No soy de piedra
Eran las dos de la mañana y ahí me encontraba yo, sentada descansando de todo lo que había hecho desde que había llegado. He estado pintando mi habitación, el olor a pintura fresca aún flota en el aire, recordándome el esfuerzo que he puesto en cada trazo.
La luz tenue de la lámpara ilumina el espacio, reflejando las paredes recién pintadas. Me siento en el suelo, sintiendo que la adrenalina comienza a desvanecerse. Una sonrisa se dibuja en mi rostro al recordar cómo cada color ha transformado el ambiente, dándole vida a mi refugio personal.
"Hora de celebrar mi logro".
Abro la nevera y saco una botella de vino barato, ese que había comprado junto a la pizza antes de venir. Con un movimiento ágil, descorcho la botella, dejando escapar un suave susurro. Sirvo el vino en una copa , mientras me dirijo nuevamente a la habitación.
— Hola..— escucho en un pequeño susurro. Axel, se encontraba al otro lado de la puerta abierta, me miraba con cierta cautela, intentando de alguna manera adentrarse a la habitación sin hacer algo que me incomodara.— .Crees que pueda hacerte compañía.
— Pasa, estaba a punto de comer algo.
De manera pausa se adentra a la habitación, no sin antes darle un vistazo. La verdad estaba vacía, lo único que había en ella era mi figura, el sobre con las fotos que me había dado Martin, la copa, el vino y la caja pizza.
— Ahora entiendo porque la señora Lindy mando a vaciar tú habitación.
— Yo sé lo he pedido.
— Eso dijo..— susurra.
Abro la caja de la pizza para sacar un pedazo y entregárselo. Algo dudoso lo toma para luego sonreírme.
— Deliciosa.
— Ahora prueba el vino...— le acerco la copa a la boca.—. Quizás no lo hayas hecho antes, es barato.
— Es asqueroso..— hace una mueca de desagrado. — .¿Cómo puedes beber de eso?.
— No exageres es delicioso.
— No lo es.— ríe.
— Se que vienes por respuesta..— me atrevo a comenzar con la conversación.
— No, no vine a eso. No quiero incomodarte, se que tú tenias...
— Razones para ocultarlo..— termino la oración por él.— . Sí que las hay, pero no tengo la suficiente valentía como para darle la cara a todos y contársela.
— No te jugaremos. Cuando tú te sientas lista, se que lo dirás..— miro el pequeño sobre a mi lado, mientras debato en llorar o no.
Lo tomo entre mis manos para abrirlo. Ya lo había hecho, pero sentía la necesidad de volverlo hacer.
— Mírame.— le enseño una foto.— . Esta fotografía la tomé un día antes de perderla..— susurro, conteniendo las lágrimas.
En ella salía radiante, feliz de saber que tenía a alguien creciendo en mi vientre. Nerviosa por saber la reacción de mi hermano decido posar mi mirada en la de él, lo cuál me arrepiento. Estaba triste, lo podía ver en sus ojos.
— Tenía cinco meses. Aún no sabía que sexo era. — intento desahogarme.— . El día que la perdí pude darme cuenta.— sonrío, al recordar su carita.—. Era pequeña, demasiado diría yo. Su cuerpo entraba en mis dos manos, recuerdo con exactitud su boquita, sus manitas y sobre todo sus piecitos. Tenía el lunar de Orzan, en su pie izquierdo.
— Supongo que tenía que tener algo de nosotros..— ríe, con cierta nostalgia.
— Pero no creí que el horrible lunar de Orzan. Es una mancha gigantesca..— Sonrío.
— Que no te escuche. Se podría molestar.
— Ya creo que lo esté.
— No, no lo está. Todos estamos preocupados por tí.
— Yo estoy bien. Cuando amanezca intentaré hablar con ellos y contarle todo.
— Iré por una copa y vino. No creo que aguante el hecho de tomar del tuyo. — Lo veo levantarse del suelo para salir.
Decidida a conversar del tema me levanto para salir detrás de él, necesitaba buscar una caja. Al tenerla camino nuevamente a la habitación encontrándome con él, al ver que traigo peso me lo quita para ponerla cerca de donde nos encontrábamos.
Axel, llena su copa de vino y luego la mía para darme un trozo de pizza.
— Toma..— le entrego un libro con su nombre. Mientras comienzo a sacar todos los que estaban dentro de la caja.
— ¿Que es esto?..— quito mi collar para entregárselo. Era una llave, esa que necesitaba para abrirlo.
Mientras lucha por abrirlo decido acomodar los otros en el suelo.
