Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

MENTIROSO

Llego a mi casa a las nueve de la mañana, he pasado toda la noche fiera, no he querido volver hasta despejar mi mente y ahora sé que estoy bien y que nada me afecta.

Camino hasta el piano que tengo en la sala, paso mi mano para acariciarlo, me siento en el banco y empiezo a tocar. Cierro los ojos de vez en cuando, muevo mis manos con ligereza, me dejo llevar por la melodía, esas que solo saben lo que siente el corazón, esa que son la ventana del alma.

Cuando termino y levanto la vista veo parado frente a mí a, Cristhian, con sus brazos cruzados por el pecho y con una sonrisa en sus labios, esos labios que otra mordió y acaricio.

—Maravilloso — aplaude con elegancia — no sabía que tocaras el piano.

—Tampoco sabía que eres un mentiroso — no pretendo pegarle ni levantar la voz, estoy tranquila y este no vera lágrimas.

—¿Mentiroso? ¿A qué te refieres? No te entiendo — mentiroso y falso, sonrió levemente ante su mentira.

—Preguntase lo a la rubia de anoche ¿Qué pretendías? ¿Acostarte conmigo y después si te vi ni me acuerdo? — lo miro a los ojos tragándome las lágrimas y poniéndome una máscara que reflejan a una mujer fuerte — vete, ya no te quiero en mi casa — saco de mi bolso la llave que llego ayer con la tarjeta — si querías alejarte de mí, simplemente me lo hubieras dicho — le tiendo la llave — ya no la necesito, ya vi lo que querías que viera.

En eso aparece, Ana, me voy a mi habitación, subiendo poco a poco las escaleras, una lágrima baja por mi mejilla y la limpio cuando estoy en la seguridad de mi habitación.
Cierro la puerta y me apoyo en ella un minuto, hasta que me baño y me acuesto a dormir, para que ya no ocupe mis pensamientos.

***

P

ermanezco todo el día en mi habitación, Ana, sube la comida y la cena porque no quiero bajar. No tengo ánimos para nada. La decepción y la sensación de estupidez aún permanecen en mí.

A las nueve de la noche, Anna, llega a mi habitación diciendo que alguien me busca, bajo en piyama, pues en todo el día no me he cambiado de ropa solo me pongo la bata y bajo.

—¿Pasa algo? — es lo primero que pregunto al verlo, casi no nos vemos, y cuando el viene a mi casa o a buscarme es cuando pasa algo.

—Tienes que concursar, han votado por ti ene l concurso la gente te ha nominado — lo miro atentamente y con una ceja levantada.

—¿De qué hablas? — no lo entiendo.

—Del concurso que ha hecho mi socio, de que más, no sé qué te ha pasado, ese hombre esta loquito por ti, por la chica que se esconde en ese antifaz — eso parece imposible, el ¿Su socio?

—Sé que no debo mezclar lo personal con lo laboral, pero, ahora no puedo, hay algo que no te he contado — inhalo y exhalo muy lento para serenarme antes de mencionarlo, por muy raro que sea — No sabía que es tu socio, pero por alguna razón, hemos estado saliendo, ayer me mando una reglo de flores, con una tarjeta y la llave de su departamento y lo que vi, no lo esperaba — me siento en mi sofá y él se sienta a mi lado, estira las piernas y las deja encima de las mías.

—¿Han estado saliendo? — Es obvio que no lo esperaba — ¿Qué es lo que viste? — pregunta con curiosidad.

—Estaba teniendo sexo con una rubia que era más que obvio que sus senos son operados — digo como si no me importara, pero es una mentira si no me sentiría tan decepcionada.

—¿Se lo dijiste? Debe de haber una razón por lo que viste eso, él me ha contado que siente algo por la chica misteriosa, la cuenta del antro ha estado recibiendo muchos tuits sobre lady antifaz.

—¿Lady antifaz? — una sonrisa aparece en mis labios levemente.

—Debes de concursar, con el premio podrás poner tu escuela de baile que tanto quieres — lo miro, no sabía que había dinero pensé que solo era un viaje con los gastos todos pagados.

—No lo sé, de una manera muy rápida me he enamorado de Cristhian, me sentí estúpida, al ver la escena en su cuarto, los gemidos de ambos, mientras esa rubia lo montaba — le cuento sin ningún pudor — pensé que el sentía lo mismo, pero no es cierto, es un mentiroso más en la lista.

—Yo que tú le quitaba a la rubia y lo montaba yo — dice mi amigo como si fuera gay — solo piénsalo por favor, el concurso es a fin de mes, no puedes dejarlo pasar, debes de concursar y si no ganas que estoy seguro que sí, el premio del segundo lugar también es bueno.

—Lo pensare, pero no prometo nada — no me vera caer — pero ya mejor cambiemos de tema, ya que estas aquí ¿Me llevas al antro y bailamos un buen rato?

—Esa es mi chica — se levanta se acomoda a mi lado y me abraza.

Lo dejo en el sofá, mientras subo a mi habitación, me doy un baño muy extenso, depilo mi cuerpo, me pongo muy guapa aunque solo me valla a poner ropa casual, me gusta verme bien. Cuando bajo y lista para todo lo que pueda pasar esta noche. El me mira de pies a cabeza, mirando mis caderas, desde que nos conocemos dice que le gustan mucho.

—¡Estas preciosa! Como siempre cariño — me da un beso en la frente y después toma mi rostro con sus manos y me mira con una sonrisa.

—Ya vámonos o me arrepentiré — salimos y cierro la puerta de mi casa, bajamos las escaleras trotando y antes de irme saco de mi auto mi disfraz.

Después de ponérmelo, entro en su auto y me acomodo en el asiento del copiloto. Quiero preguntarle si el estará allí pero mejor no lo hago  y pienso en otra cosa que no sea, Cristhian Peimbert.

Para cuando llegamos el antro está en todo su apogeo, chicos y chicas bailando, metiéndose mano en alguna parte del club, música suena por los altavoces, y hace que me sienta tan relajada.

Me tomo unos cuantos caballitos de tequila, solo cuatro para mi es suficiente, no necesito más, pues sé que el en algún momento se acercara a la chica del cabello rojo, pues de sea ser quien soy.

Empiezo a bailar con lentitud, sensualidad, acaricio mi cuerpo, mi cabello, muevo mi cadera más que nunca, paso por alto las miradas lujuriosas de algunos hombres, siento como el sudor baja entre mis senos, como algunos de mis cabellos se quedan pegados a mi rostro. Las manos que sabía que aparecerían se unen con las mías que permanecen en mi rostro, su olor tan característico.

Cuando termina la canción, me doy cuenta de lo estúpida que he sido al bailar con él, pero quería tener lo, tan cerca como fuera posible, aunque sea un completo idiota. Me alejo como si quemara y camino entre la gente con dificultad pues sus cuerpos moviéndose me hacen difícil avanzar llego hasta la oficina de mi jefe y amigo y antes de que pueda cerrar la puerta el entra.

—¿Por qué siempre te alejas de mí? — Pregunta con dificultad pues este está algo cansado por seguirme hasta aquí — ¿Quién eres? — Trata de controlar su respiración — no puedo alejarte de mis pensamientos, siempre me recuerdas a alguien a quien quiero mucho, me vuelvo loco con solo pensar cuantas cosas tienen en común.

—Si la quieres tanto ¿Por qué me persigues tanto? — digo seria escondiendo el enojo que siento hacia mi persona por no salir de aquí y quedarme en esta habitación donde está claro que hay una fuerte tensión y de la buena — es una cobardía de tu parte querer tener un seguro.

Me mira atentamente, poco a poco escanea mi cuerpo. ¿Qué quiere de mí?

Ya ha hecho que me sienta estúpida por dejar que entrara en mi corazón en tan solo semanas. Sus atenciones, nuestras platicas de madrugada, cada vez que me revelaba algo que para él es muy íntimo o importante, me hacía sentir genial, pues estaba confiándome sus secretos.

Camino por la oficina, hasta apoyar mis manos en el escritorio de mi amigo, los cabellos de mi falso cabello rojo tapan mi rostro, escucho sus pasos en mi dirección y pronto lo tengo tan cerca que sé, que si me doy la vuelta, estaría tentada a besarlo con locura.

—¿Quién eres? — siento sus labios en el ovulo de mi oreja al hablar — no quiero tener un seguro, solo me interesa a ella — hace una larga pausa y eso me está volviendo loca — no sé cómo paso, pero sabe lo que paso ayer en mi departamento, no me dejo explicarle y ahora no quiere verme y lo más cercano a ella  — hace otra pausa, pone sus manos en mis hombros — eres tu — me da la vuelta para quedar frente a él.

Me quedo frente a él, como una autómata, no me muevo, no hago nada por salir de esa prisión, esta habitación que es más que evidente, causa un deseo indescriptible. Su mano derecha acaricia mi rostro y su otra mano permanece en mi hombro, me mira directamente a los ojos, siento su respiración agitada, poco a poco levanta la peluca y el antifaz se va con él.

Se aleja de mí, al ver quien se escondía bajo ese antifaz, ese que tanto tiempo fue mi vía de escape del mundo. Es lo único que me hacía invisible ante los demás, nada de apellidos que te vinculen a alguien.
Una parte de mí se siente libre, sigo como una autómata parada en el mismo lugar, me olvido de los cuadros que tiene mi amigo en su oficina, en los anaqueles donde guarda cajas, del pequeño estante donde tiene una botella de Vodka.

—Todo este tiempo, fuiste tú — su tono de voz es de reproche, mira mi peluca y el antifaz que aún está en su mano derecha y vuelve a poner su mirada en mi — me siento un imbécil — suelta mi disfraz y pasa su mano izquierda por su cabeza, moviendo los cabellos.

Me armo de valor y camino hasta la puerta de la oficina ya no quiero estar aquí, salgo de esa habitación, me alejo de todo lo más rápido posible, la oscuridad de la calle me recibe, no he traído mi auto, solo dinero en la chaqueta mi bolso lo he dejado en el auto de mi amigo y mi teléfono  tiene poca batería.

Camino por varias calles sin mirar en donde estoy, voy a parar a un parque con una gran fuente, me siento en una de las bancas de madera.

Lo que vi no tiene explicación alguna, no tienes sexo con alguien y después decir que no es lo que parece, sigue siendo un mentiroso, ya no volveré a ese lugar, buscare un trabajo estable, bailare en otro antro en el que él no sea el dueño o socio.

Si pensaba que accedería a su “explicación” está equivocado, no tienes sexo con una mujer sin querer, los gemidos que escuche eran muy reales, eso está más que claro. La manera en que la acariciaba es más que obvio.

Llego a las seis de la mañana a mi casa y eso que tuve que tocar la puerta pues solo tenía mi dinero y mi teléfono sin batería, no sé dónde quedaron mis llaves.

Cuando, Anna, abre la puerta me mira con curiosidad pero no pregunta nada, cosa que agradezco, voy directamente a mi habitación, veo los tulipanes y ya casi se están marchitando, y así me siento ahora, marchita. Me desvisto y me baño.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro