasta que se detiene justo en una página. Luego levanta la cabeza y vuelve a mirarme.

—¿El teléfono que disteis cuando ingresaron a Nina es el tuyo?

Asiento. Sé que mamá podría haber puesto el suyo, pero como apenas ella viene por aquí, además de que mi disponibilidad es mejor, se decidió elegir el mío.

—Genial. Entonces sí quieres puedo hablarte e informarte de lo que va sucediendo con Nina. Si te parece, claro.

Creo que después de todo la vida no es tan mierda. De ahora en adelante podría saber lo que pasaba con Nina gracias a la idea de Camden. Si no nos separara un mostrador, estaba segura de que le daría un abrazo, pero tan solo le doy una sonrisa en señal de agradecimiento.

—Gracias, en serio. No sabes lo que significa para mí.

Él me devuelve la sonrisa y al menos siento que el día ha mejorado algo.

Como ya no puedo hacer nada más por mi abuela, comprendo que lo mejor será que me vaya a casa.

—Entonces vamos hablando. Gracias de nuevo, Camden.

—No hay de qué, Siena. Hasta pronto.

Le veo meterse de nuevo en la habitación de la que salió antes y yo me giro en dirección a la salida. Después de todo, las cosas no han ido tan mal.

¡Hola!

Esta semana estoy hasta arriba de cosas, pero como tenía el capítulo escrito de hace tiempo, he podido subirlo.

¿Qué os ha parecido?

¿Qué le habrá pasado a Margaret?

¿Le hablará Camden a Siena?

¡Nos vemos en el próximo capítulo! No sé cuándo será, pero espero que pronto 🌠


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