La Cita.
El sol apenas comenzaba a asomarse por la ventana, llenando la habitación con una luz tenue y dorada. El día había llegado.
Hoy era el día en que conocería al hombre que mi abuelo había elegido para mí, y la ansiedad se apoderaba de cada rincón de mi ser. Mi corazón latía desbocado, como si quisiera escapar de mi pecho, y mis pensamientos se arremolinaban en un torbellino de incertidumbre.
—¿Qué debo ponerme?— intento probar varias prendas, pero cada una que intentaba ponerme parecía no encajar con la ocasión.
La blusa que me encantaba no era lo suficientemente formal, y el vestido que solía usar para ocasiones especiales ahora me parecía demasiado atrevido. Lo cuál aumenta más la presión.
¿Y si no le gusto?
¿Y si mi abuelo se decepciona?
Con cada intento fallido, la desesperación crecía. Me imaginaba en la mesa, con él sentado frente a mí, evaluándome, juzgando cada detalle. La idea de tener que mostrarme perfecta y digna de su elección me llenaba de miedo.
El almuerzo se sentía como un juicio, y yo no quería defraudar a nadie.
Finalmente, decidí optar por algo sencillo pero elegante: un vestido que abrazaba suavemente mi figura, en un tono que realzaba mis ojos. Mientras me vestía, traté de calmar mis nervios con respiraciones profundas. “Solo es un almuerzo”, me repetía. “Solo es un encuentro”. Pero la realidad era que este encuentro podría cambiar el rumbo de mi vida.
Con cada paso que daba hacia la salida, la mezcla de ansiedad y anticipación crecía. Era el momento de enfrentar lo desconocido, de conocer al hombre que, sin saberlo, llevaba el peso de mis sueños y mis temores en sus manos.
¿Sería él, el que me hará sentir completa, o solo una ilusión en la mente de mi abuelo?. La incertidumbre era abrumadora, pero el destino estaba llamando.
— Buenos días señorita, desea que la lleve a algún lugar.— el chofer de la familia se levanta al verme en el umbral de la puerta.
— Sí, llévame a la empresa.
— Lamento informarles que su familia me ha pedido personalmente que no la lleve ahí, por lo menos hasta que arreglen el área vip.
— Entonces llévame al mcdonald's y luego a la cita, si no como un dulce ahora capaz me desmayo.
— Todo saldrá bien señorita, no se preocupe.
Estaba sentada en el asiento del pasajero, mi corazón latiendo con fuerza mientras el carro avanzaba por las calles. El paisaje se deslizaba a través de la ventana, una mezcla de edificios y árboles que parecían mirarme con curiosidad. La radio sonaba suavemente, pero mi mente estaba lejos, sumida en un mar de pensamientos sobre el almuerzo que me esperaba.
¿Qué me dirá?.
¿Será suave o firme su voz?.
¿Sus palabras fluirán con facilidad o crearemos un silencio incómodo?.
La idea de tener que forjar un vínculo con alguien que no conocía me llenaba de temor, pero también de una extraña emoción. ¿Podría encontrar en él algo que me hiciera sentir segura y querida?
El carro giró en una esquina, y mi estómago se revolvió.
"Me imaginaba sentada frente a él, con la mesa elegantemente dispuesta entre nosotros. Las velas titilaban suavemente, creando una atmósfera acogedora".
¿Y si no había química? ¿Y si la conversación se estanca y nos quedábamos atrapados en un silencio incómodo?
A medida que nos acercábamos al restaurante mis nervios comienzan a profundizarse.
¿Será atractivo?
¿Tendría una sonrisa cálida que me hará sentir en casa?.
¿Podría él, entender mi lucha interna.?
El carro se detiene frente al lugar, y mi respiración con él.
Con un último suspiro profundo, me ajusto el vestido y trato de calmar los nervios. Era el momento de enfrentar el futuro, de abrirme a lo desconocido y dar el primer paso hacia una nueva vida.
El destino estaba a la vuelta de la esquina, y yo estaba lista para descubrirlo.
— Buenas días...— sonrío, a la chica de recepción. La cuál me responde con otra muy cálida.
— ¿Nombre?.
