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TRATO

Cuando volví a la ciudad esa noche, cite a mis amigos que son de absoluta confianza y les conté el plan para la fecha en la que todo se sabría. Todos aceptaron ayudarme, estaba tan cansada que en cuanto toque la cama me dormí.

Un camino de caracoles me conducen hacia una vieja casa de guano, entro en ella y lo primero que veo es a él, Cristhian Peimbert, con unos pantalones blancos un poco sueltos, pero lo suficiente para marcar su cuerpo, lleva el torso descubierto. El mira mi traje de baño que está cubierto por una sencilla y trasparente tela. Me tiende la mano y me acerco a él para tomarla, en cuanto ha tocado mi mano me sujeta contra su cuerpo sintiendo si virilidad. Me besa con delicadeza pro poco a poco empiezo a perder el sentido, sus besos son como una droga, no puedo hacer nada cuando él me besa, su mano rompe la tela que estaba encima de mi traje de baño.

—Eres preciosa, quiero tenerte — murmura en mi odio, haciéndome más difícil mantener en control.

La alarma de mi teléfono me levanta, ciento los bellos de mis brazos erizados, ha sido un sueño, he soñado con él aunque solo hemos hablado hace unas horas, me levanto bostezando, tengo sueño aun, no he dormido todo lo que yo quisiera, pero tengo trabajo y he de levantarme. Hoy vendrán dos mujeres de la empresa de colocación y yo las voy a entrevistar, fui muy específica, que sean madres solteras o en caso de no haber, personas a partir de los cuarenta años. Así que peino mi cabello y preparo la ropa que me pondré hoy. Cuando ya lo tengo listo lo dejo en la cama solo llevo la lencería al baño.
Si mi madre supiera que me dormí con el maquillaje puesto, me daría un sermón sobre los años que acabo de perder y no sé qué más.

Me quito la ropa de ayer, los aretes y todo. Abro la regadera, el agua sale en abundancia, mojándome en un segundo, necesito el agua fría para despejarme y despertarme por completo. Olvido lo que he soñado, me concentro en lo que tengo que hacer hoy, quince minutos después, ya estoy con la lencería puesta, es preciosa en color blanco, seco mi cabello, me pongo el vestidos que he escogido para hoy, me maquillo con una sombra dorada en los parpados, después quiebro mis pestañas y aplico rímel, un poco de rubor e iluminador y mis cejas, dejo mis labios con un gloss transparente y ya, tomo un pequeño bolso negro en donde pongo solo lo necesario, mi gloss, el rubor e iluminador, mi celular, las llaves, dinero y un pequeño perfume.

Me encanta como se siente mi piel con la crema que me he puesto, me pongo unos zapatos con un poco de tacón y me peino por última vez mi cabello, bajo a la cocina para prepararme algo de comer.
El timbre suena y abro la puerta.

—Buenos días, vengo de la empresa de colocaciones — dice una señora de unos treinta, treinta cinco, tiene un aspecto agradable.

—Pase por favor, estaba por preparar el desayuno, acompáñeme por favor — la señora camina detrás de mí hasta la cocina — siéntese por favor, perdone que la escuche mientras cocine pero es que tengo que desayunar.

—No se preocupe, he trabajado en esto hace ya diez años, desde que cerraron un pequeño restaurante en el que trabajaba.

Escucho a la señora mientras cocino, dos filetes con verduras al vapor y jugo de naranja, me mira en cuanto le he servido el desayuno.

—Gracias señorita — me sonríe la seora y con un poco de timidez empieza a comer.

—De nada, llevo un mes viviendo aquí y hora si necesito ayuda con la casa, he limpiado y he cocinado para varios días cuando  llego del trabajo más temprano pero ahora estaré más ocupada y trabajo por las noches, tú y tu hija pueden quedarse a vivir aquí, puedes ir a recogerla al colegio y cualquier otra cosa que necesite tu hija. Me gusta que la puerta principal y la que está en el jardín y cocina estén cerradas, nunca se sabe cuándo sucederá algo — en una servilleta anoto el número de mi celular y la línea directa de mi oficina —  en estos números me puede encontrar, si necesita algo, siempre que salga ponga la alarma.

La señora asiente a todo lo que le digo, caminamos hacia la que será su habitación, está bien acondicionada, hasta tiene una televisión, su propio baño y aire acondicionado, en fin todas las comodidades.

La señora se queda con el trabajo en lo que llega otra para cuando tenga que salir, le entrego una copia de las llaves de las  tres puertas que le mencione, subo a mi auto, me pongo el cinturón y en cuanto arranco la música se escucha a volumen alto.

Conduzco con mucha tranquilidad por las calles de Miami, personas con trajes de baño caminan por la costa, personas en sus patinetas, haciendo acrobacias, paso a un Starbucks por tres cafés, al entrar a mi auto cambio la música de the wanted, aunque ya se hayan separado me gusta mucho la cambio por codplay y Rihanna cantando Princes of china.