— Cuando me fui de casa estaba cumpliendo dieciocho..— suelto.— apenas me había enterado que estaba embarazada, lo cuál me puso nerviosa. No creí que me apoyarían, más aún sabiendo que estaba comprometida.
— Con Atreus.— me corta. Ahora entendía porque me tenía tanto odio.
— Eso no lo recordaba..— curioso, levanta una ceja.
— ¿Estabas embarazada de Félix?
— Evidentemente, ¿Por quién me tomas?.
— Solo quería ponerle humor.
— Estoy hablando enserio.
— Lo sé, disculpa. Puedes continuar, prometo no interrumpir.
— Ahora no se cómo decirlo..— me frustro.
— Cuéntame de tú embarazo, de cómo lo perdiste.
— El primer mes fue horrible, no paraba de vomitar y tener mareos por cualquier olor fuerte. Recuerdo también que comía mucho helado de fresa.
— ¿Tu odias las fresas en el helado?.
— exacto. Creo que la bebé se parecía a ti, siempre quería comerlo, de día y de noche. Y Félix, no come fresas, las odias.
— Lunar de Orzan, amor a las fresas como yo. Lo que falta es que cuentes que tomabas café con limón como lo hacía Emre en..— para al ver mi semblante.— ¡Joder!. ¿¡Si lo comías!?.
— El primer trimestre fue un caos. Quería comer hasta tierra, menos mal Félix, nunca me dejó.
— ¿Tierra?.
— Si, tierra, jabón, detergente, shampo. Y una infinidad de cosas..— comienza a reír.— Mira esta foto..— le muestro un eco, dónde claramente se puede ver cómo tenía el dedo metido en su boca.— le gustaba estar todo el tiempo así..— hago el gesto, haciendo que ría más.
— Me hubiese gustado verte en esa faceta. Capaz me hubiese burlado de tí.
— Capaz yo me hubiera matado..— Agrego.—. Comencé a sufrir de depresión en el embarazo, peleaba todo el tiempo con Félix, por cualquier cosa, fuera grande o pequeña.
— Y.
— Un día.— lo corto.— . La discusión de salió de control. Yo rode por las escaleras, lo cuál hizo que perdiera a la bebé.— suelto, solloza al recordar.— . Fue mi culpa, yo no medí mis palabras, ni las acciones. No recuerdo cómo caí, pero si todo lo que luche para dar a luz, grite, llore y hasta di patadas.
Me hubiese gustado traerla al mundo viva y no muerta, así ese dolor no hubiera sido en vano. Era inevitable no sentirme mal al recordarlo.
— No digas que no fue mi culpa, porque si lo fue..— levanto la vista de la fotografía para tomar el libro que le había entregado. — Después de dar a luz me diagnósticaron un tumor cerebral, dijeron que después de la operación no recordaría nada, así que imaginé que tal vez olvidaría el dolor de ese día.
— No me digas que tú.
— No los quería olvidar, no a ustedes. Mi familia. Una semana antes de la operación decidí hacer un libro con cada cosa que recordara de ustedes, agregue cumpleaños, eventos memorables y sobre todo el hecho del amor que me tenían. Quería volver a ustedes luego de la operación, pero tuve miedo.
Me dolía conversar del tema, pero debía decirlo. Por lo menos para estar preparada para la mañana. Mi familia merecía saber que había hecho todo este tiempo y porque no había vuelto.
— Tuve un mes en terapia intensiva, la operación salió un poco mal, tuvieron que hacerla dos veces lo cuál implico que quitarían todo mi cabello.— recordar aquello erizaba mi piel. — .No quería que me vieran así, entonces decidí que cuando estuviera mejor regresaría.
— Hija..— escucho a mis espaldas. Asustada por haber sido escuchada por mi madre decido voltear, encontrándome con todos.
Ahí estaba mi familia, viéndome completamente asombrados con los ojos llenos de lágrimas. Habían escuchado todo o por lo menos la parte corta de la historia.
Mamá camina hacia mi para abrazarme, mientras yo seguía estática, en shock por lo que estaba sucediendo, sin saber que hacer o como reaccionar. Papá, el abuelo, incluso mis otros dos hermanos me miraban con determinación intentando no llorar para no hacerme sentir mal.
Podía ver en sus ojos que luchaban, se estaban conteniendo para no llorar.
— ¡Lo siento!..— rompo en lágrimas.
No podía contenerme. Ya había luchado mucho por mantenerme firme, no era de piedra, debía soltar todo aquello que me están consumiendo.
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