— Esra Cox.
— ¡Oh, señorita!. Su acompañante está en el baño, quizás no tarde en salir, me ha pedido que la guíe a la mesa.
— Está bien, muchas gracias..
— Sígame..— aquella mujer comienza su caminata invitandome a seguirla.—. El señor Leónidas pronto estará con usted, el mismo quería darle la bienvenida, pero lamentablemente se le presento un pequeño inconveniente.
¿Leónidas?.
¿Será ese su nombre o su apellido?.
— Muchas gracias...— me despido.
Estaba ansiosa por lo que podía suceder.
Vamos Esra, es hora de que comiences un futuro nuevo y brillante.
— Lamento la tardanza..— Lo escucho a mis espaldas.
"No, no, no".
Esa voz no.
Levemente levanto la mirada encontrándome con Félix a unas cuantas mesas de distancia, su mirada rápidamente se posa en la mía.
Padre amado, ¿¡Por qué me haces esto a mí!?. ¡Tanto daño le hecho!.
Asustada por cuál pueda ser su reacción decido cambiar de silla, dandole la espalda. No podía simplemente arruinar esto, si todo salía bien me casaría y comenzaría de cero.
Podía sentir mi corazón latir con fuerza, mientras escuchaba como reía a mis espadas.
No recuerdes nada, olvida todo aquello que vivieron. El no forma parte de tú vida.
— Buenas tardes señorita Cox..— pegó un leve brinco al escuchar una voz gruesa. Había olvidado completamente que había venido a un almuerzo.
Avergonzada por reaccionar de esa manera decido disculparme.
— Lamento reaccionar así, me ha tomado por sorpresa.
— De eso me he percatado..— ríe un poco, erizando mi piel.— . Discúlpeme a mi, por no recibirte.
— La chica de recepción me comentó que se le había presentado un inconveniente, así que no hubo problemas.
— Sí, en el baño había un sujeto bajo los efectos del alcohol agrediendo a su acompañante. Evidentemente no podía quedarme de brazos cruzados.
— ¿Cómo alguien puede estar tan ebrio tan temprano?.
— No comprendo.— vuelve a sonreírme.—. Déjame presentarme.— clava sus bellos ojos color verdes en los mios, enviando estragos en cada pequeño rincón de mi ser.— . Atreus Leónidas, para servirle en lo que desee.
— Esra Cox, un gusto conocerlo..— era inevitable no sentirme flechada por la belleza de hombre que tenía al frente.
— Bonita nombre, primera vez que lo escucho.
— Es de Turquía.
— ¿Y tú naciste alla?.
— No, la verdad mis padres eran fanáticos de una novela turca y decidieron ponerme ese nombre en honor a ellos.
— Interesante.
— ¿Y el tuyo?.
— Bueno, Atreus lo modificaron a su antojo, verdaderamente el nombre era Atreo, un rey de Micenas.
— Así que eres un rey.
— Intento serlo.
— Tienes el nombre, solo falta el imperio..— Atreus, ríe. Llamando la atención de algunos presentes.
Y no, no era por lo fuerte. Sino por lo genial que se veía al hacerlo. Su risa era contagiosa, cálida y sobre todo tenía un toque especial, aquel que hacía que me sintiera cómoda a su lado.
— Me guardo mi comentario. Pero me ha gustado lo que has dicho.
— Porque siento que ibas a decir algo inapropiado.
— Guardaré mi comentario, lo menos que deseo es que este almuerzo se vuelva incómodo. Me está gustando tu compañía.
¿¡Ha dicho que le gusta mi compañía!?.
¡Dios, tragame y escupeme en mi cama!.
— ¿Deseas ordenar algo en específico o pido por mi cuenta?.
— Creí que tenías el almuerzo planeado..— intervengo con una sonrisa coqueta.
¿¡Por qué me siento cómoda actuando así!?.
— Pues, has acertado. He preparado un banquete para ambos..— levanta la mano llamando a los meseros.— . Por ahí escuché que el hombre precavido vale por dos.
Inconscientemente sonrío ante su comentario.
— Por lo visto también cumplí con él segundo requisito.
— A ver.