Muestro mi credencial al guardia de seguridad y este me da acceso al estacionamiento, miro mis manos al conducir a mi lugar y me encanta verlas pintadas de color blanco, apago el auto, tomo mi bolos y los cafés, salgo de mi auto y le pongo el seguro. Camino hasta el ascensor y espero unos segundos, entro y pulso el botón de presidencia.

Cuando llego le entrego un café a Annette y ella me lo agradece después dejo el mí en mi oficina junto con mi bolso y vuelvo a salir para ir a la oficina de mi jefe, toco la puerta con mis nudillos y entro. Lo encuentro con la vista en su ventana, así como la primera vez que entre como empleada.

—Buenos días — él se voltea y me da una pequeña sonrisa – le he traído un café.

—Gracias, Victoria — lo toma y lo deja en su escritorio, se le ve cansado pero lo disimula muy bien.

—Señor, sé que hoy no tiene ninguna junta ni video conferencia a la hora de la comida ¿Aceptaría una invitación a comer?

—Claro que sí, gracias por la invitación — tiene que relajarse tanto estrés y tensión le puede hacer mal.

—Muy bien, paso por usted a las dos — el sigue mirándome como si nunca lo hubieran invitado a comer.

Salgo de su oficina y entro en la mía, enciendo el computador y pienso en la música que quiero escuchar, pongo en el buscador de YouTube a One Republic y selecciono Counting Stars y  dejo que cuando termine empiece la que sigue.

Sigo con los pendientes de la oficina, y cuando tengo todo listo, empiezo por lo de la fiesta de la hija de mi jefe, hago varias llamadas, ordenando lo que llevo hasta ahora, tengo el servicio de catering, el salón y los arreglos florales con un mes de anticipación, también ordeno las sillas y todo lo que llevo hasta ahora, en una semana tengo que ir a checar el lugar, pues lo mande a pintar para que este muy bien cuando lo usemos, reviso todo minuciosamente, no puedo pasar nada por alto. Mi celular suena y contesto sin verificar quien es, eso me pasa cuando estoy muy concentrada.

—Hola

—Victoria — su voz me hace estremecer y me reclino en mi silla de trabajo

—Te invito a tomar algo, mañana por la noche — su invitación me pone feliz de alguna manera.

—Está bien ¿En dónde nos vemos?

Después de ponernos de acuerdo sigo con lo que estaba haciendo, pasara por mí, daba por hecho que nos veríamos en el lugar, le he dado la dirección de mi casa y a las ocho pasara por mí.
Varios pendientes, veo la hora y son diez para las dos, apago el computador y tomo mi bolsa del perchero, paso a la oficina de mi jefe y con solo asomar la cabeza toma su saco y camina hacia la salida.

—Estoy listo — dice acomodándose el saco  - ¿A dónde me llevaras?

—Ya lo vera jefe, vamos, quisiera llevarlo en mi auto, claro si usted quiere — digo oprimiendo el botón del ascensor.

Al salir del ascensor los dos nos reímos por una anécdota que mi jefe ha contado, yo saco las llaves de mi bolso y quito el seguro a mi auto, mi jefe se queda viendo a mi bebé por un momento.

—¿Pasa algo? — lo veo serio

—Sera mejor que vallamos en mi auto, ese llamara mucho la atención — se lo que quiere decir pero si nos siguen, estoy preparada para poner el acelerador al máximo.

—¿Confía en mí? — mi pregunta parece que lo toma por sorpresa, me ha dicho que si pero ahora no lo hace — porque yo, si confió en usted, se ha ganado mi respeto y mi lealtad, vamos en su auto entonces.

No sé cómo descifrar su mirada, su mirada es tan profunda que no logro ver nada, cierro mi auto y me aseguro de que está bien, caminamos hacia donde está su chofer  esperándonos, entro primero en el auto, en un descuido del chofer que no sé cómo se llama, veo una pistola negra en la pretina de su pantalón, pero no digo ni me asusto por ello, he tenido una en mis manos pero nunca he disparado.

El chofer empieza a manejar, permanecemos en silencio en el trayecto, no hay tensión ni nada, pero sé que no confía del todo en mí, solo quiere que lo ayude, nada más, solo quiere que cuide de su hija y ¿Después qué?

Llegamos a un restaurante bien elegante, pero eso no es lo que llama mi atención, el lugar está completamente vacío de comensales, todo está perfectamente arreglado pero para quien, no hay nadie excepto nosotros.
Un camarero nos acomoda en la mesa del centro y nos deja los menús. Él ha elegido el lugar, soy una mujer directa y lo sabe, se lo mostré desde que me mando a llamar el día de la entrevista. El pide por mí y una botella de vino.

—¿Qué es lo que piensas? — su pregunta debe ser porque mi carácter alegre se ha ido, dando paso a la Victoria que deja ver todo lo que piensa.

—Soy una mujer directa y usted lo sabe — hago una pausa para serenarme un poco — Ayer decidí ir a donde me había citado, elegí ayudarlo y hoy ha dudado ¿A que está jugando? Lo invite a comer para que se despejara un poco, pero veo que no es lo que usted ha planeado, cree que no me he dado cuenta que no hay testigos, que su chofer trae una pistola en la cintura — se acomoda en la silla, tiene una postura relajada y ahora va el último ataque — ¿Esta seguro que su hija es la que está en peligro o la que está en peligro soy yo?

Eso ultimo lo ha tomado por sorpresa, he estado pensado en ello desde anoche que estuve en mi casa, desde el primer momento en que lo conocí, lo he pensado todo, lo único que me falta es que sea una venganza, está claro que mi padre y el tienen algo sin arreglar. Me observa atentamente como si esperara algún acto de mi parte. Siempre pensó que solo soy una mujer con título.

—Su silencio es todo lo que esperaba, hoy mismo tendrá mi renuncia, que tenga buena tarde — me levanto de la silla, tomo mi bolso y empiezo a caminar hacia la salida.

—¡Espera!

Dejo de caminar, pero no me doy la vuelta permanezco de pie en mitad del camino, escucho sus paso acercándose, se queda atrás de mi pero lo suficiente cerca para que huela su colonia. Sé que tiene las manos en los bolsillos de su pantalón, sé que está mirando solo mi cabeza lo puedo sentir.

—Veo que me equivoque contigo, me disculpo por ello, es cierto, mi hija no está en peligro, nunca lo estuvo — hace una pausa, la que está en peligro soy yo — se lo que piensas y tú tampoco lo estas — giro para mirarlo.

—¿Por qué toda esa escena entonces? — siento como mi enojo crece.

—Te estaba poniendo a pru… — no dejo que termine de hablar, cuando le he dado una cachetada con toda mi fuerza, se escucha el eco en todo el lugar y su mejilla queda roja por el impacto.

Lo miro con todo el desprecio, enojo, mi respiración es un poco rápida, mi mirada debe ser mucho más dura y profunda que la suya, mueve el rostro y me sostiene la mirada, no veo nada en su rostro, en sus ojos.
Tengo asco, asco de haber confiado en la persona equivocada, pensé que de verdad en este círculo había algo que de verdad valiera la pena pero ya vi que no, eso no existe.
Giro de nuevo y salgo de ese lugar, el chofer me mira y de nuevo se ve la pistola que trae en su cintura.

—Yo que tu escondería mejor es pistola — me mira incrédulo.

Camino por la carretera un rato hasta que veo pasar un taxi, he estado caminando media hora, le he dado la dirección de la empresa, mientras tecleo mensajes hacia mis amigos, los verdaderos. Quiero una fiesta y se en dónde puedo encontrarla.
Entro por la puerta principal del edificio decida a presentar mi renuncia. Cuando ya está en trámite mi solicitud, voy hasta presidencia y Annette me mira pero no dice nada, en mi oficina no hay nada que deba llevarme en una caja.

Tomo todas las carpetas que ya había revisado y las que ya estaban terminadas, enciendo mi computador, espero unos segundos y empiezo a redactar mi carta de renuncia irrevocable. Escucho como la puerta de la oficina de a lado se cierra de un portazo, el teléfono de la oficina suena y sé que es el., pero no contesto.

Termino la carta de renuncia, la imprimo, la pongo en una carpeta, tomo las carpetas que ya había dejado a un lado y mi carpeta personal la dejo en la parte de arriba, salgo de mi oficina para ir a la suya, ni si quiera me molesto en tocar la puerta.
Camino hasta su escritorio y en cuanto he abierto la puerta me mira, dejo dos montones de carpetas en su escritorio.

—Las revisadas — señalo a mi derecha  — y las que están terminadas — señalo a mi izquierda — y esta — señalo la carpeta que tengo en la mano — mi renuncia.

—Victoria, por favor, perdóname, no debí hacerlo, merezco la cachetada y he de decir que tiene una mano pesada para ser mujer — ya vamos con los tabús otra vez.

—Fírmela, todo el tramite está hecho, solo falta su firma, lo único que extrañare de este lugar es la persona que está en recepción —  papá que ha pasado, doy la vuelta y veo a Annette, me mira y el color de su piel se va, deja de caminar en cuanto me ve — ¿Sabe qué? No esperare a que firme, me voy de una vez, las personas hipócritas y mentirosas me enferman — tomo mi bolso y me voy.

Llego a la puerta pero Annette no se mueve no me deja pasar, algunas lágrimas caen por su mejilla, lo que me duele es que de verdad pensé que si era mi amiga.

—Permiso — digo seria y autoritaria.

—Por favor deja que te explique — dice limpiando su lágrima pero rápidamente aparece otra.

—¿Explicar qué? Que todo este tiempo se han estado burlando de mí, que eres madre soltera y que tus padres cuidan de tu hija mientras trabajas.

—Te lo puedo explicar todo, por favor escúchame.

—Llegue a desear tener una familia feliz como la que me contabas, pensaba en invitarte a mi casa para conocer a tu familia, yo no merecía este trato, ahora muévete no quiero perder la poca paciencia que me queda — se hace a un lado y salgo de esa oficina.

Dejo mi credencial en el escritorio de Annette y sigo con mi camino.

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