— No, no, no. No lo diré, un verdadero mago jamás revela sus secretos.
— Cuántas citas habrás tenido para llegar a esto.
— Muchas..— asombrada por su respuesta, dejo de sonreir.— ¿Qué sucede bonita?¿ Te has puesto celosa?.
— ¿Celosa yo?. Jamás.
— Bueno, solo soy sincero.
— Que bien, me alegro por eso..— me levanto—.., iré al tocador, ya vuelvo.— por impulso giro la cabeza conectando nuevamente con la mirada de Félix.
Ignorando mis sentimientos emprendo camino hacia el baño.
Estaba avergonzada, verdaderamente me había puesto celosa al escuchar tal cosa salir de su boca. No podía imaginarmelo siendo coqueto con otras mujeres.
¿¡Por qué tiene que ser tan lindo y coqueto!?.
Me cabreaba el hecho de que ya me había gustado de cierto modo estar con él.
— ¿Ahora eres dama de compañía?..— Félix aparece de la nada en el baño.
— Lo que haga o no con mi vida no es de tú incumbencia..— le suelto molesta.
— Solo he venido a decirte que das asco.— sonríe, con cierta malicia —. No eres más que una cara bonita.
— Y tú un imbécil poco hombre.
— Poco hombre y todo lo que quieras, pero tengo dinero y poder. Algo que tú, jamás podrás obtener.
— Te recuerdo que todo el dinero y el poder que tienes me lo debes a mi, tú solo eres un maldito ignorante.
— Y tú una zorra.
— Al menos tengo cerebro.
— ¿Y de que te ha servido?.— se burla.—. Ahora andas aquí, intentando conseguir caricias en cambio de dinero.
— Al menos la pongo a producir y no la tengo de adorno. En cambio usted, que tiene dos cabeza y con ninguna se digna a pensar..— sin dejarme seguir insultandolo me toma del cuello pegándome contra la pared.— que miserable eres..— me quejo.
— Eres una maldita zorra..— acerca su cara a la mía, rozando nuestras narices.—.., no puedo creer que estés aquí dando lastima.
— Si tanta lastima doy que haces aquí conmigo.
— Solo vine a advertirte que no menciones mi nombre en tu boca, soy capaz de pisotearte..— frustrada y sin aliento por su presión en mi cuello decido tomar en mis manos sus testículos, alejándolo.
— Suéltame de una maldita vez Félix, no me haré responsable de como salgas de este baño.
— Me estás amenazando.
— te estoy advirtiendo..— lo empujo lejos de mi presencia.
Asustada por su comportamiento decido alejarme y dejarlo tirado.., pero rápidamente me toma del pie llevándome al suelo, al tenerme inmovilizada se sube a mi abdomen para comenzar a ahorcarme.
El ambiente en el baño del restaurante se torna frío y silencioso, un contraste perturbador con el bullicio que se escuchaba afuera. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda mientras mis pensamientos se volvían confusos y distorsionados.
Mientras el aire se hacía escaso, cada segundo se convirtian en una lucha. Mis manos intentaban zafarse, buscando desesperadamente un poco de espacio, una oportunidad para respirar. Las lágrimas brotaron de mis ojos, mientras el miedo se apoderaba de mí.
¿Cómo había llegado a este punto?.
La traición y la rabia llenaban mi mente, y el eco de mis pensamientos resonaba en mis oídos como un grito ahogado.
En esa oscuridad, donde la esperanza parecía desvanecerse, escuché un ruido. Un golpe en la puerta.
Mi corazón se detiene por un instante, y luego, la voz familiar de mi acompañante resuena a través del silencio.
— ¡¿Estás bien?!— grita, su tono estaba lleno de preocupación.
No me había percatado que había alejado la figura de Félix de mi cuerpo. ¿¡En qué momento sucedió aquello!?.
— ¿Dónde está ese bastardo?..— intento levantarme del suelo.
— Esra, se ha ido. Ahora estás bien, preocúpate por ti.
— Lo haré cuando lo mate.
— ¡Hey!..— gira mi cara con sus manos.— .., vamos a llevarte a casa. Luego vemos que hacemos con él, por ahora está molido de golpes, me encargue de eso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro